viernes, 29 de octubre de 2021

EL GAS EN LA POLITICA PERUANA

 LA GUERRA DEL GAS

Y PIRATAS DEL SIGLO XXI

Víctor R. Cadenas Velásquez

Según previsiones meteorológicas durante el invierno del 2022 los países ubicados en el hemisferio norte, como consecuencia del fenómeno llamado “La Niña”, tendrán un invierno con temperaturas muy bajas, por lo que desde ahora están preocupados en comprar gas lo que ha desatado una gran demanda de ese recurso natural. Pero, como todo bien, cuando la demanda es mayor que la oferta, la competencia por comprar genera una guerra entre los países que requieren de ese bien, China por ejemplo quiere comprar gas cualquiera sea el precio, está dispuesta a pagar más que otros países, España, tiene problemas de suministro de gas, lo compra de Argelia país que va a disminuir su producción en un 20 %.

La guerra entre los países que necesitan gas origina la piratería de parte de las empresas encargadas de su comercialización. La mayor parte del gas no se transporta por gaseoductos, sino por barcos que cruzan los océanos, ocurre que durante el trayecto de los centros de producción al país que lo necesita, el precio del gas va aumentando, de manera que los barcos pueden cambiar de destino varias veces conforme reciban mejores ofertas de precio. Este cambio de destino de los barcos que transportan gas según les ofrezcan mejores precios, es lo que se está denominando “piratería del siglo XXI”. 

En el caso de nuestro país, el gas para uso doméstico es bastante caro, en Arequipa se está vendiendo a S/.52.00 soles el balón de 10 kilos, a pesar de tener enormes reservas de gas natural, nosotros no necesitamos que el gas de Camisea se trasporte en barcos piratas que cambian de destino por mejor precio como en Europa, sin embargo los piratas del gas en el Perú han sido los gobiernos anteriores y las empresas concesionarias de nuestro gas que lo exportan y luego lo compran de regreso al Perú para venderlo caro obteniendo pingues ganancias.

Es urgente terminar con la piratería de nuestro gas, el presidente Castillo ha empleado una palabra que asusta “nacionalizar” el gas de Camisea. Inmediatamente el sistema financiero, algunos medios de prensa y los políticos al servicio de los intereses extranjeros han iniciado la guerra del miedo. El gas de Camisea debe y tiene que ser para los peruanos.




miércoles, 27 de octubre de 2021

RELIGIOSIDAD EN PUNO

 SAN FRANCISCO DE BORJA.

COMO LLEGÓ AL PERÚ Y YUNGUYO*

Escribe: José Morales Serruto

L

a santidad de San Francisco de Borja, no se ha difundido mucho en el mundo católico, y su advocación como patrono de los pueblos es muy escasa, revisemos

EN ESPAÑA, es reconocido como Santo Patrón de la nobleza, de la cetrería y de las ciudades de Gandía, Valencia y Bonares.

EN COLOMBIA, es Santo Protector y patrono de la ciudad de Medellín, en la aflicción de terremotos, temblores, borrascas y tempestades.

EN BRASIL, es Patrono del municipio de São Borja, en el estado de Rio Grande do Sul

EN EL PERU, solamente Yunguyo tiene el privilegio de tenerlo como Santo Patrono.


Su Devoción en el Perú

Estoy seguro que para muchos, siempre ha sido una interrogante sin respuesta ¿Y cómo es que un santo casi desconocido en la Iglesia católica llegó al Perú y más a Yunguyo?

El que nos enciende las primeras luces de la noticia de su presencia en el Perú, es don Ricardo Palma en sus conocidas “Tradiciones Peruanas” al nombrar a Doña Ana Francisca Hermenegilda de Borja y Doria, Virreina que gobernó el Virreinato del Perú, cuando su esposo y primo a la vez, el Virrey Don Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y X Conde de Lemos, XIX Virrey del Perú, viajó a Puno a sofocar el levantamiento de los hermanos Salcedo en las minas de Laykakota, e identificarla como nieta chozna de San Francisco de Borja.

Mejor dejemos que Gabriela Lavarello de Velaochaga, investigadora peruana nos cuente este capítulo, a través de su trabajo de indagación que lo titula “Los Condes De Lemos – Virreyes Del Perú – La Virreina Ana de Borja Condesa de Lemos, Gobernante del Perú en 1668” que lo encontramos en las páginas de Internet.

