sábado, 30 de agosto de 2025

POLITICOS PERUANOS

 DE GUSANO A CUCARACHA

TANTA INDIGNIDAD TIENE PRECIO

Rodrigo Núñez Carvallo

N

o contento con fabricar la amnistía para los violadores de derechos humanos, torturadores y asesinos de humildes campesinos, estudiantes, sindicalistas, ahora pretende hacer lo mismo con los tombos y militares que masacraron a la población que protestaba contra Dina Boluarte. Crímenes horribles quedarán impunes por obra y gracia de una rospulsiva cucaracha. Tanta indignidad no es gratis. Allí hay una bolsa enorme de dinero, una chancha organizada por Montesinos y la presidenta. Uno no pierde la reputación a perpetuidad por las webas, negándose a sí mismo, haciendo tabla rasa de su pasado, echándose mierda sobre la cabeza, sabiendo que va a entrar a la historia desde la infamia. Aquí una radiografía de la cucaracha que alguna vez fue gusano, que escribí hace un tiempo pero que recobra actualidad ante las tropelías de la sangrienta blattodea, nombre científico de los especímenes que rondan cloacas y desagües...

Lo conozco de toda la vida. Estudió sociología en la Católica allá por los sesenta e hizo sus primeros pininos en la política como militante de Vanguardia Revolucionaria. Con el tiempo se convirtió en hombre de confianza de Javier Diez Canseco, A decir verdad el Gusano, así lo llamaba toda la facultad, no destacaba demasiado pero era un hombre disciplinado como una roca. Esas virtudes lo llevaron a escalar en Vanguardia Revolucionaria y ponerse a órdenes de su jefe en el frente minero, a órdenes de Javier. Se trataba de organizar una serie de sindicatos alrededor de la refinería de la Oroya y los socavones de la Cerro de Pasco Corporation. Exacerbar las contradicciones entre el gobierno de Velasco y los sempiternos explotados, esa era la consigna, pero el asunto se desbordó en la mina Cobriza en noviembre de 1971. El sindicato, asesorado por jóvenes vanguardistas, cobró fuerza y la infame empresa incumplió pactos y provocó a los mineros. Los ánimos se enardecieron. Un batallón de sinchis al mando del teniente Góngora, arremetió contra la multitud que protestaba delante de la mina, desatando una carnicería. Cientos de sindicalistas, y muchas de sus esposas fueron masacrados. Pablo Inza, un joven líder y secretario general murió tras un certero balazo en la cabeza y media docena de dirigentes corrieron igual suerte tras las ráfagas. Velasco es un reformista burgués sometido a la empresa imperialista, clamó el Gusano, en la reunión de la célula convocada por Diez Canseco en La Oroya para evaluar la situación. Una siniestra capa de polvo lunar cubrió las conciencias de clase, y el movimiento minero ya no sería nunca el mismo tras la masacre. Y para colmo Velasco expropió todas las instalaciones de la Cerro el primero de enero de 1974. Sin banderas no hay lucha…

Volví a ver al Gusano a mediados de 1976. Yo buscaba trabajo y mi hermano que era amigo de Diez Canseco, me avisó que estaban necesitando un corrector de pruebas para una flamante revista. Se llamaba Amauta imitando el nombre de la famosa publicación de Mariátegui, pero tenía poco de cultural. Era mas bien un periódico de combate, un medio para expandir las luchas populares en un momento en que Morales Bermúdez se encargaba de desmontar las reformas de su antecesor y “combatía la insurgencia de las masas en medio de una profunda crisis económica”, en palabras de Diez Canseco.

Fui a la cita y en el acto me pusieron a corregir galeras. ¿Sueldo? Dependerá de cómo nos vaya, al principio casi una propina. Pero como no tenía alternativa acepté sin chistar. Oscar Dancourt, el Piojo, era el director y el Gusano, cuándo no, oficiaba de secretario de redacción y comisario político. Qué diferencia entre la bonhomía de aquel joven economista y la grisácea antipatía que destilaba Rospigliosi, que se la pasaba escrutando textos ajenos como un censor, escribiendo artículos por encargo de su jefe y llevando y trayendo la línea política desde las alturas del partido.

La revista creció y el Gusano fue ganando poder e influencia por delegación. Ya firmaba con nombre propio, y velaba por la ortodoxia partidaria, cumpliendo con los encargos más secretos de Diez Canseco. Solo Maruja Barrig y yo evitábamos someternos a sus posturas y siempre con humor. A mí me miraba casi con odio, acusándome de anarcoide e inconformista. Esas eran sus palabras. Felizmente que sabía muy poco de política internacional y mis artículos no pasaban por sus manos.

En 1980 vino la hecatombe para la izquierda legal. La dispersión de los partidos y sus magros resultados electorales determinaron el cierre intempestivo de Amauta. No podíamos competir en esa triste coyuntura con Marka que se había convertido en un diario de circulación nacional. Así que liamos papeles y algunos nos fuimos al nuevo periódico gracias a las gestiones del Piojo Dancourt que no quería dejarnos en la calle. Pero a Rospigliosi no lo quisieron integrar. Generaba mucha desconfianza. Tenía fuerte anticuerpos entre los otros partidos de izquierda que integraban el directorio y no le quedó más remedio que hacer de tripas corazón. Renunció a Vanguardia, o quizás Diez Canseco prescindió de sus servicios políticos. Lo más probable es que el líder perdiera la confianza de su subalterno, y volvió a la Católica. Allí se matriculó en la maestría de Ciencias Políticas y de la mano de Sinesio López y de Manuel Piqueras fue adentrándose en los secretos de Hobbes y Machiavello, de Gramsci, y Norberto Bobbio, al tiempo que escribía artículos para la revista Caretas, o hacía alguna incursión por el IEP para ganarse unos reales. Seguro que no fueron tiempos fáciles aunque su joven esposa, hija de un rector de San Marcos, tenía un trabajo feliz en alguna organización no gubernamental.

Como siempre, un hecho dramático vino a obrar como punto de quiebre en su vida. Un accidente postró a su esposa en una cama hospitalaria durante meses y la economía familiar se tambaleó. Quedó endeudadísimo. Necesitaba dinero pero además alimentar su poderoso ego con acné recuperando el poder perdido. Pero ahora en las antípodas de Diez Canseco.

En aquellos tiempos de bombas y apagones la senderología fue una honrosa salida para el desempleo. Además conocía el medio y la pluma lo ayudaba. Terminó de editor de Caretas y desde allí alimentó su vocación de comisario. Entró en contacto con agencias extranjeras y vendía sus servicios de consultor de seguridad. Fue informante de la DEA a cambio de obtener primicias, y penetró en las telarañas de los servicios de inteligencia, submundo que descuida la entereza y fomenta los dobleces, y claro fue virando hacia posiciones cada vez más conservadoras y autoritarias, mimetizándose con sus antiguos enemigos. Con esos antecedentes se presentó ante un Toledo, que ya se perfilaba como el candidato ganador en las elecciones del 2001. No perdió su tiempo. Fue vocero y asesor de campaña y cuando el cholo de moral más que oxidable fue ungido en Machu Picchu, el Gusano se cruzó el fajín como ministro de interior. A no dudar se trataba de una revancha maestra. Diez Canseco apenas si era congresista de una bancada minoritaria.

