viernes, 28 de octubre de 2022

PUEBLOS PUNEÑOS: JULIACA Y AYAVIRI

 Por: Rene Calsin Anco

A

El pasado 24 de octubre, Juliaca rememoró el 96 aniversario de la inauguración de la provincia de San Román y, hoy, 25 de octubre, Ayaviri recuerda el 121 aniversario de la creación de la provincia de Ayaviri, llamada provincia de Melgar desde 1925. Por tales efemérides, presentamos algunas vinculaciones existentes entre las ciudades puneñas de JULIACA y AYAVIRI.

LAS HIJAS DE HUAYNA CÁPAC EN JULIACA Y AYAVIRI

Las últimas representantes inkas de Juliaca y Ayaviri fueron hijas del inka Huayna Cápac, la de Juliaca se bautizó con el nombre de Beatriz y la de Ayaviri como Leonor. Beatriz Coya o Beatriz Huaylas se casó con Martín Bustinza y en segundas nupcias con Diego Hernández. Por su matrimonio, Martín Bustinza (conocido también como Pedro Bustinza) fue el primer encomendero de Juliaca, quien después resultó sucedido por Diego Hernández. A propósito, el Inca Garcilaso de la Vega aludía a Beatriz, en estos términos “De las ñustas, que son infantas, hijas de Huayna Cápac, legítimas en sangre, conocidas, la una se llamaba Doña Beatriz Coya; casó con Martín de Bustinza, hombre noble que fue contador o Fator en el Perú de la hacienda del Emperador Carlos Quinto; tuvieron tres hijos varones, que se llamaron los Bustincias”; después, “A la mujer de Martín de Bustincia que era hija de Huayna Cápac y los indios eran suyos y no de su marido, casaron con un buen soldado, muy hombre de bien, que se llamaba Diego Hernández”.

Entretanto, Leonor Coya contrajo matrimonio con Juan Balsa, convirtiendo a su esposo en el primer encomendero de Ayavari. Después, Leonor, en un segundo matrimonio se unió a Francisco de Villacastín, que también fue encomendero de Ayaviri y sucesor de Juan Balsa. Para Garcilaso de la Vega: “De las ñustas, que son infantas, hijas de Huayna Cápac, legítimas en sangre […] Leonor Coya; casó primera vez con un español que se decía Juan Balsa […] segunda vez casó con Francisco de Villacastín”.

Ayaviri

AYAVIRI Y JULIACA EJES DEL SISTEMA VIAL

En los decenios de vida inka Ayaviri hacía de eje vial, puesto que el Qhapaq Ñan del Qollasuyo ingresaba a territorio puneño por La Raya, pasaba por Chungara (cerca a Santa Rosa), continuaba por Ayaviri, en donde el camino inka se bifurcaba, un camino, el de Umasuyo, bordeaba el lago Titicaca por el este, se desplazaba por Pupuja (hoy Santiago de Pupuja), Checacachi (actual parcialidad de Samán), Huancané, Moho y seguía por el actual territorio boliviano; el otro camino, el de Urcusuyo, rodeaba el lago por el oeste, cruzaba Pucará, Nicasio, Camata (en Juliaca), Caracoto, Paucarcolla, Puno y continuaba por el sur. Después, Ayaviri continuaba como eje vial en la colonia, inclusive en los primeros decenios de la república.

Desde mediados del siglo XIX, Juliaca se convertía en el nuevo eje vial, tal situación resultó consolidada con el ferrocarril. Después, los caminos carreteros, las carreteras afirmadas, las pistas confluyeron en Juliaca. El único aeropuerto puneño está precisamente en el distrito de Juliaca, también la única autopista inconclusa involucra a la ciudad de Juliaca. De manera que en la actualidad el eje del sistema vial puneño se encuentra indiscutiblemente en la ciudad de Juliaca.

LAS CAPITALES PROVINCIALES DESPRENDIDAS DE LAMPA

En el período colonial tanto Ayaviri como Juliaca se encontraban integrados al corregimiento de Lampa, después al partido de Lampa, cuando se pasó de la colonia a la república Juliaca y Ayaviri resultaron siendo distritos de la provincia de Lampa. Por el decreto del 2 de mayo de 1854, el distrito de Juliaca dejó de formar parte de la provincia de Lampa para integrarse a la flamante provincia del Cercado de Puno, entretanto el distrito de Ayaviri persistía en la

provincia de Melgar.

El 25 de octubre de 1901 se creó la provincia de Ayaviri, el primer artículo de la ley de creación estipula: “La actual provincia de Lampa queda dividida en dos: la primera, que conservará su antigua denominación de Lampa, tendrá por capital la ciudad del mismo nombre y la segunda, que se denominará provincia de Ayaviri, tendrá por capital el pueblo de su nombre”. La nueva provincia de Ayaviri se formó con los distritos de Cupi, Llalli, Macarí, Nuñoa, Ocuviri, Santa Rosa, Umachiri y Ayaviri. El 7 de diciembre de 1925, por Ley Nº 5310, se cambió la denominación de la provincia, de Ayaviri a Melgar.

El 6 de setiembre de 1926 se creó la provincia de San Román por Ley Nº 5463, que en su primer artículo expresa: “Créase en el departamento de Puno, una nueva provincia que se denominará San Román”, en su segundo artículo dice: “La nueva provincia queda constituída por los distritos siguientes: a) El del Cercado con su capital Juliaca, que lo será también de la provincia, comprendiendo los pueblos y caseríos que se encuentran dentro de sus actuales límites; b) Los de Caracoto y Cabana, que se separarán de la actual provincia del Cercado de Puno, y se incorporarán en la nueva provincia, conservando sus capitales y límites”.


Juliaca antigua

Las ciudades de Ayaviri y Juliaca por estas creaciones se convirtieron en capital provincial; ambas capitales provinciales en el primer tramo republicano, formaron la extensa provincia de Lampa.

LAS ESTACIONES FERROVIARIAS DE JULIACA Y AYAVIRI

En 1873 se construyó la estación ferroviaria de Juliaca. El 1 de enero de 1874 se inauguraba el ferrocarril de Arequipa a Puno. Después, a mediados de 1872, se empezó la construcción del ferrocarril de Juliaca a Cusco. En 1874 la vía férrea llegaba a Santa Rosa, en donde se truncó por casi dos decenios, fundamentalmente por la guerra del Pacífico, superado el percance continuó la construcción de manera lenta y el 8 de setiembre de 1908 iniciaba el tráfico ferroviario de Juliaca a Cusco. De manera que Juliaca y Ayaviri hicieron de estaciones ferroviarias, con la diferencia de que Juliaca hacía de nudo ferroviario.

