sábado, 22 de agosto de 2020

ARQUEOLOGIA PUNEÑA


EL TEMPLO DE ORO
DE AZÁNGARO
Escribe: Bruno Medina Enríquez.
Tomado de Facebook 22AGO20
Muchos de nuestros materiales publicados en “Aswan Qhari”, desde el año 1995, han sido reproducidos textualmente en diversos medios, sin hacer referencia a la fuente. Como en el caso del proyecto de restauración del Templo, por la Dirección Regional de Cultura del Cusco. Aun así, reiteramos nuestro propósito de un recuento histórico. Debemos dejar constancia que el Templo de Azángaro fue declarado como MONUMENTO HISTORICO, mediante R.S. Nº 2900-72-ED del 28 de diciembre de 1972, emitida por el Instituto Nacional de Cultura.
Antecedentes
Para hacer un recuento histórico del Templo de Oro de Azángaro consideramos estos hechos previos que dan veracidad a esta relación. Para ese tiempo a inicios del poblamiento de Azángaro por los españoles, Don Fernando Torres y Portugal, Conde de Villar, era el VII Virrey del Perú y el trono de España lo ocupaba el Rey Felipe II. El Virrey Lope García de Castro en 1565, determinó que se crearan los corregimientos en el Virreinato. El Licenciado Pedro Ramírez de Quiñones, presidente de la Audiencia de Charcas, nombra como encomenderos de Azángaro a don Antonio de Quiñones y Martín de Alarcón el 25 de octubre de 1565. El Rey Felipe II el 26 de mayo de 1573, por Real provisión mandó dividir la jurisdicción del Cuzco, entre las audiencias de Lima y Charcas, cuya capital sería la ciudad de La Plata (Chuquisaca). El Virrey Toledo en 1574, organizó los corregimientos de Charcas, que fueron: el Corregimiento de indios de Caracollo o Sicasica, de las Yungas y la provincia de Larecaja, de Paucarcolla o Puno, de los Pacajes o Berenguela, de Llacxa, de la provincia de Omasuyo; los Corregimientos del Cuzco, fueron el Corregimiento de indios de Urcosuyo en el Collao o Cabana y Cabanillas o Lampa, el Corregimiento de indios de Collasuyo en la provincia del Collao (o Asillo y Azángaro) y el Corregimiento de Carabaya. Chucuito era encomienda personal del Rey, no contaba con corregidor.


La primera piedra del Templo 
Diego Choquehuanca Waco Túpac, nacido alrededor de 1547 en Azángaro, heredero de Cristóbal Waco Túpac (Inca Paullu), por Real Cédula es reconocido con el título de “Marqués de Salinas”, a quien el Virrey don Fernando Torres y Portugal, Conde del Villar, le concede el título y cargo de Cacique de Azángaro el 5 de julio de 1586, autorización que por le fue confirmado por el Virrey García Hurtado de Mendoza el 4 de setiembre de 1591. Diego fue entonces nombrado gobernador y Curaca principal de Azángaro, en mérito a sus gestiones para ser reconocida su ascendencia y su fiel adscripción a la corona española; con el objeto de confirmar ante la población e imponer su cargo, solicita al Corregidor de Omasuyos don Vasco de Contreras, su instalación, para lo cual manda a celebrar una misa de acción de gracias, así como la colocación de la primera piedra de lo sería la Iglesia "NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN" de Azángaro, el 22 de agosto de 1586. De este hecho queda la constancia que dice:
«Yo don Vasco de Contreras, asistente de su Majestad y Corregidor del Partido de Omasuyos, conferí y di posesión corporal a este don Diego Chuquihuanca del cargo de Gobernador y Cacique principal de Azángaro y a mi presencia y asistencia en este mismo día veintidós de agosto de mil quinientos ochenta y seis, Octava de la Asunción de la Virgen; mandó este mismo don Diego a colocar los primeros cimientos de la Iglesia de éste pueblo de Azángaro a su costa y cargo de lo que certifico».
Diego Choquehuanca contribuyo para la construcción del templo, poniendo a disposición su fortuna personal, hecho que también fue imitado por el Cacique Mango, quien también contribuyo con sus donaciones para su construcción, por eso que el templo de Azángaro se tiene la capilla de los Mango y de los Choquehuanca.