Por entonces ya se declaraba abiertamente de derechas, e impuso un estilo represivo en el ministerio, aunque sus principales funcionarios: Carlos Basombrío, Gino Costa y Ricardo Valdez provenían de filas más bien caviares, lo que supuso no pocos encontronazos. La intransigencia llevó al Gusano a enfrentarse al pueblo arequipeño que se oponía a la privatización de dos empresas eléctricas, EGASA y EGESUR. EL conflicto se saldó con dos manifestantes muertos por la policía, decenas de heridos y millones de dólares en pérdidas y la renuncia del ministro, claro está. A Toledo no le quedó más remedio que suspender la venta de las eléctricas. Pero Rospigliosi no se fue a su casa, sino a las oficinas del Consejo Nacional de Inteligencia, la antigua cueva de Montesinos donde fue nombrado presidente. Allí parece que aprendió bastante e incrementó sus contactos.

Un año después volvió al ministerio pero tampoco duró mucho. Una coalición de opositores y algunos oficialistas lograron censurarlo por su inacción durante el linchamiento del alcalde de Ilave. Allí obtuvo el triste privilegio de convertirse en el primer miembro de un gabinete en ser defenestrado tras el retorno de la democracia. Su autoestima resultó mellada y se le cerraron muchas puertas pero hubo otras que no demoraron en tocarse.

En el 2005, según un cable de Wikileaks, el Gusano ya se había vuelto un caserito de la embajada norteamericana. Se reunía periódicamente con los principales consejeros del departamento de estado, y le pidió ayuda al mismísimo embajador James Struble para frenar el avance electoral de Humala. El presunto objetivo era contener el movimiento nacionalista en las regiones cocaleras. La publicación dio cuenta de que Rospigliosi estaba acompañado por Rubén Vargas, ex director de la Defensa Nacional y seguramente su socio en tales andanzas. El embajador James C. Struble, rechazó implicarse "en campañas de información o comentarios anti Humala" a pesar de compartir la inquietud de los funcionarios peruanos. Así barajó la embajada las visitas de Rospigliosi.

La sumisión al imperio poseía una arista pecuniaria. Todo tiene precio en el mundo de la información de inteligencia y Rospigliosi lo sabe. Su patrimonio se había incrementado violentamente desde que fue ministro. Pasó de vivir en una modesta casa en las cercanías de lince, a detentar propiedades en exclusivos barrios limeños y hasta en Miami. Incluso se construyó una linda casa de campo en Santa Eulalia, un buen lugar para hacer reuniones fuera de la luz pública y para ponerse a pensar en sus negocios turbios.

Estoy convencido de que en esos años pasó de ser peón a convertirse en agente encubierto de la Agencia Central de Inteligencia (NSA), ex CIA y de la DEA una de los dispositivos más corruptos de la administración norteamericana. Desplazado del poder durante el gobierno de Humala, el Gusano se refugió en el periodismo donde comenzó a fungir de “imparcial” periodista en temas cruciales de política. Ese es su último reducto, gracias a El Comercio y la República, diario famoso por sus miserables sueldos donde pulula de la mano de Mirko Lauer y Álvarez Rodrich. Poco antes se había infiltrado en las filas del partido de PPK y en los inicios de la campaña ofició de vocero, pero fue rápidamente expectorado tras la victoria del 2016. Cosechaba viejas antipatías y andaba en malas juntas. Se había vuelto inseparable de un agente cubano-americano llamado Mario Elgarresta, y dentro de la policía generaba resistencias. La cartera de interior recayó entonces en Carlos Basombrio, un hombre más potable y más higiénico. Al Gusano le ofrecieron la Dirección Nacional de Inteligencia pero fue vetado por el sector de Gilbert Violeta, que tenía también negras ambiciones. Luego le ofrecieron un puesto segundón en Anticorrupción de la Policía, pero no aceptó e hizo berrinche. Renunció al partido del cuy y le juró venganza a sus detractores.


Accomarca

El misil de sus iras esta vez fue Carlos Basombrio, su antiguo amigo y socio en alguna empresa de servicios de inteligencia. Cuestionó acremente su política de seguridad en su columna de El Comercio y metió insidia como solo una lombriz puede hacerlo. La respuesta de Basombrío en un twitter fue contundente: “Yo solo conocía a un gusano que bajó a alacrán y de allí a la nada”. La asociación entre ambos terminó abruptamente.

Del izquierdismo primigenio no quedó nada. Lo demás es conocido. Le pagan por defender mafiosos y narcos y cobra por asesorías a personajes siniestros. Pero sobre todo tiene el privilegio de haberse convertido en el guía del pensamiento Keiko, en factótum intelectual de la ultraderecha, en operador máximo del lumpenaje ´político. ¿Es Rospigliosi un periodista? ¿Es un congresista? Es simplemente un agente del mal, el ideólogo del Kaos, la ficha sucia del Comando Sur, el espía de oscuras organizaciones: La Cia, hoy NSA, la DEA, el Mossad, el protector de organizaciones como los Cuellos Blancos, los Waikis en la Sombra, la JNJ, el TC y cuanta banda criminal ronda en las cimas del poder. En síntesis constituye la imagen especular de Vladimiro Montesinos, con el cual se comunica desde los teléfonos encriptados de la Base Naval. Sus opiniones y sus leyes a pedido tienen precio, y ya no hay ideología de por medio. No, no pasaras por las aguas limpias de la historia porque sólo eres una cucaracha mitológica que devora el excremento que emana la política peruana. <->

MÀS SOBRE EL PINTOR PUNEÑO LUCAS PINAZO DURAN

 Lucas Pinazo Duran, nacido en Puno. Cursó estudios en el Glorioso Colegio Nacional San Carlos y en la Escuela de Formación Artística (ESFA) Puno. Dentro de los reconocimientos más importantes están, la condecoración en dos oportunidades con Medalla de Oro como artista excelencia (ESFA Puno); además fue premiado en la “I Bienal de Pintura 2013” organizado por la Asociación Cultural Brisas del Titicaca con sede en Lima Perú. Ha sido reconocido, como un ícono representativo de las artes visuales a nivel nacional e internacional. Por años se ha dedicado a representar a la gente y paisajes del campo y ciudades altiplánicas así como a hechos y acontecimientos que han marcado la historia en el Perú. [condensado de varias publicaciones]

Ccapa

Lahua Q'umu

Capachiqueñas

Parque Pino y San Carlos









viernes, 29 de agosto de 2025

HILDEBRANDT COMENTA EL GENOCIDIO EN GAZA

 GAZA EN EL CORAZÒN

César Hildebrandt

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 747, 29AGO25

T

odos somos gazatíes hoy. O debíamos serlo.

