viernes, 12 de noviembre de 2021

SOBRE HECHOS Y FENÓMENOS DE LA POLITICA PERUANA ACTUAL

 MERITOCRACIA

o MERITONOMÍA

Por Jorge Rendón Vásquez

H

ay ciertos términos que se ponen de moda, instalándose en el vocabulario y el imaginario popular, por lo general, sin que quienes los emplean conozcan su real significado u origen.

Tal es el caso de la expresión meritocracia que designa el gobierno por las personas con mayores méritos y que se ha colado en ciertas leyes.

Pero, ¿qué méritos?

Cuando esta expresión fue difundida por algunos sociólogos estadounidenses, en la década del cincuenta del siglo pasado, se aludía con ella a la superioridad económica y, por supuesto, de componente racial blanco, como fuente primaria de los méritos y, a semejanza de posiciones, a los orígenes y vínculos de familia, a la educación en colegios exclusivos y a la formación profesional en las universidades más caras. Los mejores eran los que habían ascendido a las posiciones económicas, sociales, políticas y culturales más encumbradas gracias a esos méritos. Era la realización del american way of life (el modo americano de vida) que examinó la novelística crítica estadounidense de la primera mitad del siglo XX, describiendo a los personajes que estaban en esa categoría, por lo general, wasps (whites, anglosaxons, protestants).

La expresión meritocracia se difundió en los países en vías de desarrollo, donde los individuos de las clases menos ricas y descendientes de las castas menoscabadas por los colonizadores pugnaban por promoverse socialmente. La meritocracia fue entendida, por lo tanto, como una suerte de  reivindicación, programa o bandera tras la cual se debía marchar para conseguir el poder de mandar y, para muchos, disfrutar de los privilegios y la fortuna que se consideró inmanentes al ejercicio del poder, incluida la corrupción, para cuya práctica algunos partidos políticos se convirtieron en eficientes centros de formación. Después se le generalizó, aplicándola al ingreso y a los ascensos y promociones en la administración pública y en las instituciones autónomas a cargo de la prestación de determinados servicios públicos.

Esta expresión no es pertinente, sin embargo, para indicar lo que sus autores quisieron decir: 1) porque el ingreso a la función pública, civil y militar, y los ascensos en este ámbito no comportan el acceso a la función de gobernar que solo corresponde a los poderes del Estado y a las instituciones con funciones específicas de dirección y gestión estatal y de solución de conflictos; y 2) porque para el ejercicio de los poderes Ejecutivo y Legislativo no se requiere acreditar méritos de alguna clase. A sus titulares los seleccionan los electores, sin el requisito de sus calidades profesionales y aptitud y menos de su conducta. Un somero análisis de los actuales congresistas, en particular de la derecha recalcitrante, podría demostrarlo. Y no creo que, para probar lo contrario, admitan someterse a un examen académico o a un test de su IQ y, algunos, a un escrutinio de su récord moral.

Dado el principio básico del Estado y la democracia de igualdad ante la ley, como no es posible que todos los que quieran se incorporen a los empleos estatales, se ha establecido el concurso por conocimientos y experiencia para el ejercicio de los cargos o situaciones a los cuales se postula. Es decir que a la igualdad ante la ley se asocia la igualdad de oportunidades.

El término adecuado para denominar a esta posibilidad debería ser meritonomía, de mérito: acción, cualidad o circunstancia que hace merecer un reconocimiento de valor personal; y nomos, derecho o norma en griego antiguo. La meritonomía es, por lo tanto, un régimen de derecho por el cual determinadas acciones y cualidades de las personas, debidas a sus estudios, habilidad, esfuerzo y conducta, les atribuyen valores cuantificables en su apreciación objetiva por los demás, de los cuales se restan los deméritos o acciones perjudiciales o reñidas con la moral. Esto implica que las personas van acumulando un patrimonio con un activo de méritos y un pasivo de deméritos.

La meritonomía nació con la noción de igualdad ante la ley proclamada por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa de 1789: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.” (art. 1º); “Todos los ciudadanos, siendo iguales ante la ley, son igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según su capacidad y sin otra distinción que la de sus virtudes y talentos.” (art. 6º).

Por la reacción de la nobleza y la burguesía, estos preceptos fundamentales de la vida en sociedad solo pudieron traducirse en leyes y praxis por el pacto social en Francia al terminar la Segunda Guerra Mundial del siglo pasado; y luego fueron incorporados como reglas universales por la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por las Naciones Unidas, en diciembre de 1948: “Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.” (art. 21º). Esta Declaración ha sido incorporada a nuestro derecho interno por la Ley 13282, de diciembre de 1959.

Lo deseable sería que la Constitución política reconociera el derecho del mérito o la meritonomía como una regla esencial de nuestra sociedad, apartando como antijurídicas las calificaciones subjetivas o determinadas por la apreciación de los jurados, prescindiendo de basarse en los hechos objetivos señalados por los reglamentos y de conocimiento de los postulantes.

Correlativamente, se debería erradicar los denominados exámenes de presencia en el ingreso a cualquier entidad pública, cuya calificación depende de la predilección o el interés de quienes ocupan los más altos cargos como si fueran propietarios de las entidades públicas en las que prestan servicios.

La meritonomía fue establecida en el Perú para el ingreso a las escuelas de cadetes de los institutos armados, a comienzos del siglo veinte, aunque permitiendo algunas preferencias mediante los exámenes de presencia que la desvirtuaban para excluir a determinados postulantes, en particular de rasgos indios.


En el ingreso a la administración pública civil y a la promoción dentro de esta, la primera norma que introdujo la meritonomía fue el Decreto Ley 11377, del 29 de mayo de 1950, debida a la iniciativa del abogado Pedro Patrón Faura que la propuso y redactó, inspirándose en las leyes francesas de la postguerra sobre la función pública. En los considerandos de este Decreto Ley se decía que “se hace indispensable crear la Carrera Administrativa, estableciendo la forma de ingreso a ella, las pautas a que deben sujetarse los ascensos y promociones, y, a su vez, las sanciones a que se hagan acreedores los que infrinjan las disposiciones reglamentarias; Que dentro de nuestro régimen democrático, todos los ciudadanos deben tener iguales posibilidades para el desempeño de la función pública y mejorar dentro de ella a base exclusiva de la capacidad e idoneidad expuestas en el trabajo”.