“Doña Ana Francisca Hermenegilda de Borja y Doria, fue hija de Don Francisco Diego Pascual de Borja y Aragón y Centelles, VIII Duque de Gandía y de Doña Artemisa María Ana Teresa Gertrudis Princesa de Doria de Melfi. Se casó en segundas nupcias el 20 de julio de 1664, con su primo, Don Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, VIII Conde de Villalba, X Conde de Lemos, VII Marqués de Sarria” igual que su flamante esposa también descendiente de san Francisco de Borja.

… La Virreina, joven mujer de mucho temple, tuvo grandes influencias palaciegas y a través de ellas en el papado, continuó el trabajo iniciado en 1618 por su tío el virrey Francisco de Borja el Príncipe de Esquilache, para la pronta canonización de Rosa de Lima…

… Por intermedio del Embajador ordinario en Roma, 1667-1671 Don Antonio Pedro Álvarez Osorio Gómez Dávila y Toledo, Marqués de Astorga de Velada, años decisivos de la beatificación y canonización de Santa Rosa, una vez más la Reina Regente Doña Mariana, pidió al Papa Clemente X, que Rosa fuera nombrada Patrona de las Américas, Filipinas e Indias Occidentales, (dominios españoles), lo cual se dio el 11 de Agosto de 1670. Éste mismo Papa el 12 de abril de 1671, canonizó a Santa Rosa de Lima y a San Francisco de Borja, en una ceremonia compartida con 3 santos más, en la Capilla Sixtina. El 18 de mayo del mismo año, vía Chasqui, desde Quito, (Se encuentra el registro del Chasqui en un mandato del siguiente Virrey en 1685), así tuvieron la noticia de éstas canonizaciones los Señores Condes de Lemos. Las fiestas por la santa limeña y el de su abuelo chozno (4to abuelo, padre de su tatarabuelo) San Francisco de Borja fueron apoteósicas, los cronistas dan cuenta de ello, señalando la majestuosidad y esplendor que se lucieron…”

Las crónicas de esos tiempos nos transmiten que el Conde de Lemos, al igual que su esposa, nietos de San francisco de Borja doña Ana de Borja, serían los que se habría encargado de hacer conocer y difundir la figura de Francisco de Borja, sabiendo que era cuestión de poco tiempo el ejemplar sacerdote jesuita alcanzaría los altares por que la influencia de la familia Borgia o Borja ante las esferas papales eran decisivas.

¿Y cómo llegó a Yunguyo?

Las mismas crónicas de ese tiempo que nos relatan la visita del Conde de Lemos al santuario de Copacabana nos llevan a meditar.

Lohoman Villena dice: “Conde Lemos antes que culminara el proceso de ejecución de José Salcedo visitó el Santuario de la Virgen de Copacabana, en la que permaneció durante tres días en rogativas”

Jorge Basadre también dice: “Mientras se tramitaba la acción judicial, se fue Lemos al santuario de la Virgen de Copacabana, donde presidio tres días de rogativas caminando para ello veintidos leguas, un cuadro hasta ahora existe en Copacabana que exhibe, en medio de un paisaje desolador, la llegada del cortejo virreinal y la piedad y arrogancia del virrey”

En los muchos textos que relatan la historia del santuario de la virgen de Copacabana, es recurrente encontrar el siguiente texto…

“Desde un principio la imagen cobró fama de ser milagrosa, lo cual se extendió por toda la comarca, el Virreinato y el continente entero. Los padres Agustinos construyeron la primera capilla Mayor, entre los años 1614 y 1618. El Virrey de Lima, Conde de Lemos, apoyó moral y económicamente la construcción de la Basílica desde 1668 y asistió a la inauguración de la misma en el año 1678”...

Es obligación aclarar que es imposible que el Conde de Lemos pudo asistir a la inauguración el año 1678 puesto que él había fallecido el martes 6 de diciembre de 1672 y la virreyna Ana de Borja Condesa de Lemos abandonó el Perú el 11 de junio de 1675.

Otra referencia histórica que nombra al virrey dice: …

 “Entre las ricas alhajas que la adornan,(haciendo referencia a la imagen de la Virgen de Copacabana) sobresale el bastón de mando que le obsequió el piadoso virrey, venerable D. Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, como recuerdo de su visita en 1669”.


También debemos aclarar que el Conde de Lemos visitó estos lares los primeros días del mes de octubre de 1668.