Todos debiéramos estar en esa franja viendo qué comeremos, qué nuevo muerto enterrare­mos, qué niño saltará en la próxima explosión, qué huérfano repentino hará preguntas que no se pueden contestar, qué periodista dejará de tomar fotos o grabar con su cámara.

Gaza es la joya de la corona en la cultura de la muerte que por fin se im­puso.

Esa cultura había hecho ensayos generales, simula­cros de vastedad, manio­bras conjuntas de bombas de racimo.

Pero Gaza es su obra maestra.

No hay crueldad que no se haya ensayado en ese territorio diminuto. No hay salvajismo que no se haya practicado. No hay maldad que no se haya ver­tido. No hay sadismo que no se haya expuesto.

Y luego están las pala­bras, los dichos funerarios del nazismo israelí, de algunas de sus autoridades, de más de un presentador de la TV oficialista: el aliento a que se siga matando, el reclamo de que no se tenga piedad, la solicitud de un exterminio censal.

Gaza es la muerte en todas sus variantes. Si te hieren de mala manera, la muerte viene lenta, infecciosa, arrastrándose entre pestilencias. Es que no hay medicinas y sólo un hospital está todavía en pie. Y el ejército israelí ha matado a más de 200 mèdicos y a más de mil trabajadores sanitarios.

Si el hambre te hace acudir a uno de esos centros de distribución de alimentos organizados por Israel, corres peligro de que te disparen. Médicos sin Fronteras ha llamado a esta operación de francotiradores “matanza orquestada”.

De modo que lo mejor que te puede pasar en Gaza es que te mueras de modo fulminante. Y para eso están las bombas, los drones, los tiros de precisión. Una muerte rápida te extraerá del infierno del que no podías escapar porque el occidente podrido no quiso oírte.

Nos hicieron creer que vivíamos en un mundo donde si eras Milosevic tenías tu castigo.

asesinatos ya frecuentes

Pero no nos dijeron que si te apellidabas Netanyahu podías matar a 70,000 palestinos, dejar en es­combros Gaza, bombardear hospitales y ambulancias, matar a niños con tiros en la cabeza y celebrar esa masacre con una sonrisa de vencedor ensangrentado.

No nos dijeron que había dos raseros, dos miradas, dos clases de difuntos, dos niñeces.

¿Pagarán algún día lo que están ha­ciendo?

No lo sé. Lo más probable es que no tengan que pagar nada porque los po­derosos se encargarán de que el olvido haga lo suyo. Y a Ne­tanyahu le importa poco la censura moral, el descrédito, su propia condición formal de criminal de guerra.

Siempre aprecié a Israel y jamás estuve con quienes decían que debía desaparecer. Cuando en 1980 entrevisté a Arafat en Líbano, en plena guerra civil, lo hice enojar de tal modo que cortó la entrevista y me despidió con un mal gesto.

No he dejado de tener en cuenta que Einstein, Freud o Marx fueron judíos. Y que mi grande y querido amigo Isaac Bigio es uno de esos judíos dignos que están contra Netanyahu y denuncian el genocidio.

Pero la Europa de la hipocresía y el neofascismo y los Es­tados Unidos -esa Roma lumpen que llama a los bár­baros- están con el gobierno asesino de Israel. Netanyahu ha devuelto a los israelíes a la época del terrorismo de la Hagannah, el Stem o el Irgún: las raíces salvajes de un Estado concebido sobre el despojo y la desaparición de los palestinos.

Hoy no sólo se les quita los olivos, los animales y las casas en la Cisjordania inva­dida por sicarios que creen hablar en nombre de David. Hoy se les mata con la auto­rización de la Unión Euro­pea y el contento del capo de los aranceles que retoza en Washington.

Gaza es Guernica a la N potencia. Es Auschwitz vía satélite. Es Nankín. Es el desastre moral de un mundo que la codicia corrompió hasta la médula.

De tanto verla, de tanto frecuentarla, de tanta sangre sal­picada, nos acostumbramos a la muerte. Gaza es una dosis aturdidora para esa adicción. Jamás imaginé que el Estado fundado por los judíos sobrevivientes del holocausto organizado por Hitler y su banda adoptaría la política de sus verdugos. Si el Tercer Reich se levantara otra vez, demandaría a Israel por derechos de autor. <+>

 

jueves, 28 de agosto de 2025

ASPECTOS DE LA REALIDAD EDUCATIVA EN EL PERU

 MARCHAR o ESTUDIAR

EL DILEMA EN LA EDUCACIÓN PERUANA

Augusto Dreyer Costa

 

E

n pocos países en el mundo se da tanta importancia a marchar y desfilar como se hace en la educación en el Perú. En otros países, sobre todo los desarrollados, se pone empeño en inculcar conocimientos, habilidades, valores y formas de comportamiento que permitan a los alumnos desarrollar su potencial como individuos en una sociedad libre. En el Perú se inculca a los alumnos a marchar y desfilar frente a las autoridades de turno en un acto inconsciente de sumisión y acatamiento. Que muevan marcialmente manos y piernas al compás de música estridente, entre tambores y cornetas, con la cabeza en alto, el pecho erguido, la mente en blanco. Marchar para reverenciar las tribunas de políticos y autoridades, mandos militares y eclesiásticos y “personas notables” que se deleitan al ver pasar a una tropa de zombies fácil de ser engañada, explotada y manipulada.


Los desfiles y marchas llegaron con los españoles cuando se adueñaron del Perú, para mediante ellos demostrar la fuerza y el poderío de los conquistadores ante los indígenas sometidos. Siendo las llamadas “plazas de armas”, es decir las plazas principales de pueblos y ciudades fundadas por los españoles, los escenarios en los que se interpretaban esos actos de fuerza y arrogancia, en los cuales participaban las tropas colonialistas y todos los miembros de la sociedad impuesta por los europeos.

Con la llegada de la república a principios del siglo XIX, el predominio de lo militar en la política y el gobierno de la nación es notorio y los militares son los protagonistas principales de esa época. Los actos militares se vuelven una especie de rito de ese nuevo orden y marchar y desfilar parte importante de ese culto. Los primeros colegios republicanos fueron en su mayoría fundados por los héroes emancipadores y tienen influencia militar en su forma educativa. En esos primeros colegios peruanos, los libros y la educación no tenían tanta importancia como la inculcación de valores militares. Todos ellos disponían de buenas bandas para acompañar los eventos militares y ceremonias públicas, los alumnos vestían uniformes de estilo militar y se crearon banderas, emblemas y símbolos para cada institución.

La tradición de desfiles y paradas escolares de apariencia militar ha perdurado por más de 200 años hasta llegar a nuestros días, hoy con un rol encubierto en la cultura de crispación social que fomentan las autoridades educativas peruanas. La persistencia de esa tradición en la cultura educativa peruana se debe a la cantidad de caudillos, líderes castrenses, dictadores y jefes de estado militares, que han manejado los destinos del país y que continúan desafortunadamente siendo una pieza fundamental del aparato sociopolítico del Perú. 