Extravagante, pero explicable contradicción: en ese momento, el Perú soportaba una dictadura que se ensañaba con los dirigentes obreros y estudiantiles, torturándolos y encerrándolos por años en las prisiones de Lima y El Frontón. Patrón Faura, como todos, lo sabía, pero no podía perder la oportunidad de arrancarle al gobierno una norma necesaria para el Perú. Su Decreto Ley dispuso el ingreso a la carrera administrativa y los ascensos dentro de ella por concurso según las vacantes disponibles y creó el Consejo Nacional del Servicio Civil como instancia máxima administrativa para resolver las reclamaciones de los empleados públicos. Fue una buena ley, cuya aplicación creó en los empleados públicos la mística de la pertenencia a un cuerpo encargado de la prestación de los servicios públicos. La desfiguraron y terminaron dejándola de lado los gobiernos del Apra y de Fujimori y los que les siguieron, primero con el ingreso por “servicios no personales”, luego por contratos diversos y nombramientos por amiguismo y partidarismo, y después introduciendo el régimen de la actividad privada (D.Leg. 728) e institucionalizando el Contrato Administrativo de Servicios (CAS), contra la Constitución que encarga el ejercicio de la función pública no política ni de confianza a la carrera administrativa (art. 40º).

Hace unos días, algunos militares de alta graduación denunciaron que se había manipulado los ascensos para postergarlos. Otros señalaron que ciertos jefes preferían los ascensos de algunos para pasar al retiro a otros. Si estos ascensos se ajustaran rigurosamente a la meritonomía no se producirían situaciones como esta. Del mismo modo, el pase al retiro debería regirse por la llegada a cierta edad y no por otras consideraciones. La derecha recalcitrante y su poder mediático, que nada dijeron en situaciones anteriores semejantes o peores, fingieron escandalizarse y aprovecharon para lanzar otra andanada contra el gobierno del maestro con el sombrero campesino.

Como se ve, en esta materia, hemos retrocedido.

El corsi y el ricorsi de los que hablaba Giambbatista Vico en su Scienza nuova (Ciencia nueva), en el siglo XVIII, sigue determinando la marcha de nuestra sociedad.

Reflexión final: si los derechos obtenidos no se defienden, se debilitan y terminan por perderse en provecho de quienes los abaten. Luego se instala la arbitrariedad y el abuso como conducta normal de quienes ocupan los cargos con poder y las jerarquías más elevadas y, frecuentemente también, de los burócratas ínfimos.

 (Comentos, 12/11/2021)

 

jueves, 11 de noviembre de 2021

LIBRO: ESCRITOS POR LA PUNEÑIDAD

Escribe: Liliana Quinto Laguna

Puno ha recibido un hermoso regalo, un gran aporte: ESCRITOS POR LA PUNEÑIDAD.  Libro, pleno de esencia, que refleja una labor constante, un trabajo concienzudo, sistemático, inteligente, reporta hoy una cantidad de conocimientos, de experiencias, de tiempos, espacios, acariciados por años. Una óptima mirada de orden histórico, social, filosófico y religioso, todo lo que alberga la Cultura Puneña, tiene por tarea conocer, instruir y cultivar espíritus, una puerta que se abre y recibe con los brazos abiertos, para decir: ¡Bienvenidos a Puno¡

Guillermo Vásquez Cuentas, a quien Puno abraza, agradece y felicita con la mente y corazón, por su labor de entrega, perspicacia y amor acendrado a la tierra que lo vió nacer, es el autor de esta obra, nació en Puno. Es abogado, graduado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa, en Puno alternó su labor profesional con labores en el campo cultural, fue presidente de APAFIT-Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro (1969-1972) Desempeñó el cargo de Asesor de Asuntos legales en la Presidencia del Consejo de Ministros. Fue catedrático principal del Centro de Altos Estudios Nacionales-CAEM, llamado ahora Centro de Altos Estudios Nacionales. Se desempeñó como asesor del Congreso de la República, ha sido director, editor de diversas publicaciones. Realiza labor cultural en Brisas del Titicaca, entre otras actividades, dirige el blog Puno, Cultura y Desarrollo, así como las página Facebook de igual nombre. 

ESCRITOS PARA LA PUNEÑIDAD, de fácil y rápida lectura, trae 624 páginas, plenas de Puno de antaño, de realidad actual, la esperanza de bienestar y prosperidad acentuada por sus recursos naturales y aporte cultural como Capital del Folklore peruano. Atinada publicación de la Universidad Nacional del Altiplano.

Apertura su temática con un tema motivador que sacude, cuando el autor habla con razón y corazón denotando : "El orgullo de ser puneños" compartiendo perspectivas certeras, por esta tierra  pródiga en diversos aspectos, naturales, humanos y culturales, que  emocionan y motivan.

El siguiente bloque está destinado a temas históricos importantes e ilustrativos, por ejemplo "El éxodo puneño durante la Rebelión de Túpac Amaru"

Posteriormente habla de: Costumbres, donde entre otros temas, explica el significado de la Fiesta de la Cruz y las Miniaturas.

Otro de los temas aporta grandes alcances sobre: Cultura Popular, comparte diversos temas, nombro solo dos de ellos: El Arte Popular Coreográfico de Puno; Patrimonio Cultural del Perú. Los Masías: Estirpe con genes portadores de vocación por el arte musical.

Sigue la temática alusiva a la Festividad Virgen de la Candelaria, puntos importantes que se tratan en este espacio, por ejemplo uno de ellos: "Orígenes y propagación del culto a la Virgen de la Candelaria"

Otro acápite habla sobre el Lago Titicaca, destaca uno, de los varios temas que desarrolla: "El Condominio binacional sobre la Cuenca del Titicaca".

Otra sección se refiere a Desarrollo, entre otros temas no menos importantes, está: "Nuestra visión de desarrollo, ¿Hacia dónde vamos como Región?

A continuación se habla de Política, diversos temas dan cuenta de la coyuntura social y política del Perú.

En el bloque de Personajes, se destaca la presencia de hombres y mujeres que fueron aporte social y cultural, dentro de ellos: Theodoro Valcárcel, siempre presente. La puneñidad de María Rostworowski. Ya finalizando el libro se habla de instituciones culturales, que han dejado una gran estela de labor y constancia, continuando su labor hasta hoy, por ejemplo APAFIT y Sicuris Mañazo. 

El libro cierra con broche de oro, con algunas reflexiones sobre Identidad Nacional, la Nación Aymara, Bicentenario con mapuches en lucha, San Miguel de Ilave, entre otros. 

¡Gracias! Querido Guillermo por tan significativo aporte, para esta y próximas generaciones. Por enseñar a través de estas páginas a amar, respetar y admirar más a Puno. <>

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ESCRITOS POR LA PUNEÑIDAD.


