LECTURAS
INTERESANTES N° 848
LIMA PERU 12OCT18
ELECCIONES
y DETENCIÓN
César
Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN
SUS TRECE N° 416, 12OCT18 p12
L
|
as últimas elecciones han sonado a marcha fúnebre
para la partidocracia enferma del Perú.
¿El Apra? ¿El PPC? ¿Fuerza Popular? ¿La izquierda?
Fantasmas, ruinas, desechos. Buuuu.
Sólo Acción Popular y Alianza para el Progreso
salvaron los muebles y algo más.
Como se sabe, Acción Popular no es un partido de
ideas ni de programas. Es una organización que se resume en aquello de “el Perú
como doctrina” -lo que equivale al silencio mental y la huelga general de la
sinapsis- y las dos veces que gobernó lo hizo sin rumbo ni metas, con la aérea
decisión de una hoja castigada por el viento. La primera vez terminó en Velasco.
La segunda, en Alan García. Acción Popular fue la creación mesocrática del
antiaprismo moderno y se arraigó en provincias rescatando positivamente, eso
sí hay que reconocerlo, el legado comunitario del trabajo rural.
El pituquin mal menor |
Como también se sabe, Alianza para el Progreso es la
marca personal y adinerada del señor que fundó esa universidad que hoy exhibe
a Beatriz Merino como si fuera “Ayudín”, con mandil y todo. Las “ideas” de
Alianza para el Progreso equivalen al cero absoluto, sus programas se adaptan
a las cuatro estaciones (no las de Vivaldi) y sus principios, hechos con
plastilina importada, se parecen a los de Groucho Marx.
De modo que podemos decir, a ciencia cierta, que la
partidocracia tradicional o está muerta o hiberna por tiempo indefinido. Y que
lo que se impone en el Perú infeccioso de hoy es esta explosión de siglas
provincianas, estos nacionalismos diminutos, estos parapetos de comarca y
clan. Es el resumen de un país que parece acometido por Jack el destripador,
una nación troceada por la carencia de las grandes ideas unificadoras, por la
ausencia de aquellos liderazgos capaces de producir una ilusión colectiva. No
somos un país integrado. No queremos serlo. El individualismo regional nos lo
demuestra. La pequeñez nos vuelve a derrotar.
Y si Lima se libró de un sospechoso de haber matado
a un periodista, no creo que haya ganado mucho con ese discípulo de Perogrullo
que es el señor Jorge Muñoz. Yo padezco al señor Muñoz porque trabajo en un
cuarto piso de la calle Independencia, cuadra 2, mismísimo Miraflores. En
noches de jueves, inexorablemente, un antro que funciona en la avenida 2 de
Mayo, a pocos metros de la esquina con Independencia, malogra las noches de
los pobres vecinos con sus fiestas de polvos rosados y decibelios de infierno
vivo. ¿La civilización de Los Portales no alcanza para reprimir el éxtasis
noctámbulo que perturba a los demás? Para no hablar de las decenas de quejas
que a lo largo de estos años he recibido por correo de vecinos quejándose de
cosas parecidas, recordaré solo uno de estos episodios: Muñoz, que parece un
ciudadano israelí adoptado, se permitió hace poco censurar con sus serenos una
pacífica
demostración cultural de la embajada palestina en el parque Kennedy. Y
lo hizo de la manera más grosera y prepotente. A mí, entonces, no me va a
contar el cuento de su amor por la inclusión. Lo escuché decir en su noche
triunfal: “Hay mucho que hacer, hermanos, como diría el poeta”. O sea que el
tipo ni ha leído a Vallejo. La verdad es que Muñoz salió sorteado en la rifa
“A quién apoyamos” realizada por la Corporación Mediática (con sede original
en jirón Huatica). Y eso explica grandemente el “milagro” de su hazaña
electoral. Que Lima no espere grandes cambios con este enmascarado que funge
de llanero solitario y que no es capaz de nombrar a Alberto Andrade, su
verdadero papi partidario, a la hora de los agradecimientos.
Carlin en LA REPÚBLICA 11OCT18 |
Grilletes históricos |
Pero tras las elecciones, vino lo de la señora Keiko
y el mundo cambió. Bueno, no el mundo. Nuestro breve mundo de partes
policiales, fiscales con síntomas de TOC y jueces urgidos de algún Emmy.
¿Es justa la detención de la señora Fujimori? La
resolución judicial es sólida y no deja dudas respecto a lo fundamental: Fuerza
Popular urdió una maraña de donaciones imputadas, tercerías imaginarias y fraccionamientos
encubridores para “legitimar” dinero sucio. Uno de los grandes proveedores de
ese capital que se quiso disimular fue Odebrecht. Por lo tanto, hablar de
persecución política, golpe de Estado, martirologio, y casi citar el
precedente de Juana de Arco, es una dramatización de tercera que la lideresa ha
ordenado difundir. Los que defendieron al juez Concepción Carhuancho porque se
atrevió con los Humala no pueden decir ahora que se trata de un magistrado
corrompido por la política. Y los que defienden a Chávarry en el Congreso no
tienen ningún derecho a cuestionar al fiscal Pérez porque ha osado entrar al
núcleo duro de una financiación mañosa organizada con la meta de blanquear
dinero.
No es odio. Es un elemental sentido del orden. Es
lo que Isaiah Berlín llama “un mínimo de decencia” como garantía de la paz
entre las gentes. ▒
Mechain en Peru21 12oct18 |
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