LA SANGRE OTRA VEZ
Por Gustavo Espinoza M.
Cuando
la noche del miércoles 15 de octubre cayó abatido en la Plaza Francia de Lima
Eduardo Mauricio Ruiz Sáenz, un artista de la música y cantante popular de los
colectivos de Hip Hop; se supo que la sangre había vuelto a la capital en el
marco de una lucha muy extendida que la población libra contra una Mafia
envilecida que se resiste a abandonar las posiciones de Poder, pese
incluso a que ella misma se viera forzada a cortarle la cabeza a Dina Boluarte,
por considerarla una extremidad inútil y hasta putrefacta.
Fueron
miles los pobladores -jóvenes y viejos- que se dieron cita en las calles de
Lima para expresar su repudio al Congreso de la República que aún mantiene un
95% de desaprobación ciudadana. Pero la movilización no sólo estremeció Lima.
Ocurrió también en las principales ciudades del país: Arequipa Tr8jillo Cusco,
Huancayo, Ayacucho y otras, en las que el grito fue unánime: Que se
vayan todos, es decir, el encumbrado Presidente, los congresistas y los
nuevos ministros del Gabinete Alvarez que, como muchos han dicho, no conforman
un gobierno de transición, sino de transacción, es decir una estructura
en la que se ha verificado una repartija en provecho de la Clase Dominante.
Hay
que admitir que el presidente de hoy -no se sabe si en los próximos días
también- inició su gestión con un “nuevo estilo”. Se mostró
atento a las cosas y al desarrollo de los acontecimientos, acudió a varios
lugares, habló con gente, recibió delegaciones, y aunque en algunos sitios fue
bien recibido, en otros le llovieron quejas y hasta insultos. Y es que el piso
está cuarteado en este país desde hace varios años por una cúpula envilecida y
en derrota.
En
Ayacucho, por ejemplo, la demostración fue “pacífica”, pero allí los familiares
de las víctimas de la masacre de diciembre del 2022 demandaron justicia y
exigieron la investigación de la muerte de sus familiares, al tiempo que
exigieron la detención de Dina Boluarte. En contrapartida, el Poder Judicial
resolvió autorizar a la ex mandataria a abandonar el país cuando lo quiera, sin
restricción alguna, convalidando su posibilidad de “asilo”, o más bien de
fuga..
En
Arequipa, donde el Rey de España presidia un Congreso Internacional de Lengua
Española, las autoridades buscaron impedir el ingreso de los manifestantes a la
Plaza de Armas de la ciudad, y sólo permitieron las marchas populares, cuando
su Real Majestad hizo abandono de la ciudad. Sumisión virreinal, ¿verdad?
Las
movilizaciones que comenzaron el miércoles pero que continuaron en días
sucesivos, se explican en tres niveles: contra el presidente Jerí, contra el
Congreso de la República y contra el Gabinete Ministerial. En los tres casos,
tienen fundamento de fondo.
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| Asesinato probado que no debe quedar impune |
Se
puede objetar que las movilizaciones populares -incluida la del miércoles 15-
estuvieran cargadas de violencia. La “Prensa Grande” habló de “bombas
Molotov” y piedras, como “armas” de los manifestantes. Si pues.
Quienes participamos antes en esas batallas y pusimos el pecho para enfrentar
la represión oficial, sabemos que las “bombas Molotov” no son nada nuevo. Se
originaron en los años de la II Guerra Mundial y llegaron a fines de los 50 y a
inicios de los 60. Y las usamos porque constituían la única manera de hacer
frente a la brutalidad policial. Gracias a ellas, existe hoy el Pasaje
Universitario, el Co Gobierno y la Autonomía Universitaria.
Lo
mismo que las piedras y los palos, de los que se valen los manifestantes
acorralados por robots metálicos vestidos de acero. En circunstancias como esa,
los que luchan no tienen más alternativa. Y parafraseando a Mariátegui,
podremos decir que, si generan violencia, no habrá más alternativa que
estar con la violencia, sin reservas cobardes.
El
señor Jeri tiene serios cuestionamientos. Estuvo involucrado en una
presunta violación sexual aún no esclarecida, está sindicado por manejos
turbios en la Comisión de Presupuesto del Congreso de la República, tiene
marcados vínculos con redes porno y -sobre todo- dio su voto aprobatorio a
todas las leyes que sancionara el actual Congreso para favorecer al crimen
organizado y la delincuencia en su apogeo.
En
el extremo, el señor Jerí, sin asco, votó blindando a Dina Boluarte en las 6
ocasiones anteriores en las que se demandara el fin de su gestión. Así, se hizo
cómplice de sus latrocinios, pero también de los crímenes que cometiera ese
régimen entre diciembre del 2022 y marzo del 2023 y después. Por lo demás, en
la noche del pasado 15, se preocupó muchísimo más por la salud de los policías,
y le importó una higa la situación de los civiles agredidos por la represión.
En otras palabras, el señor Jerí, alto y bien vestido, está muy lejos de ser
propiamente una mansa paloma.
El
Congreso, por su parte, fue cómplice y beneficiario directo o indirecto de
todos los latrocinios consumados por Dina Boluarte. Todo lo que ella hizo, los
benefició, o les dio la posibilidad de “cobrarle” algo en provecho propio. Por
eso se negaron a vacarla como debieron hacerlo en diciembre del 2022 a raíz del
asesinato de 67 peruanos. Y por eso la blindaron en todos los debates a
fin de que no rinda cuentas de nada y no pagara sus culpas. Cómplices, entones
son casi todos, con la sola excepción de una decena de parlamentarios que
libraron una lucha desigual y valerosa para marcar a fuego la iniquidad
imperante.
Y
el nuevo Gabinete, porque está signado desde su origen, pero también porque su
composición deja mucho que desear. El propio presidente del Consejo de
Ministros -militante del Partido Popular Cristiano- salió de las cavernas y se
tomó la libertad de calificar a los integrantes de la “Generación Z” de
“herederos del MRTA”. Y cuando supo que se convocaba a las protestas del
15 de octubre, se apresuró a considerar a quienes la promovían como “sediciosos” y “subversivos”. El
viejo lenguaje de la represión salvaje. Los otros miembros del Gabinete no son
mejores política ni profesionalmente. No es cierto que sean “técnicos
calificados” como lo sugiere candorosamente cierta “Prensa Grande”, ni
que integraran un “equipo” en busca de “soluciones dialogantes”,
como lo aseguran otros.
Las
“soluciones” que ofrezcan tendrán un claro sello de clase y el diálogo, lo
harán con los suyos y con los que puedan neutralizar en el camino. En ningún
caso habrá un debate abierto, una confrontación de ideas o una concesión por
parte de la “clase dirigente” a la que este gobierno representa por naturaleza
propia.
La
lucha está planteada, entonces, y el mundo será testigo de la naturaleza de la
confrontación que vive la Patria de Túpac Amaru y José Carlos Mariátegui. El
que otra vez haya llegado la sangre a nuestras calles, no sólo es una
maldición. Es también el sello que usa la clase dominante cuando quiere
“dialogar” con el pueblo. <+>

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