LIMA PERU
5 MAYO 2015
No le
bastó con usurpar funciones
César
Hildebrandt
Tomado
de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 253, 5MAY15, p. 9
No les bastó con traicionar a quienes confiaron en ellos.
Tenían también que embarrarse.
El problema de los 38,000 dólares gastados en frivolidades
no es la cantidad. Es la calidad de persona que revelan esas compras. Y es el
hecho de que eso es apenas un botón de muestra, la punta del iceberg, el
indicio menudo de lo que descubriremos si se hurga un poco más (aunque eso es
algo que tendrá que hacer seriamente el próximo gobierno).
La cultura de la permisividad hace que algunos piensen que
38,000 dólares son muy poca cosa frente a lo que robaron otros. Es el Perú
resignado y podrido el que reclama benevolencia con la Primera Dama.
Comprarse una camisa de 1,200 dólares no está mal, aunque
resulte repulsivamente manirroto, para quien se los ha ganado. Sí está mal para
quien no se los ha ganado limpiamente y para quien hablaba en nombre de los
pobres al lado del marido que se desgañitaba anunciando el cambio sustancial
que se venía si lo elegían. Resulta obvio que la señora no puede justificar el
dinero que gasta ni siquiera con el sueldo que le acaba de inventar su equipo
de aseso-res: 6,000 soles mensuales, pobrecita.
Con Mario Vargas Llosa y esposa. tambien aparece la ministra de Cultura Diana Alvarez Calderón y atrás el premier Cateriano |
Los 38,000 dólares no están solos. Allí están Martín
Belaunde y la mafia, consentida por Palacio, a la que perteneció. Allí está
todo lo que se hizo para que no viniera. Allí están los negocios de las obras
públicas. Allí está la primita en la SUNAT y la amiguita en la OSCE. Allí está
la plata que -ahora sí- se admite como procedente de Venezuela. Allí están las
preferencias por ciertas empresas brasileñas investigadas en sus sedes
centrales por coimear a funcionarios de otros países.
Dan vergüenza estos dos aventureros. Sus explicaciones
taradas, sus poses de víctimas, sus falsos enojos dan vergüenza. Que la señora
mande a decir con su abogado que ella compraba cosas para la titular de la tarjeta
no es ni siquiera un insulto. Es un recurso desesperado de mentirosa
profesional.
Y que salga el señor a habla marido ofuscado es una escena a
"Al fondo hay sitio".
¿Qué se ha creído este par?
¿Que la señora Palacios los va sacar del atolladero? ¿Que
atribuirles al Apra y al fujimorismo el descubrimiento de algunas de sus andadas
financieras los va a reivindicar?
Se equivocan. Se pasaron de la raya.
A la señora no le ha bastado usurpar funciones, usar la
maquinaria del Estado para sus giras domésticas, hostilizar a sus enemigos
mandándoles la jauría que lidera Tania Quispe, dar "venias" para
contratar con el Estado o "luz verde" para que ciertos ministros
tetudos se sientan amparados. Nada de eso fue suficiente. Ha querido disfrutar
del poder por todo lo alto y para eso no ha dudado meter hasta a su madre en la
colada de la plata chavista. Y ahora dice que un remoto empresario venezolano
fue uno de los que entregó miles de dólares para "afianzar el proyecto
nacionalista peruano".
Lo que respiro escuchando sus coartadas de cartón y leyendo
a sus escribas amigos es la misma atmósfera del fujimorismo. Es el hedor de la
mendacidad, como en aquella obra "La gata sobre el tejado de zinc" de
Tennessee Williams.
Terminarán mal estos dos. Se lo merecen. Y el diagnóstico no
es sólo para ellos: el Perú está roído por la corrupción. Es un país hoy sin
alma ni grandeza, un emporio donde lo cuerdo es ser un canalla (o una canalla,
como exigen las feministas del lenguaje). Un país donde Hugo Neira oficia de sociólogo
de urgencia para que la derecha lo aplauda y Jaime de Althaus lo invite. Terminaremos
todos mal si aceptamos que todo esto está bien. El Perú no es un pudridero.
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