LECTURAS
INTERESANTES Nº 696
LIMA
PERU 15 ABRIL
2016
CAMINO A OTRO 5 DE ABRIL
César
Hildebrandt
Tomado
de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” Nº 295 15ABR16 p. 9
En el Perú se reivindicó a
Echenique, a Piérola y hasta a Prado a través de sus hijos. El Perú es país de costumbres
laxas y memoria breve. Por eso es que García pudo regresar al poder y por eso es
que Iglesias, el gran traidor, reposa en la cripta de los héroes de la guerra del
Pacífico.
EI fujimorismo ha regresado
para vengarse. Su primera cuenta pendiente, ya anunciada por una Cecilia Chacón
henchida de soberbia, es con los jueces que condenaron al ladrón y asesino que sigue
siendo protagonista patriarcal del movimiento. La lista vengadora es larga y no
tememos estar en ella. Aquí los esperamos.
Desvinculada de la ética, la
política puede llegar a ser una maquinaria implacable de acumulación de poder.
El fujimorismo no es un partido en sentido estricto porque si algo caracteriza
a un partido político son las ideas. Y el fujimorismo es, básicamente, un
proyecto dinástico que aspira a liberar a su líder preso, borrarle el
prontuario “por vías legales” -tarea en la que tienen amplia experiencia- y
dejar que los poderes fácticos hagan lo que saben hacer mientras ellos se
dedican al negocio de administrar el Estado -talento que todos les
reconocemos-.
El domingo pasado el Perú ha
querido que en la segunda vuelta la elección sea entre una organización
criminal, más potente que nunca, y un conservador que ofrece lo mismo -el inmovilismo-
aunque tenga el “mérito" de carecer de cuadros disciplinados y propósitos
firmes. Con el fujimorismo enfrentamos a una mafia monolítica. PPK es un
ultraliberal que puede matizar planteamientos y que puede recordar, a veces,
que la palabra decencia existe.
Durante años, con parte de la
plata robada y con la ayuda del empresariado voraz que remató el Perú en los 90,
el fujimorismo ha financiado la construcción de una maquinaria electoral de
nivel nacional. Lo ha hecho a su estilo: reclutando con dádivas, ofreciendo futuras
obras, apelando al recuerdo de aquella mano dura que los peruanos parecen
siempre echar de menos. El fujimorismo cree ser original cuando, en realidad,
es una reencarnación del odriismo. Es cierto que hay diferencias, pero todas
ellas favorecen a Odría.
Si Martín Adán viviera, diría
que hemos vuelto a la normalidad. En efecto, la democracia menesterosa de la
que nos jactamos -esa que convierte al Perú en el país más conservador del continente-
le ha dado el control absoluto del
Congreso a la hija del hombre que clausuró esa institución, creó una miserable
y apócrifa y produjo desde ella la Constitución-candado que nos ató para siempre
a los intereses de la derecha más vulgar.
Un país urgido de cambios,
dados los índices de desigualdad que padece, opta por la derecha que quiere menos
regulaciones laborales y ambientales, más privatizaciones, más dominio sin culpa
de los grandes intereses.
Un país que atraviesa una
crisis institucional, de la que es solo un ejemplo la vergonzosa actuación del
Jurado Nacional de Elecciones, le el dominio parlamentario absoluto al partido
cuya figura principal, Alberto Fujimori, destrozò las instituciones como nadie –ni
siquiera el ejército de ocupación chileno- se había atrevido a hacer.
Un país que tiene un severo
problema de inseguridad ciudadana le da un cheque electoral en blanco a quienes
aplaudieron la creación de grupos paramilitares de exterminio y no dijeron nada
cuando salieron a la luz planes de asesinato en contra de algunos opositores, operaciones
abortadas gracias al valor de Mariella Barreto, la agente del SIE que terminó
descuartizada y cuya cabeza jamás pudo encontrarse. iKerosene ha vuelto!
Un país que necesita renovarse,
diversificarse, extender el horizonte de sus metas económicas elige a dos
rancios guardaespaldas del modelo que la prensa concentrada considera
"sagrado”.
En resumen, unas elecciones abiertamente
semidemocráticas, cuando no fraudulentas (obsérvese la actitud del JNE frente a
las alianzas 24 horas antes del día de la votación), determinan que una fuerza
que desprecia el consenso y ama la prepotencia se apodere del Congreso de un
modo tal que ya no necesita, como en el 2000, comprar a ningún Beto Kouri.
En los próximos cinco años
tendremos un régimen parlamentario en manos del fujimorismo. ¿le daremos también,
redundantemente, el Ejecutivo? ¿Qué podrán hacer la inescrupulosa Keiko
Fujimori y el sin bandera José Chlimper, azuzados por las Chacón y las Alcorta,
con el Congreso y el Ejecutivo en sus manos? .
-Eso se llama gobernabilidad –diría
Jorge Morelli, el ideólogo en la sombra del fujimorismo.
Yo le respondería:
-Eso, de suceder, se llamará
empacho de poder, monopolio en manos turbias, chavismo de derecha. Eso sería el
5 de abril sin tanques ni balazos ¡pero con los mismos resultados! <*>
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