LAS DENOMINACIONES DE MELGAR Y SAN ROMÁN

Las dos provincias puneñas que tienen por nombre a personajes trascendentes de la historia peruana son Melgar y San Román. La primera, inmortaliza el nombre de Mariano Melgar, poeta arequipeño, que se involucró en Arequipa en la tercera fuerza expedicionaria al mando de Vicente Angulo y Mateo Pumacahua, después acompañó como Auditor de Guerra en el retorno, esta expedición acampó en Ayaviri. Después, en la batalla de Umachiri ofrendó su vida, cuando las fuerzas virreinales vencedoras de la batalla decidieron ultimar a los cuatro presos de mayor jerarquía, el mismo día ejecutaron a dos y al día siguiente a los dos restantes. Mariano Melgar resultó ejecutado al día siguiente, el 12 de marzo de 1815. Otro de los cuatro ejecutados, fue Diego Sánchez, quien ejercía la función de Curaca de Umachiri, a quien no se le había identificado, ahora queda plenamente identificado, con la documentación hallada en el Archivo Regional de Puno, parte de esa documentación la publicamos hace cuatro años.

La segunda provincia perenniza el nombre de Miguel de San Román (Puno, 1802 - Lima, 1863). Militar, Diputado, Senador, Ministro y Presidente de la república. Estudió en el Cusco. Intervino con su padre en la batalla de Umachiri (1815), con el General San Martín en la ocupación de Lima (1821), en las batallas de Junín y Ayacucho (1824), en el segundo sitio del Callao (1826), en la guerra con Colombia (1828), en las batallas de Cangallo y Miraflores (1835), en la guerra con Bolivia (1841-1842), en La Palma (1855) y en la toma de Arequipa (1857). Diputado por Puno y por Lampa, Presidente de la Cámara de Diputados, Senador por Puno, Presidente del Senado, Consejero de Estado, Ministro, Presidente del Consejo de Ministros y Presidente de la República (1862-1863). En 1854, propició el reordenamiento jurisdiccional del departamento de Puno. Un notable militar del país, consagró su vida por la independencia, la defensa y el desarrollo del país; se distinguió como organizador y estratega; cumplió como militar, legislador y estadista.

ABRAHAM VALDELOMAR EN JULIACA Y AYAVIRI

En 1919 el escritor, poeta y narrador Abraham Valdelomar llegó a tierra puneña, en la ciudad de Puno ofreció dos conferencias, una, el 12 de abril, con la generación mayor y, la otra, el 16 de abril, con la generación de jóvenes puneños liderados por Arturo Peralta Miranda (conocido por Gamaliel Churata). Después de estas participaciones, Abraham Valdelomar se desplazó a Juliaca con el mismo propósito, en donde ofreció conferencias, el 19 de abril de 1919 El Eco de Puno informaba: “A Juliaca, el señor Abraham Valdelomar quien dará en esa algunas conferencias y en seguida continuará a Ayaviri con el mismo objeto”.

De la ciudad de Juliaca, Abraham Valdelomar se dirigió a la ciudad de Ayaviri y después a la ciudad del Cusco. En Ayaviri el Sr. Miguel L. Pacheco, candidato popular leguiísta a una de las senadurías suplentes, ofreció un banquete a Abraham Valdelomar, la concurrencia fue selecta y se pronunciaron discursos (El Siglo, 28/4/1919). Se hicieron fiestas sociales y culturales; Abraham Valdelomar dio tres conferencias espléndidas, en el Club Social y en el Salón Teatro, con números literarios y musicales; coordinaron acciones Luis Béjar (Subprefecto), Benjamín Barreda (Alcalde), el directorio del Club Social, Miguel Pacheco y el Dr. Palomino Salcedo (El Siglo, 29/4/1919). También, participaron el poeta ayavireño Samuel Delgado, el preceptor Oblitas y el Presidente del Club Juventud Ayaviri.

LOS ANIVERSARIOS DE SAN ROMÁN Y MELGAR

En estos últimos decenios se vienen evocando los aniversarios de las provincias de San Román y Melgar en días seguidos. Aguardamos mayores logros de los pobladores de las dos provincias, para bien del desarrollo integral del departamento de Puno y del país.




 

LA PICOTA Y EL ROLLO DE CHUCUITO , PUNO.

Picota
 Por: Félix Palacios

Captado de Facebook

Me parece que los chucuiteños piensan que lo único que atraerá turistas a la
ciudad es el mal llamado Templo de la Fertilidad o Inka UYU (no Ullu) y la poco imaginativa, aunque buena, gastronomía, basada en la trucha y el cordero.

Pero Chucuito tiene otros recursos que no necesitan mayor desarrollo ni inversión sino simplemente información seria y veraz. Por ejemplo el Rollo y la Picota. No parece que en el Perú haya ciudad con estos monumentos en pie. Son pocos en Europa. Y España es la única con ellos y su origen se remonta al siglo XI. Tal vez México los tenga en alguna ciudad. Eran privilegio real concedida a ciertas villas para honrarlas.

La Picota era su símbolo. Significaba que la ciudad podía juzgar y castigar con la pena capital. A esto de llama "privilegio de la horca y cuchillo". Este honor se expresaba en una columna de piedra, donde se amarraba a los delincuentes para aplicarles el castigo.

El Rollo también era una columna de piedra, muy ornamentada que se plantaba en la Plaza Mayor. Indicaba Señorío y Nobleza. No hay que olvidar que Chucuito era encomienda Real, y que su gobernador era nombrado directamente por el rey y muchas veces era familiar cercano, como es el caso del Conde de la Gomera, primo del rey, que gobernó Chucuito durante la primera década del siglo XVII.

Cuando en 1813, se abolieron estos dos símbolos, muchos enmascararon el Rollo con alguna ornamentación civil - en Chucuito lo transformaron en reloj solar, y la Picota en cruz. No hubo Tribunal de la Inquisición en Chucuito y por eso mal se le puede llamar así a la Picota.

 








   Rollo

lunes, 24 de octubre de 2022

OPINIONES SOBRE LA COYUNTURA POLITICA EN EL PERU

 

LA AGRESIÓN DE LA ULTRADERECHA CONTRA EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y EL VOTO ALUVIONAL

Por: Jorge Rendón Vásquez

E

sta agresión comenzó tempranamente cuando Pedro Castillo ganó las elecciones presidenciales en la primera vuelta el año pasado. La ultraderecha no podía creerlo: un maestro de escuela y cholo por añadidura les había ganado a sus candidatos. Tan segura estaba de manipular los votos populares, los únicos que finalmente cuentan en una elección en el Perú, que presentó varios.

