sábado, 29 de noviembre de 2025

ACERCA DE LATINOAMERICA: ANTECEDENTES Y COYUNTURA

 CUBA, EL CENTENARIO DE FIDEL Y NOSOTROS

 Por Gustavo Espinoza M.

P

www.nuestrabandera.pe / 30 Nov. 2025

ara evocar la vigencia de Fidel hay que recurrir también a la anécdota. Se cuenta que en 1961, cuando Playa Girón, un entusiasta informante de la CIA desde La Habana, envió un reporte confidencial y urgente a su matriz: Castro no pasa de esta semana. Diez años más tarde, en 1971, luego de la guerrilla latinoamericana, la oficina de Langley en Virginia recibió otra nota desde la capital cubana: Castro no pasa de este mes.

 Una década después, en 1981, cuando la crisis de Mariel  los agentes camuflados de la CIA en Cuba aseguraron a su agencia: Castro no pasa de esta década. En 1991, después de la quiebra de la URSS y cuando Fukuyama proclamó la victoria mundial del capitalismo, el mismo servicio informó: Castro no pasa de este siglo. Y el 2001, el documento remitido a la CIA, aseguró categóricamente: Castro no pasa de este milenio.

 También en nuestro país ha habido quienes han augurado entusiastas “el inminente colapso del modelo cubano” y la “caída inmediata” del socialismo en Cuba”. Todos ellos se han situado a la cola de los medios de información que tienen reporteros en La Habana, esperando que la desaparición física de Fidel marque la caída del régimen en la Mayor de las Antillas.

 Fidel partió hace 9 años, pero ya había dejado el gobierno una década antes, rodeado por el calor de su pueblo y el  cariño del mundo. Su deceso, ocurrió este milenio, por lo que la Inteligencia Americana podría felicitar la eficacia insuperable de sus servicios secretos.  

 En cuanto al socialismo en Cuba, ya cumplió 66 años resistiendo vigorosamente el bloqueo yanqui, sin moverse en función de intereses imperiales, ni a la espera de las elucubraciones de analistas de pacotilla que lucen de augures de la desdicha.

 En las condiciones más adversas, Cuba ha sabido diseñar el perfil de una sociedad más justa en la que no existen las miserias, iniquidades y abismos sociales del capitalismo, que agobian a pueblos como el nuestro.

 El Perú, como se sabe, está sumido en una profunda crisis. Aquí se han aplicado las recetas neoliberales. Los gobernantes de turno –con la excepción de Juan Velasco- han recibido, envueltas en papel de dólar las indicaciones para su comportamiento en el área económica. La línea estratégica principal ha sido formulada en negro sobre blanco por el FMI  y ha consistido en una simple máxima: otorgar las máximas facilidades a la inversión privada, y sobre todo  extranjera.

 Así, los gobiernos han tenido en sus manos la receta: pagar la deuda externa, privatizar las empresas, desregular las relaciones de trabajo, eliminar los controles, entregar en concesión las materias primas, permitir a los monopolios asumir el manejo de los recursos energéticos, colocar topes a los salarios, bloquear las pensiones, desarticular la capacidad productiva del Estado; y muchas otras indicaciones para el tratamiento de la crisis de un sistema que ha resuelto, quizá los problemas del 20% de los ciudadanos del país a costa de la opresión y explotación del 80% restante.

 La población peruana, por eso, siente hoy en forma directa y dramática, los efectos de una crisis que los cubanos no conocen. Allí, el país no está sometido a las presiones del exterior para el pago de deuda alguna, las empresas trabajan al máximo de su capacidad posible en las condiciones del bloqueo impuesto por los Estados Unidos, las relaciones de trabajo están pactadas entre el gobierno y los trabajadores y se basan en una lucha concertada contra la miseria y el subdesarrollo; los recursos nacionales sirven a Cuba, los salarios y las pensiones, modestas pero efectivas, se pagan;  la capacidad productiva del estado cubano está asegurada, y el país marcha sin opresión y sin explotación desde que fuera proclamado como el Primer Territorio Libre de América.

 Hay quienes aseguran que en Cuba hay gente descontenta. ¿Puede haber más descontento allá que acá, donde el promedio de la población reconoce más de un 50% de rechazo al “modelo neo liberal” y de condena a las prácticas de la mafia que acosa a la sociedad entera?  .

 Otros aseguran que de Cuba se han ido más de 2 millones de cubanos que prefieren marcharse en busca de una “libertad”, que no tienen en la isla. ¿Pero acaso del Perú no se han ido más de 4 millones de peruanos sólo en últimos 20 años, agobiados por la falta de trabajo, la miseria impuesta y la violencia exasperante que carcome las raíces de nuestra sociedad? ¿No viven en los Estados Unidos, Japón, o más cerca, en Chile o Argentina centenares, y aun millones, de peruanos que huyeron de la crisis y  abandono secular que los oprime?

 Aquí -y esto lo ha reconocido la UNICEF- un tercio de los niños que nacen provienen de vientres enfermos, atacados por el SIDA, la TBC, la hepatitis o simplemente la desnutrición y la miseria. Estos niños no tendrán capacidad de desarrollarse, de estudiar, de trabajar, de valerse por sí mismos. Vivirán en condición de minusválidos. Y morirán pronto, porque están condenados por nuestra “sociedad enteramente democrática” a perecer irremediablemente, ¡y sin siquiera haber leído los sesudos artículos publicados acá por los enemigos de Cuba!

.En Cuba -después de más de 6 décadas de “oprobiosa dictadura comunista” ¿ocurre esto?. Claro que no. La Organización Mundial de la Salud, la UNESCO, los programas de Naciones Unidas ligados al empleo, al desarrollo y al combate a la pobreza lo acreditan de modo fehaciente. Y lo ha subrayado recientemente cada uno de los secretarios generales de Naciones Unidas en los últimos 20 años; y aún cada uno de los Pontífices de la Iglesia, los Papas que visitaron Cuba invitados por “el régimen rojo” de la Isla.

 Que Cuba afronta problemas serios, no cabe ninguna duda. Es un país que está bloqueado desde 1960. Allí no llegan los medicamentos producidos en USA: y cuando necesita para su pueblo medicamentos producidos en el mercado mundial.   tampoco puede obtenerlos, sino excepcionalmente y a costa del pago de onerosas sumas de dinero en divisas ¿Lo saben los articulistas que atacan al socialismo en Cuba?

 ¿Qué ocurriría si el Perú sufriera no 66 años, sino apenas uno, un bloqueo como el impuesto contra Cuba para escarnio del mundo? Los que se llenan la boca atacando al socialismo, ¿resistirían sus efectos, o simplemente emigrarían buscando confort

 Hay “expertos” que aseguran -doctos y sabios, ellos- que la economía cubana “está deformada”. Y claro que lo está: los efectos del bloqueo y la quiebra de la URSS obligaron a Cuba a cambios dramáticos en su modelo productivo. Pero ¿acaso no está absolutamente deformada la economía peruana, un país sin bloqueo alguno que debe, sin embargo, reservar el 26% de su presupuesto al pago de la deuda externa y otro 26% a los gastos de defensa, y que sólo puede emplear el 13% de sus recursos para la inversión?. La diferencia estriba en que, pese a las deformaciones, en Cuba nadie se muere de hambre, los niños no piden limosna en la calle, no hay un millón de mendigos, ni crece la delincuencia como ocurre aquí.

 
Recientemente el Perú se ha visto estremecido por dos fenómenos deplorables: una ola delictiva que pone en grave riesgo la seguridad ciudadana, y un conjunto de feminicidios, a cual más repudiable. En Cuba ¿habría sido posible algo similar? ¿Alguna vez en los más de 60 años de Revolución ha sucedido algo que pudiera suponerse del mismo corte?

No, por cierto. En Cuba, la revolución continúa venciendo enormes obstáculos, en tanto que el mundo aprecia con horror cómo el Imperio somete, doblega y humilla a los pueblos y convierte a los gobiernos en dóciles instrumentos de sus políticas. Así ocurrió en Afganistán, Irak, o Siria  ¿Alguien puede refutar esta realidad?