La organización del lastre cultural que significan los desfiles y paradas estudiantiles está a cargo de las Unidades de Gestión Educativa Local y los desfiles son evaluados según criterios como puntualidad, presentación, marcialidad y alineamiento, otorgándole gallardetes a los ganadores del desfile. Mientras tanto los sufridos padres de familia se ven obligados a afrontar gastos inútiles para que sus hijos puedan presentarse apropiadamente en los desfiles programados en el calendario escolar, luciendo uniformes de gala, zapatos nuevos, banderas, gorros y charreteras doradas y muchos otros detalles atrayentes para las autoridades y el jurado calificador. Los padres de familia de escasos recursos, que son la mayoría en el Perú, tienen que sacrificar el dinero destinado a los gastos esenciales del presupuesto familiar, sobre todo el de alimentación, para afrontar esos despilfarros innecesarios organizados por las autoridades de turno.

El adiestramiento para marchas y desfiles se inicia desde muy corta edad y no es raro ver pequeños niños y niñas lujosamente vestidos de militares o de waripoleros en esos derroches que aportan poco al desarrollo del país. Todos los estudiantes peruanos, de pequeñas escuelas provinciales, de colegios citadinos, de grandes unidades escolares, desde la niñez hasta su graduación de la secundaria, tienen que marchar siguiendo muchas veces modas copiadas de países culturalmente ajenos al nuestro. Los interminables ensayos de marchas y desfiles consumen una buena parte del corto calendario escolar peruano. Materias fundamentales en la educación moderna como lenguaje y matemáticas, así como ciencias y tecnología, son recortadas y dejadas en segundo plano. Asignaturas que no solo ofrecen conocimientos específicos, sino que también desarrollan habilidades cognitivas, como el razonamiento lógico, la memoria y la comunicación efectiva, que son cruciales para la vida académica y profesional y por tanto para el desarrollo del país.

En países desarrollados prácticamente no existen marchas y desfiles escolares por ser considerados como un desperdicio de tiempo y de valiosos recursos humanos. El énfasis de la educación en los países adelantados está dado por la constante búsqueda de una educación de calidad, sistemas educativos bien establecidos y un énfasis en métodos innovadores para mejorar los resultados. La educación moderna consiste en un enfoque centrado en el estudiante, que utiliza métodos activos y participativos para el desarrollo integral del individuo. Se caracteriza por fomentar el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y el uso de la tecnología para crear experiencias de aprendizaje significativas, adaptándose a las necesidades de cada alumno en un proceso dinámico e interactivo, donde el docente actúa como facilitador del conocimiento.

La educación en el Perú, está encallada en una pedagogía obsoleta y en el adoctrinamiento de ideas, creencias y enseñanzas caducas y desfasadas, que los estudiantes deben aceptar sin cuestionarlas. A diferencia de la educación moderna y de calidad, que promueve el juicio crítico y la autonomía intelectual, el adoctrinamiento tiende a suprimir la diversidad de pensamiento, aislar al individuo de otras posturas y fomentar la dependencia de una única verdad o figura de autoridad.

En los países de democracias débiles, con un pasado de gobiernos militares y dictatoriales y un presente de gobiernos autocráticos como el de Dina Boluarte, la educación tiende a ser una herramienta de manipulación y control para moldear a los ciudadanos según la ideología del régimen, limitando la libertad de pensamiento y el acceso a información diversa. En estos sistemas, se prioriza el adoctrinamiento y la obediencia, suprimiendo el pensamiento crítico y la pluralidad de ideas, lo cual dificulta el desarrollo social y la creatividad.

El amor a la patria no se demuestra marchando disciplinadamente frente a un estrado de autoridades despóticas y corruptas, se demuestra estudiando, experimentando e innovando la sociedad en la cual vivimos. El verdadero patriotismo implica un amor profundo por el país, que se manifiesta en el respeto a sus valores, cultura e historia, la preocupación por el bienestar de la nación y el compromiso cívico a través de acciones constructivas, más allá de la simple lealtad o la demostración de símbolos nacionales. <+>

Dinamarca, agosto 2025

OPINIONES Y ENFOQUES SOBRE LA COYUNTURA INTERNACIONAL

 Trump: ¿desempolvando el big stick?

VENEZUELA NO SE ASUSTA:

EL MODELO DE DEFENSA QUE RESISTE Y ORGANIZA LA PAZ

Carmen Parejo Rendón

RT 28AGO2025

L

as amenazas no son nuevas, pero cada intento imperialista de agredir a Venezuela ha servido —paradójicamente— para poner en evidencia la solidez de un modelo político construido desde las entrañas del pueblo.
En las últimas semanas, EE.UU. ha renovado su ofensiva contra el país, esta vez envuelta en el burdo ropaje discursivo de una supuesta cruzada "antidrogas", apoyada en la narrativa del inexistente 'Cartel de los Soles'. Una acusación sin sustento jurídico ni pruebas verificables, pero funcional como excusa para justificar acciones de presión, bloqueo e incluso la amenaza de una posible intervención militar.

Lo que quizá no esperaban en Washington era que su estrategia generara exactamente el efecto contrario. Lejos de fracturar el país, ha activado sus defensas más profundas: la conciencia, la organización y el modelo de defensa integral bolivariano.

La jornada de alistamiento masivo en la Milicia Bolivariana (de la que hablaremos posteriormente), la movilización cívica y el mensaje de unidad nacional reflejan algo: Venezuela no solo resiste, sino que responde con el despliegue estructural de un modelo que conjuga pueblo, Estado y Fuerza Armada en un solo cuerpo histórico y político.

En esa dirección, la Milicia Bolivariana representa una de las expresiones más contundentes del proceso de transformación nacional impulsado por el chavismo. No es un apéndice ni una fuerza auxiliar: es el quinto componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), formalmente reconocido por la Constitución y por la Ley Orgánica de la Fuerza Armada. Su misión es organizar, instruir y movilizar al pueblo para la defensa integral de la nación, bajo el principio estratégico de la corresponsabilidad Estado-sociedad.

No se trata, por tanto, de una estructura improvisada o coyuntural. Instituida en 2009 por Hugo Chávez y fortalecida desde entonces, la Milicia está integrada por hombres y mujeres civiles que, sin abandonar sus roles productivos y sociales, asumen el compromiso consciente de proteger la soberanía, la paz y la estabilidad del país.

¿Para intervenir militarmente o para amedrentar?

Su despliegue territorial, su vínculo con las comunas, con el trabajo obrero y campesino, así como su lealtad ideológica al proyecto bolivariano, la convierten en una herramienta clave de defensa popular. Y confirma, una vez más, que en Venezuela la paz, como el desarrollo económico y político, no se delegan, sino que se construyen colectivamente y desde el pueblo.

Así lo evidenció también, como ya hemos adelantado, la reciente jornada de alistamiento masivo en la Milicia Bolivariana, una demostración de la activación orgánica de una estructura profundamente enraizada en el territorio y en la conciencia colectiva. Desde los barrios de Caracas hasta los llanos de Barinas, miles de hombres y mujeres se incorporaron voluntariamente a la defensa nacional. No por miedo ni por obligación, sino por convicción.

