sábado, 25 de octubre de 2025

PERU: JUECES INTERVIENEN EN PROCESO ELECTORAL

 LA FARSA JUDICIAL: BERMEJO Y EL TERRORISMO INVENTADO

Por Hans Mejia Guerrero
La condena de 15 años a Guillermo Bermejo por "pertenencia a Sendero Luminoso" constituye el epítome de una estrategia orquestada para secuestrar la democracia peruana. Resulta grotesco que se condene a un ciudadano por integrar una organización que, en su período de actividad real, coincidió con su infancia y adolescencia. Tras dos absoluciones previas por idénticas acusaciones, ¿qué "pruebas irrefutables" aparecen milagrosamente ahora, justo cuando Bermejo se perfila como candidato presidencial para 2026? La respuesta es evidente: cero pruebas materiales y mucha conveniencia política.
Este veredicto es puro lawfare, un gatillo judicial accionado para eliminar opositores incómodos. La narrativa del "terrorismo" resurge cínicamente como un comodín para criminalizar la disidencia y justificar un estado de excepción permanente que beneficia a la ultraderecha. Mientras se condena a un congresista con testimonios amañados, se absuelve a corruptos emblemáticos con pruebas contundentes en su contra. Esta justicia bifronte revela el verdadero objetivo: mantener a Perú como patio trasero de intereses geopolíticos y un modelo económico que beneficia a unas élites rapaces.
El mensaje es claro: el poder no quiere elecciones libres, sino una pantomima donde solo compitan quienes se sometan. Es la muerte lenta de la democracia, donde el miedo y la manipulación reemplazan a la voluntad popular. ¿Hasta cuándo permitiremos que el terruqueo sea la principal herramienta de gobierno? La condena a Bermejo no es justicia: es el síntoma de una democracia gravemente enferma.
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Diario UNO:

EL CLAN QUISPE PALOMINO NO ES SL: TESTIMONIO DE CÓMO ARRIOLA HABRÍA FABRICADO LA ACUSACIÓN CONTRA BERMEJO.

Jaime Antezana Rivera

El congresista Guillermo Bermejo ha sido sentenciado a 15 años de prisión efectiva. ¿Cuál es la imputación qué le hizo la fiscal? De haberse afiliado a una organización terrorista. Más concretamente, de "mantener vínculos con los remanentes de Sendero Luminoso en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro". (Infobae 24/10/25).

¿Es cierta la imputación de la afiliación a SL o una facción de esta en el Vraem? Categóricamente, no es cierta esa imputación. ¿Por qué? Porque los elementos residuales de SL post derrota (1992) y la captura de "Feliciano", se reconvirtió al narcotráfico. Más específicamente, entre 2002 al 2009, se convirtió en una narco-organización armada. Sobre ese asunto volveremos después.

Vayamos a la imputación fiscal que el Poder Judicial toma como pruebas fehacientes para condenar a prisión efectiva por 15 años a Bermejo, la misma que se basa en una investigación de la Dircote cuando el hoy general Óscar Arriola era su jefe. Al respecto, hemos recogido un testimonio de un ex colaborador de ese organismo respecto a la supuesta afiliación de Bermejo al narco-grupo armado de alias "José".

Veamos el testimonio:

"Eso es mentira. Es un invento de Arriola. (Él) Arriola ofrecía dinero y seguridad para los que lo incriminen (a Bermejo y otros). Eso nos dijo Arriola a todos los que estábamos en ese momento (en la Dircote).

Es Mery (una exmiembro de esa organización) la que se prestó como colaboradora. Lo de Mery lo hicieron publico ... están varios porque Arriola ofreció asi: “¿quieren plata?, digan nomas cuanto quieren”.

A raíz de eso, le cuadre a Arriola. Le dije: 'usted está usando audios y declaraciones para hacer público'. Me dijo, “no. La fiscalia lo soltó' ".

Saquen sus conclusiones del papel que habría jugado el general Arriola en obtener colaboradores eficaces a jóvenes, que fueron parte del narco-grupo armado de "José", mal llamado Militarizado Partido Comunista o remanente senderista, para que acusen de afiliación al "terrorismo" o a los inexistentes "remanentes" de SL a Bermejo.

Pero hay que ir al fondo de lo que significa y a donde apunta la sentencia en cuestión. Resulta que con esa sentencia, más allá de Bermejo, el Poder Judicial está reconociendo al narco-grupo armado del clan Quispe Palomino como si fuera Sendero Luminoso o una facción de esta, precisamente en pleno contexto contexto pre-electoral de las elecciones generales de 2026.

¿A dónde apunta está sentencia? Con esa verdad jurídica, una organización armada del narcotráfico que ha servido al fujimorismo con emboscadas exprés a militares (2011 y 2016) y una masacre a civiles (2021) antes de la primera y segunda vuelta de las elecciones generales, ha pasado a ser una organización terrorista o senderista o una facción de ella. Y sus acciones vinculadas al crimen organizado de las drogas serán consideradas acciones terroristas.

En suma, eso apunta al terruqueo y a -como hemos dado cuenta antes- tipificar como una expansión de esta supuesta facción de SL a Tarapoto y Campanilla, en la región San Martín, y a Aucayacu, en Tingo María, en Huánuco, en donde han aparecido banderas con la hoz y el martillo y pintas con la marca del Vraem.

Verónica Mendoza

Para esto le sirve el terruqueo a la coalición mafiosa: para anular políticamente a sus opositores. Esta vez pretenden sacar de carrera a un precandidato presidencial y privarlo de su libertad reciclando un caso que ya fue ANULADO 2 veces por la Corte Suprema.

OPINION: LA COYUNTURA POLITICA EN EL PERU

EL MIEDO LES MUERDE LAS ENTRAÑAS  

Por Gustavo Espinoza M.

26OCT25

D

esde hace un buen tiempo las autoridades peruanas han venido decretando el “Estado de Emergencia” en distintas localidades del país. En Pataz, por ejemplo, se valieron de él apenas comenzó el desborde delictivo, que luego se afirmó y creció a la sombra de nadie sabe quién.

 Pero en la capital de la República, el Estado de Emergencia se usó de manera selectiva en determinados distritos de la capital, los antiguos “cinturones de miseria”, como se les llamaba a San Martín de Porras, San Juan de Lurigancho, Puente de Piedra, Carabayllo y otros, que fueron escenario de un mismo ritual: declaración formal del “Estado de Emergencia”, desplazamiento ostentoso de algunas unidades militares, anuncio de “redadas” y “captura de bandas”, varias de las cuales eran inexistentes.

 Al margen de todos estos “operativos”, las acciones delictivas crecieron, aumentó el número de asesinatos, se incrementaron las extorsiones, se registraron cada vez más víctimas, fluyeron amenazas sobre comerciantes, transportistas, colegios, vendedores informales, y otros. Cada vez, puntualmente, los “Estados de Emergencia” se fueron renovando con los mismos resultados; más emergencia, y más delitos, más víctimas y más muerte.

 Pues bien, ahora, el gobierno del señor Jerí ha vuelto a lo mismo, sólo con un discurso más rimbombante y altanero, “A la ofensiva”, como le gusta subrayar. Y, ostentosamente ha ampliado el radio de esa emergencia para incorporar en ella a toda la ciudad capital más la Provincia Constitucional del Callao.

 Y para que la gente crea que no está hablando en vano, ha sumado a esta declaración algunas “movidas” que, en el fondo no han sido otra cosa sino cambios de estilo: hizo múltiples reuniones con diversos actores del proceso social, visitó los Penales para amenazar a los  presos a los que tuvo en el suelo para que se den  cuenta que “ya perdieron”, felicitó a la Policía para saludar “su heroísmo”, convocó al Acuerdo Nacional, concertó con sus ministros, pidió al Congreso “facultades delegadas”; en fin, buscó a todos, menos a los trabajadores, a los estudiantes, ni a las víctimas de la represión. Para ellos, le faltó tiempo.

