DANTE NAVA
POETA DEL LAGO
Boris Espezúa Salmón
En
revista BRISAS, diciembre 2025
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H |
ay poetas que quedarán siempre en el corazón de un
pueblo, en la memoria de los ciudadanos arraigados a la tierra, al romance y a la contemplación. Y uno de ellos
sin dudarlo es Dante Nava, poeta que Puno lo reconoce como hijo predilecto, a
pesar de no haber nacido en el altiplano. Su puneñismo es tan terrígeno como el
chairo y los sikuris. Su poesía tiene un lirismo bronco, una férrea postura de
identidad y se agazapa de las vivencias y costumbres puneñas.
Nava supo destinar en la palabra poética una fibra
de puneñidad que sigue ocasionando tensión de identidad y vibración emotiva en las
nuevas generaciones de puneños y peruanos.
Carlos Dante Nava nació un 8 de abril de 1898, en
Chorrillos Lima; hijo del matrimonio José Luis Nava Fumagalli de origen italiano
y Josefina Silva Salazar, natural de Lima. Desde esta ciudad, y cuando el
futuro poeta era bebé de brazos, los padres de Carlos Dante Nava deciden trasladar
su residencia a Buenos Aires, país en el que no tuvieron suerte y decidieron
regresar al Perú, vía Bolivia, ingresando por el puerto de Puno. Seguramente
que la Ciudad del Lago agradó a José Luis Nava, por lo que decidió quedarse.
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| Al lado de Manuel A. Quiroga |
Eventualmente, se dedicó a la carpintería,
apoyando a su padre; allí se vinculó con amigos coetáneos, entre los que se
encontraban los hermanos Peralta, Aurelio Martínez, Leonidas Enrique Ancieta y
otros que, con él, formaron una pléyade de literatos y poetas, de aquellos años
gloriosos de Puno.
Nava no sólo escribió versos de amor, sino que
compuso versos de contenido indigenista; simpatizó con el grupo Orkopata, aunque
no perteneció al grupo de manera formal, fue un promotor cultural, escribió
para muchos periódicos y revistas. En el año 1956 el Instituto Americano de Arte
organizó los juegos florales siendo presidente el Dr. Enrique Cuentas Ormachea.
Dante Nava, con su poema titulado Canto a Puno, ganó dicho concurso, obteniendo
el galardón de la Kantuta de Oro, premio que lo reconoció como poeta laureado.
Entre sus poemas y poemarios destacan el tan conocido Orgullo aymara, poema
emblemático que identifica a una de las grandes culturas altiplánicas.
También escribió Báquica febril, 20 sonetos de Dante
Navay dejó inéditos como Gemas de sol, así como es autor del mito indigenista
Khori-Challwa.
Orgullo aymara y La Lavandera
Orgullo aymara es un poema considerado como el más
emblemático de Puno, bastante conocido y recitado en todos los rincones de la región.
Se identifica con una de las grandes naciones altiplánicas, como son los aymaras.
Orgullo aymara fue publicado por primera vez en 1932. En 1972 alcanzó difusión
nacional con la versión musical del grupo de rock El Polen. Las letras de este
poema tienen una energía terrígena que, como un salto de puma, se presenta a la
conciencia y al vibrar sanguíneo por donde fluye la pertenencia a una cultura
rebelde y de resistencia que afirma su génesis en las aguas del lago más alto
del mundo. Aquí la poesía se vuelve épica, militante, se trasluce en metáforas
vibrantes y contundentes, la fragua de una memoria que jamás se extinguió, que
siempre se afirmó y prosiguió vigente a pesar de negaciones, ninguneos y
soslayamientos, que, venidos desde el colonialismo del poder, buscaron siempre
inferiorizar nuestras culturas originarias.
En los versos del poeta Dante Nava, hay belleza, armonía, virilidad y sentimiento. También insurgencia. Nava tiene los pies bien plantados en la Madre Tierra y los ojos puestos en el paisaje arrobador del lago, en la inmensidad del altipampa y en los colosos atardeceres de los Andes.
Nava se enamoró del lago Titicaca y de los
hermosos paisajes que lo rodean. Describe a la mujer aimara como una flor
silvestre y sensual, pero también luchadora, heroica e invencible. En el poema La
avandera, así la describe:
Buena lavandera de ojos de venado / con cutis de
bronce, de espaciosa frente, de cabellos negros,/ de boca candente, de pollera
roja, de mantón rosado. / Lavandera buena que todo has lavado / en el
arroyuelo, junto a la vertiente / desde la camisa valiosa y decente / hasta el
calzoncillo pobre y remendado. / ¡Oh lavanderita de ojos de venado / ¡Oh
lavanderita que todo has lavado. / Con las manos blancas de tu dulce amor, / Con
el agua alegre de tu risa amena / y el jabón rosado de tu carne buena, / lava mi
alma sucia...sucia de dolor.
