POR LAS LIBERTADES RELIGIOSAS EN EL PERU
Omar Aramayo
Tomado de
Facebook
Hace cien
años se proclamaron las libertades religiosas en el Perú, Manuel Z Camacho, un
campesino de platería, fue su abanderado, él creía que la educación y el
adventismo permitirían desarrollar a su pueblo, sacarlo de la profunda
estagnación a la que había sido arrojada por siglos, el obispo Ampuero fue a
buscarlo a la escuelita Uta Wilaya y lo azotó hasta cansarse, él le dijo que de
la misma manera habían azotado a Cristo por razón de sus ideas. En los años
noventa llegaron adventistas de todo el mundo a celebrar un aniversario de las
libertades religiosas a nivel global, en las pampas de platería de la noche a
la mañana se instaló una inmensa ciudad de carpas, pernoctaron durante una
semana, y de esa manera se avivó la memoria de Camacho, que de adventista al
final de sus días pasó a las filas de Mariátegui y de Churata, es decir al
indigenismo y al socialismo.
Cualquiera
podría pensar que con Manuel Z Camacho se conquistó la libertad religiosa en el
Perú en toda su dimensión, no es así. Solamente se abrieron las puertas del
país a religiones occidentales, algunas de ellas parásitas. No ha existido en
un país colonizado y dependiente como el nuestro, el nervio para reconocer la
conciencia y la religiosidad nacional, no obstante el trabajo de un movimiento
vigoroso como el indigenismo en la segunda, tercera y cuarta décadas del siglo
XX. Espíritus extraordinarios como Julio c Tello o José Carlos Mariátegui no
plantearon el problema en toda su dimensión, aunque Tello lo vislumbrara en su
libro Wirakocha, es decir la existencia de la religión andina, raigal,
profunda, nutrida de misterio y de verdad.
En los censos
nacionales a nadie le preguntan ¿Usted participa de la religión andina? Todas
tienen
cabida menos la nuestra. A nadie le preguntan ¿Usted cree en la
Pachamama? ¿Usted paga a la tierra? ¿Usted celebra al Ekeko el tres mayo, le
compra casitas, títulos? ¿Le confía su suerte? ¿Usted visita las Warinjas?
¿Usted toma Ayahuasca para resolver sus más graves problemas? No. Porque para
el Estado, para el ministerio de educación, para el de cultura, eso es mera
superstición; y se debe, como dije a nuestra mentalidad colonizada, en los
Estados Unidos o en Europa conciben religiones, en el Perú supersticiones.
El amable
lector recordará la tercer parte de la película El Padrino de Mario Puzo, donde
un cardenal que luego es ordenado Papa conduce al padrino al jardín, extrae un
canto rodado de la pileta, rompe la pequeña piedra al borde, se la muestra y le
dice: la religión cristiana es como esta pequeña piedra, cientos de años ha
estado sumergida dentro del agua, está mojada por dentro, así son los
cristianos en Europa, por dentro siguen sin mojarse como esta piedra, son
paganos. Si el cristianismo tiene una residencia de tres siglos en el Perú, no
pretendamos ser más papistas que el Papa; en cambio durante milenios ha
cultivado una religiosidad ligada a la naturaleza, a lo espontáneo, a nuestro
medio, a las fábulas y sueños de nuestros mayores. Nadie puede pedir la
renuncia de las creencias personales, pero sí podemos exigir la liberación de
la conciencia a través de la sinceridad.
Cada tres de
mayo el pueblo de Puno acude hasta la avenida Floral a reencontrarse consigo
mismo, cargado de sus anhelo de prosperidad, con la esperanza de un día
generoso para todos, con el sueño de conseguir este año, sí, tiene que ser este
año, lo que se ha demorado en el resquicio de las dificultades que nunca
faltan. Acude con emoción a depositar sus deseos en manos del Ekeko, lleva sus
carritos y sus casas para que una mano privilegiada por el Ekeko, por los Apus,
por la Pachamama, por Dios, los challe, los brinde, y su fuerza espiritual haga
posible esos afanes. A ello, los científico sociales aculturados y muchas veces
alienados le llaman religiosidad popular, en oposición a una religiosidad de
élite, porque no llegan a concebir que este corpus ideológico es lo que dejaron
los extirpadores de idolatrías, y que la cúspide ideológica de una cultura
originaria es la religiosidad y el arte, en base a ella sus habitantes
establecen su actividad cotidiana, su proceso histórico, y por cierto su visión
de mundo que es el ojo de Dios que alumbra su despertar día a día, el yo
colectivo.
A partir de
esa terrible circunstancia histórica la ignorancia cosecha cada vez mejor, por
eso en la televisión el señor Ekeko, Tata Ekeko, es un bufón que anima los
comerciales de la televisión, un personaje pintoresco, deshabitado de su
personalidad espiritual, de quien echa mano cualquier productora o productor de
publicidad, no harían lo mismo con Cristo o Buda, menos con Mahoma, a riego de
desatar guerras santas. Ningún respeto hay para el señor Ekeko, anuncia
loterías, eventos folklóricos, cerveza, entidades financieras, como el más
silvestre llamador de transporte urbano. Así estamos.
Por otra
parte, la feria de Alasitas podría convertirse en un gran atractivo de comunión
espiritual con el mundo, en una fiesta mística, cuán identificado podría
sentirse un visitante extranjero con esta particular forma de creer, de sentir,
de religarse con el mundo, con la verdadera magia de los Andes, con el corazón
vivo de su fe, pero para eso el alcalde de Puno, tendrían que renunciar al
clientelismo al cual se han sometido, es decir, convertirla en lo que
verdaderamente es, en una feria de miniaturas y cerámica, en lo que fue hace
muchos años, al comienzo del tiempo, y que ha sido traicionado para convertirla
en una feria de plásticos y trapos baratos. Por una vez en la vida ¿podría
apostar el alcalde Puno por el espíritu ancestral de los aymaras?
Alguna vez vi
calzado en miniatura con acabado impresionante, botas de diablo para dama.
Carretillas y moto taxis de hojalata, perfectos. Cuadros de arte moderno con
piezas reloj, impresionante. Cocinillas a kerosene, pequeñas teteras de cobre,
de gran acabado. De ropa, ni qué decir, la finura misma. Y el toro de Pucará,
noble, señorial, pero no el de molde, el gran Toro hijo del Amaru y toda la
cerámica de esos quechuas trashumantes. Desgraciadamente carecemos de un museo
de arte popular que recoja esas piezas. En el Instituto Americano de Arte algo
han dejado, la obra del inmortal Eladio Orcoapaza, el gran alfarero creador de
la cerámica grotesca, estilo del cual se allegan con felicidad los artesanos
del Cusco, gran Eladio, maestro de maestros, que fue visto por tan pocos.
Feliz día
señor Ekeko, dese abasto para cumplir con la gente que va a pedirle con tanta
devoción. Suerte para todos. Muchas gracias señora Pachamama.
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