Por: Bruno Medina Enriquez


Omar Aramayo escribió: "Si alguien preguntase cuáles son los puntos principales en la agenda cultural y política de la ciudad y la región Puno, creación, testimonio y problemática, el libro de Vásquez Cuentas sería una buena respuesta, Posiblemente no completa, que tampoco es su afán, pero es una respuesta directa, fresca y meditada”. breve texto de uno mayor que Omar Aramayo incluye en la presentación del libro, refiriéndose al último volumen publicado por la Universidad Nacional del Altiplano cuyo título es “Escritos por la Puneñidad” escrito por el intelectual puneño Guillermo Vásquez Cuentas, visto a luz en abril del 2021 que recientemente ha llegado nuestras manos, y que en verdad es un ejemplar que en sus más de 625 páginas, refresca la identidad puneña en los diversos campos de su quehacer, y cuando Omar se refiere a que es directa, es porque el autor en sus diversos escritos aborda directamente numerosos temas que son de interés de los puneños, como su historia, sus costumbres, su cultura popular, las festividades en especial de La Candelaria, pero también aborda temas referidos al desarrollo, la política, las personas, las instituciones, en fin, los pueblos de Puno y sus identidades, que se hacen necesarios conocerlos por medio de la lectura de esta obra.
Es así que el Fondo Editorial de la Universidad bajo la dirección de José Luis Velásquez Garambel, ha visto por conveniente incluir entre sus valiosas ediciones, esta voluminosa obra que desnuda la identidad puneña, los más de 85 escritos de Vásquez Cuentas que contiene esta recopilación, han sido ya conocidos con anterioridad, muchos de ellos publicados en el diario los Andes, como en diversas revistas culturales, entre ellas nuestro “Aswan Qhari”, así como textos inéditos que abordan lo que ha venido a llamarlos “por la puneñidad”, en mérito a hacer conocer la identidad particular de esa región, por lo que su lectura y relectura incentiva de gran manera identificar a Puno con mayor profundidad, no solo para conocerlo sino para quererlo más, es más, para acompañar en su pretensión de identificarlo, apreciarlo, ayudar a encontrar las soluciones que se requieren para alcanzar su desarrollo, pasados ya la segunda década del siglo XXI, a despecho del llamado Bicentenario de la independencia peruana, que nos dice que “solos libres” y que aunque parece que a Puno aún no ha llegado esa opción de ser libre de alcanzar su desarrollo, siendo una región rica en recursos, valores e identidades, que merece nuestra permanente atención y cariño, no solo como lar nuestro y de nuestros ancestros, que han dejado la profunda huella de la identidad que asumimos, sino como una alternativa de ser parte del contestatario surandino que busca su desarrollo en el contexto nacional, a despecho de los docientos años pasados. Razones estas y otras más por las que su lectura es imprescindible para asumir y valorar esa “puneñidad” en nuestros corazones.

 

Sonia Luz Bermúdez Lozano

"Escritos por la puneñidad" es el reciente libro del Dr. Guillermo Vásquez Cuentas, que contiene historia, costumbres, cultura popular, festividad candelaria, Titicaca, pueblos y más temas sobre Puno. Esta publicación constituye un gran aporte para conocer más y mejor la cultura puneña.

Gracias Guillermo por haberme convocado para apoyar en la recopilación y edición.

En este link https://fb.watch/7CQyiqfnhb/ el video de la presentación del libro en los 'Miercoles Culturales' de la Universidad Nacional del Altiplano Puno con PUNO CULTURA Y DESARROLLO

martes, 9 de noviembre de 2021

RUN RUN SE FUE

 ¡CORRE ZORRITO, COOORREEEE ¡

Por Jorge Rendón Vásquez

La historia parece repetirse. No toda, sin embargo. El episodio que les cuento me recuerda algo que escuché hace ya décadas que, estoy seguro, las generaciones actuales desconocen.

Hace unos días, cierta prensa informó que, en el centro de Lima, un zorro había sido vendido como si de un perrito se tratara. La familia que lo adquirió lo llevó a su casa, y le puso por nombre Correcorre. Asustado, el zorro se dejó acariciar, lo que la familia tomó por mansedumbre, lo fotografió y lo dejó suelto en la casa. Por la noche, cuando ya todos dormían, Correcorre se aproximó al plato con la comida que le habían puesto y constató que era un ralo caldo con unos trozos de camote. Es posible que haya considerado entonces que esa no era la forma correcta de tratar a un huésped, al que habían sometido a un largo ayuno desde que tuvo la mala suerte de meterse en una trampa en la lejana provincia donde vivía. No tuvo que buscar mucho para encontrar lo que el olfato le ofrecía. El gallinero estaba en la parte posterior de la casa. Eligió una buena gallina batarasa de las más grandes y se restauró en forma. Luego bebió una cantidad prudencial de agua y se dispuso a dormir. Pero entonces, mientras se curaba los dientes con la punta de una de sus garras, algo que le salió de las profundidades de su colección de instintos le dijo que debía tener cuidado. Se levantó, ganó el techo de la casa y buscó en las otras casas un lugar donde ponerse a buen recaudo hasta encontrar la manera de volver a su tierra.

Run Run en Comas
Y tuvo razón. Al día siguiente, lo primero que hizo la familia fue buscar a su mascota. Los gritos estallaron cuando encontraron los huesos y las plumas de su gallina más querida y ponedora. Un vecino, a quien le mostraron las fotos de Correcorre, dictaminó que era un zorro. La noticia corrió, ocupando pronto las primeras planas de los diarios y las pantallitas de los celulares. Tras consultar con un parlamentario adversario del gobierno, un periodista alquilado para cubrir un espacio político en un diario, escribió en su columna que el zorro venía del VRAEN y que era, sin duda, un peligroso terruco. Fue el disparo que desencadenó una movilización general en la ciudad para neutralizar la amenaza. Bloquearon las carreteras de salida de Lima y comenzó un rastrillaje con peine fino por las calles y casas del distrito donde estaba la casa que había albergado al zorro.


Percibiendo la agitación de las gentes, Correcorre conjeturó que se debía a él —por algo era zorro— y decidió irse de allí cuanto antes.

Sobre las diez de la noche, dejó su refugio, escabulléndose por los techos. Al terminar la manzana, bajó a la calle y avanzó pegado a las paredes. Unos metros más allá vio un camión cargado con cajas de cartón. El chofer y su ayudante comían en la fonda de al lado. Correcorre subió y se introdujo entre la carga.

El camión pasó los controles de la avenida Túpac Amaru, luego de una ligera revisión, y enfiló hacia los Barrios Altos. Se detuvo en el jirón Ancash, dos cuadras más allá de la avenida Abancay. Correcorre aprovechó el instante en que el chofer ingresó a una pollería, posiblemente para anunciarse, y, con la rapidez de un relámpago, bajó del camión y se perdió en el zaguán de la casa. Ascendió por una desvencijada escalera, llegó al techo y allí se acurrucó entre un montón de heterogéneos objetos sin uso.

Respiró aliviado. Por el momento estaba seguro. Aún no tenía hambre, pero ya encontraría, algún gallinero. La tensión lo precipitó en el sueño en seguida.

Despertó con las primeras luces del alba triste de Lima, pero se quedó quieto. Podía aguantar. Estaba acostumbrado a esas esperas mientras se topaba con alguna gallina, una perdiz, una liebre y hasta un gavilán descuidado.

