LA CAIDA DE BOLUARTE
Editorial del diario EL COMERCIO
11oct25
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a presidencia
de Dina Boluarte llegó a su fin tal como se desarrolló durante sus casi tres años
de mandato: sin pena ni gloria. La vacancia por incapacidad moral permanente de
la mandataria, aprobada por el Congreso de la República con 121 votos a favor,
ninguno en contra y ninguna abstención marca el epílogo de una gestión que
desde sus inicios se caracterizó por la ausencia de liderazgo y la incapacidad
manifiesta para enfrentar los desafíos más urgentes del país.
El atentado
contra la orquesta Agua Marina en el Círculo Militar de Chorrillos, que dejó
cuatro músicos heridos y un vendedor ambulante lesionado, fue la gota que
rebalsó el vaso de una ciudadanía hastiada de vivir bajo el terror de la
extorsión y el sicariato. Que un grupo criminal pueda irrumpir con
ametralladoras en áreas cercanas a un recinto militar, disparar más de 20 Proyectiles
contra artistas indefensos y huir impunemente revela no solo la magnitud del
colapso de la seguridad ciudadana, sino también la incapacidad total del Estado
para proteger a sus ciudadanos.
Durante su mandato,
Boluarte demostró una desconexión alarmante con la realidad del país. Mientras
las cifras de extorsión se disparaban -con 18.432 denuncias hasta setiembre del
2025 según el Sidpol-, la presidenta se limitaba a ofrecer consejos tan
absurdos como peligrosos: "No contesten las llamadas ni abran los mensajes"
de los extorsionadores. Como si la delincuencia pudiera combatirse con la
estrategia del avestruz.
El corolario de
su incapacidad fue evidente en su respuesta ante la crisis de seguridad.
Mientras más de un centenar de transportistas fueron asesinados por resistirse
a las extorsiones y la ciudadanía clamaba por acciones contundentes, Boluarte
se refugió en el silencio cómplice, evadió a la fiscalía y desestimó
sistemáticamente las inquietudes públicas. Su administración no solo fue incapaz
de contener la ola criminal, sino que permitió su expansión hasta niveles nunca
vistos.
El Congreso
admitió y aprobó las mociones de vacancia con sorpresiva rapidez y con un
respaldo abrumador. Incluyendo el de bancadas que anteriormente habían apoyado a
Boluarte. Que partidos como Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Renovación
Popular, que la mantuvieron a flote durante años, finalmente le dieran la espalda,
evidencia la magnitud de su fracaso. Pero también un claro cálculo electoral y oportunismo
político. Aquellos partidos que ayer guardaban silencio ante los desaciertos en
materia de seguridad, hoy se erigen como críticos feroces, no por convicción,
sino por conveniencia.
Su legado será
el de una Presidencia marcada por la inacción ante los problemas estructurales
del País, la frivolidad ante las tragedias ciudadanas, el rechazo absoluto de
la población que en algunos sondeos le otorgó solo el 2% de aprobación (un
mínimo histórico, bordeando el margen de error) y una inaceptable tendencia a
reunir ministros que le fungían más de escuderos que de técnicos, como lo que
ocurrió cuando designó como ministro de Justicia a Juan José Santiváñez pese a
haber sido censurado por el Congreso como ministro del Interior meses antes.
Dina Boluarte
deja un país más inseguro, más fragmentado y más desconfiado de sus
instituciones. Urge devolver al país estabilidad. Este es un llamado no solo al
nuevo presidente sino también al Congreso. Pongan fin al apetito populista y
prioricen la estabilidad del país. El Perú necesita líderes que comprendan la
magnitud de los desafíos nacionales y que tengan la capacidad, la voluntad y la
dignidad para enfrentarlos. Frenar el avance de las economías ilegales y de organizaciones
criminales tiene que ser prioridad. La ciudadanía lo reclama y las autoridades
tienen que hacer frente a esta situación que amenaza al desarrollo del país.
Vienen horas cruciales para el Perú. <+>

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