Su primera reacción fue desgañitarse contra el triunfador, calificándolo de terruco, comunista, inepto, recién llegado y otros epítetos más, y advirtiendo que les quitaría a todos hasta sus más pequeños bienes. Pero esta maligna campaña fue insulsa, pues el maestro de escuela ganó en la segunda vuelta y fue proclamado Presidente.

Si algo aprendió de esta derrota la ultraderecha fue que le era perjudicial dividirse y que, por el contrario, debía dividir a quienes consideraba sus enemigos: el partido Perú Libre, el nuevo Presidente de la República y el movimiento Juntos por el Perú. Desde los tiempos de la vieja Roma se sabe: divide et impera. Por lo tanto, sus baterías apuntaron hacia ese objetivo. La faena de demolición fue encargada a su prensa y TV, pertenecientes a no más de cien personas que utilizan, como altoparlantes, a unos cincuenta periodistas y opinólogos alquilados, y la operación de asalto a sus parlamentarios que suman 43 y que podrían reforzarse por algunas decenas de aventureros.

Este planteamiento le ha dado a la ultraderecha resultados favorables, gracias al bajo nivel de formación política y económica, y a la inexperiencia e ingenuidad de sus adversarios, quienes en lugar de unirse frente al ataque rompieron su frente y se desperdigaron, haciéndole concesiones a la ultraderecha con el propósito evidente o subliminal de convencerla de que eran buenos chicos y de que podían confiar en ellos. Si los dirigentes de Perú Libre, Juntos por el Perú y sus parlamentarios se hubieran empeñado en constituir un solo bloque, la situación política en el Perú sería ahora otra.

Anulados del juego Juntos por el Perú y Perú Libre, quedó como objetivo Pedro Castillo, aparentemente solo y aislado.

La vieja oligarquía blanca está habituada a hacerse del poder desde el virreinato y durante la República. Si no lo tiene uno de los suyos, sabe como someter a otros que lo tengan, por uno u otro medio y por las buenas o por las malas, y, sobre todo, por la corrupción.

Uno de sus planes contra con Pedro Castillo fue muy simple. Poco después de haber llegado este a la Presidencia, le infiltró a ciertos sujetos de traza simple que, por su aspecto, podían asemejarse a los amigos y simpatizantes de aquel, con cuyas intrigas posteriores y “revelaciones” podrían construir luego un caso penal. El momento llegó cuando asumió la Fiscalía de la Nación una abogada de méritos intelectuales deleznables (entre sus antecedentes figura un doctorado por la excelsa universidad Alas Peruanas, con una tesis discutible y cuyo conocimiento de los dos idiomas extranjeros para obtenerlo se ignora). Entonces, el Ministerio Público, convertido ya en un factor político, se lanzó a la ofensiva contra el Presidente de la República y contra varios miembros de su familia, blandiendo el arma que posee: su facultad de allanar locales y viviendas, detener y acusar.

Es claro que esta ofensiva fue informada hasta la saciedad por la prensa y la TV de la ultraderecha, llenando sus páginas y espacios, para tratar de crear un clima de indignación entre la población.

A la oligarquía blanca y su ultraderecha no les importa que la Fiscal de la Nación haya acusado al Presidente de la República, infringiendo el artículo 117 de la Constitución Política, una acusación que constituye el delito de prevaricato. Ya han aparecido algunos “constitucionalistas” a los que se ha encargado justificar esa acusación y, contra natura, mostrarla como legal.

La cancha donde se juega este partido es de nuevo el Congreso de la República. De un lado están los tres grupos de la ultraderecha más sus aliados de las otras agrupaciones y del otro el Presidente de la República. Todos esos contra uno, y sin árbitro.

Y, de nuevo, hay un proyecto para retirar al Presidente de la República de su cargo por “incapacidad moral”.

La pregunta que surge es ¿cómo reaccionarán, ante esto, los grupos Perú Libre, Juntos por el Perú o sus restos?

Las recientes elecciones regionales y de gobiernos locales prueban lo que se sucede en el Perú desde siempre: las elecciones tienen resultados aluvionales, determinados por ciertas circunstancias que no se repiten y que, ante la ausencia de partidos políticos con doctrina y cuadros bien entrenados, ganan los aventureros que, obviamente, no vuelven a triunfar. Solo un partido salió de esta regla, pero terminó por hundirse en una impopularidad irremediable por la perseverancia de sus dirigentes en robarle al Estado por todos los medios y en todos los sectores y niveles a los que pudieron llegar.

Hay, sin embargo, en el Perú otra constante en las elecciones: es la aspiración de una parte creciente del electorado popular a creer en grupos y candidatos que podrían darles algunos derechos y oportunidades. Esta parte del electorado se halla conformada por trabajadores dependientes e independientes, pequeños propietarios de empresas y terrenos, comuneros y pensionistas, muchos de fuera de la capital, que aspiran a un destino mejor, y creen o quieren creer en que los candidatos de las agrupaciones denominadas de izquierda o independientes serán serios y cumplirán sus ofertas. A pesar de las traiciones y frustraciones, esta fe y confianza no ha llegado a desvanecerse, y esa parte del electorado ha seguido creyendo en otros personajes y candidatos, más que en las agrupaciones, y ha insistido en darles su voto.

Es evidente que la manera en que las agrupaciones Perú Libre, Juntos por el Perú y otras semejantes traten la guerra contra el Presidente Castillo en este momento definirá su futuro y sus posibilidades de seguir existiendo. Más allá de ellos se alza en el panorama político la figura de un nuevo actor y sus seguidores como la versión futura de una nueva esperanza llamada a recoger el voto aluvional de las mayorías populares y a quien, sin duda, la ultraderecha estigmatizará y de quien los grupos de izquierda no tardarán en sentir celos mortales, renunciando a aprender la lección de la historia.

Y el pueblo popular, “sufrido y aguantador”, ¿tiene algo que decir? No estamos ante “un pleito entre blancos”. ¡No! Estamos ante un ataque contra alguien de ese pueblo que, como quisieran muchos otros provincianos, ha llegado adonde está, por su inteligencia y tesón, para honra nuestra.

(Comentos, 23/10/2022)

domingo, 23 de octubre de 2022

TEMAS AÚN NO ESCLARECIDOS EN LA HISTORIA DEL PERU

 EL CRONISTA MONTESINOS Y LA DURACIÓN DEL IMPERIO DE LOS INCAS

Por: Cesar Cotoma Porca

Presidente del Instituto Lati­noamericano de Cultura y De­sarrollo.  Texto condensado de la Conferencia ofrecida por el autor en radio Filarmonía (Lima), el 18 de agosto de 2018. 