Para culminar, apoyándonos en un artículo escrito en la página de internet “Conde de Lemus y los hermanos Salcedo in Las Mil y Una Noches Andinas, by admin”, dice que…

“El fanático don Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, marqués de Sarriá y de Gátiva y duque de Taurisano, que cifraba su orgullo en descender de San Francisco de Borja, y que, a estar en sus manos, como él decía, habría fundado en cada calle de Lima un Colegio de Jesuitas, apenas fue proclamado en Lima como representante de Carlos II el Hechizado, se dirigió a Puno con gran aparato de fuerza y aprehendió a José Salcedo”.

Lo anterior nos permite plantear la hipótesis y casi asegurar que el Conde de Lemos necesariamente tuvo que estar en Yunguyo a su paso y retorno a Copacabana y como en todo lugar pregonando la devoción a San Francisco de Borja, abuelo chozno de la pareja virreinal. Evidencia de ello es que a su camino de Lima a Puno y Cusco fundó los colegios jesuitas para los hijos de los nobles incas consagrándolos a la protección de San Francisco de Borja.

Planteada esta hipótesis, pero con cargo a seguir investigando, podemos decir que la devoción de los yunguyeños a San Francisco de Borja “Tata Pancho”, la arrastraría desde los primeros días de octubre de 1668, antes del juzgamiento de los hermanos José y Gaspar salcedo Álvarez o quizás algunos años más tarde.

Ahora podemos entender el por qué el X Conde de Lemos dedicó la protección espiritual de los puneños a San Carlos Borromeo, simplemente por haber sido amigo cercano de su abuelo Francisco.

____________________________________

* Deseo aclarar que este ensayo corto que ahora comparto, lo escribí para un evento organizado por la Asociación de Zampoñistas San Francisco de Borja, al que fui muy gentilmente invitado para abordar el tema “SAN FRANCISCO DE BORJA. RELIGIOSIDAD Y ZAMPOÑAS”. Dicho evento tuvo lugar en Yunguyo durante el mes de octubre de 2019. Aclaro asimismo que estoy muy lejos de cuestionar la santidad de este noble hombre, mi objetivo es rastrear las huellas históricas de Yunguyo.

José Morales Serruto, 10 de octubre de 2021.

HISTORIA. POR QUE LA POBLACIÓN TAHUANTINSUYANA SE REDUJO DRASTICAMENTE

 Una de las causas del Genocidio Hispano

LAS PORQUERÍAS QUE LOS ESPAÑOLES TRAJERON A AMÉRICA

 (Crónica sobre hedores y vahos pestilentes que disminuyeron a los aborígenes)

Por Reinaldo Spitaletta 


Cuando iba en el automóvil del señor que me transporta, que tiene nombre de poeta modernista (el conductor, no el carro), vi cómo desde una motocicleta el parrillero lanzaba a la calle un vaso desechable y una servilleta. “Vea, qué cochino es ese tipo”, le dije. “Sí, es un indio”, añadió el del volante. Y aquí empieza la historia que quiero contar sobre la suciedad, la higiene y, más que todo, de cómo los indios de América (no los de la India) perecieron muchos de ellos por los vahos apestosos que desprendían los “descubridores” e invasores de la Europa del siglo XVI y de después, y no tanto por el uso de las armas. 

“No, señor. Los indios eran y son muy higiénicos. Nosotros heredamos de ellos el baño diario. Los españoles no se bañaban”. El hombre se quedó un tanto desconcertado. Y le dije, no sé por qué, puesto que había otras maneras más simples de explicación, que algunos cronistas de Indias advertían en sus relatos acerca de las costumbres de limpieza diaria, de baño cotidiano, en los ríos y quebradas, de los nativos. Sana costumbre que abarcaba desde México hasta la Patagonia. 

Y agregué, un poco en broma, que cuando los españoles comandados por Hernán Cortés arribaron a México, hubo indígenas que, al recibirlos, al tener contacto con ellos, quemaban plantas medicinales y aromáticas como una suerte de sahumerio purificador, no solo porque a lo mejor pensaban en conjuros y posibilidades de destruir hechizos (los indios eran muy previsivos, todo lo que les parecía enfermedad y pestilencia lo trataban como si se refiriera al mundo de los hechizos) procedentes de tierras desconocidas, sino por el apestoso hedor de los visitantes. Así lo narra Bernal Díaz del Castillo, agregué, tal vez de modo mecánico. 