Sobre las cinco de la tarde escuchó el ruido que le pareció un cacareo que solo podía provenir de un gallinero. Era la posibilidad de una comida. Aguzó el oído y, con todo cuidado, abandonó su escondite, avanzando por los techos en dirección del ruido. Llegó hasta el borde de una casa con grandes patios silenciosos. El cacareo que aumentaba en intensidad venía de un gran edificio en la manzana del frente. Llevó la vista a uno y otro lado. A la derecha, tras una gran reja, varios policías fuertemente armados controlaban a las personas de civil que ingresaban. Tenía que arriesgarse, sin embargo, si quería comer. Descendió a la vereda y corrió hacia el jardín del otro lado; un salto le permitió alcanzar una ventana abierta y entrar al edificio, se escurrió entre gavetas, escritorios y pasadizos y se encontró ante una ventana que daba al sitio donde el cacareo tenía lugar. Correcorre miró hacia el interior y lo que vio lo llenó de estupor: las mujeres y los hombres colocados a la derecha de un hemiciclo interpelaban a un ministro con gritos desaforados, acusándolo de terruco. Correcorre se dijo: ¿cómo pudo haberse equivocado? Si esa jauría reparaba en él, lo despedazaría allí mismo.

Retrocedió tan rápido como pudo, retornando a su escondite.

Por la noche, se puso al acecho. Vio llegar al camión en el que había venido y, cuando estaba a punto de partir, subió a la tolva. Como ya conocía la clase de mercadería que llevaba, abrió una caja y calmó su hambre con un par de pollos.

El camión avanzó por una gran avenida en dirección del mar, torció hacia la derecha, bordeando una pared muy larga y se detuvo. Correcorre se puso tenso. Olfateó. Tras esa pared había animales, muchos animales. Se deslizó a la vereda y se alejó del camión. Unos metros más allá subió a un árbol, algunas de cuyas ramas se extendían sobre esa pared. Caminó sobre ellas y se dejó caer al césped del interior. 

Haciéndose el muertito

Era un zoológico. Los monos, que lo percibieron primero, comenzaron a chillar, y, de inmediato, otros animales se sumaron a la algarabía. A lo lejos se encendieron unas luces. Correcorre se dio cuenta de que solo podría esconderse en una de las jaulas. Su astucia de zorro ya le dictaría la manera de convencer a su ocupante. Se decidió por una por cuyas rejas podía pasar. Era la jaula de un jaguar. Pero, antes tendría que disfrazarse para no ser advertido por los guardianes. En un depósito contiguo encontró varios tarros de pintura. Tomó una brocha y, a pinceladas, se cubrió el pelaje de puntos negros. Las luces se acercaban. Correcorre entró a la jaula. Un rugido amainado lo recibió en la oscuridad y vio brillar dos ojos como ascuas. Correcorre supo que era una hembra. Esta se acercó cautelosamente, lo olisqueó a conciencia y le preguntó en inglés:

—¿How are you? (que en Castellano suena Jaguar yu)

Correcorre le respondió:

—No, I am sorry.

La jaguara se tranquilizó y le pidió a Correcorre que le contara por qué estaba allí. El zorrito le relató su drama y el fin que le esperaba si lo atrapaban. La jaguara, que había enviudado hacía poco, según le dijo, le aseguró que podía contar con ella.

Unas semanas después ambos se fugaron del zoológico y desaparecieron.

(Comentos, 9/11/2021)

ESTUDIANTINAS PUNEÑAS


Brisas del Titicaca 2013

Dirige  Rosendo Huirse 1920 aprx



Centro Musical Puno con Virgilio Palacios 1972















 

FIESTA DE LA CANDELARIA: ¿PORTAZO O ESCLUSA?

 UNA MIRADA A LA FABULOSA FIESTA DE LA CANDELARIA DE PUNO DESDE EL MODELO CONVERSACIONAL DE LA ZAMPOÑA

Escribe: Augusto Sánchez Torres

En JULI ETERNO N° 38, 

L

a disputa en una reunión festiva (especialmente en el marco andino) se inscribe por una parte en el sentido unívoco de la afirmación identitaria cultural, con la posición por otra de que ésta debe inscribirse en el marco inevitable de la apertura a otras culturas y a los tiempos nuevos y por ende en la polivalencia de sentidos, es antigua y no escasa en argumentos en el campo de las humanidades. Uno de esos debates se hace presente casi anualmente en la famosa fiesta de La Candelaria de Puno, acontecimiento festivo religioso-cultural que logró ser reconocido por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad (Unesco: 27 de noviembre de 2014). El dedicarle estas líneas a la fabulosa fiesta puneña, nos sirve también para dar una mirada general a la fiesta celebrativa andina.

Algunas preguntas que nos planteamos son las siguientes: ¿Tiene la festividad de la Candelaria uno o más sentidos? ¿Es la Candelaria solo una fiesta religiosa, o a la vez es un carnaval, una muestra cultural identitaria, una festividad religiosa aymara-quechua?; ¿un negocio, una esfera pública para el status (político, social, económico)? Son cuestiones que requieren un amplio espacio para tratar de responderlas. Aquí ofrecemos un pequeño aporte inicial. Y para ello usaré el modelo complementario y recíproco de la zampoña.


 Preludio

Este trabajo se enmarca en el encuentro de dos horizontes. El primero está configurado en nuestra realidad multicultural y dentro de ella la región aymara y la música de las zampoñas; éste, diríamos, es el lugar desde donde escribo y que en mayor parte es mi destinatario también. El otro horizonte es el mundo de la Academia y de la música comúnmente llamada “clásica”, cuyas voces resuenan mayormente en registro occidental, con el cual entablo conversación. Y que – a pesar que muchos puedan negarlo –algunas de esas voces se me hacen muy familiar. Digo esto porque cuando leo a Gadamer (filósofo alemán), o a Taylor y Kymlicka (filósofos canadienses) y a los filósofos interculturales (la mayoría de cuño occidental), me parece escucharlos en clave de zampoña, porque tematizan el diálogo tal cual la estructura de la zampoña. Este instrumento sui géneris en su estructura se hace posible por su conversación inacabable entre ira y arka. No conozco que haya algún otro instrumento musical que requiera de dos ejecutantes. Su estructura es dual y está dividida en dos hileras de cañas donde cada una tiene las notas musicales que la otra no tiene, por lo que se requiere de ambas para entonar una melodía. Intuyo que en el zampoñista (del altiplano peruano o de otro lugar) subyace una predisposición (natural) para la alteridad, pues, es necesario escuchar al otro sin el cual no habría música. Es un ejercicio de complementación, reciprocidad y equidad.

Sostengo que la fiesta, como ambiente celebrativo y como centro de la acción comunitaria, también se desarrolla en el sentido conversacional y complementario de la zampoña: tiene un topos primigenio pero para su vivencia recurre a la alteridad, escucha las voces de ‘otros’ y junto a ellos se desarrolla en el tiempo en una constante complementación recíproca, en lo que Gadamer llama “fusión de horizontes”.

