CARLOS DANTE NAVA
Escribe. José Paniagua Núñez
P |
ocas
creaciones literarias, en nuestro medio, han calado hondo en el espíritu del
pueblo y perviven en el tiempo. Los poemas de Carlos Dante Nava: a 51 años de
su muerte -28 de septiembre de 1958- autor de “Orgullo Aymara”, tienen la
frescura musical de una madrugada con sol, y el candor azul que inspira el
cielo serrano.
Un
amigo del poeta y compañero de bohemia: el artista plástico, Simón Valencia
Melgar, me contó como nació el poema “Orgullo Aymara”. Versión que vale la pena
reproducirla en recuerdo y homenaje al más celebrado de los poetas puneños.
Dante,
tenía un cuarto de alquiler ubicado en la convergencia de las calles Deustua y
Tacna. Casa de la Profesora y también poeta, Agripina Gutiérrez Valdivia. Aquí,
se habrían escrito gran parte de los poemas de “Báquica Febril” y “Ayam Aru”; (El
espíritu está en la palabra). Aquí, los sueños del poeta se matizaron con la
realidad.
Pues
bien, en una de ésas bohemias nocturnas que Dante compartía con los pintores
Simón Valencia y Florentino Sosa, en la residencia del último (Calle Arequipa y
Huancané) por alguna circunstancia el poeta se encontró solo -“Qué solo que me
he quedado en esta sombra tan sola, huérfano de amigos y hermano de las
estrellas”- Y es aquí cuando se propuso buscar a sus amigos del Grupo “Orkopata”
que se reunían en la casa de Don Narciso Barrientos, Barrio “Orcapata” subiendo
por la Calle Lima, al costado del entonces llamado “Hospital San Juan de Dios”.
El poeta tocó la puerta y no tuvo respuesta. Había pasado la media noche. A
unos cien o doscientos metros de ese lugar, junto a un pozo de agua, se quedó
dormido. Se cuenta que al despertar sin ese malestar corporal que deja toda
borrachera, el poeta sacudió su rubia cabellera, extendió los brazos como
abrazando el horizonte, tendió la mirada al azul del Lago Titicaca, que desde
el barrio “Orcapata” se divisa perfectamente, y dijo en voz alta: “Soy un indio
fornido, de treinta años de acero”.
Dante
tenía justamente treinta años. Y ésta introducción del poema ”Orgullo Aimara”,
dicho en voz alta frente al paisaje mañanero, se fue elaborado en la mente del
poeta por un tiempo, hasta que una noche de té con trago de pisco, en una
“Té-te-ría” (establecimiento que antaño expendía dicho licor, llamando a sus
clientes con el “pito” que producía el vapor el agua hervida en un recipiente
de lata, colocado en la puerta del establecimiento: “Té con pito y alfajores,
por mirar a una huachafa”, escenario ubicado junto al Templo de “San Juan”, en
la “Plaza Pino”) donde el poeta declamó por vez primera ante un grupo de
amigos, su “Orgullo Aimara”.
Los
amigos aplaudieron. Ya no era novedad para ellos que el poeta supiera sus
versos de memoria; una virtud que sorprendía a los oyentes, como decía alguna
vez, el poeta Alberto Cuentas Zavala, “muchas veces, la juventud puneña,
arrancaba al poeta de las musas borrachas, para llevarlo al Teatro Municipal o al
Colegio San Carlos para escuchar de su voz ronca un ramillete de versos
musicales, y aplaudirlo a rabiar”.
Por
esos años, la vida cultural de Puno discurría activamente, entre las
actividades literarias y periodísticas del Grupo “Orkopata” liderado por los hermanos
Peralta, que publicaban “Boletín Titikaka”, “Tea”, “Voz Obrera”, “Don PP” y
otras revistas y periódicos.
Dante
Nava, era un activo colaborador de “INTI”, vocero eventual que dirigía Manuel
A. Quiroga quien fue uno de los fundadores de la Federación de Periodistas de
Puno y socio activo del Instituto Americano de Arte que, en esos años,
realizaba exposiciones de pintura y actuaciones culturales con la orquesta del
compositor Castor Vera Solano y su vocalista Asunción Garnica; el hermano del
poeta Tenor Alfredo Nava, los pianistas don José Solórzano Castilla o las
hermanas Sosa Secchy; las declamadoras Blanquita Arce y Alejandrina Segovia, y
otras personalidades del mundo artístico de ese momento.
Fue
por esos años que, a invitación de su Presidente el Dr. Amadeo Landaeta
Basadre, ingresamos al Instituto y tuvimos la suerte de participar en esas
giras.
El "gringo" Nava |
En
ese panorama de aldea en tránsito a ciudad; de “pueblucho pintoresco y culto”,
como lo llamara en uno de sus artículos periodísticos el famoso Federico More,
había nacido “Orgullo Aymara”, poema universal que vale por su propio contenido
y que a la muerte del poeta, la “Sociedad Intelectual Chaski”, levanta un obelisco
en la Plaza que hoy lleva su nombre, para colocarlo en una placa de bronce.
