miércoles, 21 de junio de 2023

OPINION DISCORDANTE SOBRE AÑO NUEVO ANDINO

 EL AÑO NUEVO ANDINO AMAZÓNICO

Daniel Sirpa Tambo

en revista PUKARA N° 130, La Paz Bolivia

E

ste 21 de junio, como desde hace algunos años, se celebrará el llamado Año Nuevo Andino Amazónico, demostrándose así que es posible inventarse tradiciones y hacerlas pasar como milenarias.

No es pues deseo de esta nota demostrar que esa festividad es artificial y ficticia, pues toda persona informada sabe que hasta la década de los años 80 nadie hablaba de ese Año Nuevo. En las ciudades y en el campo se festejaba la noche de San Juan, como se sigue haciendo hasta ahora.

Fueron activistas aymaras de la corriente indianista quienes incursionaron en festejar esa fecha, ante la indiferencia de los mismo aymaras, por no hablar del rechazo y ataque por parte de los criollos.

Cuando en Tiwanaku esos jóvenes intentaban re editar lo que pensaban eran ritos milenarios, se veían huérfanos de «yatiris», de los sabios aymaras, quienes o se burlaban de su intento o escabullían el bulto. Uno solo de ellos, Rufino Paxsi, los acompañó, dándose la incoherencia de que eran jóvenes quienes instruían a un mayor acerca del «saber de lo abuelos».

En realidad esos jóvenes hacían lo mismo que hacían quienes en otras latitudes iniciaban la lucha descolonizadora en África o el Asia: empezaban por utilizar elementos ideológicos, religiosos incluso, para desencadenar un proceso político de liberación.

Lastimosamente, esos jóvenes se frustraron y se estancaron. Se frustraron porque el asunto se les escapó de las manos, no lograron establecer nada y abandonaron su empeño, el cual fue recuperado luego por los intereses políticos del gobierno, por las agencias de turismo e incluso por algunas denominaciones cristianas, que creen que así se «inculturizan» en el mundo aymara.


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Y se estancaron porque no supieron sacar las enseñanzas de ese fracaso: que lo ideológico no tiene vida en sí misma, sino que proviene y acompaña los procesos sociales. Así, en lugar de ser promotores de formas políticas de real influencia, solo se dedicaron de más en más a la alienación pachamamista, como otros se entregan al alcohol después de un fracaso personal.

Es lo que le sucedió al más notable de esos jóvenes, Germán Choque Condori, que hoy se llama Inka Choquewanka. Su innegable capacidad fue deformada por la colonialidad boliviana, sin que él mismo se diera cuenta. El sistema lo arrinconó cada vez más en la pura especulación pachamámica, dándole como consuelo la libertad en algunas iniciativas, como la Universidad India UTA que él dirigía y que el poder toleraba en la medida que impartía enseñanza fantasiosa, hasta que, una vez el poder seguro de su fuerza, le quitó su premio consuelo.

Esos jóvenes iniciaron esa reivindicación, quisieron reeditar lo que creían eran prácticas antiguas porque pensaban que con ello darían personalidad cultural a un movimiento político e iniciarían una lucha de liberación. Sabemos que no pasó nada de eso. Pero, ¿por qué ahora es «famoso» el Año Nuevo Andino Amazónico?

Pues simplemente porque fue instrumentalizado por el poder. Irónicamente, esos jóvenes iniciadores querían descolonizar con esa festividad, librarse del poder criollo y reinstaurar el Tawantinsuyu. Lo que han provocado más bien es que el colonialismo se consolide, que el poder criollo gobierne con legitimidad, al proclamarse «gobierno indígena», y que la nación que destruyó al Tawantinsuyu sobreviva todavía en su ineptitud e inoperancia.

Es sabido que el MAS instrumentalizó la causa y simbología andina para darse legitimidad. Se aprovechó del esfuerzo de otros, de la lucha concreta y simbólica de los indianistas y kataristas, para sus propios intereses. En ello no tuvo empacho en desprestigiar y humillar nuestros símbolos. Se apoderó de la wiphala para entregarla después como negocio textil para los chinos. Se adueñó de la pachamama para darla luego a las empresas extractivas de minerales y petróleo. Y, en fin, se adueñó del Año Nuevo Aymara, para entregarlo después a ONGs y agencias de turismo, para que en esa fecha llenen de alcohol e inmundicia los «lugares sagrados», apachetas y restos arqueológicos.

Ese Año Nuevo ya ha perdido toda significancia, pues ha sido pervertido por el opresor. Solo hay dos salidas, o enterrarse en el mito y sucumbir en la inoperancia social del ocultismo, por muy andino que sea, o levantarse y recuperar la energía racional y la capacidad operativa para liberarnos. <>




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