Este acto de alistamiento contrasta con las levas forzadas que ocurren en países subordinados a la lógica bélica de la OTAN, como Ucrania. Aquí no se instrumentaliza a la población: se la convoca. No se le impone una guerra: se le entrega una responsabilidad histórica para con la paz. En Venezuela, el pueblo, la población civil y los trabajadores no solo participan en la economía o en la política; también asumen con naturalidad su papel en la defensa. Porque el fusil en manos del pueblo no es símbolo de violencia, sino de democracia, como decía Lenin.

Aunque los grandes medios internacionales han insistido en presentar a Venezuela como un país al borde del colapso o al filo de un estallido, la vida cotidiana ofrece otra imagen: trabajo, estudio, recreación, comunas activas, mercados populares y niños jugando en plazas recuperadas. Esta normalidad no es indiferencia ni negación del conflicto: es el resultado de una política planificada, de una arquitectura estatal que, a la vez que ha hecho de la defensa integral una tarea sostenida, le ha dado al pueblo venezolano una oportunidad y unos derechos que nunca había tenido y que ahora desea defender.

Hay que destacar también la reciente activación de la Zona de Paz N.º 1 en Táchira y Zulia —territorios históricamente expuestos al narcotráfico y la infiltración paramilitar de Colombia—, que demuestra cómo el modelo bolivariano no actúa de forma reactiva, sino con visión territorial y preventiva (pues ha aprendido de la experiencia de todo el siglo XX, plagado de golpes de Estado estadounidenses contra proyectos populares y revolucionarios).

La calma del pueblo nace de la confianza en su modelo. El despliegue coordinado de la Milicia, junto a la Fuerza Armada y cuerpos civiles de seguridad, no solo protege las fronteras, sino que refuerza el tejido social desde abajo. Reflejo de la unidad cívico-militar, un principio básico de la construcción revolucionaria del proceso bolivariano.

Otro elemento fundamental dentro de esta arquitectura de defensa es el progresivo entendimiento con el gobierno de Colombia, que ha contribuido a reforzar la estabilidad regional. A diferencia de épocas recientes marcadas por la hostilidad abierta —como la promovida por Iván Duque o el Grupo de Lima, que actuaban como peones directos de la política exterior estadounidense—, hoy la relación entre Caracas y Bogotá se inscribe en una nueva etapa de diálogo y cooperación. Esta alianza entre pueblos históricamente unidos por procesos de lucha y resistencia, constituye un muro de contención frente al caos que algunos actores externos pretenden aún sembrar en la región.

Pero ese entendimiento no ha surgido del vacío: es posible porque sectores del pueblo colombiano han comenzado a sacudirse el yugo de la dominación. La paz con justicia social que el actual gobierno colombiano persigue no es ajena a lo que Venezuela defiende.

Cuando un país como Venezuela logra resistir con dignidad, modifica la correlación de fuerzas e impulsa a sus vecinos a imaginar otro camino posible: una integración latinoamericana que Gustavo Petro, asediado a nivel interno por las mismas fuerzas que llevan años tratando de asfixiar a Venezuela, va a necesitar.

La fortaleza de Venezuela no se mide en tanques ni en presupuestos militares, sino en algo mucho más temido por el imperialismo: un pueblo consciente, organizado y dispuesto a defender lo que ha construido. Precisamente fue esto lo que los derrotó en Vietnam.

Desde las bases comunales, desde los milicianos territoriales hasta los soldados en la frontera, el modelo bolivariano ha demostrado que, como dijera Antonio Machado, solo el pueblo llano defiende a la patria, mientras los oligarcas negocian sus privilegios y la acaban vendiendo.

El imperialismo estadounidense debe cuidarse mucho del poder popular bolivariano porque, si se le ocurre agredirlo, acabará por toparse con un nuevo Vietnam. <+>

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Estados Unidos ha desplegado al menos ocho buques de guerra con miles de efectivos en aguas cercanas a Centroamérica y Sudamérica, según un informe del Financial Times.

Según fuentes del periódico, la operación incluye tres destructores con misiles guiados, un crucero, un buque de asalto anfibio y un submarino nuclear de ataque rápido, lo que describe como una "inusual" acumulación de potencial naval a gran escala.

Uno de los informantes señaló que dos destructores con misiles guiados, el USS Jason Dunham y el USS Gravely, se encuentran actualmente frente a las costas de Venezuela. Mientras tanto, un funcionario estadounidense anónimo reportó que un tercer destructor, el USS Sampson, está desplegado en el océano Pacífico, al sur de Panamá.


Además, el buque de asalto anfibio USS Iwo Jima y dos buques de apoyo, con un total de más de 4.500 soldados a bordo, se dirigen hacia la región. La Marina estadounidense también ha enviado el crucero con misiles guiados USS Lake Erie y el submarino nuclear USS Newport News, aunque no precisó su zona exacta de operaciones.

lunes, 25 de agosto de 2025

LA COYUNTURA LATINOAMERICANA: ELECCIONES EN BOLIVIA

 BOLIVIA,

EXPLICADO EN SENCILLO

Angel Gabriel Apaza

D

urante los trece años de gobierno de Evo Morales, Bolivia alcanzó significativos avances sociales y económicos. Según datos oficiales, más de tres millones de bolivianos lograron salir de la pobreza, mientras que la pobreza extrema, una de las condiciones sociales más complejas de erradicar, se redujo del 38% al 15%. De manera paralela, la desigualdad medida a través del coeficiente de Gini descendió de 0,60 a 0,47 (CEPAL, 2019). Estos progresos motivaron que Bolivia fuese clasificada en el Informe Mundial de Desarrollo Humano de 2018 como un país de desarrollo alto (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2018).

La base de esta bonanza estuvo sustentada en cuatro ejes fundamentales: la nacionalización de los recursos estratégicos, el estímulo al mercado interno, la inversión pública en infraestructura y la industrialización de recursos energéticos como el gas y el litio (Farthing & Kohl, 2014). A este crecimiento económico sostenido se añadió una transformación política de gran calado, expresada en la aprobación de una nueva Constitución, la cual redefinió las bases del Estado Plurinacional de Bolivia. En ese contexto, el país se convirtió en un referente para los proyectos progresistas y de izquierda en América Latina (Zegada, 2019).

No obstante, el golpe de Estado de 2019 desencadenó una crisis política, social, institucional y económica, la cual se vio intensificada por los efectos de la pandemia de la COVID-19 (Molina, 2020). A pesar de ello, los sectores populares que sostenían el proceso político lograron una proeza política: recuperar el poder en apenas un año por la vía democrática, reafirmando así la fortaleza de la movilización social y electoral en el país (Mayorga, 2021).

