martes, 24 de marzo de 2020

PUNEÑOS MEMORABLES


“MOCHO BARREDA” 
EL MITO DE UN DEPORTISTA MÚLTIPLE
Por: Guillermo Vásquez Cuentas

Retrospecto carolino
Los carolinos de mil novecientos cincuentaitantos, como todos los que en diversas épocas realizamos estudios secundarios en el Glorioso Colegio Nacional San Carlos de Puno, hemos vivido aquella especial pasión que desvive a los “hinchas” del futbol.
En esa época el equipo de nuestros amores, alegrías y sufrimientos, no podía ser otro que el “Unión Carolino”. A sus actuaciones durante el campeonato local, a las grandes jugadas claves que señalados equipistas hacían en el campo de juego (algunas de las cuales culminaban en el siempre esperado gol), a lo que nuestros ídolos deportivos habían hecho dentro y hasta fuera de la cancha,  todo eso y más, estaban dedicados, semana a semana, buena parte de nuestros pensamientos, comentarios e infaltables discusiones.
Llegado el domingo, toda vez que “el carolino” (como comúnmente se nombraba al equipo) tenía que reeditar una presentación más en el campo del antiguo estadio puneño en busca de sumar puntos, el grupo de aficionados “internos” de San Carlos que habíamos conformado, tenía que hacer proezas inauditas para poder entrar a estadio y espectar el partido. Cuando lo conseguíamos, desde algún lugar del estadio y luego de la larga y angustiosa espera, aquel conocidísimo “¡viva el equipo campeón! ejecutado por la infaltable banda del Batallón de Infantería N° 15, rompía los aires anunciando la salida del equipo carolino al campo de juego, en medio de hurras y aplausos.
Iniciado el partido empezaba el tenso –y terco- anhelo del gol favorable. Y en esa continua expectativa, en el medio mismo del ir y venir de la pelota, los protagonistas depositarios de nuestras esperanzas recorrían la cancha buscando la meta, aplicando sus destrezas, derrochando energías, luchando con pundonor por el triunfo, al son de marineras, huayños y valses que de rato en rato ejecutaba la banda, lo cual, en aquellos tiempos estaba permitido.
Nuestro grupo veía con predilección el desempeño de ciertos jugadores carolinos durante esos años. Para citar solo a algunos: La iniciativa indeclinable del “pato” Chávez para llevar al equipo siempre adelante; los pases de profundidad llenos de veneno de “la vieja” Bujanda; los recios despejes  que desde el fondo hacía el “negro” Mogaburu; la fuerza y elegancia del formidable defensor “chueco” Gutierrez, y… por supuesto, las habilidosas maniobras del “mocho” Barreda al encarar a sus marcadores, junto con sus veloces y siempre peligrosos desbordes por el flanco izquierdo a que nos tenía acostumbrados.
En esos ya lejanos tiempos, la figura del “mocho” Barreda aparecía con nítido brillo entre nuestros mas admirados ídolos. Su estilo particular de hombre tranquilo, consecuente practicante de la humildad y por tanto alejado del figuretismo y las alharacas que sin claudicación alguna conservó hasta sus últimos días, hizo que lo admiráramos  tanto, no solo por lo que hacía en la cancha, sino también por ese carácter personal que lo comprobábamos en los comentarios de quienes lo conocían de cerca y en lo que nosotros mismos podíamos observar, desde no tan cerca en cuanta oportunidad se nos presentaba. Y todo eso sin que él lo supiera, pues en ese tiempo y en ese lugar, tener su amistad o por lo menos interactuar en alguna forma con él, lo percibíamos como inalcanzable, al punto de que tener su amistad habría sido la gloria para unos infantes imberbes como nosotros, refundidos en un internado de colegio, férreamente controlado por el “flaco” Uría y amenazado todos los días por el “pingüino” Arbulú.
Su rica trayectoria deportiva linda en lo increíble, porque en ella aparece como un superdotado por la naturaleza para las practica de cuanto deporte estaba a su alcance. Esa trayectoria vital caló hondamente en el imaginario colectivo de los puneños citadinos de allá, de acá y de otras partes y que son muy dados a rememorar la puneñidad en ese campo de actividades humanas. Con muchos de ellos hemos hablado largo sobre estos temas y esas pláticas trajeron invariablemente, como si fuera una fatal obligación, el recuerdo de las proezas del “mocho” Barreda, que así parecen venir aureoladas desde la lejanía del tiempo cual fábulas que se transmiten de padres a hijos.
Y es que el nombre y la vida de Daniel Barreda Rodríguez hace tiempo parece haber saltado de la realidad al mito. 

