SEÑALES DE EXTREMA CRUELDAD
Por Gustavo
Espinoza M.
9/9/2005
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umerosas expresiones de crueldad afloran en la
conducta cotidiana de la clase dominante y sus voceros en el Perú de hoy.
Podríamos referirnos a algunas, a modo de dejar constancia del comportamiento
subhumano de quienes detentan las riendas del Poder en un país como el
nuestro.
Para no hacerlo de modo extenso, nos referiremos
sólo a tres episodios que han movido el escenario nacional y generado un debate
político polémico. Aludimos, en primer lugar, al caso Guillermo Bermejo,
el congresista de la izquierda que cumple ya los primeros días de los 15 años a
los que fuera recientemente condenado.
Pero como la clase dominante es terca, se empeñó
en abrirle un tercer proceso. Y, como algunos creen que a la tercera va la
vencida, se empeñaron a fondo, juntaron tres jueces nuevos y lograron,
finalmente, que lo hallaran culpable. ¿De qué? No se sabe precisamente, pero de
algo ha de ser, porque le pusieron 15 años de cárcel, lo esposaron como a un
reo cualquiera y lo llevaron a un Penal de máxima seguridad. Todo eso, en un
par de horas.
Como puede apreciarse, en este proceso, se
invirtieron las herramientas judiciales. No era que la Fiscalía debía probar
los cargos, sino el acusado era quien debía demostrar su inocencia. ¿Y la “carta
de intención”? Nadie
la vio, ni la leyó, ni supo de su existencia porque -la policía dice- los
lideres senderistas tienen escondidas esas “cartas de intención”. Arguyeron
entonces otra, la de “sujeción” presuntamente “firmada” por
Bermejo. Tampoco la mostraron porque tampoco existe.
La única “carta de sujeción” que habrían hallado
-si la buscaran- sería la que firmaron los Marinos Montoya y Cueto, y los
generales Chiabra y Zapata cuando fueron invitados al “ágape de adhesión”
celebrado en los ambientes del SIN cuando los años de Fujimori y su
asesor. ¿Lo recuerdan? Y esa carta si existe en libros, folletos, impresos y
hasta en videos. Guillermo Bermejo no tuvo nada que ver en eso.
¿Por qué ahora aparecen contra Bermejo?. Por una
sola razón: porque asomó como candidato presidencial para los comicios del 2026.
Había que acabar con él a como diera lugar. Por eso la condena. Por lo demás, a
la condena le añadieron algunos añitos más de “inhabilitación política” para
que no pueda desempeñar ninguna función pública por lo menos en dos décadas. A
eso, le llaman “Democracia”.
El otro caso es el de Betssy Chávez, quien fuera jefe del Consejo de ministros del
gobierno de Pedro Castillo. La acusaron de “un golpe”, que no se produjo. Luego
de una “rebelión”, que tampoco existió. Y ahora de un “intento de sedición” de una
“conjura para tentar una sedición”. Lo real es que no tienen cargo alguno
contra ella, ni contra Castillo. Aquí el golpista, fue quien dispuso -el 7
de diciembre del 2022- la captura de Castillo cuando era presidente y ordenó se
invistiera como Mandataria a una usurpadora. ¿Quién lo fue?
En todo caso, no fue Betssy Chávez. A ella la
agarraron y la metieron presa, y la sometieron a tratos vejatorios: la
trasladaban en una perrera, y esposada a la sala de audiencias al “juicio” al
que estaba obligada a concurrir. La recluyeron en un Penal ordinario y sin el
menor respeto a su investidura, sabiendo -además- que no tiene familiares en
Lima porque sus padres residen en Tacna. Y, por supuesto, le prolongaron la
detención ya sin orden de captura. Y por eso tuvieron que liberarla.
Libre ya, la sometieron a acoso y amenazas
reiteradas. Cansada de ello, pidió Asilo en la Embajada de México. Y la clase
dominante puso el grito en el cielo. Ahora exige que no le den el salvo
conducto para irse del país, como Odría hizo con Haya de la Torre hasta que
perdió en la Corte de La Haya. Ahora -parece mentira- algunos apristas dicen
que no deben otorgarle a la asilada el salvo conducto- Haya los echaría como
echó Cristo a los mercaderes del templo.
Ellos aseguran que cometió “delitos
comunes”, sin señalarlos, porque, en todo caso, la rebelión es un acto
político, y no un delio común. No importa. Dirán igual, que es un delito común.
Lo que ocurre es que lo hacen tantas veces ellos, que ya creen que es común,
el “más común de los delitos”.
Y el tercer caso de la crueldad, se inscribe en el
trato subhumano que hoy se aplica en los Centros
Penitenciarios. El gobierno no sabe que su tarea es capturar y neutralizar
a los delincuentes “que están afuera”, en la calle. Y no martirizar
a los que “están adentro”, privados de su libertad. Estos ya
están “neutralizados”, salvo excepciones. Curándose en salud, el gobierno
dice que desde los Penales “se cometen delitos” ¿Cuántos…?,
¿50. 100. 1,000? ”? Pero hay 106 mil presos ¿Todos ellos tienen que pagar,
incluso al margen del delito que los llevó allí?
No es un Estado delincuente el que habrá de acabar
con la delincuencia. Ni siquiera podría hacerlo asumiendo sus propias
modalidades de acción. Si eso ocurriera, simplemente generalizaría la
delincuencia hasta convertirla en una acción total.
No debiera olvidarse nunca un precepto esencial:
la tarea del Estado es resocializar, rehabilitar al ciudadano que por una u
otra razón cometió un delito para reincorporarlo a la vida productiva. Para
eso, tiene el deber de reeducarlo, La educación de los presos es herramienta
básica e inexcusable, como debe serlo también el trabajo, la organización y la
disciplina y la cultura, v al decir, todas las piezas inherentes a la formación
humana.
Por lo demás, un rostro se puede tener para capturar
a un delincuente y otro para quien ya fue privado de su libertad. A uno se le
puede perseguir y hasta acosar; pero al otro, no se le puede martirizar Si eso
se hace, se habrá de cimentar el odio y la venganza, cuando no la rebeldía
legítima o el motín clásico, ¿Será eso lo que se busca?
Estas expresiones de crueldad son incompatibles con
cualquier sociedad humana. Hay que enfrentarlas, denunciarlas, combatirlas y
derrotarlas. <¡>



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