A PROPÓSITO DE PUNO
Por Ana María Pino Jordán
Noticias SER.PE, 25JUN23
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stoy convencida que en el siglo XX, Puno vivió tres grandes luchas. La primera, a inicios del siglo, denominada “la lucha por la escuela”. Ella está profusamente historiografiada e incluso uno de sus efectos fue “Un ensayo de Escuela Nueva en el Perú”, la propuesta planteada por José Antonio Encinas para abordarla.
María Asunción Galindo. Maestra del Bicentenario |
En
mi percepción, hay otra gran lucha que pasa desapercibida e invisibilizada
hasta por la academia. Se trataría de “la lucha por la producción” que fue
realizada por los hacendados e impulsada por sus hijos, jóvenes profesionales,
principalmente agrónomos o veterinarios, ejerciendo ya como tales en las
décadas de los 30, 40 y 50 del siglo XX. No hay que olvidar que uno de los
impulsores y fundadores de la Escuela Nacional de Agronomía y Veterinaria, hoy
Universidad Nacional Agraria “La Molina”, fue Agustín Tovar, puneño
perteneciente a la floreciente élite de ganaderos en el Altiplano.
En esos años, criadores de lanares en Puno participaban en la famosa Feria Internacional de Palermo, en Argentina, haciéndose ganadores de preseas en los concursos de juzgamiento de ganado. Existían revistas especializadas que promocionaban y vendían reproductores, tanto ovinos como vacunos; semen de reproductores, con genealogía probada, para inseminación artificial; semillas mejoradas; equipos, instrumentos y productos veterinarios, entre otros. La granja de Chuquibambilla probaba con nabo forrajero y otros pastos cultivados. Se construyó el frigorífico de Cabanillas. Se editaba la revista “Lanas y Lanares” con artículos de investigación científica y experiencias de los productores. Se implementó un laboratorio para producción de vacunas en Pairumani. Se trabajó arduamente para mejorar la producción de alpacas y fijar el color blanco de fibra, más apropiada para la industria. Se realizó el programa Puno-Tambopata con centros de formación para mecánicos especialistas en reparación de maquinaria agrícola. Se
Podría
seguir enumerando acciones de mejoramiento de la producción en Puno; sin
embargo, la gran interrogante es por qué se la ha omitido, o hubo desinterés en
sistematizar y/o historiografiar lo valioso que fue el proceso productivo
llevado a cabo. ¿Será que es difícil reconocer algún mérito a la época de
hacienda y sólo interesa olvidarla? ¿Será que nuestra universidad carece de la
carrera profesional de Historia como para motivar a estudiantes y docentes a
investigar más sobre esa época? ¿Será que hay intereses subalternos de otro
tipo?
En
mi opinión, es políticamente importante acabar con el mito que intenta hacer
creer que esta región altiplánica carece de posibilidades productivas en el
campo agropecuario, que puedan generar economía y dinamizar la sociedad, para
imponer la idea que sólo son viables actividades como el turismo o la minería.
La
lucha por la producción sigue hoy con otros actores pero igualmente invisibilizada
pues su objetivo principal es el autoconsumo, que es autogestionario y desde el
Estado es visto como producción sin valor económico, de allí el mito de que
engrosamos los mayores índices de pobreza.
Sin
embargo, los últimos acontecimientos políticos en el país, van evidenciando que
tal vez la primera gran lucha de la región en el presente siglo sea la “lucha
por la ciudadanía”, que empiece por el reconocimiento de la identidad de sus
pueblos, su sentido de vida, sus usos y costumbres y sus modos de producción. <>
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