Años después, se remodela ese escenario y se levanta la alegoría al poema, que
hoy ostenta. Y éste es el único lugar seguramente del Perú o del mundo, donde
se levanta un monumento a un poema, antes que al poeta, al decir del “Cholo Nieto”,
cuando visitamos la tumba del “gringo” Nava.
Esta
evocación del poeta amigo y de sus versos, me permiten hoy día, interpretar
desde un punto de vista muy personal; el ya inmortal poema: “Orgullo Aymara”;
que a la fecha tiene más de medio siglo de vigencia.
“Soy un indio fornido de treinta años de acero
Forjado sobre el yunque de la meseta andina
En los martillos fúlgidos del relámpago herrero
Y en la Sol entraña de su fragua divina.
Aquí,
el poeta Nava, hijo de un inmigrante Italiano y madre peruana, nacido en Lima
–Distrito de Barranco- adquiere una identidad netamente puneña. Ha formado su
vocación de escritor autodidacta y libre como el viento, en el marco de un
pueblo que se levanta a orillas del lago más alto navegable del mundo: El
Titicaca. El poeta, se siente un indio más dentro el mundo andino; es parte del
sol y del relámpago que dinamiza la vida silvestre del escenario altiplánico y
el despertar de un pueblo urbano, que en esos momentos, vivía una efervescencia
cultural sin precedentes:
“El lago Titikaka templó mi cuerpo fiero
En los pañales tibios de su agua cristalina
Me amamantó la ubre de un torvo ventisquero
Y fue mi cuna blanda la más pétrea colina.
La
descripción poética del hombre y su vivencia, no puede ser más elocuente. En
ese diario compartir con los diversos matices del agreste clima serrano, se
vive esa fusión hombre-medio telúrico, descubriendo muchas bondades en su
entorno, que se traducen en música y poesía. La formación del poeta, al
abandonar sus estudios del Centro Escolar 881 que dirigía el Profesor José Antonio
Encinas, tiene un permanente vínculo con hombres y mujeres que están de paso
por la ciudad y se alojan en el entonces “Hotel Nava” de su padre, ubicado
entre la Av. La Torre y el Mercado Central. Su contacto con la vida intelectual
de Puno, su vínculo con Editoriales de
Argentina
y Bolivia, cuyos libros distribuía, previa lectura, y el impacto del clima duro
y tonificante, fortalece el espíritu creativo y original del poeta, que en
forma sencilla y espontánea facture versos que describen el binomio
“hombre-paisaje”:
“Las montañas membrudas educaron mis músculos,
Me dio la tierra mía su roqueña cultura,
Alegría las albas y murria los crepúsculos.
Y
es que la “Poemática de Nava –al decir de Vicente Achata Vargas- es
revolucionaria, antes que vernacular; poesía cuya hondura es el dolor étnico,
el dolor del hombre del Ande, de paradójica existencia, que tiene por cuna
blanda la más pétrea colina. Pero al mismo tiempo, poesía de un ideal romántico
que sueña para esta querida tierra unos superhombres de Nietzche”:
“Cuando surja mi raza
que es la raza más rara,
Nacerá el superhombre de progenie más pura,
Para que sepa el mundo lo que vale el aimara.
De
esta manera el poema “Orgullo Aimara”, es un homenaje a al hombre del
Altiplano, a su existencia de miles de años dominando la naturaleza, a sus
condiciones especiales de supervivencia a más de cinco mil metros de altura
sobre el nivel del mar, a su trabajo de domesticador de animales nativos, a su
fortaleza agraria que cultiva su alimentación y enseña a conservarla o
deshidratarla como ocurre con las diversas variedades de papa, y a su condición
de motor humano, que desde tiempos remotos a nuestros días, es un engranaje más
en la explotación minera de los países del tercer mundo. Es el llamado “indio”,
una raza que no se ha extinguido y actualmente mantiene sus condiciones de
“superhombre” en muchos aspectos del trabajo manual e intelectual. Son gentes
del Altiplano peruano-boliviano que inclusive en los centros de explotación petrolera,
muestran su formación y resistencia a los embates climáticos de este
Continente.
Inspirado
en ellos, creo que ha nacido el “Orgullo Aimara” de nuestro poeta. Y mientras
algunos piensan que “Orgullo Aimara”, fue inspirado por la vida y las
actividades políticas de su amigo, el viejo luchador aprista Manuel A. Quiroga.
Nosotros recogemos textualmente lo que él escribió sobre el poeta: “Dante Nava,
el poeta culminante mas indio, es quién en dos cintarazos de luz arrancados del
relámpago, del rayo restallante ha dicho lo que vale el porvenir de la raza, al
esculpir sobre los Andes su gran poema “Orgullo Aimara”. <:>