Su historia
Según la versión de Lizandro Luna en su libro “Templo de oro, determina que la historia de este templo tiene 4 etapas: la primera desde la fundación que hiciera Diego Chuquiwanca hasta su incendio en 1758; la segunda, la reconstrucción y real embellecimiento interior por el Canónigo López de Cangas; la tercera, la construcción total hasta 1938, bajo la dirección del Presbiterio Hilario Velazco y la cuarta, desde 1949 con la obra conducida por el Padre Vidal Vargas.
Le agregamos una quinta etapa que aún no tiene fin, desde que se cayó la torre en 1997, el proceso de su primera reconstrucción y finalmente su construcción definitiva que perdura hasta estos días.
Primera etapa. Existe una versión en base a un documento del Archivo Departamental del Cusco (“Protocolo de Antonio Sánchez” de 1572), según el cual los encomenderos Azángaro don Antonio de Quiñones y Martín de Alarcón, encargan al maestro Pedro de Arismendi el inicio de la construcción de un templo, que bien debería ser cuando la población se ubicaba en Macaya, de lo cual no hay evidencias que hayan quedado, salvo y mejor aún, el documento debe referirse a los restos y galpones de una antigua y monumental construcción de un templo en ruinas, que estuvo a cargo de los misioneros franciscanos, ubicado a la espalda de mi casa, por donde hoy está el CEI N° 40, (entre Jr. Rivarola y Av. Tacna y Arica), en tanto que el documento suscrito por el Corregidor Vasco de Contreras, hace referencia a los primeros cimientos del templo autorizados a Diego Choquehuanca, el 22 de agosto de 1586, y con contundentes evidencias hasta la fecha, de que fue el que intervino en la construcción, financiando con su peculio y del cacique Mango Turpo de Velasco.

La imponente torre, después de su restauración
Debo agregar que los encomenderos de Quiñones y de Alarcón, desde que se les otorgó la Encomienda de Azángaro (1565), se impusieron el propósito de poblar de españoles e indios adscritos, un lugar desde donde ejercerían el control de su encomienda, y esa fue la actual ubicación de la ciudad y no Macaya, ni otro lugar; para ello es que encargan construir un templo, en un céntrico lugar del que poblarían, -no como lo hizo Choquehuanca posteriormente, al borde de una pendiente- que es el templo al que se refiere el “Protocolo de Antonio Sánchez”, templo que se queda en las primeras altas y anchas paredes arriba referidas y una pequeña plaza frente a él, plaza donde hace muchísimos años quedaba el mercado de cerámicos, el otrora “Macaccato”. Aquí agrego esta historia de mi familia, una historia particular pero determinante para sustentar esta teoría; mi Abuelo Francisco Enríquez Miller era propietario de los terrenos que colindaban con dicho templo, como heredero de quien fuera el “cura Enríquez”, sacerdote franciscano a cuya congregación de misioneros, le habian sido asignados dichos terrenos, “desde la época de los encomenderos”, (el “Tata Enríquez” por ese hecho era dueño de casi todo Azángaro, el cerro y sus alrededores, La Huerta, Bellavista y las pampas cercanas a la población), incluido el templo en galpones existente hasta hace algunos años, antes que se abriera la calle Rivarola y se construyera el CEI 40; En la mitad de dichos terrenos, vendidos por mi abuelo, se construyó la “casa de los Frisancho Rosello”, donde inicialmente funcionaba la escuelita “866” (por eso era llamada la escuela del Mancaccato), hoy conocida como “Manhatan School”, y en la otra mitad se construyó la casa de mis padres; en la memoria de la familia queda un recuerdo de cuando mi madre Emilia Enríquez, mandó a construir unos cimientos de una nueva habitación, se encontró restos humanos de lo que sería un cementerio de los Franciscanos, para suerte una “calaverita” encontrada allí, nos acompañó por muchos años a la entrada de la casa, es más esos galpones del templo y el amplio “cachón”, de lo que fuera la plazuela, siempre los conocimos como “terrenos de los franciscanos”.
