LECTURAS
INTERESANTES N° 851
LIMA PERU 2NOV18
SEGUNDO MENSAJE
A LA SEÑORA FUJIMORI
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN
SUS TRECE N° 419 2NOV18
Señora Fujimori:
Dicen los que la quieren
que usted estaría en libertad si no se apellidara como se apellida.
Tienen razón. Si usted
no apellidara como apellida jamás se le habría ocurrido sentirse heredera
natural y dinástica de su padre, el presidente que se hizo dictador cerrando el
Congreso y copando todas las instituciones que garantizaban el equilibrio
democrático.
Si usted no apellidara
Fujimori, jamás hubiese sentido el “llamado mesiánico del destino”, que es una
manera operística de llamar a la ambición monda y lironda.
Pero como usted es
Fujimori, señora, se puso las botas del trabajo, el overol de la
reconstrucción, y recorrió el país para hacer un partido. No era un partido
convencional, claro. Era una organización hecha a su medida. Usted había visto
a su padre mandar, gritar, apelar a todos los recursos para abatir a los
desafectos y demoler a los adversarios, dar sombrías instrucciones, suponer, en
suma, que el país era como Pampa Bonita -el fundo que su padre hizo suyo
haciéndose pasar por agricultor ante las autoridades de Reforma Agraria-.
Usted había visto a su padre maltratar a su madre, proteger a la parentela de
uñas largas, tener a Montesinos de socio y consejero.
¿De qué se ríe? |
Y usted hizo más o menos
lo mismo: creó un linaje de esclavos pavlo- vianos, un círculo anuente de
gente dispuesta a todo con tal de avanzar y encargó a operadores regionales de
absoluta confianza la creación de una red que recordara a quien quisiera oírlo
que el fujimorismo había regresado en versión recargada y matriarcal.
Para continuar con la
obra de su padre no necesitaba usted más, señora. Al fin y al cabo, ¿qué es el
fujimorismo? No es un cuerpo doctrinario, no es una visión del desarrollo, no
es una filiación ideológica. El fujimorismo fue la ambulancia que la gente demandó
después de que los ladrones de 1985-1990 destrozaran el país. Lo que pasa, como
todos recuerdan, es que de esa ambulancia bajaron médicos y enfermeros
El fujimorismo es el
pragmatismo que no pasa por los escrúpulos. Es la globalización desde el
agachamiento. Es la derecha armada y con instinto popular.
Su padre tiene
seguidores, señora, pero esas son las turbas que aplaudieron igualmente a
Sánchez Cerro, a Benavides, a Odría. Turbas que la derecha ventral supo
siempre cultivar y dirigir. Turbas que amaron siempre, a veces con suicida
vocación, el orden de la injusticia, que es el que más coerción requiere.
Turbas que explican las desgracias más infames de nuestra historia.
No crea usted, señora, que
esas gentes tienen alguna consistencia anímica, algún apego que no sea el
ventajismo, alguna lealtad que no sea la del puesto de trabajo entregado.
Volviendo a lo nuestro,
señora. Usted reconstruyó el partido que su padre había destruido con su fuga de
escándalo y su renuncia remota formulada desde Tokio, su capital sentimental.
Pero en vez de aprender de los errores, usted repitió el shogu- nato de su
papá. Se equivocó, señora. Gran error. La fórmula tiránica de su padre
funcionaba desde el poder, ese poder que él hizo excluyente después de dar un
golpe de estado. Esa fórmula no daba resultados en el llano de la competencia
democrática. Porque un partido que aspira a llegar al poder necesita gente que
piense, no que obedezca, colaboradores que aporten, no que esperen órdenes,
socios que entiendan, no que se refugien en paporretas. La manada que convocó
su padre una vez que se hizo con el poder absoluto daba la apariencia e
funcionamiento porque detrás de ella estaba el mecanismo del estado, los
automatismos de los ministerios, los recursos ingentes del presupuesto. La
manada que usted quiso para sí quedó al desnudo en su ineptitud apenas
empezaron las dificultades.
Cometió usted otro
error: quiso deshacerse formalmente de la figura de verbalmente de su legado.
Otra equivocación enorme, señora. El único fujimorismo realmente existente
es el de su padre. Al renegar de esa herencia por razones electoreras y
siguiendo consejos disparatados, usted quedó en el aire, tan desasida como la
mano de Martín Adán. ¿Dónde están las ideas del neofujimorismo que usted quiso
encamar? Son innombrables porque no existen, señora. El fujimorismo es, en el
mejor de los casos, un recuerdo crispado y tiene el sello de su padre. Usted
tenía la franquicia, señora. Pero quiso usted cambiar de marca y mire lo que ha
pasado.
¿Qué creía usted? ¿Dónde
cree que se puede llegar teniendo a Luz Salgado de guardiana doctrinaria, a
Rosita Bartra de compañía intelectual, a Héctor Becerril de operador político,
al matón de Pier Figari como filósofo, a ÚrsulLetona como argumentista, a
Leyla Chihuán de
Ha despilfarrado usted, señora, todo el capital político que tenía en julio del 2016. Lo ha hecho con un brillo letal. Sus partidarios -es decir, los simpatizantes de su padre que veían en usted su filial reincidencia- la hubieran querido ver presidiendo una oposición con temple de estadista. Lo que vieron todos los peruanos fue una persona entregada a una rabieta de falsa víctima, aconsejada por la taradez de su entorno, envenenada por sus aduladores. Y el resultado fue que el presidente electo fue vacado y la atmosfera política fue la más tóxica de los últimos años. Confundió usted otra vez las cosas. Creyó que su histeria derrocadora se iba a ver como coraje. Supuso que sus odios se iban a ver como revancha justiciera. Estaba segura de que sus diminutas conspiraciones iban a quedar en el secreto de sus comunicaciones.
Ahora está usted presa,
señora. Por supuesto que no me alegra. No me alegra como se alegraron usted y
los suyos cuando a los Humala les tocó lo mismo -y con toda justicia-. Pero,
por favor, no se haga ahora la víctima. Todo lo que le ha tocado se lo ha
ganado usted a pulso.
¿Quién protege a Chávarry?
¿Quién estaba en contacto con César Hinostroza, el rufián que iba a ver su
casación? ¿Quién dio la orden para fragmentar en cantidades pequeñas el aporte
negro de Odebrecht? ¿Quién puso a Joaquín Ramírez de secretario general? ¿Quién
le ordenó a Chlimper que fuera a RPP con 210,000 dólares en efectivo? ¿Quién
aconsejó al señor Yoshiyama que denunciara el robo de varias computadoras donde
estaba guardada parte de la contabilidad del partido? ¿Quién le dio la orden a
los subalternos que le entregaron a Rolando Reátegui 100,000 dólares para que
se los atribuyera a falsos aportantes? ¿Quién ordenó chancar, demoler, sepultar
al fiscal José Domingo Pérez?
Si algo no es usted,
señora, es víctima. Reflexione al respecto. ▒▒
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