 Todos fuimos conscientes que un día la Revolución Cubana debería marchar sin la presencia física de Fidel.  Pero eso no significará que Fidel haya muerto. ¿O es que alguien cree que Simón Bolívar está muerto porque su cuerpo quedó exánime en 1830 en Santa Marta; que San Martín no existe más porque su corazón dejó de latir en 1850; ¿que Tupac Amaru, o Miguel Grau, o Francisco Bolognesi pertenecen al pasado, porque perecieron en distintos avatares de la historia?. Sin duda, no.

 Los hombres, viven en sus pueblos en la medida que interpretan sus inquietudes, sus necesidades y sus rebeldías. Y Fidel, que vive hoy sus cien primeros años, vivirá no sólo en el pueblo de Cuba sino en todos los pueblos del mundo después que en este Milenio haya desaparecido de la vida material. De lo que ocurra con Cuba, no hay razón para preocuparse: los cubanos sabrán cómo resolver sus problemas. <+>

viernes, 28 de noviembre de 2025

VIAJEROS EXTRANJEROS QUE PASARON POR PUNO

 UN FESTÍN EN LAMPA

EL DIVERTIDO RELATO DEL VIAJERO, ARTISTA Y NARRADOR FRANCÉS PAUL MARCOY DURANTE SU VIAJE DE AREQUIPA AL CUSCO ALREDEDOR DE 1850

por Augusto Dreyer Costa (Recopilación y traducción del francés)

A

l fondo estaban las casas de Lampa. Espueleamos con determinación a nuestras mulas; tras media hora de marcha, cruzamos el puente de piedra de tres arcos sobre el río Lampa. Este puente tiene unos quince años. Se construyó para sustituir al antiguo puente de mimbre, cuya invención se atribuye a los incas.

Una vez cruzado el río, solo vi a mi alrededor casas bajas, agrupadas sin el menor paralelismo;  la pulpería, una tienda de comestibles y licores, de aspecto muy deteriorado y cuyo interior estaba iluminado por una vela pegada a la pared, proyectaba sobre sus lúgubres fachadas una claridad lívida. Temblé de pies a cabeza, sin saber por qué. A la oscuridad ya completa se sumaba un profundo silencio. La aldea parecía desierta. Sin embargo, a medida que avanzábamos, distinguí luz a través de las ventanas con portezuelas. Era poco, pero era algo, y sentí renacer en mí la esperanza. Finalmente, llegamos a una plaza bastante grande, donde vislumbré casas de buena construcción. La pesada masa de una iglesia con sus campanarios cuadrados dominaba sus tejados. Las tiendas, poco iluminadas pero aún abiertas, anunciaban el centro de la localidad, que cuenta con unos dos mil trescientos habitantes. Al pasar cerca de una de esas tiendas, cuyo propietario estaba ocupado recogiendo pilas de platos, ensaladeras y cerámicas de diversas formas esparcidas delante de su puerta, detuve mi montura para pedirle al hombre que me indicara la residencia de un tal señor don Firmin de Vara y Paneorbo, comerciante de abarrotes, para el cual tenía una carta de recomendación. El hombre me señaló al fondo de la plaza una casa con balcón de madera, cuyas ventanas, brillantes de claridad, contrastaban vivamente con la oscuridad de las viviendas vecinas.

“Encontrará a todo el mundo muy alegre”, me dijo. Le di las gracias al vendedor de cerámica, sin pensar en pedirle una explicación por sus palabras. Al llegar a la casa indicada, un ruido de voces y risas llamó mi atención. Mi guía y yo bajamos de nuestros mulos. La puerta nos la abrió un pongo, al que envié a avisar a su amo de mi llegada. Un instante después, la escalera de madera de la vivienda crujía bajo unos pasos apresurados, y un hombre se precipitaba más que venía a mi encuentro. “Soy don Firmin”, me gritó al verme, ”y usted, señor, ¿quién es y qué desea de mí?”. Por la singularidad de la bienvenida, y no menos por el color carmesí del comerciante juzgué que había estado bebiendo; pero como su brusquedad me parecía hasta cierto punto benévola, no me presenté y, sacando de mi cartera una carta de unas pocas líneas que me recomendaba ante él, se la dí con una sonrisa. “Sea bienvenido, me dijo después de leerla, mi casa está a su disposición todo el tiempo que desee quedarse. Soy soltero. Hoy es San Firmin y he reunido para la ocasión a algunos comerciantes de mi entorno y a mujeres de carácter encantador. Nos ayudará a celebrar la fiesta de mi bendito patrón”. Sin esperar a que le diera las gracias, el comerciante me tomó del brazo y me llevó por la escalera.

LAMPA . dibujo de Paul Marcoy

Al llegar al salón, abrió una puerta y me introdujo en una gran sala con pocos muebles, pero iluminada como si fuera de día, donde vi a unas quince personas de ambos sexos sentadas alrededor de una mesa. El mantel manchado, los platos en desorden, las botellas vacías o volcadas indicaban el momento preciso de un festín peruano en el que el hambre de los comensales está completamente saciado, pero su sed apenas comienza a despertarse. Al verme aparecer del brazo del anfitrión, hombres y mujeres prorrumpieron en un hurra colectivo, que los que estaban más lejos, si es que los había, debieron de oír en las afueras de la ciudad; luego, una vez calmado ese arrebato de entusiasmo, todos se apretujaron contra su vecino para hacerme sitio. Me senté entre dos bellezas, ya entradas en años, pero con un escote admirable, que se apresuraron a servirme con esa atención cortés que es privilegio exclusivo del sexo femenino. Mientras una llenaba mi plato con diversos alimentos, la otra me servía generosamente de beber. Mientras me servía doble ración, ya que tenía un hambre de lobo, dejé de responder a las diversas preguntas que me hacían al mismo tiempo personas muy positivas.

Por mi traje polvoriento y desaliñado, y por mis espuelas chilenas que tintineaban, aquellos señores habían deducido que venía de montar a caballo y querían saber de dónde venía, adónde iba, si era comerciante mayorista o simple dependiente de tienda, y qué artículos comerciales llevaba conmigo. Cuando respondí que estaba cruzando América, llevando conmigo solo una carpeta y unos lápices para dibujar las cosas notables que me pudieran ofrecer los tres reinos, estos filisteos se miraron de reojo y se mordieron los labios para no reírse. Vi claramente que no había conseguido el efecto deseado, pero me consolé devorando los bocados. La confesión que acababa de hacer, si bien me había alienado la simpatía de los hombres, había despertado la curiosidad de las mujeres, como comprendí por las miradas singulares que me lanzaban. A esta dulce mitad del género humano le gusta lo misterioso y lo incomprensible; en este sentido, se parece un poco a los niños. Le gusta lo enigmático, le encanta lo complicado, le fascina lo oscuro y lo incomprensible. Bastaba con que las bellezas que me rodeaban no se explicaran cómo un hombre podía atravesar América sin más equipaje que una carpeta de dibujo bajo el brazo para que se interesaran por él de inmediato. Al menos así lo interpreté yo por los brindis que las encantadoras mujeres hicieron por lo que llamaban mi viaje en bata. Respondí con entusiasmo levantando mi copa a la altura del hombro, moviéndola de derecha a izquierda y, según la costumbre del país, saludando, después de desearle cien años de vida, a la persona que me interpelaba de esa manera.