 Y ya, en el cenit de su gobernabilidad, cuando debía demostrar que estaba “hablando en serio” y que por eso mismo no usaba palabras sino acciones, dio su “Mensaje a la Nación”: 49 segundos, duró la perorata, Fue esa, sin duda, la manera de demostrar que él y Dina, no eran lo mismo: el último mensaje de Dina al Congreso, y a la Nación duró 4 horas y 52 minutos.  Vale, sin embargo, en este fárrago de “acciones”, aludir a algunos elementos que debieran ser considerados:

 Cuando un gobierno es débil y se siente acorralado, confunde la seguridad ciudadana, con su propia seguridad.  Cree entonces que proteger a la ciudadanía, es poner a 7 mil policías armados hasta los dientes custodiando “objetivos estratégicos del Estado”, es decir el Congreso de la República y Palacio de Gobierno.  Así de simple.

 Hoy, el país sabe que la Policía Nacional dispone en Lima, una ciudad de 11 millones de habitantes, apenas de 89 vehículos para rondas y tareas de patrulla; que los policías tienen que comprar su propio “chaleco antibalas”, porque el Estado no les proporciona ninguno; que deben adquirir sus propias balas. porque los fusiles que les entregara el régimen depuesto carecían de ellas; que tienen ellos mismos que adquirir las pistolas que usen; aunque deben “inscribirlas” como si pertenecieran a la unidad de la que forman parte. Lo único que les dan, es una canasta de víveres, en gratitud, porque si no hubiesen estado allí el 15 de octubre, la gente habría sacado a patadas a “los dueños del Poder”

 Sin duda, estamos hablando de los policías “de abajo”, esos que tiran las bombas lacrimógenas” y golpean a la gente. Porque si se trata de “Los Mandos” la situación es diferente, Como es público, ahora reciben automóviles “de alta gama” porque necesitan “coches veloces” (pareciera que piensan en la hora de huir), a más de varios otros beneficios.  

 El otro tema es la tendencia clásica a cebarse con los más débiles, con quienes no pueden defenderse. Nos referimos a los que están privados de su libertad. Lo que se busca, es simplemente martirizarlos, hacerles la vida imposible. Y eso, tampoco tiene sentido. En los Penales pueden haber 10, 50 o 100 delincuentes que trabajan desde allí en conexión con sus bandas para cometer nuevos delitos. Pero hay más de 100 mil presos. ¿A todos hay que castigarlos igual entonces? Si eso se hace, objetivamente se alientan las fugas, o los motines carcelarios. ¿A dónde conduce eso? Tan solo a acrecentar la violencia.  

 Por lo demás, está claro que la Fuerza Armada no está preparada para enfrentar una “ola delictiva”. Con tanques y cañones no se enfrenta la extorsión ni el sicariato, ni tampoco se le derrota con barricadas ni trincheras. El “Estado de Emergencia”, entonces, persigue otros objetivos. Lo que busca es intimidar a la población, paralizarla, impedir que se exprese, porque se sabe que lo hará en sentido contrario al rumbo oficial. Y eso, es lo que se busca impedir.

 De alguna manera eso se ha dejado entrever en la presentación del “Gabinete Álvarez” en el Congreso de la República el miércoles pasado. Ahí si hubo muchas palabras y lluvia de promesas. Innecesarias, quizá, porque después de todo, el “voto de confianza” estaba cantado.  La “mayoría parlamentaria” -esta vez liderada por Rospigliosi- no hizo sino “subirse al carro” y anexarse a la locomotora de 38 años que preside hoy el Ejecutivo.

 Y lo hizo, naturalmente, sin abdicar de sus “prerrogativas”. ¿Cuáles? En primer lugar, llamar “senderista” al asesinado Ruiz Sáenz para liberar de culpa -y sanción- al oficial Magallanes en cuyo beneficio idearon todas las leyendas posibles, asegurando que disparó en defensa de su vida porque “estaba a punto de ser linchado” y además, lo hizo al cielo, sólo que como era de noche y éste estaba cerrado, la bala rebotó al suelo y como éste era de cemento, se alzó otra vez para alojarse por pura casualidad en el cuerpo de este “subversivo”.  Y es que Magallanes, ahora, es “un héroe”, el prototipo de lo que debe ser un Policía “que cumple su deber”, es decir, que “matas senderistas”.

 Si a eso añadimos la inaceptable condena de 15 años de prisión dictada contra Guillermo Bermejo, tendremos la idea redonda del terror que invade a la clase dominante. En su desesperación, y a sabiendas que habrá de perder cualquier consulta electoral elementalmente democrática invierte el papel de “la prueba” y sostiene que el acusado, “no pudo demostrar su inocencia” ante “las acusaciones plateadas”

 Es el miedo -que les muerde las entrañas- el que acciona esta política. Y es que al final de este túnel no se ve la paz, sino la muerte. <> 

viernes, 24 de octubre de 2025

COMO VE HILDEBRANDT EL MOMENTO POLITICO EN EL PERU

 LA CALMA ME QUIERE QUIETO

César Hildebrandt

En HILDEBRANDDT EN SUS TRECE Nº 755 23OCT25

T

rato de entender, de renunciar a los adjetivos, de hacerme budista, de leer poesía. Intento la calma.

Pero entonces viene el TC y le lava los pies a Keiko Fujimori y el tribuno Gutiérrez Ticse bebe de esa agua resultante y, atragantándose por la emoción, grita ¡aleluya! Lo que ha hecho el TC es traerse abajo el sistema judicial, la Constitución que debió defender, la autonomía de los procesos en curso. Cuando recuperemos la decencia, esos abogados terminarán en la cárcel. Al diablo, entonces, con la calma.

Y resulta que la Junta Nacional de Justicia, nombrada por una comisión que presidió alias Defensor del Pueblo -nombrado por el congreso del hampa-, decide no acatar el fallo judicial que ordenó la reposición de Delia Espinoza como Fiscal de la Nación. La JNJ le dice al PJ: me zurro en ti, estoy protegida, eres muy poca cosa. Son los tiempos recios de los barracones.

Qué calma ni qué ocho cuartos.

Sale el señor Jerí y lanza un mensaje a la nación de 51 segundos. Necesitó teleprónter para decir lo que dijo, que no es otra cosa que prohibir las manifestaciones con el pretexto de combatir la delincuencia. Digámoslo claro: si de verdad quisiera combatir la delincuencia, tendría que cerrar el con­greso. Como eso no es posible, fingirá que gobierna en estilo TikTok mientras Ernesto Álvarez, con pinta de calabaza de Halloween, se yergue como el verdadero presidente.

Y después de que Rospigliosi terruquea al muerto y no pide perdón por ser tan infame, sale el jefe de la policía a decir que el que disparó es un héroe de la institución y que cuenta con todo su apoyo. Pero este general, ¿no es el mismo que delató al del gatillo fácil y reconoció el crimen? Sí, es el mismo. Pero ahora se siente empoderado.

La calma se burla de mí.

José Luna se arrima al fallo del TC sobre Fujimori para pedir lo mismo: trato personalizado. Los congresistas que el oro ilegal banca con sangre exi­gen ahora que el Reinfo se amplíe hasta el año 2029 y que los 50,000 registros excluidos sean revisados. Es un canje de lingotes por leyes. Es Methustrato, el rey fenicio, con la cara de Guido Bellido y el fondo de un socavón repleto de cadáveres.

Pero hav más en esta semana pródiga: el Consejo Fiscal ha advertido, en una conferencia de prensa sin precedentes, que las 101 leyes que el congreso del hampa aprobó por in­sistencia tendrán un impacto de 35,795 millones de soles sobre el equilibrio de la hacienda pública. Y que hay 352 propuestas legislativas que, de aprobarse, seguirán presio­nando las finanzas del Estado. Diez de ellas supondrían 25 mil millones de soles de incremento presupuestal, con lo que el Consejo Fiscal, a través de una simulación computacional, señala que el déficit fiscal podría llegar a 3,6% este año y a 6,4% en una década (dado el incremento de la deuda pública).

La derecha no ve esto. La derecha no lee, no piensa, no reflexiona. La derecha se vistió de huachimán, con­trajo un palo, vigila el orden público y ha encontrado en Rospigliosi un sicario per­fecto. Y a la izquierda se la llevó el viento, la arruinó la viudez: se quedó sin Pekín, sin Moscú, sin Tirana. Le quedó Sarratea.