Sin embargo, la continuidad del proyecto político quedó en manos de Luis Arce, antiguo ministro de Economía de Morales. Su gestión adoptó medidas que, según diversos analistas, condujeron a un retroceso en el papel del Estado como actor económico central, además de priorizar disputas internas y la marginación de Evo Morales del escenario político (Laserna, 2023). Hacia el final de su mandato, Bolivia enfrentaba un panorama caracterizado por desabastecimiento, inflación y escasez de divisas, configurando una crisis multidimensional que debilitó la capacidad estatal para cumplir funciones redistributivas, estabilizadoras y productivas (CEPAL, 2023).

De este panorama pueden extraerse dos lecciones centrales. En primer lugar, se evidencia la necesidad de reflexionar sobre la elección de sucesores en proyectos políticos de gran envergadura. Tal como sucedió en Ecuador con Lenín Moreno o en Argentina con Alberto Fernández, en Bolivia dejar la continuidad de un proceso transformador en manos de liderazgos inadecuados ha significado un serio retroceso (Svampa, 2021). En segundo lugar, las fracturas internas de los movimientos populares y la falta de consensos ante un adversario común constituyen un riesgo para la sostenibilidad de los proyectos progresistas. En este marco, Andrónico Rodríguez optó por postularse sin atender la solicitud del bloque popular que exigía respaldar a Evo Morales.

En medio de esta disputa interna, emergió Rodrigo Paz, un político de derecha que se presentó como outsider y logró capitalizar el descontento ciudadano. En la primera vuelta electoral, Paz sorprendió tanto a simpatizantes como a opositores al situarse a la cabeza del proceso, revelando así la magnitud del desgaste del movimiento popular (Diario Red, 2025). Lo que viene en seguida es una persecución criminal contra Evo Morales y la satanización del progresismo en toda América del Sur y hasta la probable invasión militar a Venezuela. El fascismo va con todo. <:>

 

PERU: ANALISIS DE COYUNTURA POLITICA

 FRAGMENTACIÓN PARTIDARIA EN EL PERÚ:

EL PROBLEMA NO ES CUÁNTOS, SINO QUÉ TAN FUERTES

Noelia Chávez Ángeles

EL SALMON https://www.elsalmon.info/post/

E

n el Perú, hablar de política suele ser sinónimo de hablar de crisis. Crisis de representación, crisis de partidos, crisis de confianza. Y, cada cierto tiempo, cuando se anuncian elecciones, reaparece la misma alarma: “hay demasiados partidos”. Hoy tenemos más de 40 agrupaciones inscritas. El diagnóstico común es que el exceso de partidos genera caos, dispersa el voto y condena al país a gobiernos débiles. Sin embargo, esa mirada puede ser engañosa. El problema no es cuántos partidos tenemos, sino qué tan fuertes son esos partidos y cuánta capacidad tienen para canalizar políticamente el malestar ciudadano.

Si lo pensamos bien, la fragmentación partidaria no es necesariamente un defecto. Hay países con decenas de partidos que funcionan relativamente bien en democracia porque, en la práctica, la competencia se concentra en unos pocos con al menos algunas capacidades reales de organización, liderazgo e intermediación social. Es decir, cuenta con partidos con algún capital ideacional (ideología, programas, propuestas) y cierto capital administrativo (liderazgos sólidos, estructuras mínimas, recursos) que puedan disputar el voto de mayorías amplias [1].

También importa que sus líderes tengan capacidad de coordinación interna y con otros actores políticos, así como capacidad de intermediación entre las demandas ciudadanas y los espacios de poder, para no solo ganar elecciones sino cumplir su rol de representación [2]. Si existen partidos con al menos estas características en algún nivel, aunque haya cien inscritos, la contienda electoral mejora y se reduce a un puñado de opciones reconocibles y capaces de gobernar.

El Perú, sin embargo, no tiene eso. Aquí todos los partidos son débiles. Lo que llamamos partidos son en realidad vehículos electorales, plataformas creadas alrededor de caudillos o intereses particulares, sin vida orgánica ni capacidad de representar a sectores sociales. Incluso Fuerza Popular o Alianza para el Progreso, que suelen verse como los más “estables”, aún no cumplen con las condiciones mínimas para articular un proyecto duradero y legítimo [3]. El resultado es que cada elección se convierte en una ruleta: cualquiera puede llegar al poder, pero nadie tiene legitimidad suficiente para gobernar con respaldo amplio.

Este es el primer gran problema del tipo de fragmentación con actores débiles que tenemos: los partidos que llegan al poder encabezan gobiernos elegidos con una base social reducida. Presidentes y congresos sin legitimidad, en constante riña, muy inestables e incapaces de construir consensos. Y de esa debilidad se deriva un segundo problema, todavía más grave: la política y la democracia se vacían de contenido, no por la concentración autoritaria del poder, sino porque se diluye al no tener actores con capacidad de sostenerla [4].

En ese vacío, cuando no hay partidos capaces de ejercer contrapesos o representar intereses sociales de manera institucionalizada, se abren las puertas para que más actores débiles entren a contienda, pero sobre todo, y lo más preocupante, es que se deja que actores ilegales, informales e incluso criminales penetren las instituciones del Estado.

La evidencia reciente lo muestra. En los últimos años hemos visto cómo redes vinculadas a economías ilegales o al clientelismo corrupto han capturado espacios municipales, gobiernos regionales e incluso instancias del Ejecutivo y el Congreso. En democracias con partidos relativamente fuertes, estos funcionan, mal que bien, como una suerte de barreras frente a poderes paraestatales: marcan límites, disputan recursos o incluso negocian y llegan a acuerdos con estos sectores. En un contexto de partidos débiles, esas barreras desaparecen. La gobernanza criminal encuentra terreno fértil [5], y la ciudadanía termina viviendo sus consecuencias más visibles: la inseguridad y miedo constantes.

El escenario que tenemos de cara a las elecciones de 2026 refleja esa precariedad. Tres caminos son posibles. El primero, el más probable, es que la fragmentación extrema divida tanto el voto que acceda al poder un partido con aún menos legitimidad que sus antecesores. El azar podría colocar a cualquier agrupación débil en el Ejecutivo o el Congreso, repitiendo, o incluso agravando, la situación actual, así como la penetración de economías criminales.

El segundo escenario era la posibilidad de concretar alianzas electorales amplias que ordenen mejor la oferta política y sirvan como atajos cognitivos para el elector. Sin embargo, hay muy pocas, los actores políticos no las encuentran convenientes para sus intereses y las alianzas entre actores débiles también producen alianzas débiles [5]. Y un tercer escenario, menos probable pero no imposible, es que al menos uno de esos más de cuarenta partidos decida incorporar inicialmente alguna de las características señaladas, logre diferenciarse del resto y capitalice el descontento con un proyecto más o menos convincente. Sería algo así como una “isla de eficiencia” en medio del desorden, algo titánico pero matemáticamente posible.