Purismo versus pluralismo

Tal como señale a la entrada de este trabajo indagaré sobre el conflicto de apreciación que surge por el propósito de otorgarle una identidad a la fiesta de la Candelaria de Puno. Por un lado, se muestra un grupo que[1] llamaré puneñistas puristas, o culturalistas etnocéntricos puneños. Estos se caracterizan porque anteponen un sentido de primacía de lo local, de lo puneño (en la danza, en la música, en la identidad, etc.) como punto de partida y validez de la fiesta. Junto a este grupo aparece la iglesia ‘oficial’ puneña que actúa en el afán de darle un solo sentido a la fiesta: el religioso católico, el de la veneración a la Virgen María. Ambos, lo uno en lo cultural y lo otro en lo religioso, pretenden presentar la fiesta como una univocidad de sentido: la fiesta es puneña y católica. Estos principistas o puristas actúan bajo el paradigma del PORTAZO: maximizar el valor de lo propio y subvalorar el aporte de lo no-puneño y de lo nuevo; cuando no, negarlo o eliminarlo. En sus manifestaciones desmesuradas suelen argumentar que las danzas que no son de corte puneño no deberían de ejecutarse, que las bandas de música extranjera deberían de excluirse (generalmente referidas a las bolivianas), que la ropa de los danzarines solo debería ser producto del artesano local, por anotar algunas expresiones.

En el otro extremo hay un frente de aprovechamiento económico y político, e inclusive social, que saca ventaja de la fiesta para sus casillas particulares. Interviene en la fiesta porque obtiene beneficios materiales, pero no se identifica con ella. Lo denominaré el del sin sentido. Por ahora no me ocuparé de este grupo, sino del anterior y del que presentaré a continuación.

En efecto, al otro lado de los puristas, hay uno más amplio que vive la fiesta en una pluralidad de sentidos, pluralidad que reconoce distintas formas de relación con la fiesta de la Candelaria, y que a pesar de su multiplicidad no se muestra desparramada sino reunida en torno a un topos común: el lugar y el tiempo memorable celebrativo, es decir, Puno, la Virgen de la Candelaria y los primeros días de febrero. Estos, a quienes llamaré los pluralistas, actúan bajo el paradigma de la ESCLUSA: las expresiones espirituales, culturales actúan como bisagras, permiten desde su experiencia original dialogar con otras tradiciones y se abren a nuevas expresiones. A mi parecer es esta última la que vitaliza la festividad toda. Me inscribo en ella.

Tengo la impresión que desde hace mucho tiempo la fiesta de la Candelaria carece de una única unidad de sentido; tiene una polivalencia de sentidos. El asunto que se haya arropado primeramente en la tradición cristiana-católica no le quita que haya mostrado otros sentidos, o que sea el medio de expresión de otras sensibilidades culturales y sociales. Me refiero primero a que además de lo típicamente católico la fiesta ha venido develando su sentido más auténtico, el del mundo aymara-quechua y su religare con la pachamama (una muestra es el faustuoso concurso de danzas autóctonas). Aquí la Virgen de la Candelaria ha tomado otra denominación muy familiar: es la mamita de la Candelaria. Y dado que su celebración es en febrero, es la imagen que bendice los nuevos frutos de la tierra y espanta las heladas; es la guardiana de las familias y de las comunidades; es la madre celestial; es la imagen sincrética de la pachamama con la madre de Dios.

Otro sentido es el que tiene que ver con que la fiesta de la Candelaria es vivida en el marco de lo festivo-carnavalesco. Habría que anotar aquí que, aunque se desborda en su esencia carnavalesca no se aleja de lo que le congrega: el topos común y el tiempo memorable.

¿Está mal que esta fiesta haya devenido en varios sentidos? Obviamente que no. La fiesta si bien tiene un momento originario que le da una identidad primaria fuerte, no podría seguir existiendo sin alimentarse de lo ‘de afuera’ y de lo nuevo. Aquí me parece crucial relievar el modelo dialógico y bipolar de la zampoña: aquí no hay ‘vida’ sin el otro y sin el diálogo; lo otro es mi complemento. La fiesta también significa un espacio de diálogo de la pluralidad de sentidos buscando un lugar sincrético. Restringir, reducir y subsumir los diferentes sentidos a uno solo (por decir, al religioso católico cristiano; o dar validez sólo a lo “puneño”) no hace sino entorpecer ese carácter dialógico de complemento; y al contrario puede empujar hacia algún modo de dominio violento. Pero tampoco debe extrañarnos que para unos el valor unívoco originario tiene más sentido, y eso no está mal. Lo negativo radicaría en enseñorear y canonizar a lo unívoco solamente en perjuicio de la vitalidad existencial múltiple.

Debo de precisar que cuando hablo de multiplicidad de sentidos no necesariamente estamos hablando de nuevos sentidos en estricto (no creo que haya nuevos sentidos en sí), sino de sentidos que van apareciendo desde la luz del mito fundante (fiesta religiosa católica), pero que recogen los nuevos tiempos y los aportes de lo foráneo. Estos sentidos fusionados no necesariamente desconocen su mito fundante, sino que viven transfigurados por la alteridad y la contemporaneidad que les toca vivir. Es como si un pie estuviese en el mito fundante pero el otro en las nuevas experiencias vivenciales. Así, es un encuentro siempre entre el pasado y el presente, o entre lo propio y lo extraño; es siempre una zampoña dialógica que tiene al arca y al ira en una conversación sin fin. Por lo que no se pierde el carácter originario, identitario, sino que esta se muestra en cada tiempo con los rasgos inclusivos o de la época o de lo extraño.

No está por demás revisar un poco lo referente a la tradición. Los “puristas” pretenden reivindicar una tradición conservadora. En verdad, la ciencia social ya nos ha dicho que no hay tradiciones ni culturas cerradas, todas van abriéndose a nuevos encuentros con otras tradiciones. No suena bien por eso que algunos ‘puneñistas’, inclusive de raigambre intelectual, hayan emprendido una batalla verbal con sus pares de Bolivia respecto de la originalidad y de la correspondencia de algunas danzas, aun cuando ambos gozamos de una sola vena cultural. Ya sabemos que las expresiones artísticas, culturales, espirituales, rituales, festivas no son patrimonio sólo del que los crea sino también del que los vive, o mejor, de la comunidad que le da vida y vigencia; entonces, el patrimonio viene del lado del que baila, del que ejecuta (música), del que ritualiza, del que practica.