Lo que nos queda es el país que no acepta esta basura, el pueblo que se resiste, la nación olvida­da. Lo que nos queda es la santa indignación, la santa calle, el grito del hastío y el coro del asco en reunión plenaria. Eso es lo que nos quieren quitar el señor del bividí y su primer ministro. Nos queda seguir peleando desde donde podamos en contra de la mafia que se ha apoderado del gobierno, que nos extor­siona con sus amenazas y que ahora, en bluyín y mangas de camisa, simula pelear contra el crimen que tan bien encarna.


Que la calma no me venga a hacer insinuaciones.
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TRANSFUGUISMO POLITICO EN EL PERÚ

 PRÁCTICAS RECURRENTES DE CAMBIO IDEOLOGICO-POLITICO EN LA REALIDAD PERUANA

Por: Jorge Luis Choque

1AGO25

E

l transfuguismo constituye uno de los problemas más persistentes y dañinos en la política peruana. Esta práctica se manifiesta cuando congresistas, elegidos por una bancada, deciden abandonarla para integrarse a otra, traicionando el mandato popular que los llevó al poder. Lo más preocupante es que estos cambios raramente obedecen a una legítima evolución ideológica o a discrepancias políticas genuinas; por el contrario, suelen estar motivados por intereses personales, beneficios económicos o ambiciones de poder, encubriendo en muchos casos actos de corrupción y acuerdos oscuros.

Cuando un parlamentario renuncia a la organización política por la que fue elegido, rompe el pacto con sus electores y traiciona los principios e ideas que esa agrupación representa. Este acto vulnera gravemente la legitimidad de la representación democrática. Como señaló John Locke en su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, el poder de los gobernantes emana del consentimiento de los gobernados, y dicho consentimiento se basa en la confianza. El transfuguismo, al quebrar unilateralmente ese contrato social, defrauda a los ciudadanos que, con su voto, legitimaron una determinada propuesta política. De este modo, la identidad partidaria deja de ser una convicción para convertirse en una mercancía, lista para ser cambiada al mejor postor. Y el escaño parlamentario, lejos de ser una tribuna de representación ciudadana, se transforma en una cómoda plataforma de lanzamiento para ambiciones personales, tan volátiles como convenientes. La democracia, por supuesto, asiste al espectáculo atada de manos, mientras la dignidad política se subasta al mejor postor.

Cinismo e inestabilidad política

Más allá de la traición al votante, el transfuguismo introduce un elemento de inestabilidad y precariedad en el escenario político. Debilita las alianzas, socava la cohesión ideológica y alimenta la sospecha sobre las verdaderas motivaciones de los actores políticos. Maquiavelo, quien abordó el poder desde una perspectiva realista, advertía que “es mucho más seguro ser temido que amado, si no se puede ser ambas cosas”. Sin embargo, el tránsfuga no genera ni temor ni respeto: provoca desprecio, al ser visto como un oportunista sin principios. Su conducta debilita a los partidos políticos, impide la construcción de proyectos a largo plazo y limita la posibilidad de ofrecer alternativas coherentes a la ciudadanía. En este contexto, la lealtad se vuelve un bien escaso y la previsibilidad política, una utopía.

Caso Rospigliosi en la actualidad
Como afirmó el propio Maquiavelo: “La felonía y la deslealtad harán ganar poder, pero no la gloria”. En la misma línea, Mario Vargas Llosa sentenció: “El transfuguismo es una de las lacras que más daño hace a la democracia, porque pervierte la voluntad popular y debilita a los partidos políticos.”

Un fenómeno con antecedentes oscuros

El transfuguismo en Perú nació durante el gobierno de Alberto Fujimori en el año 2000, cuando, tras perder la mayoría parlamentaria, él y su asesor Vladimiro Montesinos implementaron el "Plan Reclutamiento", que consistía en la compra de congresistas con dinero público para asegurar el control legislativo. Esta práctica, expuesta por los infames "Vladivideos", sentó un precedente negativo que ha perdurado en gobiernos posteriores; bajo la orquestación de Montesinos, la lealtad congresal dejó de ser un valor político para convertirse en un artículo de lujo, pagado en efectivo y grabado en video, con congresistas que, pese a su supuesto compromiso con la patria, no dudaron en cambiar de bancada o actuar como "topos" bien remunerados, manipulando la representación parlamentaria como si fuera un casting y transformando a la mayoría en "vedettes obedientes" que aplaudían al régimen al ritmo dictado por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).

Este antecedente demuestra que el transfuguismo no es simplemente un cambio de posición política, sino una práctica profundamente nociva. Corroe la ética pública, deteriora la confianza ciudadana y destruye la credibilidad de los partidos. Fomenta el oportunismo, desvirtúa la representación democrática y alimenta la percepción de que la política es un juego sucio, donde los principios son negociables, la moralidad es un obstáculo y la integridad, una debilidad.

Mahatma Gandhi, con su inquebrantable compromiso con la verdad y la no violencia, advirtió claramente: "La política sin principios es uno de los siete pecados sociales." De manera similar, y reflejando una realidad desalentadora, José Luis Ayala afirmó: "Eso de que otorongo no come a otorongo, es verdad. ¿Qué se puede esperar de un Congreso que aloja a una gran cantidad de tránsfugas? Nada."

El transfuguismo no solo traiciona al electorado; degrada la política misma. <:>

Caso Haya, en el pasado. De izquierda a derecha


jueves, 23 de octubre de 2025

VIAJEROS FAMOSOS QUE PASARON POR PUNO: PAUL MARCOY

 “UNA CEREMONIA NÁUTICA”

El asombroso relato del viajero, artista y narrador francés PAUL MARCOY de su viaje a PUNO alrededor de 1850 para presenciar el lanzamiento de la goleta “INDEPENDENCIA”

Recopilación y traducción del francés por Augusto Dreyer Costa       

C

erca de Islay, Arequipa. El mensajero del cónsul británico residente en Islay, tan pronto al desmontar de la mula, me preguntó si yo era realmente el señor Marcoy, como si una sustitución de individuo hubiera sido posible en medio de estas soledades y, al recibir mi respuesta afirmativa, sacó del forro de su sombrero, que le servía de cartera, una carta dirigida a mí, que abrí con presteza:

 Amigo francés, me dirijo a Puno para supervisar el lanzamiento de una goleta de cuarenta toneladas, que envié el año pasado por piezas y a medias con un comerciante de esa ciudad, don Pascual Matara. Esa embarcación de nombre “Independencia” será destinada a la navegación y al cabotaje en el lago Titicaca. Como no tendrá muchas oportunidades de ver el casco de un barco flotando a 3812 metros sobre el océano, le insto a aprovechar al mozo y la mula que les envío para que vengan a reunirse conmigo. Es el 1 de enero cuando nuestra goleta debe ser botada. Un viaje así solo puede ofrecerle placer, sobre todo si hace por Huallata en lugar de pasar por Cuevillas, y se detiene en casa de Peters Reegle, mi compatriota, a quien le dará un verdadero placer mostrarle su zoológico y ofrecerle la cena.  Hasta pronto, THÉOBALD SAUNDERS.

 Una vez leída la epístola, le pregunté al mozo cuántas leguas nos separaban de Puno, a fin de juzgar si la propuesta del cónsul británico era o no aceptable.

Paul Marcoy, Burdeos, Francia, 1815-1887.
Eso depende, me respondió, del camino que tome el señor para llegar allí. Si atraviesa la pampa de Islay y entra en la Sierra por Cangallo y Apo, tendrá que recorrer setenta y tres leguas, es decir, ocho días de viaje; pero si bordea el valle de Tambo, luego cruza la pampa Colorada y llega a la Cordillera por las alturas de Yarabamba, ahorrará dieciocho leguas, es decir, dos días de marcha. Opto por este último camino, ya que es el más corto, le dije al hombre. Solo que, en lugar de ir por Cuevillas, pasaremos por Huallata; tengo que ver a un amigo del Sr. Saunders. Lo conozco, es el señor Reegle, un inglés que vive en una linda casa. Muy bien Ahora, ¿cree que podría llegar a Puno el 1 de enero, ya que estamos el 24 de diciembre? ¡Válgame Dios!, exclama el mozo, ¡es poco tiempo en efecto, y el camino es muy largo! Pero no importa, respondo con mi cabeza que el señor llegará a su destino el 31 de diciembre antes de medianoche, si me permite conducirlo a mi manera. ¿Y cuál es el precio del viaje? ¡Oh, señor, solo serán dieciocho piastras! ¡Qué, sinvergüenza! Pero eso es el doble de la tarifa habitual. Sin embargo, le informé que si no llegaba a Puno para el 31 de diciembre, solo recibiría diez piastras.