Más allá de cuál de esos escenarios se concrete, lo central es entender que la solución no pasa realmente por reducir el número de partidos. La obsesión con poner más filtros legales o exigir alianzas artificiales no resolverá el problema de fondo. Lo que necesitamos es que algunas organizaciones desarrollen capacidades reales para atender a las demandas de hoy. Dicho de otra manera: que los partidos dejen de ser cascarones vacíos controlados por caudillos o máquinas burocráticas rígidas cuyo único fin es ganar elecciones a cualquier precio, y se conviertan en estructuras nuevas capaces de organizar, transmitir valores, y articular demandas sociales.

¿Cómo lograrlo? En un mundo convulso, con ciudadanías móviles, descreídas y que se expresan en las calles antes que en las urnas, pensar fuera de la caja es indispensable. Nuevas formas de partido pueden combinar burocracias mínimas con flexibilidad, permitir militancias múltiples o parciales, abrir sus listas a liderazgos sociales y juveniles, y ser permeables a demandas que hoy emergen en colectivos, asociaciones y plataformas digitales. Se trata de construir partidos que funcionen como nodos de articulación, no como castillos cerrados. Traducido al terreno práctico: diálogo constante con organizaciones sociales, renovación de cuadros desde las bases, mecanismos de ingreso flexibles que permitan la colaboración sin exigir militancia estricta, y una profesionalización de la lectura de las demandas ciudadanas para traducirlas en narrativas claras, nuevas mitologías y proyectos comprensibles para todas las personas.

El reto es monumental porque construir organización en el Perú ha sido históricamente difícil. La debilidad institucional es un rasgo estructural que atraviesa al Estado y a la sociedad. El sistema de partidos peruano es de los más volátiles y desinstitucionalizados de América Latina⁷. Pero la dificultad también abre una oportunidad: si lo que tenemos no funciona, podemos crear de nuevo. El problema es que hasta ahora ningún partido ha mostrado señales claras de poder hacerlo.

No se trata, entonces, de imaginar la próxima elección como una carrera entre más de 40 siglas irrelevantes. Se trata de preguntarnos si alguna de esas organizaciones puede transformarse en un partido de verdad. Uno que articule intereses, que tenga capacidad de convencer a sectores amplios de la ciudadanía y que recupere la política como un espacio legítimo de disputa democrática. Porque, al final, lo que está en juego no es solo quién gana las elecciones, sino si dejamos la política en manos de organizaciones débiles que abren la puerta a poderes criminales, o si apostamos por reconstruir la representación en serio.

Quizá sea un escenario difícil, pero no imposible. La política peruana, tantas veces reducida al cortoplacismo, necesita recuperar la ambición de construir futuro. Y ese futuro pasa por re-pensar a los partidos como actores claves de la democracia y evaluar si aún pueden ser algo más que cascarones vacíos para convertirse en vehículos de representación capaces de organizar, en alguna medida, a un país cansado, incrédulo y golpeado por la desconfianza. No importa si son 40 o 100. Importa si alguno se atreve a ser diferente.

Notas al pie

[1] Hale, H. E. (2006). Why Not Parties in Russia? Democracy, Federalism, and the State. Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511756276

[2] Luna, J. P., Rodríguez, R. P., Rosenblatt, F. & Vommaro, G. (2021). Political parties, diminished subtypes, and democracy. Party Politics, 27(2), 294–307. https://doi.org/10.1177/1354068820923723

[3] Vergara Paniagua, A., & Augusto Meléndez, M. C. (2021). Fujimorismo and the limits of democratic representation in Peru, 2006–2020. En J. P. Luna, R. Piñeiro Rodríguez, F. Rosenblatt & G. Vommaro (Eds.), Diminished Parties: Democratic Representation in Contemporary Latin America (pp. 236–263). Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/9781009072045.012

[4] Barrenechea, R. & Vergara, A. (2023). Peru: The Danger of Powerless Democracy. Journal of Democracy, 34(2), 77–89. https://doi.org/10.1353/jod.2023.0015

[5] Trejo, G., & Ley, S. (2020). Votes, Drugs, and Violence: The Political Logic of Criminal Wars in Mexico. Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/9781108894807 

[6] Boyco Orams, A., Gálvez Pasco, Á., Peña Jiménez, O., Sosa Villagarcía, P., Velazco Muñoz, A., & Vilca Arpasi, P. (1 de agosto de 2025). ¿Son las alianzas electorales una solución para el sistema político peruano? IEP — Instituto de Estudios Peruanos. https://criticaydebate.iep.org.pe/noticias/son-las-alianzas-electorales-una-solucion-para-el-sistema-politico-peruano/[7] De la Cerda, N. (2025). Cueing Without Parties: Experimental Evidence from Peru. Political Behavior. Publicado el 20 de junio de 2025. https://doi.org/10.1007/s11109-025-10059-x

domingo, 24 de agosto de 2025

CÍNICA CONFESIÓN DE TELMO HURTADO SOBRE MATANZA DE 26 NIÑOS EN ACCOMARCA:

‘YO HE TENIDO LA DETERMINACIÓN DE ELIMINARLOS’

Tomado de LA REPUBLICA 24 Ago 2025

Confesión. Para el mayor EP (r) Telmo Hurtado Hurtado, la nueva “ley de amnistía” para violadores de los derechos humanos, representa una nueva oportunidad de evadir a la justicia que lo ha condenado a 23 años de cárcel por la matanza de 69 personas en Accomarca, Ayacucho: 26 de las víctimas eran niños. Hurtado justificó la muerte de los menores. Para él, también eran terroristas

Teófila Ochoa Lizarbe fue testigo del asesinato de su madre y de sus hermanos Gerardo, Víctor, Ernestina, Celestino y Edwin. Edwin recién había cumplido un año. Todos eran menores de edad. Teófila Ochoa apenas contaba con 13 años, mientras que el subteniente del Ejército, Telmo Hurtado Hurtado, hacía pocas semanas que celebró su cumpleaños número 24, el 12 de julio de 1985. Apenas 34 días después, el 18 de agosto, Hurtado dirigió la matanza de Accomarca, donde 26 de las 69 víctimas eran niños, entre ellos los cinco hermanos de Teófila Ochoa.

Accomarca fue la peor matanza de niños durante la guerra interna. El 38 por ciento de todos los caídos en Accomarca. Casi la mitad de los baleados, despedazados, enterrados clandestinamente. Cuando detuvo a los campesinos, Hurtado sabía que había niños junto con sus padres. Pero no los separó. Le habían enseñado que los menores también eran parte del enemigo terrorista. Y lo justificó.

El 18 de septiembre de 1985, una comisión investigadora del Senado, encabezada por Javier Valle Riestra, interrogó durante cuatro horas a Telmo Hurtado en el cuartel Los Cabitos, en Huamanga, Ayacucho. Después del crimen en masa en Accomarca, Hurtado presentó su informe a sus superiores y pidió descanso. Cuando la prensa destapó la matanza, el Ejército ordenó que lo retornaran a su base. Durante el interrogatorio en el cuartel, Hurtado no solo reconoció la autoría del homicidio múltiple. También argumentó ante los senadores por qué ejecutó a los 26 niños de Accomarca.