Preparación de El Cardenal
Este intercambio de cortesías con bellezas evidentemente más jóvenes que ellas había disgustado a mis vecinas. Me lo hicieron saber con dos codazos un poco bruscos que me dieron simultáneamente. ¡Las mujeres de cierta edad tienen a veces maneras extrañas! Sin embargo, soporté valientemente su embate, y al verlo, las damas llenaron apresuradamente sus copas para brindar conmigo y contrarrestar, si era posible, la influencia naciente de sus compañeras. A esa rapidez, consideraron conveniente añadir unos bocadillos, pequeños trozos de carne que llevaban a mis labios con el tenedor, pero más a menudo con los dedos. Todo ello entremezclado con miradas y comentarios sarcásticos que me lanzaban de improviso con voz aflautada. Por consideración hacia su sexo, tanto como por respeto a su experiencia en las cosas de este mundo, me guardé mucho de interrumpirlas. En este singular juego, se acaloraron tanto que pronto no supe a cuál escuchar, ya que una elegía precisamente el momento en que yo estaba ocupado respondiendo a la otra para interpelarme. Como estaba bebiendo una copa de vino con mi Cloto, le había dado ese nombre mitológico a la dama de la derecha, al no saber su verdadero nombre, la dama de la izquierda, a la que llamaba mi Láquesis, me dijo al oído: «Amable extranjero, ese último bocado por amor a mí». Me giré tan rápido, tan rápido, que el bocado en cuestión, que luego descubrí que era hígado de ave, me dio en el ojo en lugar de entrar en la boca; y como la que me lo ofrecía lo había espolvoreado previamente con ají, creí que mil agujas me penetraban a la vez en el cristalino. Ante los gritos que di, todos los comensales se levantaron. Todos se preguntaban cuál era la solución a la crisis. Mi vecina, autora de la fechoría, simplemente se volteó con un aire muy tranquilo, mientras yo sufría los tormentos del infierno, terminó por exasperarme. En ese momento comprendí la furia de Othello y de su hijo menor Antony ¡con qué placer habría estrangulado con mis propias manos a esa débil mujer! Sin embargo, la acción cáustica y enrojecedora del ají iba en aumento. Incapaz de permanecer en mi sitio, empecé a correr por la habitación, secándome el ojo enrojecido con la servilleta.

Un mozo trajo agua fresca en la que una mujer, un ángel de la sociedad, batió una clara de huevo y, mojando en ese colirio su pañuelo de batista, lo aplicó sobre mi quemadura a modo de compresa. A cuyo contacto sentí renacer, unas gotas de loción refrescante calmaron la irritación. Al cabo de diez minutos, ya podía abrir el ojo y lanzar una mirada fulminante a mi verdugo femenino. El humor de los comensales, ensombrecido por este incidente, volvió a ser alegre y jovial. Por orden del maestro, los mozos de servicio se llevaron los restos de la comida, retiraron el mantel y colocaron sobre la mesa uno de esos vasos de cristal, del tamaño de un cubo, que Alemania, donde se fabrican, envía al Perú. El anfitrión abrió sucesivamente seis botellas de vino de Burdeos, cuatro de vino de Jerez, dos de ron, edulcoró y perfumó todo con azúcar y nuez moscada, y luego, en esta mezcla incendiaria llamada cardenal, dejó caer una fresa, que se sumergió, desapareció y volvió flotar en la superficie del líquido. Entonces cada comensal, acercando a sí el fenomenal vaso y mojando los labios en la bebida, intentó tragarse la fresa, ya fuera atrapándola bruscamente, ya sea atrayéndola al fondo de su garganta con un sorbido profundo; pero la pequeña fruta, que sabía lo que hacía, giraba sobre sí misma o desaparecía cada vez que una boca ávida se acercaba demasiado. Tras esfuerzos inútiles y la ingestión voluntaria o forzada de copiosos sorbos, el bebedor frustrado pasaba la copa a su vecino, que repetía sin más éxito la misma maniobra. Este bonito pasatiempo, llamado la pesca de la fresa, y cuyo inventor, según se dice, fue un obispo, Melchior de la Nava, que vivió en Cuzco a principios del siglo XVIII, no es más que un verdadero pretexto para beber para los peruanos de la Sierra.

La gente pobre pesca fresas en un gran vaso de chicha, la cerveza local; los ricos hacen una mezcla heterogénea y costosa de licores finos y vinos extranjeros. Los medios, como se ve, pueden diferir, pero el resultado es siempre el mismo. La embriaguez es el puerto al que llegan fatalmente todos estos pescadores de fresas. Cuando pasaba delante de mí el gran vaso, tuve que, de buen o mal grado, mojar mis labios y fingir que seguía la fruta flotante; pero tuve cuidado de mantener los dientes lo suficientemente apretados para que ninguna gota del líquido en el que tantos indígenas habían chapoteado pasara por mi garganta. El entretenimiento local duró hasta el agotamiento total del licor. Entonces, la fresa, que había quedado seca en el fondo del vaso, fue comida por uno de los bebedores. Bajo el efecto de la traicionera bebida, que pronto fermentó en sus cerebros, todos los comensales se levantaron.

Las guitarras hicieron sonar un rasgueo triunfante, las mujeres dieron vueltas a los volantes arrugados de sus vestidos, los hombres desplegaron sus pañuelos. La zamacueca llamó a los bailarines. Una pareja famosa por la agilidad de sus movimientos, y designada por unanimidad por la galería, abrió el baile con uno de esos pasos de carácter que los españoles llaman simplemente troche y moche, pero ante el cual un sargento de policía parisino hastiado del minué de las Courtilles se habría cubierto pudorosamente el rostro con su tricornio. La copa, cuyo tamaño me había horrorizado, acababa de ser sustituida por otra de aguardiente de la que cada uno fue sacando por turnos algunos sonidos. La orgía estaba adquiriendo proporciones babilónicas. Aproveché un momento en el que nadie me miraba para salir por la puerta. En el patio encontré a un mozo de servicio al que agarré amistosamente por el cuello y llevé a un rincón. Escucha, le dije, como tengo que marcharme muy pronto, necesito dormir un poco. Vas a darme una habitación en la que por seguridad me encerrarás y te llevarás la llave. Si por casualidad tu jefe me pregunta, le dirás que me he ido. Toma esta propina y sé discreto, añadí deslizando en su mano una piastra, y si se te ocurriera revelar el lugar de mi retiro, el arriero que me acompaña no dudaría, con cualquier pretexto, en darte una paliza antes de abandonar la casa. El mozo era inteligente y lo entendió perfectamente. “Venga, señor”, me respondió guardándose la piastra en el bolsillo; “hoy es San Fermin y el patrón no pensará en dormir, así que le instalaré en su propia habitación. Si pregunta por ella, le diré que se ha perdido la llave”.

Un momento después, me tumbé voluptuosamente entre dos sábanas blancas que el mozo acababa de sustituir por las de su amo, una atención que le agradecí. El digno sirviente se marchó pronto retirando la llave de la cerradura, y yo me quedé sumido en mis reflexiones. Al principio me pareció extraño ocupar la habitación y la cama de un hombre al que al atardecer aún no conocía y ,sobre todo, sin que él lo sospechara. Pero ese escrúpulo, suponiendo que lo fuera, se desvaneció rápidamente. Empecé a filosofar sobre el tema y, mientras admiraba los caminos secretos por los que la Providencia da alimento a los pajaritos y descanso a los viajeros, dejé caer la cabeza sobre la almohada donde don Firmin de Vara y Pancorbo había descansado tantas veces la suya. Al cabo de cinco minutos, a pesar de los rugidos de la tormenta humana que se desataba a pocos pasos, yo me sumí en un sueño profundo.

Al día siguiente de San Fermin
Al día siguiente, todavía dormía cuando mi carcelero oficioso vino a abrir mi puerta. “Sus mulas están ensilladas”, me dijo, “el arriero le espera en la calle”. De un salto me puse en pie. Mientras me vestía, le pregunté al mozo si había habido tormenta durante la noche: “Lo verá usted al salir” me respondió. Cuando terminé de arreglarme, me dispuse a reunirme con mi guía. Al pasar por delante de la sala donde se habían celebrado el banquete y el baile de San Firmin, el mozo que me precedía abrió la puerta. ”Mire”, me dijo. Asomé la cabeza por la rendija. Una imagen desoladora se presentó ante mis ojos. Todos los comensales del día anterior, tan alegres, tan ruidosos, tan llenos de vida y salud, yacían en el suelo, amontonados unos sobre otros. Las mujeres tenían la tez verde, los hombres la cara morada. Algunas bocas abiertas mostraban los dientes. Sillas rotas, guitarras sin cuerdas, odres vacíos, aquí y allá ropa y artículos de aseo para ambos sexos, aquí una trenza de pelo postizo, allá un sombrero aplastado, formaban los accesorios de este cuadro. Un rayo de sol que entraba por la ventana iluminaba, sin reanimar esos cuerpos helados y entumecidos por la embriaguez. ¡Oh, horror, horror, horror, exclamé como Macbeth, cerrando la puerta y bajando a toda prisa los escalones de la escalera. Ñor Medina me esperaba en el umbral. El mozo que me había seguido me sujetó el estribo para que me subiera a la silla. Mis respetos a su amo cuando se despierte, le dije a aquel honrado muchacho. “Señor, lo haré sin falta” me respondió riendo.