E

n ocasión a la celebración del Inti Raymi, quisimos recordar que estudios dignos de atención sostienen que no habrían sido catorce los Incas que reinaron en el Tahuantinsuyo, como lo decidió el gobierno colonial español, sino ciento un monarcas, que reinaron en un Imperio que duró más de mil años.

De ser cierta esta hipótesis se comprendería mejor el que en un periodo de tiempo tan extenso, sí pu­do gestarse y desarrollarse eficientemente un Estado que tuvo tan­tos logros y que pudo dominar a la agreste geografía de los Andes centrales.

También se comprendería que Tiahuanaco se reputa como una parte inicial de la evolución de ese Estado Inca, y que los reyes (o señores o emperadores), debido a diversas circunstancias, cambiaron la capital, trasladándola de Tiahuanaco, primero a Tampu Tocco, y finalmen­te al Cusco.

El Dr. Szeminski[1], un peruanista experto en este tema, a partir del estudio de una de las obras fundamentales del cronista Montesinos, ha dado algunos alcances sobre esa argumentación que contradice la temática que usualmente domina la historiografía local difundida en instituciones educativas de diverso grado en nuestro país. Por ello, se trata de un asunto importante para la historia peruana y mundial.

El cronista Montesinos

Fray Fernando de Montesinos nació en Osuna (España) a fines del siglo XVI. Pasó al Perú con el virrey Conde de Chinchón, establecién­dose en Trujillo, viajando mis tar­de por todo el país, llegando hasta Cartagena de Indias, Quito, Cajamarca, Cusco y Atacama. De edad avanzada regresó a España, des­conociéndose cuándo falleció.

El Dr. Alberto Tauro del Pino afir­ma que fray Fernando de Montesi­nos “anduvo inquietamente por el país; recorrió campos y ciudades, desde Cartagena hasta Atacama; y no sólo denotó vastos conocimientos en ciencias físicas y metalurgia, sino una insaciable curiosidad para consultar papeles de los archivos y recuerdos de los viejos conocedo­res de la tierra. Establecido más tarde en Lima, pudo consagrar­se al apacible ordenamiento de do­cumentos y noticias sobre el pasa­do peruano[2]

En Lima, Montesinos escribió dos libros. Uno sobre el beneficio de los metales y otro sobre un “auto de fe” realizado en esa ciudad (en 1638 y 1639, respectivamente). Pero su obra más importante es el LIBRO 2° DE LAS MEMORIAS ANTIGUAS HISTORIALES Y POLÍTICAS DEL PERÚ (sic), re­dactado en 1604 y cuyo original se encuentra en la Biblioteca Universitaria de Sevilla.

Entre varias reediciones es digna de señalar la que se publicó con algunos cambios en la “Colección de documentos referentes a la Historia del Perú' (tomo VI, 2da serie. Lima. Librería e Imprenta Gil S. A, 1930). con el título de ‘Memorias Antiguas Históricas y Políticas del Perú'.

Primer Inca: Pirua Pacari Manco

El cronista Montesinos al refe­rirse al primer inca del Perú, menciona a los cuatro hermanos Ayar. Muertos tres de los hermanos, sobrevivió el mayor, Túpac Ayar Uchú, llamado Pirua Pacari Manco, quien se convirtió en el “señor de los vivientes” como hijo único del Sol. Ello habría ocurrido en el siglo lll de nuestra era (alrededor del año 200), Es­te primer monarca “reinó más de sesenta años y murió de ciento y más años comunes, y dejó por heredero y sucesor a Manco Cápac” (Edición de 1882, pp. 4-9).

El Dr. Szeminski publicó en el Perú un Interesante resumen so­bre este tema, titulándolo “La lar­ga duración del Imperio Inca según la tradición andina”, en ‘Voces" Re­vista Peruana de Cultura (año 18, N° 67, Lima, 2017, pp. 51-53). Allí nos ofrece la lista del centenar de monarcas que reinaron durante un milenio en el Perú, desde nuestro primer rey Pirua Pacari Manco, afir­mando que “La primera capital del gobierno del Inca fue Tiahuanaco”.

Lista de Incas Reyes del Perú

Señala este peruanista que a fines del siglo XVl, en el Perú se conservaba “una lista de nombres, desde el primer monarca hasta el último”. E indica que 'tal lista existe, aunque nadie la trata en serio* refiriéndose a la obra del cronista Montesinos que comentamos, la cual "contiene una descripción de cien reinados de monarcas del Perú. Su primera versión fue escrita por algún informante andino, an­tes de 1582. Era una lista de reyes, a veces con informaciones adicionales: calamidades, derrotas, re­formas del calendario y reformas del culto”.

Agrega además que la relación de monarcas que registra Montesi­nos en su crónica “se divide en tres partes: Lista de reyes del Cuzco 1, lista de reyes de Tampu Tuqu (...) y lista de los reyes del Cuzco 2”. Y afirma que 'El primer Cuzco no es­taba en el Valle del Cuzco sino más al sur (Tiahuanaco). Sus reyes go­bernaban en el Altiplano, pero no en el valle del Cusco. Con el tiem­po dominaron todo el Ande desde Cajamarca hasta Jujuy”. Asimismo, “La tercera lista enumera a los in­cas del Cusco”, es decir, que reina­ron desde esa ciudad hasta la con­quista española (1532).

Duración del Imperio Inca

El Dr Szeminski, en el texto que comentamos, afirma que “El imperio de los Incas habría durado 1300 o 1400 años, hasta la conquista española (1532). Y recuerda que “los cronistas de los siglos XVl y XVll atribuyeron a este imperio con capital en el Cusco, una duración de solamente unos doce reinados”.

Como lo afirma este peruanista, “el imperio en la imaginación andina habría durado trece o catorce siglos” Por ello, “un Imperio de tan larga duración no desaparece así nomás en un momento”. Y tal visión de continuidad explica por qué hasta hoy pueden aparecer movimientos que postulan la restauración del Tahuantinsuyo lo cual sugiere que “el Impe­rio nacido entre los siglos III y IV de nuestra era sigue durando, aunque sus formas cambiaron de un reino poderoso a un programa político o a un sueño mesiánico”.

Estamos seguros que la crónica de Montesinos, en la actualidad totalmen­te olvidada o más bien, rechazada, puede aportar información muy valiosa sobre nuestro pasado milenario y es por ello necesario que se rescate ésta y se estudie serenamente.