La fiesta, por ello, no es un portón que pone parámetros, sino una esclusa que está abierta a nuevas experiencias de sentido; y que en su vitalidad, además de tener una pertenencia comunitaria originaria, se ve impulsada a ser inclusiva y exógena. Es inclusiva porque recepciona los aportes de propios y extraños en cada momento festivo (cada año), y es exógena porque se abre a otros horizontes, a otras tradiciones; o se vale también de otras tradiciones. Una fiesta como la Candelaria es típico ejemplo de encuentro de horizontes, encuentro de tradiciones, de diálogo de horizontes. En la práctica se cumple este encuentro, esta interculturalidad. No hay que olvidar que el pueblo danzante y festejante maneja simbológicamente estos encuentros; a veces no requiere ni verbalizarlos, ni escribirlos, ni conceptualizarlos. Pues, lo simbológico no siempre se dice, sólo se vive. Por ello, prohibir la participación de bandas bolivianas, o criticar a los festejantes ‘afuerinos’ suena mal. El arte en general y la música en particular no se pueden canonizar, ni regionalizar ni cerrar. La fiesta es fiesta porque en ella participan muchos. Lo festivo si bien tiene una centralidad por el origen, por su desarrollo posee apertura. La fiesta es origen e incremento. No hay cultura pura, ni fiesta pura. Una fiesta se vitaliza por el reconocimiento del otro, y esos otros, en verdad son la vivencia de lo que se pretende propio. En otras palabras, lo propio tiene una fuerte relación dialéctica con la alteridad, con lo extraño y lo nuevo.

A pesar de los puristas o de las voces ‘oficiales’ de la fiesta de la Candelaria, el pueblo que percibe la fiesta como su alma o como símbolo, seguirá aceptando a los de adentro y a los de afuera, seguirá sacando lo sagrado de su origen, pero lo irá enriqueciendo con el horizonte de lo nuevo y de lo extraño.

La zampoña y la pluralidad de sentidos

La perspectiva analizada líneas arriba también lo podemos asociar a la práctica de la zampoña. Parto aquí desde mi experiencia como ejecutor y director de grupo de zampoñistas del Centro Cultural Melodías Ilave, grupo muy reconocido por las innovaciones al interior de la orquestación musical zampoñistica. Igual que en la fiesta de la Candelaria, en la ejecución de la zampoña también se presenta ese debate entre puristas y aperturistas.

En este punto hay la necesidad de reforzar el punto sobre la tradición. Debo de diferenciar entre “tradicionalismo” y “tradición evolutiva”. Considero “tradicionalista” a los conservadores de la ejecución de la zampoña. Para ellos no se debe modificar en nada la manera “originaria” de la zampoña. Este autoctonismo conservador no tiene asidero conceptual, porque tendríamos que saber quiénes son los portadores de la “cosa en sí”. Y sabemos que las manifestaciones culturales no tienen una fijación en el tiempo; cambian. Y como diría el filósofo Gadamer, la historia tiene efectos, es decir todo crece recogiendo las afectaciones de los tiempos que van transcurriendo.

Al otro lado está la “tradición evolutiva”, entendida como la continua experimentación de las manifestaciones culturales en el tiempo de acuerdo a las influencias de los momentos que nos toca vivir, pero sin olvidar el mito fundante, aquello que encontramos y dieron los primeros sentidos a nuestra “existencia musical”. “Tradición evolutiva” es “historia efectual”, es la fusión de distintos horizontes: del pasado con el presente, de los pasados con los presentes. Esta diferenciación marca entonces el asidero conceptual desde donde partimos. Hacemos tradición entendida como tradición evolutiva, no tradicionalismo; nos ubicamos en la interculturalidad y la fusión de horizontes; no perdemos lo que somos, pero no nos quedamos como estatuas frías ni repetimos el pasado; somos hijos de los tiempos, tenemos claro el presente que vive dialogando con el pasado e intuyendo el futuro. Nos aperturamos a las expresiones de otras culturas, dialogamos con ellas. De occidente rescatamos su técnica orquestal, la hacemos nuestra prudencialmente en lo que se puede (no en todo), así producimos un producto interculturalizado, no cerrado.

Colofón

Podría resumir lo arriba señalado con que la vivencia festiva o cualquier identidad cultural funciona no cerrándose en lo suyo sino algo como un salir quedándose, un ir sin irse, una ida regresando, una apertura desde tu dato originario. En buena cuenta, es una experiencia de entrada y salida infinita, un ofrecer algo a otro y recibir de este otro algo para tu ‘lugar’, para ti mismo. Es como en una conversación que nunca termina y siempre queda algo por decir, pues siempre hay algo nuevo por aprender.

El modelo de la zampoña como metáfora para encauzar este pequeño análisis sobre la fiesta de la Candelaria, puede servir para analizar otras fiestas y también para hablar de la esfera pública intercultural (o las esferas públicas interculturales). Una esfera pública intercultural debería de permitir el diálogo de la pluralidad de las culturas diferentes, que tienen sensibilidades y racionalidades diferenciadas. Otra cosa es una esfera pública monocorde, unívoca y colonizada por una sola cultura (con los medios de comunicación y con el poder político de cómplices). Esta esfera unívoca es como una zampoña quebrada y sólo produce la trama rancia y desabrida de la mala música de la unilateralidad. Este repertorio unilateral nos es muy conocido y tiene muchos rostros: déspota, excluyente, ciego a la diferencia, etc. etc. La esfera pública intercultural es lo contrario: inclusiva y dialógica como la zampoña.

Inevitable apostar, entonces, por la esclusa y no por el portazo.



[1]1 Frase atribuida al filósofo alemán Hans-Georg Gadamer quien sostienen que toda comprensión humana se ajusta al modelo conversacional. “Somos diálogo”, somos siempre “fusión de horizontes” sostendrá. Cf. Gadamer, H. (1998). Oír, ver, leer. En Arte y verdad de la palabra. Barcelona: Paidós.

 


LOS AYMARAS Y SUS APORTES A LA CIVILIZACIÓN INCAICA

Por : Hernán Amat Olazábal

 La caracterización de la inmensidad de los logros históricos de los Aymaras, que contribuyeron notablemente a grandeza del Tahuantinsuyo, fue diseñada magistralmente por el antropólogo John V. Murra. Desde nuestros puntos de vista, veamos algunas consideraciones al respecto.

 Desde los tiempos antiguos

 En el período post‑glacial, hace diez mil años, los ecosistemas que circundaban el lago Titicaca fueron capaces de proveer al sostenimiento de cazadores de guanacos y ciervos y de recolectores de plantas, que ya experimentaban con la horticultura. Más tarde, ellos se convirtieron en domesticadores de llamas y alpacas, de tubérculos (papa, olluco, oca, mashua), de chenopodiáceas (quinua, cañahua) y en cultivadores intensivos y extensivos del maíz en diversos nichos ecológicos, con el empleo de técnicas edafológicas, hidráulicas y conocimientos profundos de los fenómenos atmosféricos y de la astronomía.

 Con la emergencia vigorosa de las sociedades Pucara y Tiwanaku, aquellos territorios agrestes, hacia e1 sig1o II antes de nuestra era, se convirtieron en uno de los lugares más espectaculares de integración ecológica que jamás se haya realizado.

 Hacia 1440 d. C., cuando los incas inician su vertiginosa carrera imperialista y se irrogan solemnemente el manto del destino de las etnias y naciones del Perú antiguo, los pueblos de la cuenca del Titicaca contaban ya con millones de laboriosos habitantes dedicados a la agricultura, a la ganadería y al comercio. Se habían quedado sin mayor espacio y, según creían los Incas, también sin tiempo.