Después, cuando ya había quedado atrás el señor conductor (tal vez había seguido su marcha pensando en suciedades europeas y limpiezas indígenas), el profesor Memo Ánjel, con el que no sé por qué tocamos el tema de los tipos que van por la calle, o a pie, o en carro, o en motocicleta, arrojando desperdicios al asfalto, recordó un ensayo de Baldomero Sanín Cano, titulado El descubrimiento de América y la higiene, al cual quiero hacer algunas glosas, a propósito de los guarros que por estas tierras desembarcaron hace más de quinientos años y produjeron, más que con sus espadas y otras agresiones, un despoblamiento de nativos por sus asquerosas maneras de vivir sin baño y las nuevas pestes que a estas tierras exóticas trajeron desde remotos reinos. 

Si bien, hoy, un sartal de investigadores europeos han dedicado su cacumen y tiempo a historiar la higiene, lo limpio y lo sucio, las letrinas y los hedores, los perfumes y lo que ocultan, es necesario advertir que pese a tantos adelantos, a los descubrimientos científicos, las vacunas, la jabonería de tocador y mil vainas de buen olor más, los europeos (sin generalizar, claro) en su cultura no tienen el baño diario como una de sus prioridades. A veces, cuando uno se acerca a alguno de ellos, se siente la sobaquina (o grajo que decimos en Antioquia) y olores agrios, mejor dicho, como los que sintió un personaje de la novela Zazie en el metro, de Raymond Queneau, cuando en una estación parisina espera a su inquietísima sobrina. 

Pero no nos desviemos. Se hablará, más que todo, según lo enunciado, del brillante ensayo del escritor de Rionegro, traductor, crítico literario, y uno de los más destacados cultores del género inventado por Michel de Montaigne (que seguro poco se bañaba), sí, don Baldomero, autor de El humanismo y el progreso del hombre

El escrito de Sanín se inicia con un panorama sobre la crueldad, la que poetas e historiadores de toda laya atribuyen como un factor de despoblamiento de las culturas autóctonas americanas invadidas y saqueadas por los europeos y establece, como hipótesis, “que la crueldad tuvo poco que ver en esta obra de exterminio”, si bien no se puede eximir de tal ejercicio a conquistadores, virreyes y otros extranjeros del cargo de sevicia ejercida contra los aborígenes. Con una salvedad (que puede no serlo): más que un acto de barbarie personal, o grupal, fue un asunto de los tiempos, cuando la crueldad era inherente a las maneras de ejercer el poder. Algo así como si la depredación fuera parte de su “humanitarismo” civilizador. 

En cualquier caso, la población de América en los días del llamado Descubrimiento era de más de veinte millones (ah, y no de almas, porque hay que recordar que, según la cosmovisión españoleta, los indios carecían de tal propiedad o entidad inmaterial), con cifras que, según el ensayista, de más o de menos, eran suficientes para que en menos de dos generaciones “el contingente blanco peninsular” fuera absorbido por los más numerosos lugareños. Y más adelante, al citar a un etnógrafo, que las civilizaciones de estas tierras fértiles (ubérrimas, dirá el poeta de Azul y Cantos de amor y de esperanza) preferían lo bello a lo útil, por lo que hacían más uso de la plata y el oro que del hierro, que ni lo conocían. Y entonces ¿a qué se debió el vertiginoso despoblamiento americano? 

Algunos sacerdotes españoles, como Francisco García Figueroa, advertían que la evangelización de los nativos se veía perjudicada porque cada vez eran menos, debido a enfermizos “efluvios” y mortandades lastimosas, por la presencia de los españoles “cuyo vaho parece les infunde pestes…”. Y en este punto, los interrogantes abundan: a qué vaho se refieren los evangelizadores, de qué se trata ese hálito nada vital, y entonces se van aclarando los paisajes. Y la mortandad. 

Y entonces el ensayista se pregunta de dónde demonios procedía ese vaho letal, mefítico, con el que se desbarajustó la población amerindia. Los americanos del siglo XVI, advierte Sanín, eran un pueblo sano, pulcro y débil, “en tanto que las ciudades europeas de la misma época eran un conglomerado infecto en que la higiene no era conocida y en que la suciedad y los parásitos dominaban señorialmente”, sobre todo porque en Europa, cuna de inteligencias y tantas filosofías y ciencias, nadie se bañaba. Y se cree que, por ejemplo, Felipe II de España y el papa Alejandro VI (también de España y miembro de la familia Borgia) murieron por enfermedades causadas por el desaseo. 