[1]   El Dr. Jan Szeminski (en hebreo Yohanan Bar Yafe Szemsio), nació en Cracovia (Krakau), Polonia, el 26 de febrero de 1945. Reside en Israel desde el año 1984 y tiene dos nacionalidades polaca e israelí. Además, es Profesor Emérito del Departamento de Estudios latinoamericanos de la Facultad de Humanidades de la Universidad He­brea de Jerusalén.

[2]   Enciclopedia Ilustrada del Perú. Lima, Peisa, Empresa Editora El Comercio S. A. 2001, t. 11, pp. 1711-1712.

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FERNANDO MONTESINOS, EL CRONISTA APÓCRIFO

https://peruantiguo.wordpress.com/2015/02/16/fernando-montesinos-el-cronista-apocrifo/

febrero 16, 2015

De todos los cronistas españoles que llegaron al nuevo mundo entre los siglos XVI y XVII, el más misterioso de todos por sus relatos es Fernando Montesinos.

Su crónica Memorias Antiguas Historiales y Políticas del Perú se editó por primera vez en castellano en 1882 y cobró relativa popularidad en su tiempo por su osada cronología de más de 100 reyes incas que gobernaron en un lapso de tiempo de más de 2000 años.

Montesinos fue tildado de fraude por contradecir la versión oficial de los 15 incas cuzqueños que tan sólo reinaron 300 años. Nunca ha sido tomado en serio por arqueólogos e historiadores modernos. El relato de su crónica empieza diciendo que los antiguos peruanos eran descendientes de Ofir, nieto del Noé bíblico.

 ¿Quién fue Montesinos?

Hay muy poca información sobre la vida de Montesinos, pero de sus trabajos se deduce que fue un hombre muy culto y muy religioso. Su crónica está plagada de detalles que no aparecen en ninguna otra crónica, como eclipses de sol de varios días. Al leerlo es inevitable notar el empeño por emparentar hechos históricos de la Biblia con la historia del Perú Antiguo.

Fue un cronista tardío, estuvo en el Perú alrededor del año 1630. Probablemente tuvo a mano otras versiones de la historia que no se parecían a las oficiales del Cuzco. Historias que podrían provenir de otras ciudades importantes, quizás antiguas capitales de los incas.

El trabajo de un cronista que trabajaba para la corona española era un oficio extenuante. Debía informar directamente al rey de España de la situación de su nuevo reino en América. Sus obras eran el resultado de muchos años de viajes y recopilación de información. Se sabe que producían tres copias manuscritas de sus crónicas: una para el rey de España, otra para el Virrey del Perú y una tercera copia guardada en la Biblioteca de Lima.

Cuando uno piensa en los años de dedicación de su obra y el destinatario final a quien iba dirigido el trabajo: el rey, es razonable pensar que la asombrosa cronología inca no haya sido una invención sino un trabajo muy minucioso.

Manco Capac ¿el primer inca?

Todos los cronistas coinciden en atribuir a Manco Capac el título del primer rey inca del Antiguo Perú. Pero mientras los investigadores actuales lo sitúan en el año 1200 DC, nuestro cronista misterioso lo ubica mucho más allá en el tiempo, alrededor del año 2000 AC.

Reescribamos la historia: los incas cuzqueños fueron 14. Los amautas tuvieron cuidado especial en enseñar a los nobles del Cuzco los nombres, las hazañas y las obras de los 14 reyes cuzqueños, pero se esforzaron en ocultar a los incas que no llegaron a reinar en el Cuzco: una parte importante de estos reyes gobernaron probablemente lo que hoy conocemos como la cultura Wari en Ayacucho.

Si Fernando Montesinos tiene razón, habría que buscar mucho más atrás en el tiempo al legendario Manco Capac, probablemente tan atrás como en las culturas Chavín o Tiahuanaco.

¿Por qué alguien borraría de un plumazo la historia anterior al Cuzco?

Sigamos: Los chancas (herederos de los Wari) tuvieron guerras constantes con los incas del Cuzco durante siglos. ¿Se debió quizás a una pelea por la corona inca similar a la que tuvieron los hermanos Huáscar y Atahualpa, pero 300 años antes?

La historia la escriben los vencedores y en caso de haber existido una pugna dinástica, ya sabemos quién salió airoso de la contienda.

Yendo más lejos, puede que la cultura Tiahuanaco o Chavín de antigüedad de 3000 a 4000 años, sean las que guarden el secreto de los primeros incas. Es curioso que en todas las leyendas del lago Titicaca esté ligado al origen de Manco Capac. Puede que Manco Capac sea el único inca no cuzqueño de la lista oficial.

Quizás en un futuro cercano podamos demostrar que los gobernantes Wari y los gobernantes Incas pertenecían a un mismo linaje, como deducimos de lo expuesto por la crónica de Montesinos, si analizáramos el ADN de las recientemente descubiertas tumbas reales Wari y la tumba de Paullo Inca, uno de los últimos incas del Vilcabamba que fue sepultado bajo una cripta en la Iglesia del barrio de San Cristóbal en el Cuzco, y cuyo hallazgo debemos a María del Carmen Martín Rubio.


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OPINION: LOS MEDIOS EN EL PANORAMA ACTUAL PERUANO

 MOVILIZACIONES SOCIALES

Y LA PRENSA

José Luis Ayala

En DIARIO UNO 23OCT22

E

l poder mediático que controla los monopolios de comunicación masiva, ter­giversa las informaciones y mucho más, cuando surgen movilizaciones populares de orden político. Tiene temor que los segregados del sistema hablen, hagan mítines, se expresen por me­dio de dirigentes y líderes. Ellos señalan el hartazgo y desencanto que impone la insoportable condena social del neoliberalismo criollo y achorado.

El Estado ha optado por el fascismo como ideología y acción, igual sucede con los medios. No permiten que se conozcan manifes­taciones de protesta y har­tazgo contra el sistema. José Deustua y José Luis Rénique, a través de "Intelectuales, indigenismo y descentralis­mo en el Perú", registraron movimientos sociales que es preciso recordar.

En efecto, los historia­dores dicen: "Cuando, a comienzos de 1923, sesen­ta indígenas de Huankarki, Yaurisque, en la provincia de Paruro, apresaron a los hacendados de San Juan de Tarai, Luis F. Rozas, Ángel L. Cama, Mariano Poblete y Carlos Morales, y los llevaron a la intendencia de la Policía para que se les juzgue, de acuerdo a la ley, de manera que les devolviesen sus tierras y ganado del que se habían apropiado; los campesinos repetían constantemente, que “el patronato les había autorizado llevarlos presos, sino llevar sus cabezas”. Había dirigido el movimiento Santos Rimachi, un licen­ciado del Ejército, al igual que Teodomiro Gutiérrez, su­blevación de Rumimaqui en Azángaro, en 1915.

