18 de julio de 1992
LA CANTUTA INOLVIDABLE
Ronald Gamarra
Tomado de
HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 595 15jul22
La
Cantuta. Un crimen de lesa humanidad perpetrado hace ya treinta años bajo la
cobertura del poder político y la oprobiosa impunidad que ese poder ofrece,
casi siempre, a los matadores, represores de toda laya y mandones de turno.
Tremendo por su naturaleza especialmente violenta, detestable y repulsiva; por
su ejecución vía un mecanismo criminal plasmado en la brutalidad extrema y
desalmada del destacamento militar Colina; y el posterior encubrimiento
oficial (SIN, DIFE, inspectoría general y comandancia general del ejército,
justicia militar, Congreso y el régimen político en su conjunto). Un acto atroz
contra personas de carne y hueso, idénticas a cualquiera de nosotros y que, en
distintas circunstancias, hubiésemos podido ser cualquiera de nosotros mismos.
Luis Enrique Ortiz Perea. Estas víctimas fueron
asesinadas con frialdad inhumana, con tiros en el cráneo, sin dárseles ninguna
oportunidad, sin formularles cargos, actuando conspirativamente, en secreto y
en nocturnidad. Sus cuerpos, ya sin vida, también fueron secuestrados y
dispuestos vilmente, incinerados, seccionados, repartidos, traficados;
finalmente devueltos, en el colmo de una burla sangrienta, en cajas de cartón.
Luego les lanzaron un estigma injusto y falso, como supuesta justificación al
proceder perverso del destacamento militar Colina; especie que, como
corresponde, fue expresamente descartada por un tribunal de justicia, que
declaró que ninguna de ellas estaba vinculada a las acciones de una
organización criminal o que formaba parte de la misma.
Armando Amaro Cóndor
. Treinta años después de los crímenes, cinco cuerpos de los estudiantes no han sido hallados. Los perpetradores eluden hasta el día de hoy señalar el lugar exacto en el que se encuentran los restos; y esa contumaz negativa impide a las familias de las víctimas -verdaderas antígonas en su desesperación- cumplir con el derecho a sepultar a sus muertos, norma básica de respeto por el cuerpo humano y que ha sido parte del patrimonio cultural de la humanidad desde que el hombre de Neanderthal fue enterrado en una cueva sobre un lecho de ramas y cubierto con un manto de flores. Treinta años después, la esperanza de encontrarlos, de que la pachamama los devuelva, está puesta en los trabajos forenses que se realizan en la quebrada Chavilca -uno de los sitios de enterramiento de las víctimas- y en la caja con algunos restos de los jóvenes asesinados que fue enviada a Londres hace 29 años para que sean sometidos a pruebas de ADN y lograr su identificación.Dora Oyague Fiero. Cada nombre de los estudiantes
y el profesor invoca un destino injusta y brutalmente segado. Conjura a un ser
único e irrepetible, encaminado, como todos los seres humanos, a transcurrir
una sola vez sobre la tierra. A un pecho en el que palpitaba un corazón ávido
de vida. Convoca a una mujer y un hombre que abrigaban afecto, amor e
ilusiones. Cita a personas que tenían madres, hijos y amigos que no cesan de
recordarlos, llorarlos y pelear por ellos. Toda una vida, toda la vida.
Hugo Muñoz Sánchez. Treinta años después, aquí
estamos porque nos reúne la memoria de cada uno de los cantuteños asesinados
con la fría y cómoda decisión que da el sentirse poderoso e impune porque se
controlan los resortes más íntimos y malolientes de un poder político y
militar conquistado gracias a un artero golpe de Estado. Y claro, no fueron las
únicas víctimas del grupo de aniquilamiento. Antes y después de ese 18 de
julio, el destacamento militar Colina derramó sangre y sembró muerte con base
en un determinado plan, con pautas organizativas y de control de las más altas
instancias del ejército y de la inteligencia.
Marcelino Rosales Cárdenas. La Cantuta trata de los casos
que, gracias a la inaudita y ejemplar valentía y perseverancia de unas
humildes madres y familiares, que no se resignaron al asesinato especialmente
inhumano de sus seres queridos, pudieron superar las innumerables barreras
opuestas a la justicia por los violadores de derechos humanos y sus cómplices
solícitos, tras la caída del régimen político de los años noventa y la condena
internacional de los crímenes.
Robert Teodoro Espinoza. La memoria de las víctimas es
representada por la presencia dolida pero invariablemente digna de sus
familiares, especialmente de sus madres y hermanas, que durante treinta años
han tenido el admirable coraje y la perseverancia inusual en un país donde
campea la impunidad, para convertir el más profundo dolor en un reclamo vigoroso
e indeclinable de justicia, que los tribunales de justicia penal, dando un
ejemplo al mundo, supieron satisfacer.
Felipe Flores Chipana. Durante mucho tiempo,
demasiado, los familiares de las víctimas fueron blanco constante de cobardes
amenazas de muerte con las que intentaban disuadirlos de sus reclamos. Por eso
debemos rendir hoy el homenaje que merecen sobre todo esas madres y hermanas
que supieron vencer todo temor personal sólo por seguir un mandato de amor y
lealtad filial y fraternal hacia sus seres queridos brutalmente asesinados.
Bertila Lozano Torres. Aún con todo el dolor que
llevan a cuestas, esas madres y hermanas heridas en lo más profundo han tenido
la capacidad de damos a todos una lección de entereza y dignidad. Dignidad sin
aspavientos, que se expresa con sencillez, pero con decisión y claridad en la
figura de la señora Raída Cóndor, madre del joven estudiante Armando Amaro
Cóndor.
Aquí están, estos son |
Heráclides Pablo Meza. Y así como las víctimas de los
crímenes tienen nombres e identidades concretas que no debemos olvidar, así
mismo los responsables de esos crímenes no son entidades abstractas sino seres
de carne y hueso, y tienen nombres y apellidos. Y el mayor de todos ellos,
quien nunca ha tenido el coraje de asumir el costo de las órdenes que dio y del
sistema criminal que montó, junto con Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza
Ríos, entre otros, se llama Alberto Fujimori.
Este
domingo 17, a las 10:30 a.m., habrá una romería en el Memorial El Ojo que
llora. Y el martes 19, a las 6:30 p.m., un conversatorio en el Lugar de la
Memoria. La Cantuta en nuestra memoria. Los familiares del profesor y de los
nueve estudiantes de La Cantuta agradecen su acompañamiento y solidaridad. <:>
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