A dos leguas de Juliaca, mi guía me mostró a nuestra izquierda, escondido en un pliegue del terreno, el pueblo de Atuncolla, famoso por las alfombras de pelo que sus habitantes fabrican desde tiempo inmemorial. La laguna de Atuncolla, que bordeamos a poca distancia, disipó con la antigüedad de sus recuerdos la impresión de frialdad que me había dejado el pueblo. Es en esta laguna, cuya circunferencia es de cuatro leguas, donde se elevaba antiguamente el palacio del Gran Colla. Partiendo a las cinco de la tarde de Paucarcolla, hicimos nuestra entrada en la ciudad de Puno a las diez de la noche, ciudad que los mapas modernos califican pomposamente de "heroica y bien merecida". La heroica ciudad, por solo darle el primero de sus títulos, estaba negra como la boca de un horno cuando entramos en ella. Pero, al avanzar hacia la plaza Mayor, las chicherías abiertas y las luces que brillaban en las ventanas nos enseñaron que los habitantes, por respeto a la solemnidad del día siguiente, habían roto momentáneamente con su costumbre de acostarse al mismo tiempo que el sol. Mi guía, que conocía de sobra los hábitos del cónsul inglés, fue a llamar a la puerta de uno de sus corresponsales donde esperaba encontrarlo, y su espera no fue en vano. Cinco minutos después, el Sr. Saunders me estrechaba la mano, y, sin piedad sin tomar en cuenta mi atuendo, me introdujo en el salón de su amigo, donde grupos dispersos conversaban alegremente chocando sus copas. El dueño de la casa, un indigena gordo y florido, tipo y vestimenta quechua de lo más característico, vino a nuestro encuentro y, sin esperar a que yo lo saludara, me ofreció ingenuamente brindar con él. Cumplida esta formalidad, me presentó a su esposa, una matrona gorda y severo cuya sangre serrana me pareció pura, sin mezcla alguna; al enterarse por su marido de que acabábamos de beber a nuestras respectivas salud, la mujer, para mostrarme a su vez la estima que hacía de mi persona, llenó un vaso de aguardiente de pisco, bebió previamente la mitad y me rogó que terminara el resto; atrapado, no pude hacer otra cosa que obedecer. Como le expresé discretamente a Mr. Saunders mi asombro al encontrarlo en tal compañía, me informó de manera no menos discreta que los esposos Matara, cuyo color y modales parecían sorprenderme, eran el padrino y la madrina de la goleta que se botaría al día siguiente; que a esta cualidad, añadían la de propietarios del buque por la mitad de su valor; que poseían, además, ocho casas en la ciudad y cinco en el campo, un lavadero de oro, una mina de sal, dos minas de plata, y probablemente le darían a su única hija, al casarla, una dote de un millón de piastras (5 millones de francos).

 Pedí ver esa perla de las herederas, y el cónsul me señaló con la mirada a una doncella de tez morena, viva imagen de su padre. Dos o tres admiradores de los valles, de color oscuro, le decían galantes palabras a la bella, que reía a carcajadas, mientras sorbía los vasos de aguardiente que cada uno de sus pretendientes le ofrecía por turno, bajo la forma de un madrigal. Mientras conversaba en voz baja con el cónsul, sentí que me tiraban del poncho; me volví y vi a la señora Matara, quien, con un gesto amable, me invitaba a sentarme cerca de ella. Después de algunas preguntas sobre Francia y España, que ingenuamente creía que pertenecían al continente americano y formaban un solo pueblo, me preguntó si cantaba acompañándome con la guitarra. Le respondí que nunca había unido mi voz a los dulces sonidos de ese instrumento. Mientras se asombraba de semejante indiferencia, me contó que su hija era una virtuosa de primera categoría, y, para que yo pudiera juzgarlo por mí mismo, llamó a esta última, que en ese momento jugaba a la mano caliente con el más joven de sus admiradores.

 Acércate, no lo toques, le dijo su madre, aquí tienes un chapetón de Francia que tendrá placer en escucharte cantar. Monsieur es muy amable, replicó ella, solo que no sé nada lo suficientemente hermoso para él. Vamos, no hagas tonterías, Anita, dijo la madre, canta el yaraví del padre Lersundi. Intimada a obedecer, Anita descolgó la guitarra con aire hosco y, mientras la afinaba, le pregunté a la señora Matara quién era ese padre Lersundi, cuyo nombre revivía en un canto nacional. “Un excomulgado”, un hombre que, sin respeto por el hábito sagrado que vestía, se enamoró locamente de una joven de su parroquia. Ella, habiendo muerto, fue enterrada; pero el padre Lersundi le había dado la orden al sepulturero, quien, la noche siguiente, sacó el ataúd de la fosa y lo llevó secretamente a casa del cura. Entonces, este destapó el cajón, retiró el cadáver y, habiéndolo sentado en un sillón rodeado de cirios, se postró ante ella y comenzó a dirigirle palabras de amor, que entremezclaban con gritos y gemidos. Cuando la difunta comenzó a pudrirse, el padre, obligado a separarse de ella, cavó una sepultura en su propia casa; pero, antes de enterrarla, le desprendió una de las piernas del cadáver e hizo del hueso una qqueyna de cinco agujeros. Durante ocho días, el desdichado no dejó de gemir y soplar en esa flauta, cuyo sonido, me dijeron, congelaba la médula en los huesos. Al cabo de ese tiempo, los vecinos, al no oír nada más, entraron en casa del padre y lo encontraron muerto, con su flauta entre los brazos. El yaraví que van a escuchar fue compuesto por él durante esa lúgubre semana. Durante esta explicación que me hizo estremecer, Anita había afinado la guitarra como pudo y, ante un gesto repetitivo de su madre, comenzó a tocar; inmediatamente, las conversaciones cesaron, todos se apresuraron a acudir y la intérprete, rodeada de un círculo de oyentes, entonó con voz aguda y lastimera el famoso yaraví en la menor, que tenía no menos de dieciséis coplas. Se me permitirá citar aquí la primera, a modo de muestra.

 Querida del alma mía, / mientras yaces sepultada / en tu lúgubre mansión, / tu amante canta y llora, / Al recordar el pasado, / más sus cantos y gemidos, / Qué va, no puedes oír, / se los lleva el viento

El lanzamiento de la goleta "Independencia”, Puno, ca. 1850.

 Al resonar de aplausos, a los que uní los míos, cantó la última estrofa del yaraví; pero Anita, acostumbrada sin duda a tales homenajes, pareció poco halagada, y, arrojando la guitarra en brazos de su madre con aire muy irrespetuoso, regresó a su antiguo puesto donde sus admiradores acudieron a reunirse con ella. ¿Qué chica, señor?, me dijo al oído la dama Matara, cuya voz temblaba de cólera; ¿creería usted que nos habla, a su padre y a mí, como si fuéramos pongos? Vamos, es una dura cruz que Dios nos ha enviado, y lamento de todo corazón al hombre que será su marido. Por cortesía, no le respondí a esta buena madre que estaba totalmente de acuerdo con ella, y, al verla dispuesta a desahogarse conmigo, me levanté con el pretexto del cansancio, y, después de despedirme de ella, fui a preguntarle al Sr. Saunders si se había ocupado de encontrarme un alojamiento. Para mi gran sorpresa, me respondió que solo tenía que dar un paso para estar de vuelta en casa, ya que los esposos Matara, por consideración hacia él, se habían ofrecido a darme alojamiento y comida durante mi estancia en Puno. Sobre esto, me condujo a un pequeño tugurio decorado con el nombre de aposento, y, mostrándome algunas pieles de oveja extendidas sobre el suelo y cubiertas, por decencia, con un paño de percal basto, me dejó después de haberme deseado una buena noche. Mi primer cuidado fue visitar la cama que me estaba destinada y cuya forma me había parecido sospechosa; luego busqué en todos los rincones la palangana para las abluciones y las toallas obligatorias; después, cuando me convencí de que estos objetos faltaban y que las paredes no ofrecían un solo clavo donde colgar una tiranta, me dejé caer sobre mi catre donde el sueño me sorprendió, mientras trataba de adivinar en qué podían emplear los esposos Matara sus millones.