Y ni qué decir, más adelante, en el los comienzos del siglo XVII, el celebérrimo y absolutista Rey Sol, el que inventó los zapatos de tacón alto y mandó a construir el fastuoso palacio de Versalles, jamás sintió el agua sobre su cuerpo. Así que bien pudiera parodiarse su frase cumbre (“El Estado soy yo”) por “el estado de cochinada soy yo”. Pero sigamos con los que por estas tierras de las Américas estuvieron con sus malos humores. 

Los indios, que según tantos testimonios eran gentes sanas y pulcras y limpias, sufren el tormento de las hediondeces de españoles (bueno, también llegaron portugueses, alemanes como Alfinger y Federmann, en fin), se disminuyeron a su tercera parte por tanta contaminación de procedencia europea. El ensayista, apoyado en otros investigadores, va documentando su hipótesis. Por ejemplo, al citar a López de Gómara (autor de Historia General de las Indias) sobre los indios del Darién dice que se lavaban dos o tres veces al día, para no oler a “sobaquina”. 

“La mala ventura de las tribus americanas quiso que Colón hubiera descubierto aquellas tierras en el momento en que el viejo mundo se estaba convirtiendo en una pocilga”, dice el ensayista. El agua para muchos de los habitantes de la Europa de entonces (después también) era como un asunto diabólico, un líquido infernal. Para aquellas gentes, los piojos y otras plagas se metían en sus cuerpos. Ninguna inclinación hacia la limpieza se conoció en aquellas calendas de fetideces que, según la cultura, a lo mejor les olía muy sabroso. 

A América, o como se llamara antes de que sus “fragantes” invasores llegaran desde lueñes latitudes, la violaron con pestes y porquerías a granel. La inmundicia que arribó de más allá del mar, destruyó a una buena cantidad de habitantes nativos limpios y que acostumbraban a bañarse hasta dos y tres veces al día. ¡Ah!, y podríamos ensayar una moraleja: los que a la calle arrojan basuras, como el parrillero del comienzo, son parte de una inconsciencia pública, de una mentalidad atrasada y puerca, derivada, quizá, de aquellos sujetos de mucha ropa encima que llegaron con la cruz y con la espada, y con sus suciedades asesinas, a contaminar la tierra que pudo ser el paraíso terrenal. 

 

martes, 26 de octubre de 2021

PERSONAJES NOTABLES

 Entrevista antes de su fallecimiento

CARLOS AUGUSTO RAMOS NÚÑEZ:

“LA POLARIZACIÓN IDEOLÓGICA, POLÍTICA Y SOCIAL EN EL PERÚ ES TREMENDA”  

Aunque la sensible desaparición de este estudioso jurista, hijo del conocido abogado e historiador puneño Augusto Ramos Zambrano, acaeció el 21 de septiembre de 2021 en Arequipa, el reportaje que sigue no ha perdido actualidad. Antes bien, las reflexiones que contiene son de utilidad para mantener su trayectoria en la memoria histórica de nuestro pueblo.

 

Por: Fernando Chuquipiunta Machaca 

Carlos Augusto Ramos Núñez nació en Arequipa el 15 de septiembre de 1960 y murió en Lima el 21 de septiembre de 2021. Estudió Derecho en la Universidad Católica Santa María y Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Prosigue el doctorado en Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, se desempeñó como profesor principal en los cursos de Sistema romano germánico y Common Law e Historia del Derecho. Ha sido investigador visitante en el Instituto Max Planck de Fràncfort, Alemania, y en la Universidad de Berkeley, California. Autor de libros en los campos de historia del Derecho, Derecho y literatura y metodología de la investigación. Recibió el grado de doctor honoris causa por la Universidad Católica Santa María, la Universidad San Agustín y la Universidad Nacional del Altiplano. Fue magistrado del Tribunal Constitucional del Perú.  


¿Qué libro trabaja usted ahora?  

He concluido un libro, que precisamente acabo de entregar al Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, titulado, El indio en el Derecho peruano. Es una recopilación de varios artículos, publicados antes en revistas especializadas, de modo que la condición jurídica de nuestros aborígenes en el campo penal, civil y constitucional, es reconstruida y analizada. Sin embargo, debo concluir hacia fines de año otro texto que se titulara, Justicia profética. La lucha por el jurado criminal en el Perú, que sería la continuación de otro libro ya publicado, Justicia profana. El jurado de imprenta en el Perú.   

¿Cuál debe ser la participación de los escritores en el Bicentenario?  

