Trump: ¿desempolvando el big stick?
VENEZUELA NO SE ASUSTA:
EL MODELO DE DEFENSA QUE RESISTE Y
ORGANIZA LA PAZ
Carmen Parejo Rendón
RT 28AGO2025
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L |
as
amenazas no son nuevas, pero cada intento imperialista de agredir a Venezuela
ha servido —paradójicamente— para poner en evidencia la solidez de un modelo
político construido desde las entrañas del pueblo.
En las últimas semanas, EE.UU. ha renovado su ofensiva contra el
país, esta vez envuelta en el burdo ropaje discursivo de una supuesta cruzada
"antidrogas", apoyada en la narrativa del inexistente 'Cartel
de los Soles'. Una acusación sin sustento jurídico ni pruebas verificables,
pero funcional como excusa para justificar acciones de presión,
bloqueo e incluso la amenaza de una posible intervención militar.
Lo
que quizá no esperaban en Washington era que su estrategia generara exactamente
el efecto contrario. Lejos de fracturar el país, ha activado sus defensas más
profundas: la conciencia, la organización y el modelo de defensa integral
bolivariano.
La
jornada de alistamiento masivo en la Milicia Bolivariana (de la que hablaremos
posteriormente), la movilización cívica y el mensaje de unidad nacional
reflejan algo: Venezuela no solo resiste, sino que responde con el
despliegue estructural de un modelo que conjuga pueblo, Estado y Fuerza Armada en
un solo cuerpo histórico y político.
En esa dirección, la Milicia Bolivariana representa una de las expresiones más contundentes del proceso de transformación nacional impulsado por el chavismo. No es un apéndice ni una fuerza auxiliar: es el quinto componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), formalmente reconocido por la Constitución y por la Ley Orgánica de la Fuerza Armada. Su misión es organizar, instruir y movilizar al pueblo para la defensa integral de la nación, bajo el principio estratégico de la corresponsabilidad Estado-sociedad.
No
se trata, por tanto, de una estructura improvisada o coyuntural. Instituida en
2009 por Hugo Chávez y fortalecida desde entonces, la Milicia está integrada
por hombres y mujeres civiles que, sin abandonar sus roles productivos y
sociales, asumen el compromiso consciente de proteger la soberanía,
la paz y la estabilidad del país.
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| ¿Para intervenir militarmente o para amedrentar? |
Así
lo evidenció también, como ya hemos adelantado, la reciente jornada de alistamiento masivo
en la Milicia Bolivariana, una demostración de la activación orgánica de una
estructura profundamente enraizada en el territorio y en la conciencia
colectiva. Desde los barrios de Caracas hasta los llanos de Barinas, miles de
hombres y mujeres se incorporaron voluntariamente a la defensa nacional. No
por miedo ni por obligación, sino por convicción.
Este
acto de alistamiento contrasta con las levas forzadas que ocurren en
países subordinados a la lógica bélica de la OTAN, como Ucrania. Aquí no se
instrumentaliza a la población: se la convoca. No se le impone una guerra: se
le entrega una responsabilidad histórica para con la paz. En Venezuela, el
pueblo, la población civil y los trabajadores no solo participan en la economía
o en la política; también asumen con naturalidad su papel en la defensa. Porque
el fusil en manos del pueblo no es símbolo de violencia, sino de democracia,
como decía Lenin.
Aunque los grandes medios internacionales han insistido en presentar a Venezuela como un país al borde del colapso o al filo de un estallido, la vida cotidiana ofrece otra imagen: trabajo, estudio, recreación, comunas activas, mercados populares y niños jugando en plazas recuperadas. Esta normalidad no es indiferencia ni negación del conflicto: es el resultado de una política planificada, de una arquitectura estatal que, a la vez que ha hecho de la defensa integral una tarea sostenida, le ha dado al pueblo venezolano una oportunidad y unos derechos que nunca había tenido y que ahora desea defender.
Hay
que destacar también la reciente activación de la Zona de Paz N.º 1 en Táchira
y Zulia —territorios históricamente expuestos al narcotráfico y la infiltración
paramilitar de Colombia—, que demuestra cómo el modelo bolivariano no actúa de
forma reactiva, sino con visión territorial y preventiva (pues ha aprendido de
la experiencia de todo el siglo XX, plagado de golpes de Estado estadounidenses
contra proyectos populares y revolucionarios).
La
calma del pueblo nace de la confianza en su modelo. El despliegue
coordinado de la Milicia, junto a la Fuerza Armada y cuerpos civiles de
seguridad, no solo protege las fronteras, sino que refuerza el tejido social
desde abajo. Reflejo de la unidad cívico-militar, un principio básico de la
construcción revolucionaria del proceso bolivariano.
Otro
elemento fundamental dentro de esta arquitectura de defensa es el progresivo
entendimiento con el gobierno de Colombia, que ha contribuido a reforzar la
estabilidad regional. A diferencia de épocas recientes marcadas por la
hostilidad abierta —como la promovida por Iván Duque o el Grupo de Lima, que
actuaban como peones directos de la política exterior estadounidense—, hoy la
relación entre Caracas y Bogotá se inscribe en una nueva etapa de
diálogo y cooperación. Esta alianza entre pueblos históricamente unidos por
procesos de lucha y resistencia, constituye un muro de contención frente al
caos que algunos actores externos pretenden aún sembrar en la región.
Pero
ese entendimiento no ha surgido del vacío: es posible porque sectores del
pueblo colombiano han comenzado a sacudirse el yugo de la dominación. La paz
con justicia social que el actual gobierno colombiano persigue no es ajena a lo
que Venezuela defiende.
Cuando
un país como Venezuela logra resistir con dignidad, modifica la correlación de
fuerzas e impulsa a sus vecinos a imaginar otro camino posible: una integración
latinoamericana que Gustavo Petro, asediado a nivel interno por las
mismas fuerzas que llevan años tratando de asfixiar a Venezuela, va a
necesitar.
La
fortaleza de Venezuela no se mide en tanques ni en presupuestos militares, sino en algo
mucho más temido por el imperialismo: un pueblo consciente, organizado y
dispuesto a defender lo que ha construido. Precisamente fue esto lo que los
derrotó en Vietnam.
Desde
las bases comunales, desde los milicianos territoriales hasta los soldados en
la frontera, el modelo bolivariano ha demostrado que, como dijera Antonio
Machado, solo el pueblo llano defiende a la patria, mientras los
oligarcas negocian sus privilegios y la acaban vendiendo.
El
imperialismo estadounidense debe cuidarse mucho del poder popular bolivariano
porque, si se le ocurre agredirlo, acabará por toparse con un nuevo Vietnam. <+>
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Estados Unidos ha desplegado al menos ocho buques de guerra con miles de efectivos en aguas cercanas a Centroamérica y Sudamérica, según un informe del Financial Times.
Según fuentes del periódico, la
operación incluye tres destructores con misiles guiados, un crucero, un buque
de asalto anfibio y un submarino nuclear de ataque rápido, lo que describe como
una "inusual"
acumulación de potencial naval a gran escala.
Uno de los informantes señaló que
dos destructores con misiles guiados, el USS
Jason Dunham y el USS Gravely, se encuentran
actualmente frente a las costas de Venezuela. Mientras tanto, un
funcionario estadounidense anónimo reportó que un tercer destructor, el USS
Sampson, está desplegado en el océano Pacífico, al sur
de Panamá.

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