 Levantándome con el día, me puse mi carpeta bajo el brazo y fui a recorrer la ciudad. Después de considerarla desde todos los ángulos, la contemplé desde lo alto de un montículo que dominaba el lago a orillas del cual se encuentra. Esta sábana de color plomizo, encerrada en un círculo de colinas yuxtapuestas, se extendía sin límites hacia el horizonte. Ningún viento arrugaba su superficie sedosa. Se diría que era el Océano, en un día nublado y con calma total.

A pesar de la hora matutina y el frío punzante provocado por la cercanía de las nieves del Crucero, las playas del Titicaca estaban cubiertas de indígenas de ambos sexos, llegados de las provincias de Lampa, Azángaro, Chucuito, de los confines del Desaguadero, y a quienes la vista de la goleta destinada al cabotaje del lago Sagrado arrancaba gritos de admiración.

 La frágil nave “Independencia”, pintada con los colores peruanos y con su rompeolas mirando hacia el lago, estaba situada sobre un espaldón y sostenido por dos de esos puntales que los marineros llaman muletas. Por la elegancia de su silueta, la estrechez de su popa y, sobre todo, por la audaz curvatura de sus flancos finamente ahuecados, se adivinaba el calado en boga en los astilleros de América del Norte. La “Independencia”, en efecto, como supe más tarde, había sido construida en Nueva York y enviada a Islay por piezas desmontadas y numeradas, que solo hubo que ensamblar. Las diversas partes de su arboladura, desde los mástiles de cofa hasta las vergas y los bauprés, yacían en la playa, donde los indígenas se divertían y medían su grosor.

 Al regresar, encontré el desayuno servido y a mis conocidos de la noche anterior reunidos alrededor de la mesa. Me habían reservado un lugar entre los esposos Matara y, aunque me disculpé por haberlos hecho esperar, me esforcé por recuperar el tiempo perdido. El bautizo y el lanzamiento de la goleta debían tener lugar a las once, y, como ya eran más de las diez, cada comensal se comió los trozos dobles y, tomado el chocolate, se apresuró a abandonar la mesa, los hombres para informarse del programa de la ceremonia, las mujeres para ocuparse de su tocador; los propios sirvientes, compartiendo el entusiasmo general, habían retirado rápidamente los platos y quitado el mantel. Esta prontitud, que por su parte me sorprendió mucho, me fue explicada un momento después por la gran cantidad de ocupaciones a las que se dedicaron, y que consistían para unos en adornar la fachada de la casa con sábanas y tapices, y para otros en esparcir en el umbral juncos verdes cortados a la orilla de las lagunas. Varias casas notables de la calle, que no tardaron en adornar sus fachadas a ejemplo de la de los esposos Matara, pronto le dieron al barrio ese aire alegre y engalanado que caracteriza a nuestras ciudades del sur de Francia, en un día de Corpus Christi. Quedandome con el señor Saunders, aproveché la conversación a solas para contarle los detalles de mi entrevista con su amigo Reegle, desde el escándalo que causó la palabra "menagerie" aplicada a los animales que lo acompañaban, hasta las confidencias que me hizo sobre la herida de su corazón y el deterioro de su estómago. Cuando llegué a hablar del estado anómalo en que lo había dejado, el señor Saunders me interrumpió con un gesto de hombros que acompañó con estas palabras expresivas, pero poco halagüeñas para su amigo: «Reegle es un hombre excelente, que no tiene otro defecto que su embriaguez; en tiempos de su mujer... ya bebía, porque siempre ha bebido, pero ella le hacía la guerra por eso, él bebía a escondidas y eso le molestaba desde que ella murió, y hace seis años, lo toma tan a la ligera, que apostaría a que aún no se ha desintoxicado. Le predije que acabaría mal. Mientras instaba al cónsul a retractarse de su siniestra profecía, unos petardos que estallaron en la calle y el tañido de todas las campanas nos informaron de que la ceremonia estaba a punto de comenzar. El señor Saunders, en su calidad de amigo de la casa, abrió sin escrúpulos las puertas que conducían al primer piso y me invitó a seguirlo al balcón, desde donde podríamos disfrutar de la vista del desfile y ver pasar el cortejo. Acepté con tanto más entusiasmo cuanto que ya reinaba una soledad completa en la vivienda; amos y sirvientes la habían dejado a nuestro cuidado, apresurados como estaban por ir a la iglesia. Una multitud compacta llenaba las calles. Noté con placer que el bello sexo formaba la mayoría, pero por atractivo que fuera el aspecto de las Chacareras, con su vestido corto con volantes almidonados y su sombrero de ala ancha inclinado sobre la oreja, confieso que, por amor a lo pintoresco, mis miradas se fijaron preferentemente en las mujeres del pueblo, cuya epidermis color caoba nuevo, cabellera desgreñada y vestidos abigarrados, ofrecían un espectáculo de lo más pintoresco. La mayoría de ellas, para matar el aburrimiento de la espera, se habían provisto de cántaros de chicha y botellas de aguardiente, de las que bebían directamente, mientras masticaban hojas de coca que sacaban de una alforja colgada a su lado. Pronto los gritos proferidos por miles de voces, y el movimiento de retroceso impreso a la multitud, nos anunciaron la llegada de la procesión. Las campanas, que se habían callado, volvieron a sonar, mientras que las camaretas y los petardos estallaban con más fuerza.

 En ese mismo instante, vi brillar al final de la calle, por encima de las cabezas de la multitud, las astas doradas de las banderas y la cruz de plata de varios metros de altura. Ante el signo de la salvación, obligué al Sr. Saunders a quitarse el sombrero, aunque él pretendía que el catarro que padecía, unido a su condición de protestante, eran motivos suficientes para no quitárselo. A la cabeza del cortejo apareció un destacamento de serenos o guardias de policía, compuesto por una docena de hombres, vestidos con ponchos de lana, tocados con monteras y calzados con usutas (un trozo de cuero moldeado en forma de sandalia); cada uno de ellos estaba armado con una macana nudosa de madera de huarango, sujeta a la muñeca por un trozo de cuerda. Este garrote, al que imprimían un movimiento continuo, les servía para contener dentro de justos límites el entusiasmo de los indígenas, exaltados en demasía por los licores en abundantes raciones. Apenas un curioso de uno u otro sexo intentaba franquear el seto para disfrutar por anticipado de los detalles de la procesión, un golpe de garrote en la cabeza le advertía de su indiscreción y lo obligaba a volver a su lugar. Este modo de llamada al orden tenía algo de claro y preciso, que el señor Saunders, en calidad de inglés, me pareció apreciar vivamente. Tras los serenos, desfiló el gremio de las fruteras, graves matronas, en su mayoría cargadas de notable sobrepeso, adornadas con cintas de la cabeza a los pies, y portando en cestos engalanados los dones de la diosa Pomone americana, a modo de muestras de su comercio.

 Un grupo de alcaldes y gobernadores, con el pelo recogido en cola de caballo, ataviados de rojo y azul y blandiendo sus largos bastones con pomos de plata, caminaban tras las comadres. Detrás de ellas, precedida por la cruz y rodeada de estandartes y pendones que ondeaban al viento, apareció sobre un anda de plata llevada por dieciséis indios con sobrepelliz, la venerada imagen de Nuestra Señora de las Nieves. La Virgen, protectora de estas regiones heladas, vestía un vestido con miriñaques, de terciopelo escarlata, todo galoneado de oro y adornado con astracán.