Al pasar por las últimas casas de Lampa, en la parte norte, recordé que los acontecimientos de la velada me habían hecho descuidar el anotar en mi cuaderno algunos detalles relativos a la provincia de Lampa, su comercio, su industria y el carácter de sus habitantes. Rellené inmediatamente esa laguna, no tanto por amor a las estadísticas y para cumplir con las sociedades científicas, sino para quitar a los viajeros presentes y futuros, patrocinados por estas últimas, cualquier pretexto para deslumbrar al público con una pomposa exhibición de documentos ciertos, información oficial y cifras exactas. La provincia de Lampa, enclavada entre las de Arequipa, Chucuyto, Puno, Azangaro, Canas y Canchis, ocupa una superficie de aproximadamente mil trescientas veinte leguas cuadradas. En esta extensión, completamente desprovista de árboles y arbustos, pero accidentada por colinas y valles, barrancos y lodazales, y surcada por tres torrentes-ríos, hay una ciudad capital, Lampa, a la que damos la espalda, cuarenta y tres aldeas, léase caseríos de la más triste especie, y ciento ocho pascanas o apriscos. La población de la provincia es de aproximadamente cincuenta y siete mil habitantes y el número de ovejas asciende a cuatrocientas mil. Gracias a los vastos desiertos cubiertos de musgo y jarava, entrecortados por lagunas de aguas estancadas, de una a tres leguas de extensión, que caracterizan en general a las provincias del Collao y en particular a la de Lampa, las razas ovina, bovina y camélida crecen y se multiplican maravillosamente, sin que el arte del ganadero tenga nada que ver. La mantequilla en vejigas, el queso en ruedas, el cordero ahumado (sessina), la carne de vaca y de llama cortada en tiras (charqui), la patata gelificada (chuño), de la que hay tres variedades, la tunta, la moraya y el masco, constituyen la rama más importante del comercio de Lampa con las provincias vecinas. La esquila anual de ovejas y alpacas, cuya lana es comprada in situ por dos o tres especuladores de Arequipa, que la envían a Europa. <.>

HILDEBRANDT OPINA SOBRE PALPITANTE ACTUALIDAD

 VIZCARRA Y CASTILLO

César Hildebrandt

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº760, 28NOV25

S

i Martín Vizcarra pidió coimas, como dicen los empresarios corruptos que se las pagaron, está muy bien que sea condenado. Que pase en Barbadillo la temporada en el infierno que le corresponde. Que pague con la deshonra su codicia.

Lo increíble es que el sistema judicial permita a los cons­tructores que pagaron plata sucia para obtener licitaciones estar en sus casas escuchando la sentencia de quien fue su socio criminal.

Lo que da grima es ver a Rafael Vela Barba felicitando a Germán Juárez Atoche después de la sentencia. Ambos consintieron en no aplicarles la ley a quienes también pe­caron. Eligieron el método que permite privilegios excep­cionales siempre y cuando se embarre al blanco principal.

Vizcarra está en cana. La derecha lo quería allí no porque haya sido un corrupto -no hay derecha con sentido ético en el Perú- sino porque cerró el Congreso donde el fujimorismo era mayoría aplastante y hacía de vientre cada vez que algún lobby le exigía una ley (o parar un proyecto). El cargamontón que asesinó simbólicamente a Vizcarra no nadó de un prurito constitucionalista sino de un afán de escarmiento y venganza.

Mechain en PERU21
Vizcarra no le hace ascos al cinismo ni a la tergiversación de la verdad. Cerró el Congreso putrefacto no porque quisiera limpiar el país sino porque aspi­raba a tener todo el poder que le fuera posible acumular. Vizcarra fue un fujimorista sin insignia. Y ha terminado como Fujimori.

Que la derecha pestífera festeje su encarcelamiento sí que es una paradoja. La derecha política y empresarial de este país vive del saqueo prebendario, de las amista­des decisivas, de las licitaciones amañadas, de las coimas municipales para construir moles indebidas. La derecha peruana nadó en gran parte del dinero del guano repartido en los lodos de la consolidación de Echenique y no ha abandonado ese origen. La derecha de mi país celebra la cárcel de Vizcarra pero pagaría lo que fuese necesario para impedir que la corrupta Keiko Fujimori termine, como tendría que ser, tras los barrotes. La heredera de la mafia fujimorista representa, a pesar de sus derrotas, la firmeza sin escrúpulos de los que sienten que el Perú les pertenece, que la cholería es una impertinencia del paisaje y que cualquier engaño es lícito con tal de que todo siga igual. Para esa derecha, la felicidad nace de la quietud y la morgue es el destino de los exaltados.

Esa derecha está feliz también con la condena de Pedro Castillo, el pobre diablo al que acorralaron fácilmente. Cas­tillo ha sido condenado por conspiración para rebelarse y creo, sin ser abogado, que esa sentencia es jus­ta. ¿Pero no conspiraron para rebelarse en contra del orden constitucional quienes durante meses intentaron demostrar que las elecciones habían sido un fraude y que era un deber desconocerlas? ¿No conspiraron contra el orden constitucional los que pagaron a fa­mosos abogados gran­des sumas para tejer la teoría de que Castillo era un presidente ilegítimo porque había nacido del cambio de actas, de la tachadura de cifras, del robo de la voluntad popular?

No, claro que no. Para esa gente, para ellos y sus compinches políticos sólo cabe la benevolen­cia, el olvido, la indul­gencia. La inocencia los antecede. Su absolución es de antemano. Ellos no conspiraron. Ellos eran guardianes de la democracia, tal como la entiende la derecha in­mortal de mi país: el vie­jo orden, las várices del privilegio hereditario, el prestigio del moho.

Vizcarra y Castillo es­tán en la cárcel. No seré yo quien lo lamente. Lo que me da asco es ver a la derecha en pleno -los Baella, las Valenzuela y las tribus de Willax, para citar algunos ejemplos- brindar con champán esa carcelería al mismo tiempo que defienden la causa de Keiko Fujimori, las leyes pro crimen, el Congreso del hampa, la dictadura de un mercado plagado de oligopolios tramposos y monopo­lios con ganzúas al cinto. Quien sólo ama el dine­ro y tiene pata de palo y loro al hombro no tiene derecho de brindar por la aplicación de la justi­cia. Sobre todo cuando hace campaña por una justicia tuerta que hoy está en manos de una Junta de malandrines, un Tribunal Constitu­cional escorado y un Ministerio Público bajo acoso. <=>

------------------------- 

COMENTOS

Brangil Mateo Blas

 CRÓNICA DE UNA CONDENA ANUNCIADA.- La sentencia contra Pedro Castillo no parece un fallo judicial: parece el guion viejo y mal actuado de los mismos grupos que llevan años creyéndose dueños del Perú. Esta “justicia express” fue tan predecible que uno casi puede imaginarse a ciertos innombrables congresistas practicando su sonrisa frente al espejo antes del veredicto ya conocido.