En este poema, el autor se pone al lado de los desposeídos,
de quienes están en el rubro de los invisibilizados en el país, y desde ello
habla, para ver ese país periférico, vulnerable, ya que, como se sabe, las
lavanderas son quienes sufren este duro trabajo por unos soles, lavan si es
posible todo el día, sin importarles el maltrato de sus manos, y el reuma que,
con seguridad, les afectará.
La poesía en este caso es una forma nueva para
expresar en palabras, esos espacios entrañables con su propio ritmo interior. Así
el habla poética contiene humores, pasiones, vivencias y realidades distintas.
Valoración
Ernesto More diría de Nava que era poeta mestizo
italo-peruano, puneño de nacimiento espiritual, artista viviente de la psicoesfera
del hombre aymara; cholo gringo apegado al campo, tan cerca del indígena, que
tan entrañablemente amó las kantutas en flor. Samuel Frisancho agrega: “Como
todo espíritu atormentado por la tragedia de nuestro pueblo, hizo una vida
bohemia intensa, recorrió en compañía de amigos los caminos del juego de azar y
del trago amargo, que mata las penas y
abreva la sed del alma”. En lo político se situó entre los hombres de avanzada
y como periodista sufrió la sanción por haber combatido a un clérigo sectario,
lo condenaron a un día de prisión, un tribunal de la Corte Superior de Justicia
de Puno. Entre sus amigos íntimos se contaba Manuel A Quiroga, Artidoro Garnica
y Simón Valencia Melgar; su soneto “Orgullo aymara” lo idealizó y forjó en la
figura de ese adalid prototipo del hombre rebelde y altivo que luchó por su cultura
nativa.
Alguna vez Dante Nava en un discurso de
agradecimiento dijo: “Yo soy carpintero, yo soy también herrero, he trabajado con
la garlopa y el yunque, sé cocinar muy regular tallarines y hago batidos que a
todos gustan y solo muy en la intimidad hago mis poesía, es un género de confesión
a solas, una manera de conectarme silenciosamente con el mundo, una exigencia
irremediable de sacar a flote, a la superficie ese caudal que fluye dentro de
mí y que al salir me produce un alivio mágico indecible”. Algo singular en el
poeta fue que, en 1958, junto a su amigo Díaz acordaron instalar una quinta donde
pensaban dar buena comida criolla. Fundaron la Quinta Mercedes que se ubicaba
en la calle Chucuito, a media cuadra de la Av. Circunvalación y muy cerca al
local del grupo Orkopata. En ese local, Carlos Dante vivió y trabajó como
cocinero, ya que era un excelente chef, especialista en platos italianos.
Cuando la quinta iniciaba su crecimiento con sus instalaciones arregladas, el
poeta cayó gravemente enfermo debido a un derrame cerebral, que fue el comienzo
de un proceso cuyo desenlace fue su deceso un 28 de setiembre de 1958, en la
Quinta Mercedes de Puno.
Tuvo un gran entierro. Poetas y escritores puneños
leyeron discursos y poemas de despedida.
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| Con Mateo Jaika, Aurelio Martinez, Pantigoso |
Puno es una caudal incesante de poetas, que desde
hace 100 años han descollado, universalmente, la presencia de Carlos Oquendo de
Amat, Gamaliel Churata, Alejandro Peralta, Dante Nava, y, en ese orden, muchos
poetas más aseguraron y aseguran pedestales significativos a esta tierra bravía,
de gran sabiduría ancestral, de inmensos paisajes donde la poesía es más que
una construcción lingüística en cuanto encierra significados de cargas
complejas, y emotivas cuyo significado no es sólo conceptual sino también de
carga vivencial, sensorial y hasta volitiva. Por eso, la poesía es el triunfo del
habla sobre la lengua. Ello lo saben bien los puneños, que hacen honor a ser
Tierra de artistas y poetas.
Dante Nava es uno de ellos. Un poeta que hizo de
su vida poesía y de su poesía su vida, casi hecha piel en los puneños que aman
con intensidad, exclaman su identidad a los cuatro vientos y afirman su
descontento con la misma intensidad con que silban las pajas bravas, con la
nervadura de su memoria, y la esperanza incesante de un futuro distinto. En ese
marco Dante Nava siempre tendrá un lugar en los anaqueles de los habitantes del
majestuoso Lago Titikaka. <:>