Nuestra tarea debe ser reflexiva fundamentalmente. Ese acontecimiento tiene mucho de importante, pero también algo de irreal. Se genera, en efecto, un nuevo Estado, pero la noción de independencia es bastante relativa. Sucumbimos finalmente a poderes quizás más nefastos a partir de ese acontecimiento puramente político de escasa incidencia social y cultural. El mundo colonial quedó casi intacto. Salvo la diferencia entre nobles y plebeyos (propia de las monarquías) y la extinción de la categoría de súbditos por la de ciudadanos (más aparente que real) todo el edificio social quedó intacto.  

¿No es el tiempo de plantear un proyecto nacional?  

Ciertamente, aunque lo veo muy difícil. La polarización ideológica, política y social en el Perú es tremenda. Hay mucho sectarismo e intolerancia. En el horizonte no se avistan posibilidades de acuerdos a largo plazo que hagan posible y realizable un proyecto nacional. El Acuerdo Nacional es un fantasma que deambula de la mano de una. Es crucial el imperio general e igualitario de la ley ante todo. El país pierde mucho con las actividades desarrolladas al margen de las normas. Impuestos que no reciben, obligaciones sociales que no se cumplen, la pérdida de posibilidad de inversiones y el deterioro atroz del entorno ambiental.   

¿Qué se entiende por reescribir la historia del Perú?  

Se trata de dar una mirada distinta, quizás en ocasiones, hasta opuesta a la historia del país, de la que normalmente o tradicionalmente se ha ofrecido. Se trata de romper las cadenas de una historiografía ritualista, concesiva y oficial. Se impone la necesidad de una perspectiva crítica, pero que tampoco apele a la demagogia y a la denuncia fácil. Se corre el riesgo de pasar de un extremo para incurrir en el otro. Sustraerse de la leyenda dorada, por ejemplo, en materia del descubrimiento de América, para envolverse en la leyenda negra. O en la aseveración de una ausencia clamorosa de un proyecto nacional cuando lo hubo aun cuando de menor envergadura durante los siglos XIX y XX.  

¿En qué medida la historia del Derecho contribuye a los cambios sociales?  

La historia del Derecho elabora una suerte de estado de la cuestión o estado del arte de la legislación, la ciencia del Derecho y la jurisprudencia. A partir de ese diagnóstico puede determinarse la conveniencia o no de emitir nuevas leyes, otorgar nuevas interpretaciones o trazar un nuevo curso a la jurisprudencia de los tribunales. Ya se trate de cualquier tipo de modernización, esto es capitalista o solidaria. Esto último ya depende de las opciones ideológicas que se encuentren en juego. En los últimos tiempos parece haberse agotado el modelo liberal o neoliberal, como prefieren llamarlo algunos y parece insinuarse en el horizonte social un sistema más bien mixto y plural, que permita cambios sociales valiosos pero conservante el Estado de Derecho o el Estado constitucional.  

¿Cuál es su libro más importante?  

Creo que la Historia del Derecho civil peruano, que, al final no resultó solo la historia del Derecho civil, sino la historia del Derecho de los siglos XIX y XX. La colección, de la que se han publicado, diez volúmenes, y que me han demandado cerca de veinte años de intenso trabajo, por una disciplina académica a la que abogados e historiadores deberían dispensar mayor importancia, debe ser el libro más importante, pero al final uno depende de los lectores, que pueden de pronto optar por publicaciones mías más breves y quizás, a su juicio, más sencillas de leer.   

Finalmente, ¿Qué le aconsejaría a un joven escritor?  

La lectura y el empeño en la escritura. Esto va para escritores e investigadores. En realidad, el trabajo intelectual tiene más de esfuerzo físico y mental que de inspiración poética. Es más sudoración que romance. El amor y el afecto por una actividad es ciertamente un motor esencial, pero de nada sirve si uno se queda en el arranque y llega hasta la meta. La ruta es sacrificada y penosa sin duda, pero esa la naturaleza de nuestros ideales.     

 

lunes, 25 de octubre de 2021

KULLAHUA, DIABLADA y UNUCAJAS EN EL PROGRAMA

 Ballet Folclórico Nacional 

Estrena espectáculo que enaltece nuestra cultura milenaria en “Apus: Protectores de nuestro legado”

 Durante la primera quincena de noviembre y con aforo limitado, la compañía de danza se presentará en el Gran Teatro Nacional con ocho funciones bajo la dirección de Fabricio Varela Travesí.