El primero en interrogarlo en el cuartel Los Cabitos fue el senador Javier Valle Riestra. Al principio, Hurtado atribuyó a los terroristas usar a los niños durante los enfrentamientos.

“Valle Riestra: ¿Qué piensa usted del que mata gente inocente?”
“Hurtado: Ellos (los senderistas) tienen una tendencia ideológica. Estamos en una guerra sucia. Esto es una guerra, y ustedes que están en Lima, no saben las vivencias que nosotros tenemos acá.
Valle Riestra: ¿Es una guerra sucia por ambas partes (combatientes)?
“Hurtado: Más que todo por parte de ellos (los senderistas).
“Valle Riestra: ¿‘Más que todo’? Quiere decir que por este lado (el Ejército) también podría haber algo ?
Hurtado. No. O sea, en el sentido que, cómo le explicaría, ellos (los senderistas) utilizan todos los medios que tienen para cambiar la opinión pública, utilizan niños, mujeres, ancianos. Cualquier ardid que tengan ellos para salir a favor de ellos”.

A su turno, el senador Javier Diez Canseco fue más enfático sobre los motivos de Hurtado para matar niños. Hurtado confirmó que eran parte del enemigo y que era una pérdida de tiempo pretender recuperarlos porque estaban imbuidos de la ideología senderista. Por eso dispuso la ejecución de todos, entre ellos los cinco hermanos de Teófila Ochoa Lizarbe. Y dijo que actuó según los reglamentos contrasubversivos del Ejército:

“Hurtado: La mayoría (de senderistas) de gente que actúa en contra de nosotros es por la ideología que lleva. Ya es muy difícil volverlos a captar. La ideología que tienen ellos les abarca todo.
Diez Canseco: Por lo tanto, ¿cómo hay que actuar con ellos?
Hurtado: Como le dije, yo he tomado la determinación de eliminarlos. Mi determinación.
Diez Canseco: ¿Usted tomó esa determinación?
“Hurtado: Yo la tomé”.

Por las dudas, el senador Diez Canseco pidió al oficial del Ejército que confirmara si dentro del "enemigo" estaban comprendidos los menores de edad. Hurtado lo hizo sin dudarlo. Respondió que desde los dos años de edad, ya eran peligrosos:

Diez Canseco. ¿Está hablando de hombres, mujeres y de niños. ¿Usted considera que esta formación ideológica a la que usted hace referencia, afecta a todos? ¿No importa la edad de la persona?
Hurtado: Desde muy chicos los instruyen a ellos (los senderistas). Tal vez usted tenga conocimiento de cómo es la temática para ir adoctrinando a los muchachitos de cualquier edad.
Diez Canseco: ¿Desde qué edad los consideraría usted peligrosos?
“Hurtado: Los comienzan a adoctrinar desde los dos años, tres años, cuatro años, así sucesivamente llevando cosas, cargando, los llevan por distintos sitios. Al comienzo, acá ha habido gente que ha declarado, anteriormente, muchachitos, todas las cosas que les hacen hacer, como poco a poco a fuerza de castigos van ganándolos a su causa.
Diez Canseco: De su reglamento, de sus órdenes ¿está establecido que usted puede proceder a eliminar si lo considera necesario?
Hurtado: Sí.
Diez Canseco: ¿Sí está establecido?
“Hurtado. Sí se puede”.

Solo durante tres años, 11 meses y seis días, estuvo preso por una vergonzosa sentencia en el fuero militar. Durante el gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro, fue protegido, ascendido de grado hasta mayor y condecorado por no implicar a ninguno de sus superiores, bajo cuya tutela actuó. Cuando cayó el régimen fujimorista y retornó la democracia, amparándose en la ley de amnistía de 1995, Hurtado huyó a Miami, Estados Unidos. Creyó que nunca más regresaría al Perú.

Comisión del Senado en cuartel Los Cabitos
Sin embargo, en 2008, fue detenido a solicitud de las autoridades peruanas. Además, porque ingresó a territorio estadounidense ocultando sus antecedentes criminales. El 11 de febrero de ese año, en un tribunal federal de Miami, Teófila Ochoa Lizarbe se presentó como testigo y relató que estuvo presente en la matanza dirigida por Telmo Hurtado, en la que fueron ejecutados su madre Silvestra Lizarbe Solís y sus hermanos pequeños Gerardo, Víctor, Ernestina, Celestino y Edwin. Mientras daba cuenta de los hechos, no paraba de llorar, pero sin dejar de mirarle la cara a Hurtado, indignada, envalentonada, desconsolada.

“Yo quería decirle: tú mataste a mi mamá y a mis hermanitos Gerardo, Víctor, Ernestina, Celestino y Edwin, que sólo tenía un año”, dijo Teófila Ochoa.

Finalmente, en 2016, recibió una condena de 23 años de prisión efectiva.

Por supuesto que Hurtado sabía que había detenido y matado a niños. Era parte del plan. Y así se lo dijo al senador Jorge del Prado cuando lo interrogó en el cuartel Los Cabitos. Dijo que los niños “murieron en combate”.

Del Prado: Esos conceptos que usted tiene por los que ha procedido en esa forma, en el sentido de que los que no son útiles, por lo tanto deben ser…, hay que eliminarlos, aunque sean niños, ¿eso usted lo ha leído en algún manual?
Hurtado: No lo he leído en ningún manual. Más que todo los niños han caído en la acción misma de la operación que hemos realizado ahí. Usted no ve si es mujer, niño, anciano, el que corre”.
Del Prado: Pero, usted ha dicho que inclusive aquellos que son útiles para la información, los entrega al comando, y aquellos que no son útiles, hay que eliminarlos.
Hurtado: No tanto útiles…
Del Prado: Porque, inclusive siendo niños, están maleados y van a ser peligrosos. Eso es lo que usted ha dicho. Esos conceptos, se supone que ustedes reciben preparación ideológica en su formación antiguerrillera. ¿Ese concepto usted lo ha recibido en alguna forma? ¿Lo ha leído en algún manual?
Hurtado: Como lo vuelvo a repetir, uno no puede medir que ese niño es un elemento peligroso para uno. O no (lo es). No sabe si puede tener una carga de dinamita, un armamento guardado. No se sabe. Como le digo, ellos utilizan cualquier medio para tratar de ocasionar bajas”.

Dolor e indignación
Esa vez en la corte de Miami, también estuvo presente Cirila Pulido Baldeón, otro testigo de los crímenes de Hurtado. Mató a su madre, Fortunata Baldeón Gutiérrez, y a su hermano Edgar Pulido Baldeón, un bebé de seis meses. Otro de los 26 niños asesinados en Accomarca.

“Quería golpearlo, gritarle asesino, pero me contuve. Allí estaba el hombre que ha causado tanto daño a tanta gente inocente”, dijo Cirila Pulido.
Hurtado podría optar por la “ley de amnistía”, promovida, sustentada y aprobada por quienes creen que así borrarán de la memoria a los 26 niños de Accomarca. La memoria no se borra ni con balazos ni con amnistías. <:>