¿“Rebelión”? ¿En serio? Ni armas, ni tropa, ni plan… ¡ni siquiera un megáfono decente! Pero igual lo condenaron. Porque en el Perú no necesitas cometer un delito: basta con incomodar a los mismos de siempre para que te inventen uno. Es casi un talento nacional. Total al final fue Conspiración según estos lacayos del abuso y los vejámenes.
Lo que sí fue real es la coreografía de los poderosos: congresistas desesperados por justificar su golpe parlamentario, opinólogos babeando en los sets de televisión, jueces corriendo como si fueran repartidores de justicia por delivery. Todo rápido, todo furioso… pero solo contra Castillo, claro. Con los suyos, todo es “investigación preliminar eterna” o sino preguntémosle a los familiares de los 15 fallecidos en un famoso centro comercial en trujillo Esta sentencia no es justicia: es una advertencia disfrazada. Un “así les va a pasar si se atreven a ganar sin permiso”. Y la aplauden como si hubieran derrotado a un peligro mundial, cuando lo único que lograron es exhibir, sin pudor, que el sistema funciona perfecto… siempre que sirva para aplastar al que no pertenece al club, o desaparecer al que pecha al poder a nombre del pueblo.
Mientras tanto, los verdaderos intocables siguen paseando por los pasillos del poder como si nada. Blindaje por aquí, archivamiento por allá… y cuando toca aplicar la ley, ¡zas!, la justicia se vuelve un láser de precisión contra el enemigo equivocado, contra el desvalido; y su maquinaria de la prensa deplorable se encarga de convencer al de a pie preso de su miseria y su ignorancia.
La sentencia contra Castillo no fortalece la democracia: la desnuda. Y muestra lo que muchos ya sabían: que en el Perú la justicia tiene ojos, sí, pero solo para mirar quién eres antes de decidir de qué te acusa.

Esto deja precedente, uno que inicia el camino de en nombre de quienes vienen detrás de nosotros, esto es el inicio de la siguiente etapa.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

ASPECTO SALTANTE EN LA REALIDAD SOCIAL PERUANA: LA DISCRIMINACION RACIAL

ALANOCA VÍCTIMA DEL RACISMO AVERSIVO

José Luis Ayala Olazával

E

l hecho de que Vicente Alanoca haya sido discriminado no es una novedad. Es una práctica normal en una sociedad férreamente estratificada. Alanoca ha sido eliminado en su condición de candidato a la presidencia de la República, por un grupo de mistis políticos, racistas e izquierdistas. Son aquellos que hace varios años medran de las bondades de la República, a la que critican hasta alcanzar una curul y no hacen ningún aporte intelectual.

Vicente Alanoca
No tienen ni idea de la nueva realidad del Perú. Carecen de instrumentos de análisis filosófico, sociológica y antropológicos, para entender la cambiante realidad nacional. Ahora son candidatos a senadores y diputados y hay congresistas que quieren ganar más de lo que ya tienen. Las ideas que exponen muchos ignaros políticos de izquierda, no han contribuido de modo especial para formar una nueva cultura política dialéctica.

La ausencia de una autocrítica ha sido y es mortal. ¿Por qué los jóvenes que militan el movimiento llamado Generación Z, no tienen simpatía por la izquierda? La respuesta es por no haberse renovado, no solo en el comportamiento de orden ideológico, sino que los problemas han sobrepasado a una izquierda, que no se ha renovado.

No tengo el menor temor de ser tildado como infraterno, como un intelectual de izquierda que no ha sido elegido diputado senador nunca y por eso critica. No es una novedad decir que los nuevos analfabetos de la izquierda, no han leído a los ideólogos de la descolonización como son Enrique Dussel, Walter Mignolo y Aníbal Quijano, quienes buscan desmontar el pensamiento occidental y proponen un «giro descolonial», como Leopold Sedar Senghor, que impulsó el Panafricanismo, así como el filósofo francés Jean-Paul Sartre, que hizo una severa crítica desde una perspectiva existencialista referida a la explotación colonial.

El racismo “es la creencia en la superioridad de una raza o grupo étnico sobre otros, lo que puede llevar a la discriminación, el odio o la exclusión de personas. Se manifiesta en actitudes, prejuicios y sistemas que deshumanizan y perjudican a otros basándose en características como el color de piel, origen étnico o idioma. La discriminación racial puede ser individual o sistémica, afectando derechos y oportunidades en áreas como el empleo, la educación y la salud”.1

El racismo puede ser etnocentrista, simbólico, cultural, biológico, ideológico, intelectual y clasista. En el caso de Alanoca se ha manifestado el racismo aversivo. Se trata un concepto que expresa una expresión disimulada y siempre sutil, para discriminar y practicar la xenofobia, de parte de quienes están convencidos que son los únicos capaces de poner coto a la llegada de nuevos elementos nocivos.

El racismo que se ha aplicado a Alanoca, está representado por los beneficiarios políticos del sistema, por quienes siempre han medrado de los suculentos sueldos del Estado. Ahora quieren ser diputados o senadores. Eso de hacer una revolución para ellos como decía monseñor Juan Luis Cipriani: “Es una cojudez”. La revolución puede esperar mientras ganen por lo menos 20 mil soles mensuales, lo que hace la cantidad increíble de dinero a final del mandato. “¿La revolución? ¿Qué es eso? No me vengas con palabritas para querer atarantarme, no soy un cholito. Te has equivocado, no estás con Alanoca”.

El primer candidato de origen quechua a la presidencia de la República, fue el campesino puneño Eduardo Quispe Quispe, quien fue lanzado por Eudocio Ravines en nombre de Partido Comunista en los comicios de 1932. El Jurado Nacional de Elecciones de hecho rehazó su inscripción, adujo que para ser candidato a la presidencia de la República, era necesario tener una profesión o experiencia en el aparato del Estado.

Eduardo Quispe Quispe, nació el 14 de febrero de 1883 en la comunidad campesina de Ch’eqa, distrito de Santiago de Pupuja, provincia de Azángaro, Puno. Estudió hasta el tercer año de primaria en el Centro Escolar de Varones de Azángaro. Llegó a Puno en calidad de sirviente a cargo de la familia Arce. Sirvió en el Ejército Peruano y obtuvo el grado de sargento. En Lima trabajó como barrendero y conoció a Ezequiel Urviola, quien lo incorporó en las luchas sindicales políticas desarrolladas por la Asociación Pro Derecho Indígena Tawantinsuyo.

El único documento en el que habla Quispe Quispe es en una publicación de Hoz y martillo. Nro: 4. Año 1932. Se trata de una entrevista realizada en el mes de noviembre de 1932 por J. Alberto Roselló Paredes:
–¿A dónde viajas, tatay?–
Con una sonrisa burlesca me contestó:
–No viajo a ninguna parte, me están llevando preso a Puno por orden del prefecto.
–¿Es cierto que has lanzado tu candidatura para la presidencia de la República? –así no más me dicen, como los mistis son nuestros enemigos de los indios, no ven cómo comprometernos para hacernos apresar.
–¿Y no quieres ser presidente del República?
–Qué van a querer los mistis que un indio los gobierne.
–¿Es la primera vez que te traen preso?
–Una vez también me llevaron preso a Puno y hasta Lima en la sublevación de Samán, me llevaron a combatir y así herido en el muslo derecho por el gendarme Vallejo, herido me llevaron preso, casi muero.
–Dicen también que tú has estado en la sublevación de la hacienda San José. –¿Para qué me preguntas?
–Quizá eres uno de los mistis que quieren verme fusilado.
–Siempre me llevaron y participé con el inca Rumimaki.2

Luego llegó Rómulo Mucho Mamami, lobista convicto y confeso, mercader y agente de transnacionales. Hubo muchas irregularidades durante su gestión en Petroperú y denuncias, acerca de sus trabajos nada transparentes, con circuitos mafiosos del entorno del expresidente Pedro Castillo.

Mucho, para la cultura dominante, no ha dejado de ser un jaqi para ser un ‘mister’ y ni siquiera alcanza a ser un misti. No ha dejado de marketearse para aparentar ante las transnacionales, tener poder político. Es lo que los racistas mestizos llaman ‘indio vivo’, ‘cholo conchudo’ lo que los criollos dicen ‘cholo pendejo’, ‘cholo arribista’. Para los funcionarios discriminadores es un serrano y provinciano de la peor especie.

Rómulo Mucho Mamani
¿Cuántos años tenemos que esperar para que haya un presidente aymara?
El primer diputado aymara fue Pablo Apaza Toque, debido a la vocación indigenista de José Antonio Encinas. Pero Apaza Toque traicionó no solo a Encinas sino a la nación aymara, se entendió con la vieja oligarquía hispano criolla. Encinas quedó totalmente decepcionado por un acto desleal frente a un aymara que esperaba mucho de él.

Igual sucedió con Paulina Arpasi, beneficiaria de la reforma agraria. Eliane Karp la incluyó en una lista del partido de Toledo. Al día siguiente de su elección se puso al servicio doméstico de la ahora prófuga ciudadana judía, sobre cuya cabeza pende una orden de arresto.

