Detrás de la Candelaria
MASCARERO DEL ALTIPLANO
Desde
muy joven Edwin Loza Huarachi, premio
Amauta
de la artesanía Peruana 2010,
se
ha dedicado a reparar y crear
las
máscaras tradicionales puneñas
Escribe JOSÉ VADELO
Tomado de El Peruano.
Suplemento VARIEDADES 15 A 21 febrero
Como las
extremidades superiores de un pequeño dios, sus manos van dando vida, cada día,
a monstruos hechos para bailar. Morenos, diablos, chinas-diablas. Esos
personajes de uso cotidiano por estos días de celebración de la Virgen de la
Candelaria, allá en Puno.
Sus manos
amoldan los rostros a partir de la masa que él ha ayudado a perfeccionar a lo
largo de los años. No solo hablamos del tradicional yeso sino de una mezcla que
él trabajó para darle el atributo de "liviana" y así permitirle a los
danzantes mejor desarrollo de sus movimientos. Por eso, su masa es una
innovación que une algodón, cola, aserrín, papel maché, carbonato de sodio,
cuero y otros componentes.
Pone a cada
lado de la frente de un diablillo, serpientes. Los ofidios representan al
pecado, según la tradición judeocristiana. En otras ocasiones, los leviatanes
tienen dientes platinados y deformes además de aletas, como si se tratase de
grandes pirañas. Otras veces, las máscaras llevan pestañas largas y rizadas los
más pobres, como mínimo tres años, y luego ir escalando hasta llegar a
diablo-caporal", contó en el documental Herecleros de nuestra magia. ...
El teléfono
del taller del maestro ha repiqueteado por días sin respuesta para Variedades.
Entendemos que son días cuando todos en Puno bailan por fe y devoción a la
Mamita Candelaria. El maestro nacido en la provincia de Moho debe restaurar
máscaras, atender pedidos, pues los entendidos reconocen en Loza una capacidad
que lo diferencia de otros "careteros": él hace piezas únicas.
Este año han
participado en las festividades de la Mamacha Candelaria más de ciento cuarenta
conjuntos, cuarenta mil bailarines, nueve mil músicos, "una energía humana
más fuerte que un ciclón norteamericano, miles de polleras, capas y
máscaras", según define el poeta Omar Aramayo, alarmado porque de un costo
total de unos veinte millones de dólares, tres millones se van en alquileres y
venta de trajes y el resto en el consumo de cerveza, una cachetada mientras
Puno sufre también de "friaje' .
Por su parte,
Loza ha dicho que las máscaras de diablo-caporal pocas veces coinciden porque
cada una es distinta, como la vida y la personalidad de cada bailarín. Es su
forma de ver este arte, nunca al por mayor, siempre trabajándolas
pacienzudamente.
"Soy un
imaginero de máscaras", se ha definido el artista de 65 anos de edad en
una entrevista para Herederos de nuestra magia, y que hoy se puede encontrar en
internet. Porque él comprende que la imaginería no solo es un término
relacionado con crear imágenes de santos y vírgenes, sino el concepto es más
amplio, siempre ligado con lo popular, e incluye a esos seres que él ha
perfeccionado con sus manos por décadas: los morenos, los diablos y las
chinas-diablas.
Sus máscaras
más elaboradas están ligadas con la danza de la diablada. Loza Huarachi ha
estudiado la tradición altiplánica. Sabe que la diablada no está inspirada en
el diablo —una idea que llegó con los barbudos españoles y la religión
católica— sino en el Janchanchu o muki, el dios de las minas, a quien los
habitantes precolombinos pedían permiso con rituales y máscaras hechas de piel
de venado, para poder extraer minerales de la tierra.
Según sus
investigaciones, solo a la tradición altiplánica peruana pertenecen las
máscaras del "caporal" de la diablada y de la "china-diabla".
"En un
taller te sales del mundo, estás muy concentrado en otro mundo. Lo mismo pasa
cuando bailas. Te pones una máscara de caporal y ya no eres tú, te estás
transportando a otro mundo", ha dicho el maestro.
Hace tres
años, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo le otorgó el título de Gran
Maestro de la Artesanía Peruana 2010. Fue la punta de un iceberg compuesto por
numerosos premios y reconocimientos que ha logrado a nivel de Puno, desde los
años 80, este investigador del folclor altiplánico, artesano y profesor de
biología y química.
El oficio de
mascarero tiene un peso específico en su historia personal. Empezó cuando él
era un niño y estudiaba en el Núcleo Campesino Escolar del poblado de
Rosaspata. Ahí le enseñaron a hacer las pequeñas máscaras de arcilla para
adornar los panes "tanta wawas", tradicionales de la Semana Santa.
Después, su hermano menor Dino, un 8 de diciembre, ingresó a bailar sicumorenos
para los Sicuris del barrio de Mañazo. Entonces comenzó a restaurar las máscaras
de su hermano y sus amigos, observando primero cómo elaboraba máscaras el
maestro 'Carcal' Velásquez.
Con la misma
dedicación y entereza, fue perfeccionando su oficio autodidacta, aprendiendo. a
mejorar la técnica, viendo a los maestros. Ya adolescente, había ganado cierta
fama como restaurador, siempre incentivado por su padre y sus profesores de la
escuela. Su propia leyenda cuenta que la primera máscara que hizo la elaboró
justamente cuando empezó a bailar como diablo en la Diablada Porteño. Lo que le
motivó fue que a una turista extranjera le encantó su trabajo y le compró su
máscara por 200 dólares. El resto, es historia, sudor y amor a la tradición.
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no pueden deir q es el unico . q hace mscaras en puno . y donde quedan los dems
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