Por lo tanto; el “Protocolo de Antonio Sánchez”, no se refiere al templo mandado a construir por Diego Choquehuanca al que nos referimos en esta historia, quien por su mayor poder de acción (y económico) pudo imponer su construcción, con apoyo de los Mango Turpo de Velazco.
El Templo de Azángaro a decir de Lizandro Luna, fue inaugurado el 15 de agosto de 1624, creado y edificado por el cacique Diego Chuquiwanca; para el historiador Ricardo Mariátegui la inauguración fue en 1642, cuando se concluyó la armadura de la bóveda o artesonado.
El primitivo altar central era de ladrillo y yeso, construido por los padres dominicos en 1600, estructura que aun hoy se encuentra tras el actual altar, deteriorándose paulatinamente. La nave del templo comprende además dos capillas laterales, la de las Animas y la del Rosario; la primera construida por Choquehuanca donde reposan sus restos y existe un retrato suyo y el de su esposa; la otra capilla fue construida por el cacique Mago Turpo, quien también manda a edificar la torre de barro adjunta.
Segunda etapa. En 1758 año en que el templo sufre un atroz incendio, se inicia el trabajo de su real transformación. Hermosos retablos, suntuosos marcos de madera tallada y dorados a fuego de 14 quilates, cubren totalmente sus altos muros, desde el altar mayor hasta el coro.
En el actual altar mayor está el tabernáculo que es de planchas de plata repujada, tiene hermosísimos retablos de madera bañado en pan de oro de 14 quilates al mejor estilo barroco, de pleno auge en la época colonial, en cuya parte central se encuentra ubicada la imagen de la Virgen de la Asunción traída desde Barcelona. Cuenta la tradición que esta imagen era conducida a Chuquisaca, siendo la ruta que seguía para llegar allí, el camino del partido de Omasuyos al norte del Lago Titicaca y que pasaba por Azángaro en tanto que Puno no existía como tal, Azángaro era el lugar obligado en la ruta donde había que descansar del viaje de la imagen que venia del Cusco; unos dicen que la imagen se tornó pesada y no pudo ser transportada más, otros dicen que el pueblo se embelesó por tan bella imagen, reclamando como consecuencia su entronización en la iglesia de Azángaro, téngase en cuenta que el patrón de Azángaro era San Bernardo, con cuyo nombre esta bautizada una Plaza principal.
Interior del templo
Los muros laterales de la nave completa del Templo desde el altar hasta el coro, está cubierta de retablos de madera tallados y cubiertos en pan de oro, además la nave total es decorada con hermosos lienzos de escenas bíblicas cuyas características son de la famosa la Escuela Cusqueña, pintados por el maestro Isidro Francisco Moncada y Álvarez y anónimos indígenas que luego serían llevados a trabajar en diversos templos del Cusco y del Altiplano, para gloria del arte de la escuela Cusqueña. En la nave principal existen 26 pinturas entre cuadros murales y lienzos de indudable característica artística, (Algunos de ellos hoy ya no existen porque fueron sustraídos hace pocos años). El arco toral en forma de ojiva exhibe un mural llamado “El triunfo de la Eucaristía”, así mismo entre los lienzos que decoran la nave están “La Epifanía de la Virgen”, El Nacimiento del Niño, “La Huida a Egipto” , existe otro hermoso mural en la parte baja del coro dedicada a la Glorificación de San Francisco.
La Capilla del Rosario y de las Animas, son también de estilo arquitectónico barroco. Estos trabajos fueron realizados bajo la dirección del Bachiller Don Bernardo López de Cangas, quien fuera vicario de la Parroquia desde 1758 hasta 1771 año en que murió y cuyo retrato está plasmado en un lienzo.