Rimachi para preparar la acción “les exigió a sus compañeros que presenten todas las armas que tuviesen”, que en verdad no disponían de muchas solo un revólver que pertenecía a Cipriano Sutta. Por eso, los indios sencillamente conta­ron “con pedradas y hondas” a la hora del ataque, como en Anta, pero con una estrategia bien planificada pues condujeron prisioneros a los hacendados a la cárcel de Yurisque donde “los ence­rraron en una guardia de ocho indios"[1]

Ahora, los afectados son miles de campesinos de comunidades ances­trales, debido a la minería depredadora de extracción a tajo abierto. Los incum­plimientos de acuerdos son constantes, por lo que recuren a realizar paros y movilizaciones. La represión consiste en matar a cam­pesinos de modo violento y sin que después nadie sea procesado. La orden es ma­tar, matar, matar.

Tanto Rénique como Deustua al referirse a es­tos hechos en el siglo XX, aseveran que: "Las mismas características se repiten en el mencionado caso de Huaquira. Según la carta de Ambrosio Arredondo en­vió al Cusco el 8 de febrero contando sus temores sobre preparativos campesinos, el líder del movimiento era un tal Faustino Mendoza el que suscribe como apóstol. Para que los lectores de El Co­mercio conozcan la clase de individuo que es el tal Men­doza les bastará saber que también pasa como indio de Paucartambo y siempre anda donde el señor Carlos Vera y otros cabecillas y ante el patronato, acompañando a todos los indios mostren­cos que se han dedicado a llevar quejas y organizar agitaciones a nombre de la raza". (Pág. 86).

En el novecientos gene­ralmente los líderes cam­pesinos eran analfabetos, pero poseían una gran convicción política. Esta­ban seguros que el Estado (como ahora), era el peor enemigo de sus derechos. Que el poder judicial no los ampararía frente al poder de gamonales crueles e in­humanos.

"En Livitaca, Yanaoca, provincia de Chumbivilcas, -dicen los historiadores- los campesinos encabe­zados por Silverio Huarca, Valentín Chamorro y otros, atacaron la finca de Quimbalete, amenaza­ron victimar al hacendado, robaron ganado y preten­dieron repartir la hacienda para convertirla en terre­nos comunales. Silverio Huarcaya se encargó de desmentir este telegrama que el hacendado había en­viado al Cusco, dirigiendo a su vez una nota a El Comer­cio, que salió publicada el 5 de marzo de 1923. Resulta por ello sorprendente que los indígenas campesinos utilicen la prensa diaria para justificar sus accio­nes. Ya hemos visto que las viudas de la “masacre de Chinchaypuqui” se acer­caron a las oficinas de El Comercio para dar su ver­sión de los sucesos, la cual hizo cambiar la opinión de Roberto Garmendia"[2]

El otro caso es el que se refiere a Nemesio Quispe Negrón, quien para fines reivindicativos utilizó la imagen de Leguía y Mar­tínez. Se trata de un líder campesino que tenía su­ficiente información para usar la imagen de un político oficialista del régimen de Augusto B. Leguía.

"Conforme el testimonio telegráfico del prefecto de Paucartambo. (Nemesio) Quispe (Negrón) era el prin­cipal instigador de la lucha racial “encabezando un nú­mero crecido de indígenas, actitud agresiva, llevando banderas, con retratos del Dr. Leguía y Martínez inva­den población”. Estuvo en el Cusco varias veces, con­curriendo a la oficina de 'El Comercio', invitado por Luis Felipe Aguilar, donde periodistas como Valcárcel y Cosío le hicieron un extenso reportaje. En él, aparte de decir que había nacido en Saillpata, distrito de Colquepata, en Paucartambo, “expresaba las motivaciones que tenía". (Pág. 88)

Los liderazgos políticos de campesinos, obreros y trabajadores en el siglo XX, eran de orden personal, alimentados por ideas de distintas vertientes. Hasta que se formaron los partidos políticos y la iglesia católi­ca organizó la Democracia Cristiana. Ahora asistimos a una realidad dolorosa en la que el poder mediático y el neofascismo, determinan a diario las agresivas y letales agendas de los medios de comunicación. ¿Hasta cuán­do? Esa es la pregunta del siglo XXI.

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[1].-José Deustua y José Luis Rénique. INTELECTUALES, INDIGENISMO Y DESCENTRA­LISMO EN EL PERÚ. 1897-1931. Centro de estudios rurales andinos "Bartolomé de las Casas". Cusco. 1984, Pág. 85.

[2]. José Deustua y José Luis Rénique. INTELECTUALES, IN­DIGENISMO Y DESCENTRALISMO EN EL PERÚ. 1897-1931. Centro de estudios rurales andinos Bartolomé de las Casas". Cusco. 1984,  Pág. 87.

ESCRITOS CLASICOS ALTIPLANICOS

SOBRE LA HISTORIA DE PUNO

Vladimiro Bermejo

En PUNO HISTORIA Y PAISAJE, p. 33 y ss.

A

 comienzos del siglo XVII, Juli la capital de la provincia de Chucuito, gracias a la labor desplegada por los Jesuitas, tomó gran auge, no solamente por la construcción de magníficos templos, sino porque allí se establecieron hombres de estudio como Ludovico Bertonio, el P. Torres Rubio, y se dice que estuvieron el P. Acosta y el cronista Bernabé Cobo, entre otros.

A propósito de la publicación del “Vocabulario Aymara” del Padre Bertonio, la mayor parte de historiadores del Perú (y aún el diccionario Espasa), sostienen que en Juli hubo imprenta. El historiador de la colonia R.P. Vargas Ugarte y otros inves­tigadores ya han rectificado este error de información. En efec­to, la primera edición del "Vocabulario y de la Gramática Ay­mara” (1612), dice, impreso en Juli por Francisco del Canto. Sabemos perfectamente que el impresor Francisco del Canto residió en Lima. Entonces, es seguro el error del pie de imprenta, puesto que en 'la "Gramática Aymara del P. Torres Rubio, no aparece que fuera impreso en Juli, sino en Lima. Esto desde luego, no resta a que la ciudad de Juli fuera considerada duran­te la colonia, como un foco de irradiación cultural, gracias a la labor de los Jesuitas, allí establecidos.

Con motivo de la recien­te Primera Exposición del Libro Arequipeño, hemos hallado un rarísimo libro del mismo Bertonio, titulado: “Vita Christi”, en aymara y castellano y cuyo pie de imprenta dice: Impreso en Juli en la imprenta de Francisco del Canto, 1612.