 El gorro forrado, bordado con perlas y rematado con una pluma, que llevaba calado hasta los ojos, aludía al frío riguroso que reina en todo momento en estos parajes. Un escapulario pendía de la mano izquierda de la Virgen; su mano derecha elevaba un estandarte de seda blanca, sobre el cual estaba pintado un ojo abierto rodeado de nubes. Al ver este objeto, presentí algún símbolo, y, olvidando que mi vecino pertenecía a la religión reformada, le pregunté en voz baja su significado; pero, como verdadero incrédulo que era, se puso a reírse groseramente en lugar de responderme. Supe más tarde que el oftalmos pintado en la bandera de Nuestra Señora representaba el ojo divino ñahuindios, destinado a conjurar el ñasupay, o mal de ojo, que lanza hechizos a los pastores de las alturas y hace perecer a sus ovejas de hidropesía.

Alrededor del anda de Nuestra Señora de las Nieves, se agrupaban una veintena de beguinas de San Juan de Dios, vestidas de colores oscuros y con la cintura ceñida por una banda de cuero. Estas venerables damas, cada una portando una antorcha de cera, cantaban el Te Deum sobre un aire del país, acompañadas por dos guitarristas de edad madura, que les daban el tono y cantaban con ellas. Detrás de las beguinas aparecieron, unidos en matrimonio por una cinta rosa con ribetes plateados, cada uno de los cuales sostenía un extremo, el padrino y la madrina de la goleta. Al vernos en su balcón, ambos sonrieron y nos hicieron un pequeño gesto de saludo.

 El señor Matara tenía un traje verde repollo, con tres faldones forrados de rojo y cuyas solapas le llegaban hasta los muslos. El corte de esta prenda atestiguaba suficientemente su respeto por las antiguas modas de la sierra. El único sacrificio que creyó deber hacer a las ideas modernas consistía en que sus pantalones, que, en lugar de ser bombachas a la rodilla al estilo de Luis XIII, como los que usan los indígenas, eran verdaderos pantalones con estribos. Un mechón de cintas multicolores, prendidas en el ojal del opulento quechua, flotaban con el soplo de la brisa.

Su respetable esposa, imbuida de los mismos prejuicios y fiel a las mismas ideas, había conservado religiosamente la vestimenta de su casta, y llevaba ese faldellín estrecho, corto y ajustado abajo, una especie de tonel plisado, que da a las burguesas de la sierra la apariencia de escarabajos gordos. Añadamos, como corrección, que este faldellín, confeccionado por el primer sastre de la ciudad, cuya hechura era competencia de los sastres, estaba compuesto por treinta y cinco metros de un hermoso satén de Málaga, color canela, adornado en la parte inferior con tres filas de pasamanería de seda negra y crepinas de oro fino, cuyo efecto era irresistible. Una llicclla de lana blanca, bordeada con encaje de oro, y sujeta en el pecho por un blanca, ribeteada con encaje dorado y sujeta en el pecho por una plata de plata, un alfiler antiguo con forma de cuchara sopera, medias de seda rosa y zapatos de endrinas, el tono del forro, completaban este rico traje.

 El peinado de la señora Matara era de lo más sencillo. Sus cabellos de un negro azulado, lavados con orina y lustrados con sebo de oveja, y separados por una raya en medio, caían sobre su espalda, divididos en unos cincuenta mechones, que un trozo de plomo enrollado sujetaba en haz en su extremo.

A cierta distancia de la pareja, avanzaba el cura, revestido con una espléndida capa, ofrecida como presente por el padrino y la madrina de la “Independencia”. El sacristán de la Matriz; cabeza y piernas desnudas, protegía la cabeza del pastor bajo un paraguas de mango largo, que recordaba la achigua de los emperadores peruanos. Es cierto que esta sombrilla, en lugar de estar tejida con plumas, estaba recubierta de algodón rojo, y que el sacristán que hacía las veces de ccumillu no era ni enano ni jorobado, como el individuo encargado de estas funciones con los hijos del Sol.

 A la izquierda del cura se encontraban algunos vicarios de las parroquias vecinas, a quienes había invitado a la ceremonia. A la derecha, el rector del colegio de ciencias, fundado por San Román, quien estaba acompañado por un profesor de teología mística y un doctor en derecho canónico. Estos tres personajes, con el fin de agradar a los esposos Matara, se habían puesto sus trajes de ceremonia de toga que les llegaba hasta la pantorrilla y les ceñía el cuerpo, con mangas y bufandas en paño, forrados de sarga escarlata. Sus cabezas estabas cubiertas con un sombrero hexagonal de terciopelo negro, cuyas crestas erizada les daban el aspecto de un gallo de las rocas. Una orquesta, formada por una treintena de intérpretes, cerraba dignamente la marcha. Los instrumentos consistían en trompetas de hojalata, pututus o cuernos de Amón, flautas de cinco agujeros, tambores, guitarras, charangos y zampoñas. Como no se les había dado ningún tema musical de antemano a estos artistas, sino que se habían limitado a darles de beber en abundancia, cada uno tocaba según su fantasía, y de este revoltijo de inspiraciones e instrumentos surgía una melodía original, pero ensordecedora. En el momento en que la procesión doblaba la esquina del Cabildo para dirigirse a la orilla del lago, el señor Saunders me propuso ir a reunirme con ellos para la bendición de la goleta, mientras él supervisaba los detalles de la botadura. Acepté, y cuando cerró la puerta de la vivienda, intentamos unirnos a la procesión subiendo por la calle; pero la multitud que la obstruía era tan compacta, que después de un cuarto de hora de lucha y el esfuerzo combinado de nuestros puños, rodillas y pies, nos vimos obligados a dar la vuelta y tomar un desvío bastante largo para llegar a la playa.

 Cuando llegamos cerca de la nave, el cura acababa de hacer su aspersión de agua bendita y de esparcir sobre él la sal y el trigo, pronunciando la fórmula sagrada, que debía protegerla contra la tormenta, preservarlo de la corrupción y asegurar la prosperidad de su comercio. Ahora quedaba por librar a la “Independencia” de sus muletas y cortar el amarradero que lo retenía en la orilla. La multitud esperaba con ansiedad este gran evento, pero pasaron veinte minutos y la goleta no se movió más que un tocón, por lo que los espectadores comenzaron a murmurar.

El Sr. Saunders, a quien pregunté la causa de este retraso, me informó que se debía a la ausencia de los dos profesionales encargados de la delicada operación de lanzamiento. Estos individuos, sobre los cuales me informé, eran dos marineros del vapor estadounidense Philadelfia, quienes habían desertado por amor al jugo de caña fermentado y a las cholas de la costa. Después de vagar durante mucho tiempo de playa en playa, habían llegado a Islay, donde el cónsul británico apiadándose de su miseria, les había ofrecido enviarlos a Puno, con los grados de capitán y segundo de la “Independencia”, a condición de que ellos efectuaran la botadura de la nave, ponerle los mástiles, aparejarla, navegarla, y renunciar para siempre a los licores fuertes.

 Los dos yanquis, que no sabían dónde meter la cabeza, habían suscrito todo lo que se les exigía, y provistos de cartas de marca y pasaportes debidamente visados, habían partido hacia la sierra. Desafortunadamente, la estancia en Puno, las caricias de los indígenas y el crédito ilimitado que se les abrió desde el primer día en las chicherías, habían actuado sobre ellos como los frutos del loto. Olvidandose de sus promesas, habían permanecido constantemente sumidos, desde su llegada, en un estado intermedio entre la embriaguez y el sueño. Sin embargo, la ceremonia se prolongaba, y como la procesión no podía permanecer más tiempo en la playa, se envió un escuadrón de indígenas en busca de los dos hombres, que después de muchas búsquedas fueron encontrados en una pulpería, tendidos en el suelo y profundamente dormidos; unos jarrones de agua, que les arrojaron a la cara, interrumpieron su sueño; su primera palabra al abrir los ojos fue un insulto formidable; la segunda, un llamado al boxeo. Pero los indígenas, sin inmutarse por estas demostraciones, les lanzaron un lazo alrededor del cuerpo y los arrastraron a paso rápido hacia la orilla, en donde aparecieron despeinados, tambaleándose y más aturdidos que búhos sorprendidos por la luz del día.