Tercera etapa. En 1936 Don Hilario Esteban Velazco, Presbítero de origen español, llega a Azángaro y al ver tan bello templo tomó como objetivo principal, la reconstrucción del templo que pasados los años había sido casi destrozado por la humedad y las inclemencias del clima y no había recibido mayor atención hasta entonces. Don Hilario realiza el trabajo de reforzamiento y reconstrucción en el lapso de cuatro años, pese a la opinión negativa de muchos que sugerían que derrumbar el templo, sin embargo se empeñó tercamente en alcanzar su objetico, utilizando para ello material noble como piedras y cemento con cal para reforzar los cimientos, fierros en la parte superior de las paredes que actúan como enlaces entre las paredes laterales, las mismas que han sido reforzadas con inmensas columnas que se aprecian en la parte exterior y que son su principal soporte lateral para evitar su caída.
Cuarta etapa. El 15 de agosto de 1949 se inicia la construcción de una nueva y actual fachada de piedra, ejecutada bajo la tutela del padre Vidal Vargas de la orden Domínica, en base al proyecto y construcción del arquitecto de gran recordación, don Leonel Velarde, el mismo que en días previos había de construir el famoso obelisco ubicado en la Plaza San Bernardo, es quien desde 1950 realiza el diseño y la ejecución de la fachada hasta el segundo nivel, en palabras recogidas por nuestra parte del mismo Leonel en su residencia de Barranco (Lima), hace ya un tiempo, y que recogimos gracias a la amistad con su destacada hija, la famosa pintora de los héroes nacionales, Etna Velarde (+), asociada del Club Cultural Azángaro, Don Leonel nos dice que la fachada es la expresión similar a lo que se presenta en el Altar Mayor del templo, es decir adornada con columnas talladas en piedra, así como las imágenes que son del mismo material, salvo las del tercer nivel que no son de piedra y el tiempo las ha deteriorado. Don Leonel en una conversación personal nos manifestó la minuciosidad del trabajo y la loable dedicación que le puso al tallado, enseñando a los albañiles picapedreros la forma como se hacía y con el más mínimo detalle, siendo su alumno más aplicado, el que dirigió la conclusión del tercer nivel y el acabado de la fachada, y este sería Gregorio Morocco Layme, a quien don Leonel lo recuerda cariñosamente como “El Chamaco” por su juventud, entre sus ayudantes.
La Torre construida con adobes confeccionados con una argamasa reforzada y revestido de barro, inicialmente techada en ladrillo que el tiempo la fue deteriorando, y luego refaccionada en 1885 por el Coronel José María Quiñones Lizares y que fue cubierta con techo de calamina (1920). En su interior estaba ubicada una campana llamada María Asunta, única en su género en Puno, por su sonoridad y tamaño; fabricada por el fundidor Felipe Córdoba el 27 de julio de 1793, el mismo que fabricó la María Angola del Cusco, de ahí que la llaman como su “hermana”. La acompañan otras campanas que están en cada ventana de la torre, hasta antes de su caída tenía una pieza llamada “Matraca”, construida toda de madera. No se conocía otra igual por su tamaño y sonoridad en ningún templo, y solo era utilizada en semana santa, la adornaba en la parte exterior un inmenso reloj en el lado de la torre que daba a la Plaza San Bernardo, con un mecanismo muy habilidoso y decorado interiormente por hermosa pintura policromada, y que hoy ya no existe.
En 1953 llegan los padres Maryknoll con el Padre Charles Murray como párroco, se hacen cargo de la iglesia, ellos promueven el revestido de la torre y la parte adicional del templo, con bloques de piedra, este proyecto no se llega a concretar en el tiempo, por la escasa respuesta de la población en aportar los bloques de piedra, pese a su dinámica actitud en el trabajo, en ese sentido construyen un coliseo al costado del templo, qué duda cabe, eran muy aficionados al Básquet, y dejaron muchos discípulos que los siguieron, en esa etapa el último sacerdote que estuviera a cargo de la parroquia seria el Padre Ronald Llerena, quien se aleja de Azángaro, ya en la época del terrorismo, por lo que durante muchos años no hay sacerdotes en Azángaro, permaneciendo cerrado y solo era asistido por sacerdotes de otras jurisdicciones en ocasiones especiales.