 El aporte ecológico-económico

 Durante varios milenios, los cultivos y los rebaños de camélidos de la sociedad agropecuaria andina, se dan de preferencia en alturas que varían entre los 2.000 y poco más de 4.000 metros sobre el nivel de mar. Por debajo de los 2,000 metros, 1a floresta tropical sofoca los encrespados flancos de Los Andes orientales, donde los ríos profundos rugen a través de gargantas salpicadas de cantos rodados y es posible roturar la tierra para el cultivo de frutales y de la coca, cuando la verticalidad de los Andes cede e1 paso a las montañas más suaves. Por encina de los cuatro mil metros, predomina la puna desprovista de árboles o sólo salpicada de polilepsis ("queñuales") y de una especie de pastizal llamado ichu, el cual mantiene a los densos rebaños de llamas y alpacas y alimenta a las vicuñas silvestres.

 El aporte tecnológico

 La tradición agrícola que se desarrolló en el altiplano del Titicaca exigió un esfuerzo comunitario debido a que los valles anchos son escasos y las laderas de las montañas son de gran diversidad. Esa realidad orográfica demandó la creación y difusión de un sistema elaborado de los huaru huaru (camellones) y “cochas”, de controles hidráulicos para e1riego eficaz de las mismas y, de la construcción de las “pata-pata” (parcelas aterrazadas o andenes).

waru waru

 De otro lado, muchos otros aportes tecnológicos aymaras surgieron de la necesidad de hacer frente a la realidad natural. Así, trabajar en el medio altiplánico, de climas extremadamente fluctuantes, exigió como exige ahora, el uso de prendas de lana aptas para contrarrestar el frío; exigió también el consumo ocasional de productos frescos y los que llegaron a deshidratarse mediante tecnologías autóctonas (carnes y grasas, como cecina o “chalona”, papa y oca como “chuño”, “tunta” y “caya”), incluyendo además complementos dietéticos como peces lacustres, frutas y coca de la floresta. Solo de ese modo fue posible sostener una población estable y cada vez más numerosa. Digamos de paso que la coca, tomada con moderación, es un valioso ingrediente dietético para quienes participan en trabajos agrícolas en considerables altitudes, ya que estimula el vigor, la resistencia corporal y la capacidad para resistir bajas temperaturas.

 Como ya señalamos, Pucara y Tiwanaku, hacia 200 años a. C. fueron culturas en las que se produjeron innovaciones, continuadas por los aymaras, que configuraron una nueva economía sostenida y sumamente funcional a la que Murra llamó "el control vertical de un máximo de pisos ecológicos" o "archipiélagos verticales", es decir, el aprovechamiento de los recursos naturales de la puna, valles alto-andinos, quebradas semiáridas, extensos valles costeros cálidos y cabeceras de selva, considerándolos como sistemas  independientes, pero todos ellos con la finalidad central de mantener a grandes comunidades humanas, contrarrestando carencias o insuficiencias ocasionadas por inclemencias climáticas. Esas comunidades llamadas ayllus, controlaban extensos territorios muy distantes de su centro de origen, estableciendo colonias; por ejemplo, en los valles de costa como Tambo, Sama, Locumba, Caplina, Azapa, cultivaban el maíz; en la Quebrada de Humahuaca, en el noreste argentino, sembraban tubérculos; en las selvas de Larecaja (Bolivia), cosechaban frutas y coca.

 Estos "archipiélagos verticales” que a menudo cubrían distancias de 80 a 150 Km desde las punas hasta el nivel del mar, permitieron que se reuniera masas de personas en cantidades suficientes como para emprender la enorme tarea de construir sistemas arquitectónicos con la finalidad de crear tierras de cultivo en pendientes empinadas e irrigarlas adecuadamente. Ello constituye una gran proeza tecnológica, una síntesis brillante, producto del genio creador de los aymaras y sus predecesores. Lo que había sido 1a barrera casi insuperable de la geografía andina se convirtió en un valor, que se transformó en la base de la civilización andina. Así, una agreste topografía aislada y de carencias se había visto transformada -por la voluntad humana- en un conjunto de tierras florecientes racionalmente explotadas, primero por la gente de Pucará y Tiwanaku y luego por diversos “reinos” o “señoríos” altiplánicos como los Lupaccas, Collas, Collaguas, Callahuayas, Umasuyos, Pacajes, Charangas, Charcas, Lipes, etc.

 El aporte militar

 Hacia el siglo XV los incas incursionan militarmente en el lugar de sus remotos orígenes, el altiplano aymara, afirmando el aprovechamiento de sus logros culturales en la ecología y la economía y pasan a explotar la inmensa riqueza agropecuaria de los pueblos del Altiplano. Durante la dominación incaica, aquellos pueblos, “reinos” o “señoríos” aymaras prestaron sus contingentes humanos de muchos miles de luchadores a la empresa guerrera y expansionista de los Incas, incluyendo a los principales generales de las fuerzas conquistadoras de Huayna Capac, que fueron aymaras. Por lo demás, las riquezas que ellos crearon y acumularon, sirvieron para financiar las dilatadas guerras de conquista de las etnias Punás, Cañaris, Cayambes, Shiris, Pastos y otras asentadas en el actual territorio del Ecuador.

 Así pues, los aymaras no sólo han sido el factor primigenio que suscitó la aparición del Estado Inca, sino que ha contribuido decisivamente con señalados productos culturales que resultaron fundamentales y trascendentales para los logros de la civilización incaica en esta parte del continente americano. <>

 

domingo, 7 de noviembre de 2021

LA COYUNTURA POLITICA PERUANA

 EL SEGUNDO VOTO DE CONFIANZA:

LA EMULSIÓN POLÍTICA COMIENZA A SEDIMENTARSE

Por Jorge Rendón Vásquez

Terminado el proceso electoral del año en curso, sus resultados plasmaron dos fuerzas contrarias: la derecha recalcitrante que tomó el control del Poder Legislativo y la nueva izquierda que se hizo del Poder Ejecutivo.

Para esta derecha (calificada por cierta prensa de bruta y achorada, DBA), la presencia de esa nueva izquierda no podía ser; rompía su esquema de dominio absoluto del panorama político por su mandante: el poder empresarial oligárquico, blanco y limeño, y, en consecuencia, se propuso aniquilarla, valiéndose de su control del Congreso de la República y de sus medios de prensa y TV, incluidos un diario y un semanario que fungen de independientes ante su clientela capitalina, en su mayor parte pequeño burguesa, a la que le repugna la nueva izquierda por provenir, sobre todo, de los departamentos andinos.

La derecha renovando sus escribas
Gráficamente, este enfrentamiento se asemejaba al juego del nudo de guerra o de la soga: de un lado, la derecha recalcitrante tiraba la soga para arrastrar a la nueva izquierda que agarraba el otro lado, no para hacerla pasar la raya central, sino para precipitarla al abismo que había abierto entre ambas.

