martes, 2 de octubre de 2018

A 50 AÑOS DEL GOBIERNO DE VELASCO ALVARADO


UN 3 DE OCTUBRE PARA RECORDAR
PorHéctor Béjar  25. 09. 2018
La intervención militar del 3 de octubre de 1968 fue una reacción inmediata contra sucesivos actos de corrupción gubernamental de la época (el más notorio el escándalo de la página 11). Y fue también la culminación de un cambio de conducta institucional de las Fuerzas Armadas: empezaron a defender los intereses nacionales y del pueblo luego de haber sido durante décadas, guardianas del orden establecido.
Hace cincuenta años, un numeroso grupo de oficiales de las tres armas, iniciaron un proceso de radicales reformas estructurales que eran pedidas clamorosamente por la ciudadanía. Nacionalización del petróleo, las minas, las aguas y los recursos naturales.Transferencia a empresas campesinas de 6 millones de hectáreas mediante una rápida reforma agraria. Relaciones con la Unión Soviética, Cuba y los países socialistas. Alfabetización. Reforma educativa. Copropiedad y cogestión de empresarios y trabajadores en las empresas privadas. Estabilidad y derechos laborales. Fondo de pensiones. Reconocimiento de miles de sindicatos y de la Central de Trabajadores, la CGTP. Reconocimiento del quechua como idioma oficial. Socialización de los diarios de circulación nacional. Reconocimiento y apoyo a los pobladores migrantes internos que se agrupaban en las “barriadas”. Se amnistió a los presos políticos y se comenzó a construir una democracia social con plena participación popular sobre la base de las organizaciones populares que iban surgiendo en las ciudades y el campo durante las transformaciones en curso. 
Las Fuerzas Armadas fueron lideradas por el general Juan Velasco Alvarado y muchos otros altos oficiales, entre ellos: Edgardo Mercado Jarrín, Miguel Ángel de la Flor, Ramón Miranda Ampuero, Ramón Arróspide, Fernando Miro Quesada, José Graham Hurtado, Aníbal Meza Cuadra, Leonidas Rodríguez Figueroa, Jorge Fernández Maldonado, Pedro Sala Orozco, Rafael Hoyos Rubio, Javier Tantaleán Vanini, Enrique Gallegos, Luis Arias Grazziani. Convocaron a distinguidos especialistas, técnicos, intelectuales y artistas. Augusto Salazar Bondy, Carlos Delgado, Carlos Franco, Alberto Ruiz Eldredge, Ella Dumbar Temple, Juana Jerí, Martha Hildebrandt, Jaime Llosa, Romeo Luna Victoria, Francisco Guerra García, Carlos y Mario Vásquez, César Calvo, Manuel Moreno Jimeno, José Rivero, Chabuca Granda y muchos otros que sería largo enumerar. 

Se promovió en el Perú el Primer Año Internacional de la Mujer liderado por Consuelo González Posada de Velasco.
Los ganaderos, medianos y pequeños propietarios y una parte de los industriales hicieron una dura oposición a los cambios. Los partidos de la derecha apostaron por el fracaso del proyecto. El Apra encabezó una oposición violenta apenas pudo hacerlo desde algunas universidades, infiltró sectores del ejército y de la policía y precipitó los saqueos del 5 de febrero de 1975. El Partido Comunista apoyó el proceso, pero todo el resto de los grupos de izquierda se opusieron. La clase media se mantuvo expectante, los estudiantes y maestros fueron llevados a una oposición radical por el conservadorismo dogmático de una parte de la izquierda, parte de los intelectuales asumió una posición de observación neutral y crítica. Sectores autoritarios de las Fuerzas Armadas precipitaron represiones que fueron mostradas por la oposición como prueba de que se trataba de un gobierno fascista o “fascistizante”. 
La crisis petrolera, el aislamiento del régimen revolucionario, los golpes de estado de Pinochet, Videla y Banzer, fueron causando el deterioro del gobierno, a lo que se añadió la aguda enfermedad del general Velasco, víctima de un sorpresivo aneurisma que disminuyó su capacidad de dirección. El 29 de agosto de 1975, un grupo de generales conservadores derrocó al general Velasco, e inició un retroceso que culminó cuando los partidos políticos tradicionales retornaron al poder en 1980. 
Se ha discutido mucho y se discute todavía sobre la oportunidad y la calidad de las reformas. Hay quienes atribuyen a ellas una paralización del desarrollo del Perú o quienes dicen que los campesinos no estaban lo suficientemente preparados para la reforma agraria. Se le reprocha ser un proceso impulsado “desde arriba”.
Más allá de todo eso, aborrecida por unos y exaltada por otros, la figura del general Velasco muestra su vigencia y perdura en gran parte del pueblo peruano.
Encabezó un proceso que pudo cambiar totalmente al Perú. Liberó a los siervos semi esclavos de las haciendas y señaló un camino. 
Múltiples homenajes se tributarán a su memoria al cumplirse cincuenta años de aquél 3 de octubre de 1968