Quinta etapa Lamentablemente, el 04 de marzo de 1997, la Torre se derrumbó, al poco tiempo fue reconstruida aceleradamente a iniciativa y persistencia de la autoridad municipal de Azángaro de aquel tiempo, como se decía entonces, ¡rápido nomas, antes que lleguen las lluvias!; sin embargo, esta torre solamente reforzada, se volvió a caer el 23 de junio de 1998 esta vez completamente, ¡hasta no se sabe cuándo!!. Lo que es peor, una madrugada a fines de junio del 2004 el templo sufrió un grave asalto, fueron sustraídos de diversos ambientes del Templo hermosas reliquias de oro y plata, como cuadros pictóricos de la escuela cusqueña, y otros grandes tesoros que guardaba en su interior, así como sucedió el asesinato por parte de los asaltantes, del Sacristán que por muchos años era el único guardián y custodio de los bienes de la Iglesia, Juancito Choquehuanca y su esposa.

El año 2005 se inician los trabajos preliminares, los mismos que continúan hasta el 2007, con labores de limpieza de escombros, apuntalamiento de muros, así como reforzamiento de cimientos, restitución de los muros de la Torre, hasta el desmontaje del techo de calamina y su restitución con tejas, el piso con madera machihembrada, en fin diversos trabajos de restauración descritos en el informe final presentado por la Arquitecta Leonor Cuellar Villavicencio, residente de la obra, en un proyecto denominado “Restauración y puesta en valor de Monumento Histórico Artístico”, que obra en los archivos de la Dirección de Cultura del Cusco, donde se cuantifica el presupuesto de toda la obra, presentado y ejecutado en el año desde el 2005 al 2008, por disposición y recursos propios de la Dirección Regional de Cultura del Cusco, , en razón que es considerado como un monumento legado por nuestros antepasados, esta vez los trabajos de reconstrucción se demoraron un buen tiempo. Hay que tomar en cuenta que para ejecutar esta restauración se tuvo que aprobar su expediente mediante la Res. Directoral N* 132-INC/DREPH-DPHCR, así como firmar de convenios del INC con el Gobierno Regional Puno, así como con la Municipalidad Provincial de Azángaro. El Presupuesto final de la Obra aprobada por el gobierno asignado por el SNIP ascendió a la suma de S/. 1’944,990.00.
El 21 de abril del 2013 por tercera vez sufrió un robo, esta vez los facinerosos se llevaron el enchape de plata del altar mayor, objeto que esta valorizado entonces en 10 mil soles. El trabajo final y su consecuente refacción se reinicia el 23 abril del 2013 cuando un equipo de especialistas del Instituto Regional de Cultura del Cusco, arriban a Azángaro para verificar el trabajo de reconstrucción del templo y a fin de continuar con las labores de restauración que se truncaron durante bastante tiempo. En las inspecciones estuvieron presentes el párroco de Azángaro, Salvador Apaza Flores, el mayor artífice de esta etapa de reconstrucción; el obispo de Puno, Jorge Pedro Carrión Pavlich; el alcalde Efraín Murillo Quispe, dirigentes de la comisión de salvaguarda del tabernáculo, entre los que Julio Castillo Enríquez, se mostró como un empedernido promotor; hasta entonces ya se había concluido con la obra física, solo faltaba completar los trabajos de arte, el mismo que al cabo de dos meses se inició con la presencia de restauradores y artistas para la restauración interior, aunque a la fecha por falta del incremento del presupuesto aun reclamado por la Parroquia de Azángaro, hay muchos detalles por concluir en lo que respecta al trabajo artístico, para devolverle la plenitud de su esplendor. Fue en agosto de 2013 que se reapertura las puertas del templo para las celebraciones respectivas.
El día de hoy el templo tiene un techado de tejas, la torre ha sido reconstruida totalmente y se ha creado un complejo cultural turístico muy interesante que incluye la unificación de las dos plazas principales y la desaparición de construcciones que había a su alrededor, lo que le dan hoy un hermoso panorama de atracción turística y el templo de luce por fuera con todo su esplendor e iluminación.
Es necesario promover el corredor turístico del Templo de Oro, denominado así por las brillantes obras pictóricas que hay en su interior y por el decorado en pan de oro que causa la envidia a cualquier profano de la belleza. Ha sido reconocido y mundialmente difundido por Paul Marcóy, cuando en el siglo XIX visitó Azángaro. ▒▒



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