A propósito de la denominación de "Aymarás” a los ha­bitantes de esta región, el historiador inglés Clemente Markhan, ya había establecido claramente que los primeros en llamarlos así fueron los jesuitas nombrados, siendo incorrecta esta deno­minación, pues los verdaderos Aymarás ocupan hoy la región de la provincia de Aymaraes, debiendo denominárseles con propiedad: Kollas, como bien afirma Posnansky.

 Durante la EMANCIPACION, Puno ocupa lugar destaca­do, en la Historia Patria.

En el año de 1780, se sublevó el Cacique de Tungasuca Don José Gabriel Condorcanqui, conocido con el nombre de Túpac Amaru, en el pueblo de Tinta, en contra de la dominación es­pañola. El prestigio de Condorcanqui unido al deseo de sacu­dirse del yugo de la Metrópoli, hizo que el levantamiento se propalara rápidamente por todo el sur y el centro del Virreinato.

Apunta Don Manuel de Mendiburo en su ‘‘Diccionario His­tórico Biográfico del Perú” que: “Tenía el Inca, alrededor de este pueblo —Tinta —un ejército de setenta mil hombres) pero sin disciplina, y solo unos pocos tenían armas.

Todos los caci­ques lo apoyaban con excepción de 16 que eran: Pumacagua, de Chincheros; Rosas, de Anta, Saccahua, del Umachiri; Huaranca, de Santa Rosa; Chuquihuanca, de Azángaro; Game, de Paruro; Espinoza, de Calca; Carlos Visa, de Achaya; Chuquicallata, de Samán; Haumbo Tupa, de Yami; Callu, de Sicuani; Aronis, de Checacupe; Cotacallapa, de Carabaya; Sahuaraura, de Oropesa; Ccoquehuanca, de Belén y Bustlnza de Ufacan, en el Cuzco, y todos los indios deseaban ardientemente el triunfo de una revolución tan llena para ellos de las más halagüeñas es­peranzas.

Después de la retirada de Paucartambo, Tupac-Amaru se dedicó a fortificar su posición en Tinta, visitando al mismo tiempo las lejanas provincias de Chuquibamba y Cotabambas. Mientras tanto, Isidro Mamani natural de POMATA, indio de índole feroz, Pedro Vargas y Andrés Ingaricona dominaban los campos en el Collao".

Conocido es el fin del rebelde, pero no será demás apun­tar algunos datos saltantes de su ejecución, que rebelan el caracter sanguinario de los españoles. Derrotado Tupac-Amaru en una batalla desigual, huyó a Langui, donde pretendió hacer un último esfuerzo para resistir, pero traicionado por uno de sus subalternos, Ventura Landaeta, fué entregado por éste y por el cura del lugar, conjuntamente con su familia, a los españoles, los que se componían de su esposa Micaela Bastidas de Condorcanqui, sus hijos Hipólito de 11 años, Fernando de 20, su tio Francisco, su cuñado Antonio Bastidas, su primo Patricio Noguera, una media hermana Cecilia con su marido Pedro Mendigure, Antonio Oblitas, a quien se le imputaba haber sido el verdugo que dió horca al corregidor Arriaga) y otros treinta más compli­cados en la revolución; todos ellos fueron entregados al san­guinario visitador Areche. El 14 de abril fue conducido al Cuz­co.

Intimado para que delatara a sus cómplices, respondió como sola suelen hacerlo los peruanos:

“Nosotros somos los únicos conspiradores: V. M. por haber agobiado al país con exaccio­nes insoportables, y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía”.

Del Valle, el vencedor, colgó en Tinta a 67 prisioneros; haciéndoles cortar las cabezas, las hizo clavar en los postes de los caminos. La sentencia es digna de ser copiada para el conocimiento de las generaciones, pero dada su exten­sión, nos concretemos a la última parte que lo condena

“a ser sacado a la plaza principal y pública, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencia la ejecución de las sentencias que se diesen a su mujer, Micaela Bastidas, sus dos hijos Hipólito y Fernando Tupac—Arnaru, a su tío Francisco Tupác—Amaru, su cuñado Antonio Bastidas y a algunos de los principales capi­tanes y auxiliadores de su inicua y perversa intención o proyecto los cuales han de morir en el propio día, y concluidas estas sentencias se le cortará por el verdugo la lengua, y después amarra­do, o atado por cada uno de los brazos y piés con cuerdas fuer­tes, y de modo que cada una de estas se pueda atar o prender con facilidad a otras que prendan de las cinchas de cuatro ca­ballos; para que puesto de este modo, o de suerte que cada uno de éstos tire de su lado, mirando a otras cuatro esquinas marchen, partan, o arranquen a una voz los caballos, de forma que dividido su cuerpo en otras tantas partes”.

Vilcapasa, el bravo indio azangarino, recibió la tea de la revolución del mártir de Tungasuca.

En Azángaro, no obstante que el cacique Choquehuanca no había secundado el movimiento del Cuzco, y más habíase opuesto por rivalidades con Túpac Amaru, se refugió Andrés Túpac—Amaru  sobrino del rebelde. Según el historiador Emilio Romero) autor de la ‘‘Monografía de Puno”, entre tanto floreció un idilio de Andrés con Angélica Sevilla, hija de un Choquehuanca y ahijada de una hermana de Vilcapaza, a cuya sombra se unificaría el sentimiento de independencia.

En efecto, Vilcapasa levantó a la indiada y se dirigió hacia el Norte del Lago, como una tromba arrolladora, pues a su paso, incendió Huancané y degolló a la mayor parte de sus ha­bitantes; venció a los españoles en la batalla de Lampa, mien­tras tanto los lugartenientes de Túpac—Amaru, Andrés Ingaricona y Pedro Vargas, sitiaban Puno, siendo rechazados por los habitantes.

Vilcapasa volvió sobre sus pasos y juntándose nue­vamente con las fuerzas de Ingaricona, reunidos ambos ejérci­tos, al mando de Diego Cristóbal Tupac—Amaru, sitian por segunda vez la ciudad de Puno.

El sitio de Puno, rememora el levantamiento de Manco II en el Cuzco, Igualmente que en aquella oportunidad la indiada sitió la ciudad desde las cumbres del cerro Azoguini, cortando toda comunicación con el norte, de donde podían llegar los auxilios inmediatos; los españoles se fortificaron en un pequeño ce­rro que domina Puno, llamado Huajsapata

La situación para éstos era en extremo angustiosa, con poquísimas armas, sin re­cursos, estaban condenados realmente al exterminio, como había sucedido con los habitantes de Huancané y otras poblaciones. Los indios negreaban sobre las cumbres vecinas, en las noches encendían fogatas y habían acampado con todas las de ley, amenazaban y perforando el silencio mortal de las noches con la es­tridencia y el ulular de sus pututos Los españoles elevaban sus preses a Dios y confiaban con fé que la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, haría el milagro de salvarlos.