VER LLORAR A VELASCO
Por Eduardo Gonzalez Viaña
 “Aprendí a creer en ese hombre cuando lo vi llorar.”- me confesó Chabuca Granda acerca del general Juan Velasco Alvarado.
Nuestra genial cantautora había sido invitada por el presidente a una reunión en palacio de gobierno. Con su anfitrión, se encontraban reunidos todos sus ministros y uno de ellos, Jorge Fernández Maldonado, le pidió que cantara algo de su creación.
No se hizo de rogar Chabuca y, de inmediato comenzó a entregarles “Paso de vencedores”, la canción inspirada por el ingreso del ejército peruano a Talara para recuperar el petróleo explotado ilegalmente por la International Petroleum Company.

Paso de vencedores, tierra en rescate.
Clarines de la dignidad. Sol del Obrero…
Campesino triunfador, hermano nuevo
Olores de revolución, patria en barbecho
Soldado: toma la luz del guerrillero…

-¡Otra, otra!
¿Qué vino después?... Chabuca Granda había escrito diez canciones dedicadas al poeta Javier Heraud.
¿Por qué le cantaba Chabuca?...Los dueños del país querían hacernos creer que ellos representaban las ideas cristianas. Sin embargo, día tras día, demostraban que no había materialismo más perverso que el suyo. El sacrificio de aquel muchacho de 21 años mostraba al mundo la bestialidad de los opresores.
La sangre que entregaste nos ahoga
desde el fondo del tiempo y tu canoa.
Javier Heraud, como después lo harían Luis de la Puente Uceda y los guerrilleros se habían levantado contra un orden bárbaro en el que los campesinos indígenas era considerados semiseres humanos mientras que los gobernantes obedecían los dictados del extranjero y alquilaban nuestro petróleo por la cantidad con que se paga un año en una pensión barata.
Alguna vez, Velasco explicaría que el gobierno de turno ordenó a los militares reprimir la insurgencia, y ellos cumplieron. Pero al salir del campo descubrieron que los guerrilleros tenían razón. Se dieron cuenta de que la condición de los campesinos era inicua.
Por esta razón, el 3 de octubre de 1968, las Fuerzas Armadas habían protagonizado un pronunciamiento institucional. Apenas en el gobierno, el ejército había entrado en Talara para recuperar el petróleo como después lo harían con las minas, las aguas y los recursos naturales.
La reforma agraria significaría la entrega de la tierra a quienes la trabajan y el reconocimiento de la condición humana de los hombres del campo. La amnistía de los presos políticos demostraría además que las fuerzas armadas, encabezadas por Velasco Alvarado, querían construir una democracia social con la participación de todos.
El joven al que Chabuca estaba cantando era el mejor poeta joven del Perú y tenía enfrente una vida con muy amplias perspectivas. Sin embargo, todo lo había sacrificado por solidaridad con los más pobres.
Javier guardaba parecido y continuidad con ese otro chico, Mariano Melgar, también enfrentado contra el despotismo, que en 1815 viera los fusiles de los soldados españoles dirigidos contra él en un silencioso muro de Umachiri.
Y por fin, Javier era también la imagen de ese joven valiente que había protagonizado la rebelión de todo un continente contra el déspota español, Túpac Amaru. Tupac Amaru se llamaron a partir de entonces los grupos de hombres que en uno y otro lado del mundo sacrificaban su libertad y sus vidas por esa misma idea. Y Tupac Amaru era el retrato con que Velasco había ordenado sustituir las imágenes del infame conquistador.
Por eso, no había terminado de cantar Chabuca cuando pudo observar que los ojos del general Velasco estaban húmedos. El hombre que después sería considerado por algunos un dictador,
El hombre que después sería considerado por algunos un dictador, derramaba lágrimas y escondía el rostro. Lo mismo hacían otros generales.
-“Aprendí a creer en Velasco cuando lo vi llorar”.- me dijo Chabuca Granda. En estos momentos se cumplen 50 años de esa historia.

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