viernes, 19 de enero de 2018

COYUNTURA POLITICA PERUANA

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LIMA PERU          19 ENERO 2018
FRANCISCO ENTRE NOSOTROS
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 380  18ENE18

L
legó el Papa.
 Nada va a cambiar.
 Pero todos van a fingir que la dul­zura es una nube que flota sobre nuestras cabezas.
Que la compasión nos acompaña.
Que el prójimo nos importa.
Que el futuro de los niños nos desvela.
Que ahora sí entendemos eso de la desigual­dad y eso de la devastación de la naturaleza.
La Iglesia, la mayoritaria, la bimilenaria, viene a darnos una mano.
El problema es que es la Iglesia la que nece­sita muchas manos.
Es la Iglesia la que necesita refundarse en el Cristo pobre y heroico que la hizo surgir.
MECHAIN en OTORONGO,de PERU21
El problema es que el Vaticano llegó a ser un Estado y tiene intereses, política exterior, imprescindibles hipocresías, aviones y bancos y camarlengos lúgubres.
El mundo marcha en la deriva del materia­lismo más estúpido. Y la Iglesia se ha adap­tado. Cristo es un suvenir, una coartada, una neblina detrás de la cual se ocultan hasta los Figari y los Maciel.
No soy católico pero sería cristiano si fuera galileo y viviera en Palestina (o Judea).
Lo que me aleja de Roma es el boato, el aco­modo, el becerro de oro.
Cristo era un tipazo.
Francisco es un gran administrador.
Y lo que más convoca es el miedo.
El miedo a la finitud, a la pena del pecado, a la brevedad.
Mal hace la Iglesia ofreciendo la eternidad. Conozco más de un canalla que se porta mal esperando la redención y la segunda oportu­nidad. Más nos vale creer que no habrá una segunda chance y que debemos ser lo mejor que podamos en esta única y miserable vida.
Francisco está con nosotros. Es campecha­no, mediático, populista a su manera. Pero también ha sido capturado por el poder.
El mundo apesta. El dinero manda. El hu­manismo huye. Y la Iglesia está allí diciéndonos que nos asiste. Y no. Tendría que desper­tarnos a patadas. Tendría que echar abajo las mesas de las baratijas en las puertas del tem­plo. Tendría que estar indignada.
Y no lo está. Hace mil setecientos años que no lo está. Es demasiado tiempo, por Dios. ▒▒