500 AÑOS DE RESISTENCIA
Por:
Jorge Luis Choque
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historia oficial, escrita por los vencedores, nos vendió el 12 de octubre de
1492 como un "descubrimiento". Es hora de llamar a las cosas por su
nombre: no se puede descubrir un continente vibrante y poblado. Aquello fue el
inicio de una invasión, el mayor genocidio de la historia y la imposición de un
sistema de saqueo cuyas consecuencias perduran hasta hoy.
La
conquista fue, ante todo, una empresa económica. El motor de la invasión fue la
sed de oro y plata. Se instauró un orden colonial donde el saqueo era política
de Estado y la masacre de indígenas era un medio para la producción. Millones
murieron en las minas de Potosí y en las encomiendas, en un sistema de trabajo
forzado que fue el cimiento del capitalismo europeo.
La
religión fue el arma ideológica que justificó la barbarie. La cruz no llegó
para salvar almas, sino para someterlas. La evangelización forzada fue una
conquista espiritual que buscaba despojar a los pueblos de su identidad,
declarando sus creencias como demoníacas para legitimar el dominio absoluto y
la explotación.
Las
independencias del siglo XIX no liberaron a los pueblos originarios. Las élites
criollas simplemente heredaron el poder y mantuvieron las estructuras
coloniales de opresión, inaugurando un colonialismo interno.
Hoy,
el sistema se ha modernizado, pero la lógica es la misma. El racismo
estructural sigue marginando a las comunidades indígenas, mientras sus
territorios son saqueados por empresas extractivistas con la complicidad de los
Estados. La pobreza y la exclusión que sufren no son una casualidad, sino el
resultado directo de cinco siglos de un proyecto colonial que nunca terminó. La
resistencia que iniciaron líderes como Túpac Amaru II sigue viva en cada
comunidad que defiende su tierra, su agua, su cultura y su dignidad.
El 12 de octubre no es el "Día de la Raza" ni del "Encuentro de Dos Mundos". Es el día que marca el inicio de la resistencia indígena contra un sistema de opresión global. Conmemorar esta fecha es un acto político: es denunciar el pasado para entender el presente y apoyar las luchas actuales por la autonomía y la justicia. Es, en definitiva, afirmar que los pueblos de este continente no fueron descubiertos; fueron invadidos, y siguen resistiendo. <+>


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