jueves, 28 de agosto de 2025

ASPECTOS DE LA REALIDAD EDUCATIVA EN EL PERU

 MARCHAR o ESTUDIAR

EL DILEMA EN LA EDUCACIÓN PERUANA

Augusto Dreyer Costa

 

E

n pocos países en el mundo se da tanta importancia a marchar y desfilar como se hace en la educación en el Perú. En otros países, sobre todo los desarrollados, se pone empeño en inculcar conocimientos, habilidades, valores y formas de comportamiento que permitan a los alumnos desarrollar su potencial como individuos en una sociedad libre. En el Perú se inculca a los alumnos a marchar y desfilar frente a las autoridades de turno en un acto inconsciente de sumisión y acatamiento. Que muevan marcialmente manos y piernas al compás de música estridente, entre tambores y cornetas, con la cabeza en alto, el pecho erguido, la mente en blanco. Marchar para reverenciar las tribunas de políticos y autoridades, mandos militares y eclesiásticos y “personas notables” que se deleitan al ver pasar a una tropa de zombies fácil de ser engañada, explotada y manipulada.


Los desfiles y marchas llegaron con los españoles cuando se adueñaron del Perú, para mediante ellos demostrar la fuerza y el poderío de los conquistadores ante los indígenas sometidos. Siendo las llamadas “plazas de armas”, es decir las plazas principales de pueblos y ciudades fundadas por los españoles, los escenarios en los que se interpretaban esos actos de fuerza y arrogancia, en los cuales participaban las tropas colonialistas y todos los miembros de la sociedad impuesta por los europeos.

Con la llegada de la república a principios del siglo XIX, el predominio de lo militar en la política y el gobierno de la nación es notorio y los militares son los protagonistas principales de esa época. Los actos militares se vuelven una especie de rito de ese nuevo orden y marchar y desfilar parte importante de ese culto. Los primeros colegios republicanos fueron en su mayoría fundados por los héroes emancipadores y tienen influencia militar en su forma educativa. En esos primeros colegios peruanos, los libros y la educación no tenían tanta importancia como la inculcación de valores militares. Todos ellos disponían de buenas bandas para acompañar los eventos militares y ceremonias públicas, los alumnos vestían uniformes de estilo militar y se crearon banderas, emblemas y símbolos para cada institución.

La tradición de desfiles y paradas escolares de apariencia militar ha perdurado por más de 200 años hasta llegar a nuestros días, hoy con un rol encubierto en la cultura de crispación social que fomentan las autoridades educativas peruanas. La persistencia de esa tradición en la cultura educativa peruana se debe a la cantidad de caudillos, líderes castrenses, dictadores y jefes de estado militares, que han manejado los destinos del país y que continúan desafortunadamente siendo una pieza fundamental del aparato sociopolítico del Perú. 

La organización del lastre cultural que significan los desfiles y paradas estudiantiles está a cargo de las Unidades de Gestión Educativa Local y los desfiles son evaluados según criterios como puntualidad, presentación, marcialidad y alineamiento, otorgándole gallardetes a los ganadores del desfile. Mientras tanto los sufridos padres de familia se ven obligados a afrontar gastos inútiles para que sus hijos puedan presentarse apropiadamente en los desfiles programados en el calendario escolar, luciendo uniformes de gala, zapatos nuevos, banderas, gorros y charreteras doradas y muchos otros detalles atrayentes para las autoridades y el jurado calificador. Los padres de familia de escasos recursos, que son la mayoría en el Perú, tienen que sacrificar el dinero destinado a los gastos esenciales del presupuesto familiar, sobre todo el de alimentación, para afrontar esos despilfarros innecesarios organizados por las autoridades de turno.

El adiestramiento para marchas y desfiles se inicia desde muy corta edad y no es raro ver pequeños niños y niñas lujosamente vestidos de militares o de waripoleros en esos derroches que aportan poco al desarrollo del país. Todos los estudiantes peruanos, de pequeñas escuelas provinciales, de colegios citadinos, de grandes unidades escolares, desde la niñez hasta su graduación de la secundaria, tienen que marchar siguiendo muchas veces modas copiadas de países culturalmente ajenos al nuestro. Los interminables ensayos de marchas y desfiles consumen una buena parte del corto calendario escolar peruano. Materias fundamentales en la educación moderna como lenguaje y matemáticas, así como ciencias y tecnología, son recortadas y dejadas en segundo plano. Asignaturas que no solo ofrecen conocimientos específicos, sino que también desarrollan habilidades cognitivas, como el razonamiento lógico, la memoria y la comunicación efectiva, que son cruciales para la vida académica y profesional y por tanto para el desarrollo del país.

En países desarrollados prácticamente no existen marchas y desfiles escolares por ser considerados como un desperdicio de tiempo y de valiosos recursos humanos. El énfasis de la educación en los países adelantados está dado por la constante búsqueda de una educación de calidad, sistemas educativos bien establecidos y un énfasis en métodos innovadores para mejorar los resultados. La educación moderna consiste en un enfoque centrado en el estudiante, que utiliza métodos activos y participativos para el desarrollo integral del individuo. Se caracteriza por fomentar el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y el uso de la tecnología para crear experiencias de aprendizaje significativas, adaptándose a las necesidades de cada alumno en un proceso dinámico e interactivo, donde el docente actúa como facilitador del conocimiento.

La educación en el Perú, está encallada en una pedagogía obsoleta y en el adoctrinamiento de ideas, creencias y enseñanzas caducas y desfasadas, que los estudiantes deben aceptar sin cuestionarlas. A diferencia de la educación moderna y de calidad, que promueve el juicio crítico y la autonomía intelectual, el adoctrinamiento tiende a suprimir la diversidad de pensamiento, aislar al individuo de otras posturas y fomentar la dependencia de una única verdad o figura de autoridad.

En los países de democracias débiles, con un pasado de gobiernos militares y dictatoriales y un presente de gobiernos autocráticos como el de Dina Boluarte, la educación tiende a ser una herramienta de manipulación y control para moldear a los ciudadanos según la ideología del régimen, limitando la libertad de pensamiento y el acceso a información diversa. En estos sistemas, se prioriza el adoctrinamiento y la obediencia, suprimiendo el pensamiento crítico y la pluralidad de ideas, lo cual dificulta el desarrollo social y la creatividad.

El amor a la patria no se demuestra marchando disciplinadamente frente a un estrado de autoridades despóticas y corruptas, se demuestra estudiando, experimentando e innovando la sociedad en la cual vivimos. El verdadero patriotismo implica un amor profundo por el país, que se manifiesta en el respeto a sus valores, cultura e historia, la preocupación por el bienestar de la nación y el compromiso cívico a través de acciones constructivas, más allá de la simple lealtad o la demostración de símbolos nacionales. <+>

Dinamarca, agosto 2025

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