viernes, 10 de agosto de 2018

COYUNTURA POLÍTICA EN EL PERÚ


LECTURAS INTERESANTES Nº 838
LIMA PERU            10 AGOSTO 2018
OQUENDO Y VIZCARRA
César Hildebrandt
En “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 407, 10AGO18
S
e ha ido Abelardo Oquendo y Mario Vargas Llosa escri­bió un emocionado artículo recordando la época en que el novelista era “el sartrecillo va­liente” y el crítico y comentarista hacía de guía y árbitro.
Recuerdo a Oquendo en varios escenarios. Lo recuerdo, por ejem­plo, luciendo todas sus luces du­rante un almuerzo en la embajada argentina hablando de “Bomarzo”, la barroca novela de Manuel Mujica Láinez. Qué buen lector podía ser y qué refinamientos lo engreían. Lo recuerdo también como el “Pedro Rojas” de “La Crónica” velasquista, donde yo también escribí, y re­dactando el célebre editorial “La derecha es un tigre de papel” bajo la mirada de Guillermo Thorndike. Ese Oquendo ha sido omitido en la hagiografía póstuma de Vargas Llosa. ¿Por qué? ¿Por vergüenza?
También ha sido piadosamente suprimido el Oquendo que defendió a capa y espada el derecho plagiario de Alfredo Bryce, cuyos 34 hurtos periodísticos fueron agua de malva para su cofradía de visos sicilianos. Oquendo llegó a decir que quienes denunciaron la deshonestidad de Bryce padecían de “un brote de fundamentalismo purificador”. Como si la literatura y el periodismo fue­ran comarcas de piratas y picabolsos. Como si el pudor fuera un asun­to anacrónico y burgués.
Oquendo festejó las omisiones arbitrarísimas que Oviedo come­tió en una antología de la poesía peruana hecha para Alianza Edi­torial. Su risita ante tanta mu­tilación parecía la venganza de alguien que, por diversas circuns­tancias, jamás escribió la obra que todos esperaban de su talento.
Lo que quiero decir es que a Oquendo le hizo daño el país. El Perú le hizo lo que a Macera, hace unos años, y lo que a Fede­rico More, hace décadas. Porque el nuestro es un país mercuriano, devorador de hijos, amansador de rebeldías, castrador de pre­destinados. Aquí el principito de Saint-Exupéry se habría perdido en la neblina y hubiera terminado en la arena ausente de La Herra­dura hablando con un pastrulo.
Pudo irse a Europa Oquendo y quizá otro habría sido su des­tino. Aquí se amargó y, de algún modo, se rindió. El silencio de sus últimos años fue más un castigo autoinfligido que una prolongada jubilación.
Y ahora dejo de escribir de una pérdida sentida por todos para hablar de una recuperación.
Mechain en EL OTORONGO de PERU21 10AGO18

Me refiero a la del presidente de la república.
Ha retomado la iniciativa el se­ñor Vizcarra. Ha apelado al pronunciamiento popular para avan­zar algo en temas importantes y eso es digno de destacarse.
No se ha atrevido, claro, a pro­poner una nueva Constitución a convocar a nuevas elecciones. Pero ha recuperado una ima­gen de presidente en funciones y ha dejado de ser, esperamos que de modo permanente, el re­hén amordazado del fujimorismo congresal. Esperamos que siga desoyendo los consejos de su pri­mer ministro y continúe convale­ciendo en las encuestas.
La señora Keiko Fuji­mori, en cambio, está en el punto más bajo de su trayectoria. La última encuesta de Datum así lo indica y eso es algo que ni las bravatas de Becerril ni los chillidos de Salaverry pueden ocultar. Es bueno para el país que la sucesora de la corrupción fujimorista entienda la lección y se entere de que su invul­nerabilidad a prueba de Ramírez y cócteles truchos ha terminado. El rentismo fujimorista, basado en la poca memoria del pueblo perua­no, ha cerrado su ciclo.
Vizcarra no debe cejar en el empeño de proponer al país un programa de saneamiento judi­cial y un proyecto de reforma partidocrática y electoral. Es el pro­grama mínimo para un país que está al borde de la inviabilidad, en las cercanías de la unanimidad del vómito.
HEDUARDO en LA REPÚBLICA 10AGO18

Y no se debe asustar por los opinólogos fujimoristas que le su­surran volver a las andadas de ca­llarse y obedecer y ser el furgón de cola de la locomotora fujimorista. Ese tren fantasma conduce a una feria siniestra que ya conocemos. Es absolutamente importante que Vizcarra insista hasta obtener la anuencia, aunque fuera resigna­da, del parlamento. En el camino va a tropezarse con todos los tru­cos, las emboscadas y las peque­ñas infamias de que son capaces los que deshonran la política. Que espere a pie firme esa andanada y se dirija a la gente cada vez que lo crea necesario. El Congreso no representa hoy a la ciudadanía. Es un espacio del pasado empe­ñado en sabotear toda reforma y en perpetuar el país de los Hinostroza, los Mamani y los Salaverry. Y los de San Martín también.


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