Daniel Barreda Rodríguez, el "mocho" con camiseta del Alfonso Ugarte al que reforzó
Una nota autobiográfica
Hace algunos años, muy a su pesar y rompiendo su modestia, ante un pedido  que le hiciera la dirigencia de Brisas del Titicaca, Daniel Barreda se vio obligado a escribir un par de hojas sobre su vida al servicio de la causa deportiva, bajo el epígrafe “Cincuenta años de la mano del deporte”. De ese escrito extractamos en síntesis algunos datos e informaciones sobre este grato tema.
En la nota en mención “mocho” Barreda refiere que  realizó sus primeras incursiones en el futbol en su tierra natal Azángaro. Ya en San Carlos y cuando cursaba segundo año de secundaria integró el seleccionado de Azángaro, participando en el Campeonato Interprovincial que tuvo como escenario a la capital del departamento.  “Es entonces que yo –cuenta el “mocho”- creo que hice los méritos suficientes para que me consideren en el equipo titular del “Unión Carolino” y es entonces que me apoderé del puesto de alero izquierdo cuasi insustituible, tanto en el equipo carolino como en la selección de futbol del departamento de Puno”.
Desde ahí y desde entonces, Daniel Barreda alcanzó el record inigualado de haber defendido los colores del “Carolino” y de la selección de futbol de Puno durante 16 años, como titular, desde 1943 a1959, Además, por varios años el “mocho” fue refuerzo infaltable de los equipos Alianza Muelle, Alfonso Ugarte, Unión Puno, para cubrir el puesto de alero izquierdo en los encuentros “Inter City” de esos equipos.
Como una de sus más memorables anécdotas, Barreda recuerda que cuando solo frisaba los 15 o 16 años de edad, formó parte de la selección de futbol de Puno cuando ésta enfrentó al entonces poderoso Universitario de Deportes de Lima, entre cuyos más afamados cracks estaban Lolo y Lolin Fernández, Gasco, Pasache y Walter Ormeño. Recordando un fallido gol ante ese guardavalla de gran nombradía Barreda explica: “me quitó la bola de los pies”.
Pero no solo era el fútbol. Simultáneamente a su activa participación en los campeonatos de ese deporte Barreda intervenía en los campeonatos anuales de basquetbol, siempre defendiendo la camiseta del Carolino. Sus domingos y algunos sábados, como él cuenta, eran de básquet en la mañana y futbol en la tarde.
Ya en el Cusco, a donde fue a radicar para seguir estudios universitarios, participó en muchos deportes, esta vez defendiendo los colores de la Universidad San Antonio de Abad de esa ciudad. Al igual que en el Carolino, alternaba el futbol por las tardes y básquet por las noches. En mérito a su reconocida calidad como futbolista, los equipos Cienciano, Sparta y Pachacutec lo solicitaron en muchas oportunidades como refuerzo en partidos con equipos de otras ciudades.
Al retornar a Puno por razones familiares, leal a su equipo, volvió a enrolarse en los equipos carolinos de futbol y de básquet y entró también de lleno a la práctica intensa del tenis, del Tiro al Blanco y del Palitroque (bowling), representando –con la eficiencia y calidad de siempre- al Club de Tiro N° 18 de Puno, en eventos locales, nacionales e internacionales.
Los deportes de salón, llámese Billar, Billas, Snooker, Sapo, tenis de mesa, tampoco fueron extraños a su genio deportivo. En la práctica de estas disciplinas obtuvo muchos primeros premios obtenidos en campeonatos y certámenes organizados por distintas instituciones puneñas, principalmente por el Club Kuntur. Un amplio archivo de diplomas y medallas, así lo confirma.
En un Concurso Sur Peruano de Tiro, realizado en la ciudad de Lampa, en el que participaron representantes de Arequipa, Cusco, Sicuani y provincias puneñas, Barreda integró el equipo campeón y obtuvo el primer premio en campeonato  individual con una serie de 170 puntos con 20 balas a la distancia de 300 metros.
Barreda recuerda que el Club “Teniente General German Bush” de La Paz, Bolivia invitó al seleccionado de Tiro de Puno para que participe en una competencia sobre este deporte. Los puneños  se alzaron con el triunfo ante destacados equipos del ámbito sudamericano. En lo individual Barreda obtuvo el primer puesto en aquel 3 de noviembre de 1968.
Desde 1960, Daniel empezó a trabajar al Banco Agrario del Perú, donde participó en varias “olimpiadas bancarias”. Cosa excepcional, Barreda representó en todas las disciplinas a su institución. Luego de su graduación como Contador en la Universidad Nacional del Altiplano, fue promovido por su Banco como Sub Administrador de la Sucursal de Huancayo, ciudad en la que se hizo conocido como tirador y tenista a la vez, consiguiendo muchos lauros, particularmente en tiro. Uno de estos es el puntaje de 98 puntos sobre 100 que alcanzó en un concurso de nivel nacional, por lo que su logro fue catalogado como la mejor serie, entre los primeros puestos de nivel nacional. Los recortes periodísticos que su hijos conservan amorosamente en un álbum especial dan cuenta de esos y muchos triunfos de nuestro personaje.
En la ciudad del Cusco, a la que después fue trasladado como Sub Gerente, continuó con su exitosa práctica de tiro, tenis y los deportes de salón, alcanzando triunfos que en él, se habían convertido en costumbre. Entre los años 1982 a 1986 obtuvo diez diplomas por primeros puestos y menciones en tiro.
En fin, Daniel Barreda Rodríguez ha acumulado 25 importantes trofeos individúales de ganador absoluto en varias disciplinas deportivas durante su vida deportiva, aparte de los muchos diplomas medallas y distinciones. Pero lo que ganó merecidamente fue la admiración y aprecio de los puneños que sin mezquindades, reconocen el esfuerzo y la valía de quienes como él han dejado en alto el nombre de su patria chica. <>

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