Vicente Alanoca es Doctor en Derechos Humanos y Desarrollo, así como doctor en Historia de América Latina y Mundos Indígenas por la Universidad Pablo de Olavide Sevilla-España. Es Magister Scientiae en Lingüística Andina y Educación-UNA-Puno. También Licenciado en Antropología y licenciado en Educación Secundaria, especialidad Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Docente visitante de posgrado de diversas universidades. Ha sido investigador visitante en la Universidad Complutense de Madrid. Tiene una estancia postdoctoral en la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla-España.

Es decir, un académico, que sin duda hubiera sido posible que los aymaras voten por él, por un acto de solidaridad e identidad. En cambio, el abogado Ronald Atencio, defensor legal y asesor del congresista Guillermo Bermejo, solo conseguirá algunos votos de sus amigos. Que no se hagan ilusiones los candidatos que lo acompañan y traicionaron a Alanoca, los lectores aymaras sabrán sancionarlos.

La alianza electoral Venceremos, no hizo saber que debido a un acuerdo debidamente controlado en las elecciones internas del 7 de diciembre, la lista del representante del partido Voces de Pueblo, quedaría eliminado como representante de Nuevo Perú, es decir el antropólogo aymara Vicente Alanoca.

La fórmula presidencial de la alianza Venceremos, conformada por Ronald Atencio (presidente) y Elena Rivera Huamán creen que los aymaras votarán por la lista que frustró la candidatura de Alanoca. Están sumamente equivocados, con toda seguridad que serán sancionados en las urnas.

El racismo aversivo es, en síntesis, el rechazo o repugnancia frente a alguien o algo. Es a la vez la presión de una antipatía, aborrecimiento, repulsión, odio, inquina. Alanoca no es considerado como un académico, sino como un indio cargado de títulos académicos. Ya veremos si el celebérrimo y desconocido Ronald Atencio, así como quienes o acompañan en una desventura y lista fundada en un racismo aversivo, alcanzan a ser electos. Nos sentaremos frente al río del que habla Heráclito de Éfeso, para ver pasar los cadáveres políticos. <> 


COMENTO

Estimado amigo:
Vicente Alanoca debió haber sido el candidato presidencial de un numeroso grupo de opinión andina en representación de la cultura aymara y la gente de los Andes, incluida la migrante a las ciudades. Lamentablemente, tal vez por su inexperiencia política, fue dejado fuera de la lid envuelto por las maquinaciones de varios grupúsculos de la llamada izquierda que carecen de toda posibilidad de convencer a las mayorías populares. Si usted lo conoce, le pido le haga presente esta opinión.
Cordialmente.
Jorge Rendón Vásquez

lunes, 24 de noviembre de 2025

TEMAS DE DEBATE EN LA HISTORIA SEMI OCULTA DEL PERU

 ALGUNOS HORRORES EN LA INVASION ESPAÑOLA AL TAHUANTINSUYO

DESCRITOS EN LA “BREVÍSSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUCCIÓN DE LAS INDIAS” DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, 1552.

Masacres masivas, asesinatos, violaciones, uso de “perros comeindios”, heridas curadas con aceite hirviendo, amputaciones y torturas en variadas formas, fueron muchos los crímenes diversos que al nombrarlos parecen concebidos por una mente perturbada. Sin embargo, esto era el día a día en las acciones que tuvieron lugar durante la invasión al antiguo Perú y durante la subsecuente época de dominación colonial.

Nota difundida por Willka Pureq

L

a “Brevísima Relación…” fue presentada como un informe oral por el mismo Fray Bartolomé de las Casas ante el Consejo Real de las Indias con la finalidad de persuadir a los consejeros de abolir las encomiendas. El cronista real Alonso de Santa Cruz señaló que el informe fue leído en voz alta ante el Consejo de Indias, anotando que: “hasta que del todo les leyó cierta relación que traía por escrito bien copiosa”.

La presentación de ese documento impulsó la promulgación de las “Leyes Nuevas” en noviembre de 1542.

En el volumen traducido al francés de Jan Van Miggrode publicado en 1579/1582, se incluyeron 17 acuarelas en el texto. En la edición latina de 1598 de Jean Theodore y Jean Israel de Bry, la referida Relación fue graficada con grabados.

Aquí algunos párrafos realmente estremecedores que retratan la práctica genocida de los que invadieron al Estado Tahuantinsuyo:

DE LOS GRANDES REINOS Y GRANDES PROVINCIAS DEL PERÚ.

“En el año de mil y quinientos y treinta y uno fue otro tirano grande con cierta gente a los reinos del Perú, donde, entrando con el título e intención y con los principios que los otros todos pasados (porque era uno de los que se habían más ejercitado y más tiempo en todas las crueldades y estragos que en la Tierra Firme desde el año de mil y quinientos y diez se habían hecho), creció en crueldades y matanzas y robos, sin fe ni verdad, destruyendo pueblos, apocando, matando las gentes dellos y siendo causa de tan grandes males que han sucedido en aquellas tierras, que bien somos ciertos que nadie bastará a referillos y encarecellos hasta que los veamos y conozcamos claros el día del juicio. Y de algunos que quería referir la deformidad y calidades y circunstancias que los afean y agravian, verdaderamente no podré ni sabré encarecer.

En su infelice entrada mató y destruyó algunos pueblos y les robó mucha cantidad de oro. En una isla que está cerca de las mismas provincias, que se llama Puná, muy poblada y graciosa, y recibiéndole el señor y gente della como a ángeles del cielo y después de seis meses, habiéndoles comido todos sus bastimentos, y de nuevo descubriéndoles las trojes del trigo que tenían para sí y sus mujeres e hijos los tiempos de seca y estériles, y ofreciéndoselas con muchas lágrimas que las gastasen y comiesen a su voluntad, el pago que les dieron a la fin fue que los metieron a espada y alancearon mucha cantidad de gentes dellas, y los que pudieron tomar a vida hicieron esclavos, con grandes y señaladas crueldades otras que en ellas hicieron, dejando casi despoblada la dicha isla.

De allí vanse a la provincia de Tumbala, que es en la tierra firme, y matan y destruyen cuantos pudieron. Y porque de sus espantosas y horribles obras huían todas las gentes, decían que se alzaban y que eran rebeldes al rey. Tenía este tirano esta industria: que a los que pedía y otros que venían a dalles presentes de oro y plata y de lo que tenían, decíales que trujesen más hasta que él vía que no tenían más o no traían más, y entonces decía que los recebía por vasallos de los reyes de España y abrazábalos y hacía tocar dos trompetas que tenía, dándoles a entender que desde en adelante no les habían de tomar más ni hacelles mal alguno, teniendo por lícito todo lo que les robaba y le daban por miedo de las abominables nuevas que dél oían antes que él los recibiese so el amparo y protección del rey, como si después de recebidos debajo de la protección real no los oprimiesen, robasen, asolasen y destruyesen y él no los hobiera así destruido.

Pocos días después, viniendo el rey universal y emperador de aquellos reinos, que se llamó Atabaliba, con mucha gente desnuda y con sus armas de burla, no sabiendo cómo cortaban las espadas y herían las lanzas y cómo corrían los caballos y quién eran los españoles (que si los demonios tuvieren oro, los acometerán para se lo robar), llegó al lugar donde ellos estaban diciendo: «¿Dónde están esos españoles? Salgan acá, que no me mudaré de aquí hasta que me satisfagan de mis vasallos que me han muerto y pueblos que me han despoblado y riquezas que me han robado». Salieron a él, matáronle infinitas gentes, prendiéronle su persona, que venía en unas andas, y después de preso tratan con él que se rescatase. Promete de dar cuatro millones de castellanos y da quince, y ellos prométenle de soltalle, pero al fin, no guardándole la fe ni verdad, (como nunca en las Indias con los indios por los españoles se ha guardado), levántanle que por su mandado se juntaba gente; y él responde que en toda la tierra no se movía una hoja de un árbol sin su voluntad, que si gente se juntase creyesen que él la mandaba juntar y que preso estaba, que lo matasen. No obstante todo esto, lo condenaron a quemar vivo, aunque después rogaron algunos al capitán que lo ahogasen, y ahogado lo quemaron. Sabido por él dijo: «¿Por qué me quemáis, qué os he hecho? ¿No me prometistes de soltar dándoos el oro? ¿No os di más de lo que os prometí? Pues que así lo queréis, enviame a vuestro rey de España». Y otras muchas cosas dijo, para gran confusión y detestación de la gran injusticia de los españoles, y, en fin, lo quemaron. Considérese aquí la justicia y título de esta guerra, la prisión deste señor y la sentencia y ejecución de su muerte y la conciencia con que tienen aquellos tiranos tan grandes tesoros como en aquellos reinos a aquel rey tan grande y a otros infinitos señores y particulares robaron.

