LECTURAS
INTERESANTES Nº 716
LIMA
PERU 10
SETIEMBRE 2016
FISICA DE PARTÍCULAS
César
Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 314, 9SET16,
p.12
La izquierda ha empezado a romperse. El
centro-derecha pepe-kausista da señales de centrífuga variedad.
El fujimorismo, en cambio, hasta ahora sólo da
muestras de unanimidad. Sobre todo cuando se trata de elegir a un defensor del
pueblo que no merece el puesto.
En todo caso, si me dieran a elegir compulsivamente,
prefiero las quebraduras eventuales que el monolitismo de baja ralea.
Era inevitable que el Frente Amplio hiciera públicos
sus desgarros. Es la herencia cuántica de la izquierda, agravada en este caso
por los celos de Marco Arana.
Desde que Trotski creara el gran cisma que Stalin
creyó resolver con un picahielos, la izquierda, en general, convirtió en
virtud reproductiva su vocación por la proliferación. Se fatigarían páginas y
páginas con esa historia mundial de siglas y tendencias que se odiaron y a
veces llegaron al crimen: la revolución mundial o la soviética, el comunismo
agrario o el industrial, los frentes populares antifascistas o los partidos
comunistas que no dieran tregua al sistema. Etcétera, etcétera, etcétera.
Hubo en el Perú partidos consulares de Pekín y Moscú
y hasta franquicias que obedecían a Tirana. Y no tengo la menor duda de que la
mística asesina de Abimael Guzmán venía del Nom Pen polpotiano y de aquella
pesadilla de un comunismo de cazadores y recolectores. Para no hablar de
aquellas izquierdas extravagantes que vieron en Gadaffi a un visionario, en
Tito a un ejemplo de pluralidad cohesiva y hasta en el chiflado argentino
Homero Cristali, alias J. Posadas, un maestro del marxismo con conexiones extraterrestres.
Marco Arana, Fernando Zavala y Verónica Mendoza ¿todo es asunto de figuración? |
De modo que esto de Arana y Mendoza y el choque cortesano
de sus aliados viene de muy lejos. Si antes, con la Unión Soviética viva y la
China comunista en plenitud maoísta, la izquierda tuvo tendencia por la
fisión, ahora, en un mundo donde sólo parecen haber sobrevivido los nacionalismos,
¿qué la puede unir? ¿La Cuba de aquella dinastía familiar? ¿La Venezuela
quebrada? ¿La Norcorea esquizofrénica? ¿La socialdemocracia corrompida? ¿Las
nostalgias por el muro de Berlín o los juicios de Moscú?
Es difícil el futuro para
una izquierda en estado de viudez o de orfandad. No lo sería tanto si se
pensara que, a pesar de todo, el fracaso final de las derechas demandará una
gran respuesta. Y esta sólo puede provenir de una izquierda moderna, ecológica,
altruista, que reconstruya mundialmente el concepto de interés público y la
necesidad de enfrentar globalmente los males que la sociedad de consumo tornará
inmanejables en las próximas décadas.
Claro que pensar en el futuro siempre será un
problema. El presente nos seduce y sus ínfimos apetitos ocupan nuestra agenda.
Pero para eso están los líderes: para ser voceros de los grandes sueños.
No creo que el cisma en el Frente Amplio sea una señal
de crecimiento. Eso va a depender de Arana y de quienes lo empujan a tomar el
control, como si el congresista del FA fuera el Fidel Castro de 1962
enfrentando a Aníbal Escalante. Sin grandeza de miras, sin entender que el
papel por cumplirse trasciende los minúsculos reinos personales, el Frente
Amplio habrá sido un episodio más de esa novela fallida que ha sido la
izquierda peruana a partir de la muerte de Mariátegui.
El problema no es que Arana y Mendoza discutan. El
problema es que nadie intuye siquiera qué ideas están en juego, qué
razonamientos los separan, qué interpretaciones de la realidad nacional y
mundial los pueden enfrentar. ¿Pelean por el subsidio salarial a la
excandidata? ¿Se acribillan por el registro electoral? ¿Se recriminan por un
asunto de oficinas y prerrogativas? Qué triste sería. Qué aleccionador. ▒
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