Por: Moisés Apaza Ahumada*
Publicado
por Servicios Educativos Rurales SER. 16/09/2015
La
región Puno es la más afectada por la anemia en todo el Perú. La enfermedad ha
alcanzado aquí índices solo comparables a los que exhiben algunos países
africanos. Según cifras de la DIRESA-Puno, afecta a más del 50% de los niños y
las madres gestantes, y en niños menores de cinco años esta prevalencia alcanza
hasta el 80%, en muchos distritos de nuestra región. Dado que basta un 40% de
afectados para el ministerio de Salud considere la situación un “grave problema
de salud pública”, la realidad resulta más que alarmante.
La
anemia es una enfermedad que se caracteriza por mostrar un déficit de glóbulos
rojos en la sangre. Cuando no se consume hierro, baja la cantidad de los
glóbulos rojos y esta disminución hace que las células y los tejidos del
organismo reciban menos oxígeno, afectando su funcionamiento.
La
causa principal de esta enfermedad en Puno es el bajo consumo de hierro en los
alimentos, hecho que está estrechamente relacionado a la extrema pobreza, que
es alta en nuestra región. Como origen “moderno” llaman también la atención los
cambios radicales en los patrones de alimentación: Una ingesta cada vez mayor
de productos procesados, “chatarra” y una menor opción por productos naturales,
frescos y regionales.
Los
efectos y las secuelas de la anemia son más perniciosos de lo que uno se
imagina y en muchos casos son irreversibles. Esta enfermedad silenciosa socaba
el desarrollo intelectual y aniquila de por vida el potencial de las personas,
perpetuando en ellas la baja autoestima, la improductividad.
En
los niños, la anemia provoca deficiencias en el desarrollo cognitivo (bajo
coeficiente intelectual), en la memoria y la atención, lo que tiene por
consecuencia bajo rendimiento escolar; así como déficits en la psicomotricidad
y la socialización. Del mismo modo, el mal altera el funcionamiento
inmunológico y el sistema nervioso. En madres gestantes, la anemia incrementa
el riesgo de un parto prematuro, bajo peso al nacer, mortalidad y morbilidad
infantiles. En los adultos, reduce su capacidad productiva.
La
anemia va más allá de ser un problema médico-nutricional. Es un problema
socioeconómico complejo que tiene que ver con la pobreza, la desigualdad, la
educación, los sistemas de salud, el PBI regional, el ingreso familiar y la
cultura en general. Y nuestra región reproduce esta realidad a través de sus
diferentes indicadores negativos.
No
obstante, no se toma conciencia de la magnitud del problema, de sus causas,
consecuencias y costos. Más aún, ni el Estado peruano ni el gobierno regional
ni los locales han desarrollado una política sistemática, consistente y
sostenible para combatir la anemia.
Los
costos que representa la alta prevalencia de esta enfermedad en Puno merecen
una mayor reflexión, encaminada a estimar cuánto tendría que asumir el Estado,
específicamente el gobierno regional, para enfrentar el problema, pues, hasta
la fecha no se ha evaluado la relación costo-beneficio de la intervención de
la anemia, tanto estatal como regional, y menos se evalúa el gasto que puede
significar la atención de este problema a futuro.
La
región Puno, en la gestión anterior, asignó 30 mil millones de Soles al
Proyecto Nutrición. Sin embargo, la anemia se ha incrementado significativamente
en todos los grupos (ocho niños de cada diez la tienen). Si a este resultado le
sumamos las inversiones millonarias que se están realizando en los gobiernos
locales (provincias y distritos), pareciera ser que se ha encontrado en los
proyectos de nutrición y salud un escaparate para desviar el gasto, pues no se
logran los objetivos ni las metas de los mismos. La nueva gestión está gastando
un saldo de 12 a 15 millones del mismo proyecto, pero a la fecha no hay ningún
informe sobre los resultados. En un proyecto de infraestructura vial el gasto
de la inversión se mide por los resultados (Km. de carretera asfaltados, por
ejemplo), y lo mismo ocurre en un proyecto de nutrición (disminución
significativa del % de anemia, por ejemplo).
La
anemia implica para la economía peruana un gasto directo (e indirecto) del
0,62% del PBI, aproximadamente 2,777 millones de Soles. Esta cifra es más de
cinco veces el presupuesto del SIS del año 2009 y casi el 38% del presupuesto
del sector salud a nivel nacional del mismo año.
¿Qué
podría hacerse, entonces? Cambios urgentes en las políticas, estrategias y
acciones que a nivel nacional y regional, se aplican para tratar la anemia. Se
debe fortalecer la coordinación del MINSA con el gobierno regional, los
gobiernos locales y las instituciones públicas (educación, agricultura, etc.) y
privadas para evitar la corrupción, el doble beneficio, la usurpación, la
duplicidad de proyectos, la falta de focalización, etc.
Las
acciones a corto plazo deben estar orientadas a: 1) Suplementar con
hierro a niños y mujeres gestantes, así como a la población en general, cambiando
las estrategias (los multi micronutrientes “chispitas” que se usan actualmente
son muy cuestionados). 2) Diseñar y aplicar nueva estrategia de
educación nutricional, que signifique un cambio de actitudes y prácticas hacia
una alimentación natural y regional, en un contexto de soberanía alimentaria
para mejorar la ingesta de hierro. 3) Supervisar a los proveedores
para que cumplan con incluir hierro en los alimentos preparados que dan a los
niños. 4) Lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de
edad. 5) Tratamiento oportuno de la parasitosis. 6)
Dirección de los proyectos por el profesional nutriólogo, de modo que este
pueda asumir la responsabilidad respecto a los resultados de la anemia. En el
mediano plazo, usar la fortificación de alimentos de consumo masivo por el
pueblo, como ya se hizo con el yodo (fortificación de la harina de trigo, por
ejemplo).
El
tratamiento de la anemia merece tanta o mayor atención que las EDAs, las IRAs y
otras enfermedades que, al fin y al cabo, sí o sí se van a tratar, porque se
presentan a través de signos y síntomas manifiestos.
El
hecho de que la anemia sea una enfermedad silenciosa, no significa que debamos
dejar que transcurra bajo la complicidad de nuestro silencio, y menos que, a
nombre de la anemia, los gobiernos e “interesados” gasten ingentes cantidades
de dinero y no puedan mostrar buenos resultados.
___________________
*Docente de la Escuela Profesional de Nutrición Humana de la UNA - Puno.
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