 

El Ministerio de Cultura del Perú anuncia el estreno de “Apus: Protectores de nuestro legado”, una producción a cargo del Ballet Folclórico Nacional que tiene como protagonista a las divinidades tutelares del ámbito andino: los apus. El evento tendrá lugar en el auditorio principal del Gran Teatro Nacional, durante la primera quincena de noviembre: 4, 5, 6, 12 y 13, a las 8 de la noche, mientras que los días 7, 11 y 14 a las 5.30 p.m.


Continuando con las actividades de reactivación dentro del sector, el elenco, dirigido por Fabricio Varela Travesí, reunirá en escena a más de 40 bailarines junto a 9 músicos presentando un espectáculo de gran formato que utiliza los recursos audiovisuales y luminotécnicos para brindar al espectador una experiencia entretenida.

 

A través de un montaje que converge las representaciones folclóricas de nuestro acervo popular junto con las técnicas contemporáneas de la danza, la propuesta artística nos invita a reconocer la importante herencia histórica que recogen los apus, quienes son los eternos testigos del desarrollo de nuestra cultura en todas sus formas.

 

Los apus, particularmente según la cosmovisión andina, representan a las entidades protectoras y guías que custodian determinado espacio territorial. En ese sentido, las comunidades del entorno le rinden culto y veneración a través de distintas prácticas tradicionales que involucran desde el pago y ofrenda de productos hasta competencias rituales para ganar prestigio ante la comunidad y el espíritu de la montaña.

 

El programa del espectáculo incluirá la interpretación de dichas prácticas plasmadas en diversos cuadros que intercalan música y danza. Entre las figuras que podremos disfrutar se encuentran: la Obertura Limeña (Negrería de Yauyos), Cuadro de Cusco (Marinera, Saqras, Qacchin), Cuadro de Ancash (Shacshas, Pallas de Corongo), Cuadro de Arequipa (Montonero, Wititi, Carnaval), Cuadro de Junín (Chonguinada, Shapis de Chupaca, Huaylarsh chacra y moderno), Cuadro de Cajamarca (Musical cajamarquino), y el Cuadro de Puno (Unucajas de Azángaro, Kullawa, Diablada puneña).

 

Las entradas se encuentran ya a la venta en la página web de Joinnus y en la boletería del Gran Teatro Nacional. Cabe señalar que menores de 17 años, universitarios, estudiantes de institutos superiores, jóvenes del Servicio Militar Voluntario, mayores de 60, docentes de instituciones educativas públicas y miembros del CONADIS tienen 50% de descuento.




domingo, 24 de octubre de 2021

PERU Y BOLIVIA: UNIÓN SIEMPRE POSIBLE

 LA CONFEDERACIÓN

PERU BOLIVIANA,

DESMEMORIA Y LA PANDEMIA

José Luis Ayala

DIARIO UNO. 24OCT21.

U

no de los temas importantes que debió ser analizado con ocasión del Bicentenario, es la Confederación Perú–Boliviana. Se trata de un hecho que hasta ahora no ha merecido el análisis correspondiente. No solo para tener una versión fidedigna, sino sobre todo para conocer mejor el pasado y, aprender para que no se repitan los hechos.

El propósito político de Andrés de Santa Cruz, fue desarrollar un proyecto económico liberal. Pero tuvo una grave oposición. El general Agustín Gamarra, se opuso a un hecho que pudo haber cambiado el curso de la historia del Perú. Lo mismo sucedió con el general Orbegoso, afirmaba que Santa Cruz, le había traído al Perú más problema de los que ya tenía. La otra oposición tuvo el apoyo de peruanos que emigraron a Chile para aliarse contra el Perú. Hay una opinión compartida por muchos historiadores: Andrés de Santa Cruz cometió el grave error de haber firmado el Tratado de Paucarpata. Se equivocó gravemente.

El efímero triunfo de Paucarpata fue su derrota. “En ese entonces –dice Natalia Sobrevilla Perea– Chile estaba repleto de exiIados peruanos a quienes la Confederación no daba la bienvenida. Santa Cruz fue en parte culpable de ello. A diferencia de su política de excluir a los antiguos enemigos políticos, que lo habían ayudado a pacificar Bolivia, ahora se había rehusado a aceptar a sus enemigos peruanos en su gobierno”.