 En ese momento, ya sea que la impaciencia de la multitud no conociera más límites, o que la situación moral y física de los recién llegados le pareciera incompatible con la naturaleza del servicio que se les pedía prestar, se vio una avalancha de estos indígenas, cuyos antepasados transportaban antaño, para el buen placer de los incas, bloques de granito del peso de 20 mil quintales métricos, abalanzarse sobre la goleta, levantarla del suelo y precipitarla al lago, donde la graciosa embarcación, después de hundir su proa como una gaviota que se zambulle, reapareció a unas pocas brazas de distancia. Los gritos frenéticos y los aplausos de los espectadores saludaron esta proeza, que halagó vivamente el amor propio nacional del cura, los vicarios y los profesores, a juzgar por las sonrisas y las palabras que intercambiaron. En cuanto a los esposos Matara, cediendo a una emoción bien legítima, habían soltado la cinta que sostenían y se habían arrojado en brazos el uno del otro. Aclamados por la multitud, fueron conducidos en triunfo hasta su morada, donde el Sr. Saunders y yo nos reunimos con ellos una vez que el entusiasmo popular se hubo calmado un poco.

Durante el día, las playas del Titicaca, cubiertas de indígenas, resonaban con el sonido de las guitarras y el choque de las jarras y botellas. Al caer la noche, se lanzaron petardos en las calles; el balcón de Matara se iluminó, y un baile fue ofrecido por los esposos a los notables de la ciudad. 

Felizmente, me había dado cuenta a tiempo por el bullicio que había en la casa y la vista de los odres de vino y aguardiente, que se disponían en las esquinas del salón a modo de jardineras y previendo un estallido terrible, me escabullí cuando llegó la noche y, atrincherado en mi aposento, podía oír en el puerto el rugir de la orquesta de la procesión, el zapateo de los bailarines y el vociferar de la multitud hasta el amanecer. 

A los dos días partí de Puno. Mientras contemplaba el lago, se me había ocurrido la ambiciosa idea de circunnavegar su vasta extensión, en recuerdo del navegante genovés. Después de saldar la cuenta de Pacheco y despedirme de mis anfitriones, le prometí al Sr. Saunders, a quien sus negocios debían retener en Puno un mes más, que iría a reunirme con él allí. Había calculado que mi ausencia duraría como máximo tres semanas. A mi regreso, debíamos aprovechar la goleta para explorar juntos las verdes islas esparcidas por el gran lago, desde la isla de Titicaca, que tiene dos leguas de circunferencia, hasta el islote de Puma, que solo tiene veinte metros de contorno. Partí acompañado de dos chasquis; pero, en el viaje, si el hombre a menudo propone, casi siempre es Dios quien dispone, y yo debía aprenderlo a mi costa. Después de visitar los volcanes extintos de Chupa, me detuve frente a las fuentes minerales de Arapa, y luego, desde estas últimas, pasé los afluentes del golfo de Azángaro y a los de Huancané y me entretuve en atravesarlos uno tras otro. Una vez lanzado por este camino, no retrocedí ante un desvío de algunas leguas para ir a beber un sorbo de agua en las fuentes del Araza y del Paucartampu, reconocer las laderas de Apolobamba y las de Achachache, y hacer una visita de las famosas ruinas de Tiahuanacu. En medio de estas diversas ocupaciones, el tiempo pasó sin que yo fuera consciente de ello. Una hermosa mañana me encontré en la margen derecha del Desaguadero, almorzando raíces cocidas bajo las cenizas y calculando la serie de días transcurridos desde mi partida de Puno. Habían pasado cinco meses y dos días desde que partí. Pensé que el señor Saunders naturalmente ya no estaría allí y, cambiando mi itinerario, crucé la Cordillera por encima de Huayna-Putina, bordeé el valle de Moquegua, corté el de Tambo a doce leguas del Océano, y, después de seis meses de peregrinaciones, llegué al puerto de Islay y a la residencia consular, donde fui a pedir hospitalidad. Solo encontré a la señora Saunders y a sus dos hijas; estas damas aún estaban bajo la influencia de los tristes acontecimientos que habían ocurrido durante mi ausencia; en la goleta “Independencia” habían colapsado las velas y se había hundido en su primer viaje, en la travesía de Chucuito a Umamarca. Toda la tripulación había perecido! 

Celebrando lanzamiento de la goleta Independencia

Un número del periódico El Comercio, que la señorita Saunders me puso en las manos, contenía, sobre la catástrofe, un largo artículo a tres columnas, que había brindado a su autor la oportunidad de hablar de Manco Capac, de la era de la independencia y de los destinos gloriosos a los que el Perú estaba llamado. En cuanto a la causa del siniestro, el autor la atribuía a un tornado, al que llamaba tromba. Pero la señora Saunders, mejor informada que él, me aseguró que la inexperiencia de la tripulación, compuesta por indigenas pongos que veían un barco por primera vez, sumada al estado de embriaguez en el que se encontraban el capitán y su segundo al momento de la partida, eran las verdaderas causas del naufragio de la goleta, naufragio que ocasionara a su esposo una pérdida neta de ciento cuarenta mil francos, ya que ninguna compañía de seguros marítimos había sido creada aún en los alrededores del lago Sagrado. Luego, como la desgracia nunca viene sola, la muerte del Sr. Reegle siguió de cerca al naufragio de la goleta. El infortunado, tras una de esas lecturas de Young que le eran familiares, habiéndose dormido con la cabeza sobre la mesa cerca de una luz, se había incendiado como yesca. Cuando el pongo llegó por la mañana para renovar las velas y terminar el poco ron que su amo había olvidado en el fondo de las botellas, solo encontró de este último una masa carbonizada a la que se adherían dos botines aún intactos. Como Empédocles, el señor Reegle solo había dejado tras de sí su calzado. El anuncio de esta doble desgracia me había consternado verdaderamente. En vano, después de la cena, las señoritas Saunders, para intentar distraerme, tocaron a cuatro manos el romance Portrait charmant, portrait de mon amie; sus acordes fueron superfluos. El naufragio de “Independencia” y la combustión instantánea del Sr. Reegle habían sacudido tanto mis nervios que, no pudiendo soportar más los sonidos armónicos del clavecín, pedí permiso para retirarme. Después de una noche de sueño inquieto, interrumpido por sueños penosos, me levanté y, despidiéndome de esas damas, partí hacia la provincia de Cailloma, a los orígenes del Apurímac, entonces poco conocidas. <-> 

PINTORES REPRESENTATIVOS DEL ARTE PICTÒRICO ACTUAL EN PUNO: YANARICO

Guzmán Emilio Huanca cuyo nombre artístico es “Yanarico”, es ya un consagrado y muy reconocido acuarelista y pintor al óleo. Su renombre ha pasado las fronteras continentales, pues así lo ratifican sus exposiciones individuales y colectivas realizadas en los Estados Unidos, Europa, África, Asia y América Latina.

Nació en Jacantaya, Moho, Puno, Perú. Estudió en Escuela Particular Adventista de Jacantaya, y más tarde en Colegio Nacional «San Luis Gonzaga» de Chuquibamba, Condesuyos, Arequipa.
Se graduó de la Escuela Nacional de Bellas Artes «Carlos Baca Flor» de Arequipa.

He aquí algunas pinturas de su vasta producción artística en modo acuarela, sobre temática rural. 



Jacantaya







miércoles, 22 de octubre de 2025

LA EDUCACION Y LA CULTURA EN PROGRAMAS POLITICOS ELECCIONES 2026: VENCEREMOS

 EDUCACIÓN RURAL, INTERCULTURAL Y BILINGÜE DE CALIDAD PARA CERRAR LAS INJUSTAS BRECHAS EXISTENTES.

Narrativa:

En nuestro país existe un abandono marcado, discriminatorio y completamente injusto de la educación rural, intercultural y bilingüe. Ello trae como consecuencia una pésima calidad educativa con pobres resultados de competencias en matemáticas y lectoescritura, lo que los excluye de cualquier posibilidad de desarrollo social para su futuro. Estas limitaciones son mucho mayores que para sus pares de colegios públicos urbanos. La dispersión territorial de la población, la existencia de escuelas unidocentes y multigrados, la falta de comunicación, las limitaciones de infraestructura y de condiciones de residencia para los docentes explican en parte este problema, a lo que se agrega la ausencia de un modelo educativo pertinente para el país y específico para zonas rurales.