De infinitas hazañas señaladas en maldad y crueldad, en extirpación de aquellas gentes cometidas por los que se llaman cristianos, quiero aquí referir algunas pocas que un fraile de San Francisco a los principios vido y las firmó de su nombre, enviando treslados por aquellas partes, y otros a estos reinos de Castilla, y yo tengo en mi poder un treslado con su propia firma, en el cual dice así:


Yo, fray Marcos de Niza, de la orden de San Francisco, comisario sobre los frailes de la mesma orden en las provincias del Perú, que fue de los primeros religiosos que con los primeros cristianos entraron en las dichas provincias, digo, dando testimonio verdadero de algunas cosas que yo con mis ojos vi en aquella tierra, mayormente cerca del tratamiento y conquistas hechas a los naturales. Primeramente, yo soy testigo de vista, y por experiencia cierta conocí y alcancé que aquellos indios del Perú es la gente más benívola que entre indios se ha visto, y allegada y amiga a los cristianos. Y vi que ellos daban a los españoles en abundancia oro y plata y piedras preciosas y todo cuanto les pedían que ellos tenían, y todo buen servicio. Y nunca los indios salieron de guerra, sino de paz, mientras no les dieron ocasión con los malos tratamientos y crueldades: antes los recebían con toda benivolencia y honor en los pueblos a los españoles, y dándoles comidas y cuantos esclavos y esclavas pedían para servicio.

Ítem, soy testigo y doy testimonio que sin dar causa ni ocasión aquellos indios a los españoles, luego que entraron en sus tierras, después de haber dado el mayor cacique Atabaliba más de dos millones de oro a los españoles y habiéndoles dado toda la tierra en su poder sin resistencia, luego quemaron al dicho Atabaliba, que era señor de toda la tierra y en pos dél quemaron vivo a su capitán general Cochilimaca, el cual había venido de paz al gobernador con otros principales».

Asimesmo, después de éstos dende a pocos días quemaron a Chamba, otro señor muy principal de la provincia de Quito, sin culpa ni aun haber hecho por qué. Asimesmo quemaron a Chapera, señor de los canarios, injustamente. Asimesmo a Albis, gran señor de los que había en Quito, quemaron los pies y le dieron otros muchos tormentos por que dijese dónde estaba el oro de Atabaliba, del cual tesoro, como pareció, no sabía él nada. Asimesmo quemaron en Quito a Cozopanga, gobernador que era de todas las provincias de Quito, el cual, por ciertos requerimientos que le hizo Sebastián de Benalcázar, capitán del gobernador, vino de paz, y porque no dio tanto oro como le pedían, lo quemaron con otros muchos caciques y principales. Y a lo que yo pude entender, su intento de los españoles era que no quedase señor en toda la tierra.

Ítem, que los españoles recogieron mucho número de indios y los encerraron en tres casas grandes, cuantos en ellas cupieron, y pegáronles fuego y quemáronlos a todos sin hacer la menor cosa contra español ni dar la menor causa. Y acaeció allí que un clérigo que se llama Ocaña sacó un muchacho del fuego en que se quemaba, y vino allí otro español y tomóselo de las manos y lo echó en medio de las llamas, donde se hizo ceniza con los demás. El cual dicho español que así había echado en el fuego al indio aquel mismo día, volviendo al real, cayó súbitamente muerto en el camino, y yo fue de parecer que no lo enterrasen.

Ítem, yo afirmo que yo mesmo vi ante mis ojos a los españoles cortar manos, narices y orejas a indios e indias sin propósito, sino porque se les antojaba hacerlo, y en tantos lugares y partes que sería largo de contar. Y yo vi que los españoles les echaban perros a los indios para que los hiciesen pedazos, y los vi así aperrear a muy muchos. Asimesmo vi yo quemar tantas casas y pueblos que no sabría decir el número, según eran muchos. Asimesmo es verdad que tomaban niños de teta por los brazos y los echaban arrojadizos cuanto podían, y otros desafueros y crueldades sin propósito que me ponían espanto, con otras innumerables que vi que serían largas de contar.

Ítem, vi que llamaban a los caciques y principales indios que viniesen de paz seguramente y prometiéndoles seguro, y en llegando, luego los quemaban. Y en mi presencia quemaron dos: el uno en Andón y el otro en Tumbala, y no fui parte para se lo estorbar que no los quemasen con cuanto les prediqué. Y según Dios y mi conciencia, en cuanto yo puedo alcanzar, no por otra causa, sino por estos malos tratamientos, como claro parece a todos, se alzaron y levantaron los indios del Perú, y con mucha causa que se les ha dado, porque ninguna verdad les han tratado ni palabra guardado, sino que contra toda razón y justicia tiranamente los han destruido con toda la tierra, haciéndoles tales obras que han determinado antes de morir que semejantes obras sufrir.

Ítem, digo que por la relación de los indios hay mucho más oro escondido que manifestado, el cual por las injusticias y crueldades que los españoles hicieron no lo han querido descubrir ni lo descubrirán mientras recibieren tales tratamientos; antes querrán morir como los pasados, en lo cual Dios Nuestro Señor ha sido mucho ofendido y Su Majestad muy deservido y defraudado en perder tal tierra que podía dar buenamente de comer a toda Castilla, la cual será harto dificultosa y costosa a mi ver de la recuperar.

Todas estas son sus palabras del dicho religioso formales, y vienen también firmadas del obispo de México, dando testimonio de que todo esto afirmaba el dicho padre fray Marcos. Hase de considerar aquí lo que este padre dice que vido, porque fue en cincuenta o cien leguas de tierra y ha nueve o diez años, porque era a los principios y había muy pocos, que al sonido del oro fueron cuatro y cinco mil españoles y se extendieron por muchos y grandes reinos y provincias más de quinientas y setecientas leguas, que las tienen todas asoladas, perpetrando las dichas obras y otras más fieras y crueles. Verdaderamente desde entonces acá hasta hoy más de mil veces más se ha destruido y asolado de ánimas que las que ha contado, y con menos temor de Dios y del Rey y piedad han destruido grandísima parte del linaje humano. Más faltan y han muerto de aquellos reinos hasta hoy (y que hoy también los matan) en obra de diez años de cuatro cuentos de ánimas.

Pocos días ha que acañaverearon y mataron una gran reina, mujer del Inga, el que quedó por rey de aquellos reinos, al cual los cristianos, por sus tiranías, poniendo las manos en él, lo hicieron alzar y está alzado158. Y tomaron a la reina su mujer y contra toda justicia y razón la mataron (y aun dicen que estaba preñada) solamente por dar dolor a su marido. Si se hobiesen de contar las particulares crueldades y matanzas que los cristianos en aquellos reinos del Perú han cometido y cada día hoy cometen, sin duda ninguna serían espantables, y tantas que todo lo que hemos dicho de las otras partes se escureciese y pareciese poco, según la cantidad y gravedad dellas”.

Los detractores de Bartolomé de las Casas deben considerar que el fraile entregó al príncipe Felipe II un manuscrito en 1542, presentó su Relación al Consejo Real y en 1552 fue impreso en Sevilla con autorización real el documento, 20 años después el Virrey Toledo Informa la rey sobre la censura que se aplicó a este y otros libros de Bartolomé de las Casas, cuando la estrategia para justificar la Invasión era presentar a los Inkas como tiranos, siendo que para Bartolomé de las Casas los tiranos eran los españoles.

