martes, 2 de octubre de 2018

ILAVE DE FIESTA

SAN MIGUEL DE ILAVE
Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas
 I. Las festividades de Santos Patronos
La veneración de los santos es práctica tradicional de la Iglesia Católica. Esta vino al Perú y a toda América, con los invasores armados, portando esa tradición europea e hispánica y la implantó en el “nuevo continente” durante ese discutido proceso de la “evangelización”.
Uno de los infaltables actos que formaban parte de la práctica “evangelizadora” consistía en asignar, a un colectivo humano asentado en un determinado centro urbano preexistente o recién fundado, o a una congregación, una deidad católica (Cristo, la Virgen o algún miembro del amplio santoral) como su “Santo Patrono”, bajo cuya advocación se desenvolvería la vida de ese pueblo, de ahí para siempre.
Según la creencia católica, el santo patrón es el protector de un pueblo, el cual “intercede en nombre de este ante Dios”. Por ello, es merecedor de homenajes que se traducen por lo general en festividades religiosas en su honor conocidas como “fiestas patronales”, una vez al año.
En esa tradición se inscribe la festividad en honor al Arcángel San Miguel, en Ilave, capital de la provincia de El Collao, la misma que se reedita cada 29 de setiembre de todos los años. Si bien tal festividad es organizada y conducida por los representantes locales de la jerarquía católica y los creyentes católicos, el pueblo en general participa de los festejos.
Después de actos religiosos conocidos como “novenas” que se inician a mediados de setiembre, en la madrugada del día 28 tiene lugar y tiempo el recurrente “albazo” que marca un importante aspecto de la identidad ilaveña, en el que compiten los conjuntos de sicuris que ganaron justa fama como ganadores de varios concursos departamentales. En la tarde de ese mismo día se lleva a cabo la Misa de Vísperas seguida de quema de castillos y juegos artificiales. El 29, día central de la festividad, se da curso a una fastuosa misa, una multitudinaria procesión y un desfile de danzas regionales y costumbristas que cada día gana mayor nombradía.
II. San Miguel
 Según las creencias religiosas católicas, con el término genérico de “ángeles” se conocen a aquellos “mensajeros de Dios”. Un subtipo de ángeles que pertenecen al coro del Espíritu Santo son los Arcángeles, uno de ellos San Miguel.
Los arcángeles eran siete. Los nombres de algunos aparecen en la Biblia. Además de Miguel se considera a Rafael, a Gabriel (el de la anunciación), a Uriel, todos con terminación “el”. No hemos encontrado los nombres de los demás, excepto de Luzbel, el arcángel contestatario que se rebeló ante Dios y pasó a encarnar dicotómicamente el mal, la inducción permanente al pecado en los hombres y mujeres, en oposición frontal al bien que en nombre de Dios representaba el arcángel San Miguel. Con el tiempo Luzbel adquirió otros nombres: Satán, Satanás, Lucifer, diablo. San Miguel venció a éste en dura lucha, pero aun subsistió y subsiste en el sistema de creencias tradicionales del mundo judeocristiano.
La Iglesia católica da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama "Príncipe de los espíritus celestiales", "jefe o cabeza de la milicia celestial", guardián de los ejércitos cristianos, el vencedor del maligno, del mentiroso, del príncipe del mal en este mundo”. Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento.
Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.
III. El templo
Alrededor de 1540 los primeros misioneros dominicos, erigieron primero la Iglesia de la Purificación de Nuestra Señora, hoy totalmente desaparecida, y luego, con Fray Agustín de Formicedo, el templo principal de San Miguel que a lo largo del tiempo fue cambiando su fisonomía, gracias a sucesivas refacciones y ampliaciones, algunas de ellas sufragadas a costa de perder la mayor parte de los terrenos que lo circundaban.
Es muy posible que en ese año el Arcángel San Miguel fuera entronizado como patrono del pueblo de Ilave, precisamente a instancias del religioso dominico Fray Agustín de Formicedo, que fue quien con sacrificada dedicación dirigió la construcción del templo llamado por eso, de San Miguel.
Como se anota en el documento que recoge Visita de Garci Diez de San Miguel, en 1563 el Mallcu Vilcacutipa junto con los ilaveños Martín Huancacutipa, Carlos Chura Guanaco, Cristóbal Maquera, Pablo Pilco y Carlos Alasaya, firmaron una escritura en la que dan como obsequio al templo “ornamentos, cálices, cruces y todas las otras cosas necesarias para la  iglesia y sacristía y también las imágenes de los altares”, además de la donación de un terreno, para que se haga “la casa y monasterio del Señor Santo Domingo”.
Dos campanas que hoy lucen en su blanca torre, llevan la inscripción que atestigua haber sido obsequiadas por el Gran Mariscal Santa Cruz, durante sus afanes por crear la Confederación Perú-boliviana.
Hace poco se anunció la restauración integral, interior y exterior, del templo de San Miguel. Esperamos que el proyecto encuentre viabilidad, especialmente económica. Así podrá ser preservado una edificación que forma parte del patrimonio cultural puneño ><

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