Medidas:

● Impulsaremos medidas urgentes en la formación docente en educación intercultural bilingüe (EIB) para la diversidad de pueblos originarios, con enfoques intercultural y de género, asegurando su posterior contratación.

● Fortaleceremos la Educación Intercultural en todos los niveles y modalidades educativas, como principal estrategia para enfrentar y eliminar el racismo y la discriminación en la convivencia cotidiana, en el conocimiento, etc.

● Implementaremos un nuevo modelo educativo para las zonas rurales, haciendo efectivas las redes educativas para un funcionamiento articulado de todas las escuelas de su ámbito territorial, complementando los recursos existentes y rediseñando la infraestructura educativa con este propósito.

● Impulsaremos el desarrollo de escuelas de internado y de alternancia para facilitar el acceso de los estudiantes, especialmente de secundaria, con cero tolerancias a la violencia sexual. Con una infraestructura de excelencia, adaptada a las características climáticas, geográficas y culturales de cada región, recursos y materiales de calidad y docentes éticos con un enfoque del buen vivir para una EIB innovadora.

● Incorporaremos en el currículo la educación científica y técnico-productiva en materia agropecuaria, pesquera, artesanal y en cada área de conocimiento propicia para cada región, con enfoque de género e interculturalidad, ciudadanía, derechos humanos y educación afectiva.

● Fortaleceremos la infraestructura y el equipamiento de las escuelas de las redes educativas rurales, incorporando servicios de residencia docente, transporte, alimentación, biblioteca, asesoría pedagógica y psicológica.

● Implementaremos en zonas prioritarias medios de transporte para los estudiantes para facilitar su acceso y posibilitar la reubicación y concentración de los recursos educativos, en especial para mujeres, población con necesidades especiales y de las diversidades sexuales.

REFORMA INTEGRAL DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR COMO BASE DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y DEL BUEN VIVIR.

Narrativa:

En nuestro país la educación superior en su conjunto, tanto la universitaria, la técnica y los CETPRO, en la mayoría de las instituciones educativas públicas y privadas presenta limitaciones significativas con relación a la pertinencia y calidad de la formación, afectando los proyectos de vida de las y los estudiantes y su contribución en la democratización del país. En muchos casos los empleadores tienen dificultades para encontrar las personas con el perfil de competencias que requieren, debido a las desfasadas mallas 23 curriculares de la educación superior. Ello obedece a una pobre regulación y a la ausencia de una política de Estado para potenciar la educación superior pública. Además, enfrentamos las limitaciones de la anterior reforma universitaria que actualmente viene siendo desmontada. Por otro lado, la gratuidad de la educación pública está siendo eliminada desde hace años. Por todo lo anterior, se requiere una reforma integral de toda la educación pública, para articularla y alinearla con las necesidades del desarrollo humano y económico del país.

Medidas:

● Priorizaremos el fortalecimiento de la educación superior pública en todas sus modalidades, con mayor financiamiento público y políticas multisectoriales, garantizando su modernización y orientación al desarrollo regional y nacional. Duplicaremos las vacantes de la educación superior pública y lucharemos contra la mercantilización de la educación superior de baja calidad.

● Cerraremos las brechas de acceso a la educación superior de los pueblos originarios, población de las diversidades sexuales, personas con discapacidad, así como todo joven con claro potencial y deseos de aprender.

● Potenciaremos los procesos de licenciamiento y los extenderemos a las instituciones de educación universitaria, técnica, pedagógica y técnico-productiva. Asimismo, implementaremos mecanismos efectivos de licenciamiento y acreditación a cargo de una renovada SUNEDU, a la cual dotaremos de mayores competencias y capacidades, que permita garantizar condiciones de calidad que vayan más allá de la infraestructura poniendo énfasis en la pertinencia de la formación superior coherente con los horizontes de país. Para ello es necesario interculturalizar la educación superior, implementar políticas y medidas con enfoque de género que reconozcan el aporte de las mujeres y de los pueblos originarios al conocimiento, así como, su protagonismo en los procesos de transformación de nuestro país.

● Modernizaremos y fortaleceremos todas las modalidades de la educación superior, actualizando y alineando sus mallas curriculares con las necesidades de innovación y desarrollo productivo del país, de acuerdo con las potencialidades económicas de cada región con enfoque ecológico. Para ello, involucraremos colaborativamente a los centros de innovación tecnológica y al Instituto Nacional de la Calidad (INACAL) en la determinación de estándares de calidad de los procesos tecnológicos correspondientes.

● Redimensionaremos el Servicio Nacional de Empleo del sector Trabajo para que garantice la vigencia del saber y práctica de todo trabajador y trabajadora, dirigido a la innovación creativo tecnológico, además que desarrolle servicios de orientación vocacional en cada región, respetando las aspiraciones de los ciudadanos y pueblos de cada región.

● Impulsaremos el establecimiento de perfiles laborales y desarrollaremos la certificación de competencias laborales por parte del sector Trabajo, con base estándares de calidad. Se impulsará la conclusión y acreditación oportuna, con énfasis en las mujeres y los pueblos originarios.

● Creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología para articular la investigación a las demandas y aspiraciones de la ciudadanía de cada región.

DE NUESTRAS RAÍCES CULTURALES FLORECERÁ UN NUEVO PERÚ PARA EL BUEN VIVIR

Narrativa:

Perú es una de las 6 cunas civilizatorias del mundo, tenemos gran biodiversidad y un vasto potencial de conocimientos ancestrales. Somos un país creador de comunidades, festividades y artes; innovador en el campo de industrias culturales; con 55 pueblos indígenas y 48 lenguas originarias reconocidas oficialmente; pionero de la educación intercultural bilingüe. No obstante, a partir del proceso de colonización española y el inicio de la república, se sigue perpetuando la desigualdad en perjuicio de los pueblos indígenas, originarios y afroperuanos. Se ha forjado una jerarquía social basada en el desprecio a nuestras raíces y culturas originarias, generando una distribución desigual del poder económico, político y simbólico entre los diferentes grupos étnico-culturales que coexisten dentro de nuestro territorio. Ello se ha traducido históricamente en el racismo, la discriminación, falta de reconocimiento de derechos colectivos y la exclusión en la participación política.

Medidas:

● Impulsaremos una Nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente Plurinacional que reconozca los derechos de la Madre Tierra y los derechos colectivos desde un enfoque intercultural y en el horizonte del Buen Vivir.

● Crearemos el Ministerio de Pueblos Originarios e Interculturalidad que concentrará las competencias respecto de los pueblos indígenas originarios, como la Titulación de sus territorios y Georreferenciación de las Comunidades nativas y campesinas.

● Modificaremos la ley de cine con criterios democráticos y descentralistas. Plantearemos una cuota de pantalla para el cine nacional con proporcionalidad de la diversidad regional.

● Consolidaremos la construcción de la ciudadanía intercultural y la identidad nacional, siguiendo las mejores prácticas interculturales.

● Impulsaremos la promoción del Calendario Nacional de Fiestas y Festividades como espacios de ciudadanía intercultural y cultura viva, y como circuitos macro-regionales de producción, distribución y disfrute de producción artística para la consolidación de nuestras identidades y del mercado interno.

● Crearemos el Plan de fortalecimiento y democratización de los medios de comunicación públicos para posicionarlos como una estrategia transversal de reconstrucción democrática, con una programación diferenciada y en vínculo permanente con instituciones culturales y académicas.

● Impulsaremos la modificación de la Ley del Libro para la exoneración permanente del impuesto a la producción y venta de libros.

● Fortaleceremos la formación superior en carreras de artes y educación artística con fines de profesionalización y de formación complementaria, con énfasis en docentes de EBR. Potenciaremos las escuelas públicas de artes.

● Crearemos la Cinemateca y Fonoteca Nacional del Perú.

● Fortaleceremos el Archivo General de la Nación, priorizando la construcción de su nueva sede.

● Promoveremos la existencia de escaños reservados para asegurar la representación de pueblos originarios en el Congreso de la República y otros espacios de elección popular.

● Garantizar la participación de pueblos indígenas originarios en la dirección y gestión estatal, a través de cuotas y otros mecanismos.  <>