Una mañana, los cerros amanecieron completamente de­siertos, no quedaba uno de los sitiadores. ¿Qué había pasado? Se había producido el milagro?. No había tal. Ante la proxi­midad de la división Valle, los indios, comprendiendo su inferioridad en armas, y con la experiencia de Tinta, habían em­prendido la retirada.

El general Valle comprendió asimismo que la situación en Puno era imposible, y decidió efectuar una marcha hasta el Cuzco con casi la totalidad de sus habitantes. Fue un éxodo tre­mendo, hombres, mujeres, ancianos y niños marchaban a pié, conjuntamente con el resto del ejército de Valle que había comenzado a desertar. El frío, el hambre y el cansancio hicieron lo que los rebeldes no pudieron: morían en el camino a centena­res.

 Vilcapasa, ante la inutilidad del esfuerzo, disolvió sus huestes y se entregó a dos frailes dominicos, quienes le habían prometido clemencia; pero otros Valverde redivivos, traicionaron la ingenuidad del gran caudillo y lo entregaron a las au­toridades. Vilcapasa fue decapitado en 1783. La revolución de Tupac—Amaru había terminado.

 EN 1814, el clarín libertador del brigadier Mateo Pumacahua resonó en los contrafuertes de los Andes y nuevamente las huestes libertarias bajaron para batir la soberbia del León Ibero.

Conocido es el desarrollo de este movimiento libertario. Para nuestro objeto nos bastará con afirmar que el suelo patrio nuevamente se entintó con la sangre de los libertadores. En efecto, Pumacahua, envió una expedición a Puno y al Alto Perú al mando de Pinelos y el cura Muñecas, mientras él se di­rigía a Arequipa.

En la provincia de Ayaviri, en las llanuras de Humachiri, se libró lo batalla final, en la que los patriotas volvieron a mor­der el polvo de la derrota, ante la superioridad de las armas del enemigo. En el mismo campo de batalla, fueron fusilados Mariano Melgar, el poeta arequipeño y el coronel azangarino Dianderas.

Durante las campañas finales de la emancipación en los llanos de Chua Chua (Zepita), las tropas patriotas al mando de Santa Cruz, derrotaron al general español Valdéz, en la de­nominada Campaña de Intermedios.

Consumada la Independencia, Sucre el vencedor de Ayacucho llegó a Puno el 1° de Febrero de 1825, nombrando Pre­fecto y Comandante general del departamento, al general Miller.

El libertador Simón Bolívar arribó a la ciudad, el 5 de Agosto de 1825, En Pucará, José Domingo Choquehuanca, des­conocido hasta ese momento, al paso de la comitiva del Liber­tador, pronunció un discurso que por su sinceridad y su mag­nífico corte literario, asombró a Bolivar. A propósito de Cho­quehuanca, Lizandro Luna, en un magnífico estudio, ha proba­do que no fue cura, como afirmaban la mayor parte de los historiadores; dice Luna que José Domingo Choquehuanca, nació en Azángaro, el 4 de Agosto de 1792, que fue Justicia Mayor de aquella ciudad en 1816 y diputado por la provincia en 1826.

Transcribimos a continuación, el famoso discurso que, por su naturaleza se parangona con la gloria del Libertador y que ninguna Historia de Puno puede dejar de hacerlo, porque es en verdad de verdades una genuina gloria de la raza. Dice: 

“Quizo Dios de salvajes formar un Imperio y creó a Man­co Capac Pecó su raza y mandó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación, ha tenido piedad de la América y os ha enviado a vos. Sois, pues el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho se parece a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo que li­bertar. Habéis fundado cinco repúblicas que, en el inmenso de­sarrollo a que están llamadas, elevaran vuestro nombre donde ninguno otro ha llegado. ¡Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el Sol declina!” 

Ni al ‘‘Canto a Junín” de Olmedo produjo tan profunda emoción en el ánimo del Libertador. Un abrazo estrecho y mudo fué la respuesta a tan magnífica pieza oratoria que hoy en día debe ocupar lugar obligado en todos las Antologías del pensa­miento americano.

El discurso de Choquehuanca es la máxima expresión del pensamiento de la raza. Se caracteriza por la brillantez, la mesura y la concisión.

 EN LA EPOCA DEL VIRREINATO el actual Departamento de Puno no estuvo perfectamente delimitado dentro de la circuns­cripción del Virreinato del Perú; en algunas épocas dependió del Virreinato de La Plata y otras de Lima.

Teniendo en consideración su situación geográfica, sus inmensas riquezas y la densidad de población, el Racionero de la Catedral del Cuzco, don Francisco Carrascón y Solá, elevó una solicitud al Rey de España, para la creación del Virreinato de Puno en el año de 1801. Solicitud que fue desechada.


Por Real cédula de 1° de Febrero de 1796, Puno pasó a formar parte, definitivamente, del Virreinato del Perú

 EN LA REPUBLICA, el año de, 1828 Puno proclamó el principio Federalista, del que se hizo eco el gran tribuno de la Constituyente Don Javier de Luna Pizarro. Este sentimiento proclamado desde los tiempos del Virreinato, como acabamos de ver, se ha confundido muchas veces con intentos separatistas. No hay tal. Puno por sus inmensas riquezas, sólo fué fuente de explotación y jamás los Poderes trataron de mejorar su situa­ción.

No es exagerado plantear la tesis de que Puno, abriga ancestralmente un espíritu de independencia, tanto más, cuan­to que por ser un departamento serrano se le ha mirado y se le mira con la más grande indiferencia; indiferencia que ha ter­minado por contagiar a sus mismos pobladores. De allí el pro­blema del ausentismo, y en los que se quedan por amor al terru­ño o por situaciones económicas, llega a producir una especie de complejo de inferioridad.

En 1833, proclamado el principio de la CONFEDERACIÓN PERÚ—BOLIVIANA, la Gran Logia de Puno, fue una de las primeras entidades en hacer suyos los ideales del Mariscal Andrés de Santa Cruz y de los peruanos que la secundaban, y fué en Puno que el Dean Juan Gualberto Valdivia, en compañía del Mariscal de Zepíta—, exilado de su ciudad natal, diera los últimos toques al plan confederativo. <:>.