“Los libros del obispo de Chiapa y los demás impresos sin licencia de real consejo se irán recogiendo como V. M. lo manda…. Cuyos textos eran el corazón de los más frailes desto reino y con que más daño han hecho en él, y cierto que aunque no estuvieran impresos sin licencia de V.M. como están y por testigo que ni vió este reino ni vino a él, con tantas falsedades del hecho de las cosas y tantas ignorancias en materias de gobierno, había tan urgentes causas para recogerlos y haberlos mandado vedar vuestro real consejo, que en la dilación que en este se ha habido desde la Junta acá no es poco el daño que se ha seguido….. y aunque para hazellos parecer me aprovecho de las censuras de los ordinarios, como éstas no obligan a los frailes que son en cuyo poder hay más y los que con ellos hacen y han hecho mayor daño, sería menester alguna paulina o precepto de obediencia de sus mayores para sacárselos todos”, (Carta del Virrey Toledo al Rey, Cusco 24 de setiembre de 1572, Gobernantes del Perú: cartas y papeles, siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias, Roberto Levillier)

domingo, 23 de noviembre de 2025

ENTIDADES ASOCIATIVAS CULTORAS DE ARTE POPULAR PUNEÑO

 CUERDAS DEL LAGO, 

CUERDAS DEL ALMA

Por: Edgar Ariel Patrón Faggioni

En revista BRISAS, mayo 2024

 En 1967, se fundó Cuerdas del Lago en Lima, integrado por puneños residentes en la capital, que aún hoy cultivan la música y las danzas del altiplano. En marzo último hubo un emocionado reencuentro de sus integrantes.

P

or varios años, un grupo de puneños residentes en Lima se reunían para hacer música puneña, con instrumentos de cuerda.

José Patrón Manrique y Al­berto Faggioni Mallea, enterados de estas reuniones, creyeron con­veniente invitarlos a sus domici­lios. Transcurrida una corta eta­pa, Faggioni asumió la dirección de la estudiantina que habían fundado dada su innata capaci­dad musical.

Algún tiempo después, surgió la idea de visitar la ciudad de lca, aprovechando algunos días fe­riados. Festejando el aniversario de bodas del propio Faggioni, el 28 de julio de 1967, en un chifa de la ciudad, nació la idea de for­mar una institución de puneños residentes en Lima, acordando reunirnos en el domicilio de José Patrón, "el próximo sábado cuan­do retornemos a Lima".

Para esta reunión, convoca­mos a otros amigos puneños más. En efecto, con la concurrencia de unas 30 personas, se tomaron los siguientes acuerdos:

1. A propuesta de Ricardo Pa­nlagua Bueno, se aprobó denomi­nar a nuestra institución "Cuer­das del lago”.

2. Transitar por el ámbito cul­tural, preferentemente puneño.

3. Cultivar y difundir las dan­zas y músicas puneñas, además, del estudio de sus característi­cas más relevantes, teniendo en consideración que Puno es un pueblo heredero de importante historia y fuente inagotable de variadísima música popular, con sus correspondientes danzas, en el mayor de los casos.

Luego se eligió a la junta di­rectiva, conformada, como Pre­sidente, José Patrón Manrique; Secretario, Ricardo Paniagua Bueno; Tesorero, José Carrasco Iturry; Director de danzas, Aní­bal Paniagua Bueno y Director de música, Alberto Faggioni Mallea.

Para elegir el logotipo de nuestra institución, se convocó a un concurso en el que se presen­taron más de 25 propuestas y en asamblea general, se eligió al logo que tenía como figura principal al torito de Pucará, símbolo del arte y cultura puneña, propuesta por el socio Ariel Patrón Faggioni.

A partir de entonces, bajo el lema “Hacer conocer Puno y el Perú a través de su arte es obra de peruanidad", no solo se practi­có música, sino también la danza puneña, ambas con mucho esme­ro. Es necesario señalar que gran parte del vestuario de las danzas que se montaron, fueron elabora­das por los propios socios del club.

La primera actuación pública fue de la estudiantina, el 4 de no­viembre de 1967 con motivo del día de Puno en el Instituto Perua­no Norteamericano de Lima. Ese mismo día, en la noche, se grabó un disco de 45 rpm, en el sello Pa­norama.

Luego de algún tiempo de ensayo, se dio la oportunidad de presentar la llamerada junto al otro elenco de danzas costeñas en una función benéfica, orga­nizada por el Club de Leones de Miraflores. La presentación cau­só sensación por su colorido y perfecta ejecución.

Paulatinamente, se fueron sumando más asociados llegando a 70 entre músicos, danzari­nes y personal de apoyo.

Estudiantina Cuerdas del Lago

Con el paso del tiempo se fueron montando más danzas alcanzando 17; la exigencia era cada vez mayor, buscando la per­fección, teniéndose gran dominio en la ejecución, de las mismas.

Las presentaciones se hicie­ron cada vez más frecuentes, en Lima y provincias, entre las que se pueden mencionar por su trascendencia, la realizada con motivo del homenaje a las par­ticipantes en el Congreso Pana­mericano Femenino de Periodis­tas. Luego el 3 de agosto de 1971 se presentó en el Teatro Muni­cipal una función de gala de­nominada "Una noche de fol­clor peruano", compartiendo el escenario con los conjuntos Perú Negro, Ballet Peruano del Institu­to Nacional de Ballet y el Centro Qosqo de Arte Nativo. También tuvimos la oportunidad de com­partir escenario con el Ballet Okinawa de Japón y el Berioska de Rusia. Fuera de las presenta­ciones en Lima en los teatros Mu­nicipal, Segura, Santa Úrsula Y Felipe Pardo y Aliaga, entre otros, se realizaron también en Tarma, Huancayo, Chimbote, Huaraz y Huánuco.

En 1975, luego de varios me­ses de ensayo, la estudiantina grabó el LP Puno, Cuerdas del Lago, en el sello Virrey, recibien­do muchos elogios de la prensa. Fue calificado como el mejor disco folclórico del año y se con­sideró al sobre, tipo álbum, como fuera de serie en su concepción.

Fue en febrero de 1981 que al fin se concretó el ansiado via­je a Puno. Se realizaron dos pre­sentaciones. El 5 de febrero en el Teatro Municipal compartien­do escenario con el prestigioso conjunto local Centro Musical y Danzas Theodoro Valcárcel, y el 6 en el Coliseo Puno.

Dichas presentaciones re­cibieron muchos elogios, tanto de los concurrentes como de la prensa local.

En el aspecto cultural se con­taba con la revista Arusa, "nuestra voz" en lengua aimara, vocera de nuestra institución. En sus páginas escribían intelectuales notables, así como los socios de la institución.

Corina Pizano y José Carrasco. Pareja de Kajelo
Participó en el seminario de­nominado "El folklore como fe­nómeno cultural”, que congregó a conocidos estudiosos de folclore, alcanzando gran trascendencia y fue comentado ampliamente por la prensa.

Hizo la celebración de la "Cena puneña de Año Nuevo” en 1971. Fue una actividad inolvi­dable. Rápidamente se agotaron las entradas al Centro Comunal de la Unidad Vecinal del Rímac, donde se realizó la cena. El lo­cal fue especialmente decorado para la ocasión. Se ofreció una presentación del grupo de dan­zas y estudiantina; y del conjun­to electrónico recién formado, "Lake Strings", conformado por socios de la institución que ame­nizó el baile.

Como cena se sirvieron po­tajes puneños preparados por las señora socias y los concurrentes fueron atendidos por los jóvenes del club.

El "bautizo de la guagua de bizcocho”, realizado en noviem­bre y el "chiuchico” en carnava­les, fueron celebraciones costum­bristas puneñas que con gran entusiasmo se llevaban a cabo.

En el semanario Dominical del diario El Comercio del 24 de septiembre de 1974, se publicó una extensa nota sobre el Club Cultural Cuerdas del Lago. Lla­mó la atención de la prensa, las características sui generis de la institución, así como los lazos fa­miliares que unían a la mayoría de socios, lo estricto de su regla­mento y la mística de la que esta­ban imbuidos.        <>