Para Diego Portales, el proyecto de Santa Cruz significaba una evidente hegemonía comercial, social y política del Perú en el Pacífico. Pero mucho por más el control de aduanas que eran muy rentables. La doctrina Portales resumió lo que vendría después: “El progreso del Perú es la ruina de Chile. Al progreso de Chile es la ruina del Perú”. Esa idea se proyectó hasta la guerra de agresión y conquista contra el Perú en 1879. Acción bélica financiada por Inglaterra.

Felipe Pardo y Aliaga, combatió con odio visceral a Santa Cruz, lo motejó de la manera más vil. Lo llamaba: Cholo, cholo jetón, Alejandro Huanaco, etc. Es verdad que Santa Cruz tenía mucho de andino. Pardo y Aliaga era un literato mediocre, criollo racista y enemigo de toda posibilidad de integración. Como bien señala Natalia Sobrevilla Perea: “(Diego) Portales apoyó a Pardo. Lo que lo hizo bastante poderoso. Parecía posible que el candidato preferido de este último acompañaría a la expedición chilena que se preparaba para luchar contra la Confederación. Pero al final Portales apoyó a la facción encabezada por La Fuente”. 1

Debido al Tratado de Paucarpata, Santa Cruz perdonó la vida de chilenos vencidos y a peruanos traidores. Proporcionó ropa, alimentos, acémilas y guías para que retornaran a Chile. Pero la oligarquía chilena no aceptó no solo la humillación y derrota vergonzosa, sino porque con ese hecho, no había posibilidades ni razones para armar otro ejército y derrotar a Santa Cruz. El ejército chileno-peruano, llamado Ejército Unido Restaurador enfrentó a Santa Cruz en la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. Nunca fueron juzgados quienes siendo peruanos mataron a soldados peruanos en Yungay.


Natalia Sobrevilla Perea asevera: “La Confederación tuvo muchos enemigos, cuyo deseo era vencer tanto a Santa Cruz como a su proyecto político. Prosiguieron su lucha con la Confederación, a pesar de su fracaso en 1837 en la primera campaña, que terminó con el Tratado de Paucarpata, y finamente lograron ponerle fin en 1839. Aunque luego de su defunción se hicieron algunos intentos para revivirla estos jamás tuvieron éxito, y el sueño de la unión se hizo trizas con el destierro de Santa Cruz a Europa en 1846… Pero en Bolivia se le tenía tal temor y no se le permitió regresar a mediados del decenio de 1850, razón por la cual tuvo que llevar a cabo su campaña presidencial desde la vecina Argentina”.

Este tema debió haber sido debatido para que las nuevas generaciones tengan una visión crítica y a la vez constructiva de nuestro pasado. Por lo que es obvio pensar en la necesidad de reescribir la Historia del Perú. Es una tarea de las nuevas generaciones de historiadores, es una labor que tomará varios años, pero hay que hacerlo de todos modos.

“Aunque hoy en día nadie propone –dice Natalia Sobrevilla Perea– una unión política estrecha entre los Estados de Perú y Bolivia, y aunque la confederación, tal como la imaginaron Bolívar y Santa Cruz, es hoy aún menos viable que hace doscientos años, los pueblos que viven en la frontera sigue siendo los aymaras, quienes han ocupado durante siglos esas tierras por las cuales tanta sangre se ha derramado. Ellos viven tal como lo han hecho desde la Independencia, transitando constantemente entre los tres países sin importantes particularmente en cuál Estado-nación se encuentran”. 2

Sin embargo, la realidad humana, cultural, política y geográfica no es así. El trabajo de Natalia Sobrevilla Perea, es de orden académico en base a lecturas en archivos y bibliotecas especializadas. Los aymaras hoy día hablamos de Nación Aymara, diseminada en las Repúblicas de Perú, Chile, Bolivia y Argentina. Respetamos los tratados referentes al Derecho internacional público. Pero al mismo tiempo y más allá de nacionalismos, nos une la memoria social, la historia común, la geografía, la cultura, el idioma, nuestros héroes, sobre todo la necesidad de llegar al poder para establecer el retorno del Tunupa. Y ese día llegará.

Con razón Friedrich Hegel decía: “Historia es el progreso de la conciencia de la libertad”. (2021)

___________________

1.- Natalia Sobrevilla Perea. Andrés de Santa Cruz. Caudillo de los Andes. Fondo Editorial de la PUCP. Página 205. Lima, 2015.

2.- Natalia Sobrevilla Perea. Andrés de Santa Cruz. Caudillo de los Andes. Fondo Editorial de la PUCP. Página 262. Lima, 2015.