domingo, 28 de septiembre de 2025

LA COYUNTURA MUNDIAL

 ISRAEL AISLADO.

Isaac Bigio

E

n vísperas de la noche del lunes 22 de septiembre, cuando comenzó el año nuevo judío 5768, la Unión Europea y diez antiguos aliados de Israel reconocieron al Estado palestino (Reino Unido, Francia, Canadá, Australia, Portugal, Bélgica, Luxemburgo, Malta, Andorra y Mónaco). El último país que antes dio tal paso fue México en febrero a poco de que Claudia Sheinbaun, la personalidad judía más votada de la historia universal, asumió la presidencia.

Londres y París fueron quienes, al acabar la I Guerra Mundial (1914-18), se repartieron las antiguas provincias otomanas del Medio Oriente trazando fronteras artificiales. Los británicos, al asumir su mandato de Palestina (1920-48), estuvieron obligados a preparar la independencia de dicho país, pero, al igual que en India, se dedicaron a “dividir para reinar” escindiendo territorios por razones religiosas. Si en 1936-39, cuando se produjo el levantamiento pro-independencia de Palestina, Londres hubiera aceptado tal demanda, bien se pudo haber creado un Estado donde cohabitasen pacíficamente judíos, musulmanes, cristianos y drusos.

Pese a que la Autoridad Palestina insiste estar dispuesta a convivir con Israel (quien quedaría en el 78% de su antiguo territorio), Benjamin Netanyahu jura que nunca aceptará ello. Su ministra Gila Gamliel (quien milita en su partido Likud) acaba de proponer anexarse Gaza y Cisjordania echando al grueso de sus 5 millones de habitantes.

Paradójicamente, Netanyahu, cuando era joven, propuso incorporar a todos los territorios ocupados en la guerra de 1967 dándoles ciudadanía a todos sus habitantes, una salida que pudo haber abierto las puertas a una democracia multi-étnica. David Ben-Gurión, antes de fundar Israel, sostuvo que los palestinos son los descendientes directos de los antiguos israelitas bíblicos que nunca dejaron su tierra (algo confirmado hoy por la genética), pero, en vez de crear una república de todas las sangres que una a todos aquellos que tienen raíces en las antiguas "doce tribus", el actual régimen pregona un supremacismo etno-religioso.

El principal obstáculo internacional para que se dé dicha salida de dos Estados que convivan pacíficamente es Donald Trump. En su extenso discurso megalómano en la 80’ Asamblea General de Naciones Unidas él se quejó de porque no le dieron el contrato a sus empresas para remodelar el edificio de la ONU o de que porque no le den el Nobel de la paz. Mientras se dedicó a despotricar contra numerosos países, especialmente contra quienes protegen al medio ambiente y permiten que entren inmigrantes, no hizo ninguna mención a la carnicería de Gaza (algo que sí fue planteado por numerosos expositores). Sostuvo que reconocer a Paslestina es premiar a Hamás, mientras que él antes ha planteado remover a los gazatíes para transformar a su franja en su Riviera y su embajador en Jerusalén apoya la anexión sionista de Cisjordania.

El aval trumpista a Israel se contrapone con los veredictos de comisiones de Naciones Unidas que afirman que Gaza sufre un genocidio o que piden excluir a Israel del Mundial 2026. Francesa Albanese, relatora especial de la ONU para Palestina, dijo que la cifra oficial de 65,000 muertos que brinda la autoridad de Gaza puede que sea diez veces mayor. Para los académicos Gideon Polya y Richard Hill hay unos 680,000 gazaties muertes (380,000 son de menores de cinco años).

El martes 23 Trump tuvo una cita con mandatarios de Emiratos Árabes Unidos, Catar, Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Turquía, Indonesia y Pakistán. Allí se discutió un nuevo plan post-guerra en el cual Israel dejaría Gaza para que sea ocupada por una coalición de ejércitos de otros países preparando una administración local que excluya al Hamás, postura trabajada con el exprimer británico Tony Blair y similar a la francesa.

Ello implicaría abandonar el sueño de la "Gaza de Trump". Sería un duro golpe contra los extremistas del gobierno de Netanyahu, pudiendo desestabilizar y hacer tumbar a su coalición. Mientras tanto, Netanyahu prosigue la guerra para evitar ser depuesto o ir preso. Su belicismo hace peligrar la vida de los rehenes y reservistas hebreos, agiganta al holocausto palestino, aísla al sionismo y puede generar una guerra en la que varias naciones musulmanas se unan contra Israel. <>

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