El primer episodio de esta pulseada fue el debate en el Congreso de la República por el voto de confianza requerido por el primer gabinete ministerial nombrado por el presidente Pedro Castillo. La derecha recalcitrante tenía todo preparado para negárselo (fines de agosto de 2021). Fracasó, sin embargo, porque solo pudo reunir 50 votos frente a 73 que aprobaron la confianza (37 de Perú Libre, 5 de Juntos por el Perú y 31 de varios partidos que con este voto se insinuaban como de centro derecha).

Furiosa por esta derrota, la derecha recalcitrante continuó su ofensiva, centrando su ataque en el primer ministro Guido Bellido y en el ministro de Trabajo Iber Maraví al que interpelaron en el Congreso. Esta presión llevó al Presidente de la República a prescindir de los dos ministros indicados y de otros cinco y a nombrar, en su lugar, a varios personajes sin ejecutoria ni experiencia en la gestión ministerial, pero de una posición de izquierda y de centro izquierda. Con este cambio, la derecha recalcitrante y su prensa y TV se quedaron sin blancos notorios; y, algo desorientados, siguieron con sus ataques personales a algunos ministros, esperando el siguiente round que se jugaría en el Congreso, debatiendo y votando sobre la confianza al Consejo de Ministros. Como una parte de la bancada de Perú Libre había objetado el cambio de los ministros y declarado que no votaría por la confianza, la derecha recalcitrante se regocijaba ya por la colaboración que, suponía, le prestaría este inesperado nuevo aliado con el cual podría liquidar al gabinete ministerial.

Tras una carrera de discursos pedestres de la mayor parte de congresistas, se votó finalmente el pedido de confianza el 4 de noviembre de 2021 con el siguiente resultado: en contra 56; a favor 68; y una abstención.

En comparación con la votación por la confianza de fines de agosto de 2021, la derecha recalcitrante acumuló, esta vez, a primera vista, 6 votos más (56 ahora frente a 50 de la vez anterior). Pero si se descuentan los 16 votos de Perú Libre contra la confianza, la derecha recalcitrante solo sumó 40 votos (16 menos que la vez anterior). Estos 40 votos fueron de: Fuerza Popular (Fujimorismo) 24; Avanza País (candidato presidencial López Aliaga) 6; Renovación Popular (candidato presidencial Hernando de Soto) 6; Alianza para el Progreso (candidato presidencial Acuña) 2; Podemos (candidato presidencial Urresti) 1; y Somos Perú y Partido Morado 1. Como se sabe, estos heterogéneos representantes de la derecha recalcitrante fueron llamados a candidatear por ciertas declaraciones o afinidades con los grupos que habrían de financiarles la campaña electoral.

Los votos a favor de la confianza, descontando los de Perú Libre (19) y de Juntos por el Perú (4), sumaron 40 que fueron aportados por: Acción Popular 14; Alianza para el Progreso 13; Avanza País 3; Renovación Popular 2; Somos Perú y Partido Morado 8; Podemos 4; y No Agrupado 1. Por lo tanto, los representantes de Acción Popular con los otros congresistas que votaron por la confianza, apartándose de la derecha recalcitrante, se perfilan como una fuerza de centro, si bien ladeada hacia la derecha.

Un hecho que ya no llama la atención aquí es la ausencia de disciplina de los grupos políticos. Sus integrantes votan como quieren. ¿Cuál fue su motivación esta vez al votar por la confianza? ¿No decepcionar a sus votantes, quienes, a pesar de su posición y trayectoria, les dieron su voto? Improbable para muchos de ellos. O más bien, ¿no caer en una primera negativa de la confianza que con otra determinarían la dilución del Congreso y la pérdida de las jugosas remuneraciones que ahora perciben? Un viejo dicho se insinúa como respuesta: No hay que tentar al diablo.


¿Y cómo explicar los 16 votos de Perú Libre contra la confianza a un gabinete ministerial nombrado por un Presidente de la República al que este partido había postulado y apoyado hasta su triunfo? No, evidentemente, por la afirmación de algunos de que esos congresistas se han pasado a la derecha. Eso del Fujicerronismo no pasa de ser un disparate de un diario derechista. Aunque en ciertos momentos los extremos se tocan, esta coincidencia es ahora circunstancial. Mi impresión es que la conducta de los 16 representantes de Perú Libre que votaron contra la confianza estuvo determinada por un sentimiento de dignidad y cierto infantilismo. Dignidad, porque hubiera sido desdoroso que los representantes leales a Bellido y a otros ministros defenestrados y el mismo Bellido hubieran votado a favor de un gabinete cuyo nombramiento era para ellos una censura indebida, causada por la presión de la derecha. De haber votado a favor de la confianza habrían convalidado esa censura, lo que hubiera sido como poner la otra mejilla para recibir otra bofetada. Infantilismo, porque algunos de ellos parecen jugar a la política considerándola como una secuencia de criterios subjetivos y, entre ellos, el resentimiento que debe permanecer fuera de los avatares del conflicto político. Es de esperar que esos 16 representantes de Perú Libre reaccionen positivamente y aprendan la lección, sobre todo, examinando la evolución de los términos dialécticos de la sociedad en todas sus manifestaciones e interrelaciones. Si no lo hicieran así y persistieran en enfrentarse a sus propias fuerzas o a fuerzas amigas, la ola histórica de las grandes mayorías sociales que han confiado en ellos acabará aislándolos.

Por lo tanto, los congresistas que se van definiendo con una connotación centrista se erigen como una fuerza desisiva para aprobar los proyectos de leyes que sean necesarios para cambiar ciertos aspectos de nuestra realidad económica, social y cultural, a condición de llegar a las coincidencias que la realidad reclama con la nueva izquierda respecto de los proyectos que unos y otros propongan. Tanto en el campo económico como en el campo político les será necesario a ambas fuerzas acercar posiciones y transar.

Cerca de Londres hay una escuela de gestión empresarial cuyo lema es: “En la vida no se obtiene lo que se cree merecer, sino lo que negocia”, frase que coincide con la siguiente definición de nuestro Código Civil, evolucionada desde el antiguo Derecho Romano: “Por la transacción las partes, haciéndose concesiones recíprocas, deciden sobre algún asunto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse o finalizando el que está iniciado. /Con las concesiones recíprocas, también se pueden crear, regular, modificar o extinguir relaciones diversas de aquellas que han constituido objeto de la controversia entre las partes.” (artículo 1302º).

Nuestro país, nuestro pueblo merece y debe crecer económicamente no solo para los ricos; debe prosperar con igualdad de oportunidades para todos y redistribuyendo la riqueza creada por el trabajo. Podemos y, creo, tenemos ganas de hacerlo, y las fuerzas políticas que así lo entiendan deberían ayudar uniendo su poder de decisión tras asumir un criterio constructivo.

(Comentos, 6/11/2021).