Esta
estatuilla, de 47.4 cm. de alto por 12.7 cm. de ancho fue encontrada en los
terrenos de la Gran Unidad Escolar San Carlos de Puno. De acuerdo con los
estudiosos sería de origen Pucará (1) aunque es muy similar a los monolitos de
gran tamaño de Tiawanaco, como el monolito Bennet. Si bien la cultura Pucara es
anterior a la Tiawanaco, habrían coexistido al final de la primera. Además, la
bahía de Puno fue posteriormente un importante enclave de dicha cultura,
dedicado a actividades metalúrgicas y religiosas.
La
estatuilla retrata a un personaje de alto poder, lleva un sombrero y tienen los
ojos muy abiertos, con lagrimones con cabeza de animales. Sostiene un mortero y
una tableta para sustancias alucinógenas. Lleva una falda corta estampada con
grabados de rostros estilizados y cuadrados, sujeta con un cinturón ancho con
la figura solar.
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(1) La ocupación Tiawanaku en la bahía de Puno:
Tradición metalúrgica. Carol A. Schultze, Edmundo De la Vega et Cecilia Chávez.
Imagen: Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
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En el sitio arqueológico de Jiskairumoko (Ilave, Puno) se
ha encontrado este collar de cuentas tubulares de oro en una tumba de 2000 a.
C. Es la pieza de oro trabajada más antigua de América (Aldenderfer, Craig,
Speakman Y Popelka-Filcoff 2008). Sus fabricantes fueron cazadores de tarucas y
camélidos y recolectores de papa y olluco, que empezaban a volverse
sedentarios.
Para hacerla aplanaron
pepitas de oro y les dieron forma de tubos. Trabajo aparentemente simple, pero
que les permitió crear algo completamente nuevo, que no era producido por la
naturaleza, y que tenía un propósito muy humano: prestigiar a una persona y
distinguirla enterrándola con el collar.
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Sobre el lomo de las llamas se construyeron las antiguas
culturas de América, pues ayudaron al transporte de alimentos, textiles,
herramientas, arnas y todo tipo de cosas. Para invocar la fertilidad de estos
valiosos camélidos sudamericanos, se elaboraron estatuillas de oro y plata. Diferentes leyendas cuentan su origen
como estrellas que cayeron del cielo, o seres que salieron de las lagunas y
también de humanos convertidos en animales.
En cualquier caso, su
historia basada en estudios científicos es igualmente antigua y sorprende. Los
descendientes de un animal que existió hace millones de años en América del
Norte migraron al Asia y se transformaron en el camello y el dromedario, y
también hacia America del Sur donde dieron origen al Guanaco y la Vicuña. La
domesticación de estos empezó hace unos 6 o 7 mil años en el sur del Perú,
norte de Chile, noroeste de Argentina y el oeste de Bolivia. Mediante el
cruzamiento selectivo de los guanacos se generó a la llama como animal de carga
y fuente de alimento, y en el caso de las vicuñas a la alpaca para producir
abundante lana. Todo esto es una muestra más de la capacidad de los pueblos
originarios de nuestra América.
Fuente: Sistemática, taxonomía y domesticación de alpacas y llamas: nueva evidencia cromosómica y molecular. Revista Chilena de Historia Natural 80: 121-140, 2007. Imagen: Museo Oro del Perú y Armas del Mundo.
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