QUE SE LARGUEN
César Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 754, 17OCT25
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a calle grita que se vayan todos.
La derecha no quiere irse. La derecha nunca se va. A
la derecha hay que echarla a patadas. No para que venga una izquierda sectaria,
inamovible y desastrosa sino para que el pueblo recupere sus derechos. ¿O qué
otra vaina es la democracia?
Para que el Congreso del hampa siga gobernando -ese
era el acuerdo- el señor del bividí colgado y el patrimonio en alza ha tenido
que nombrar un gabinete sacado de un almacén de mermas. Esa selección de
reputaciones en quiebra la preside un abogado virreinal que cree que el Perú no
debió independizarse en 1821 sino un siglo después.
Y allí está la ministra del MEF, que es subordinada
de José Salardi, quien, a su vez, preside el plan de gobierno de César Acuña.
Los ministros de Justicia y Relaciones Exteriores pasaron directamente por el
filtro de Fuerza Popular mientras que todos los demás -sin excepción- son lo
suficientemente insignificantes como para prestar el favor que se les solicite
en el momento que sea necesario. Es el gabinete de los NN nombrado por JJ bajo
la supervisión de K.
La calle sale a protestar y quiere asomarse al
Congreso. Y allí está otra vez la policía estúpidamente violenta, deliberadamente
provocadora, custodiando la fábrica de esas leyes que el crimen organizado
inspiró y agradece.
Entonces se desata la guerra. Pero en esa guerra hay un pueblo expresándose con ira legítima y hay una policía de tan mala fama que hasta el ministro del Interior, un terruqueador salido de los años 80, ha prometido reformar. Puede haber excesos, pero nadie puede discutir el derecho de la gente a manifestar su asco por lo que está pasando.
Algún ser angélico preguntará: ¿Pero no es que ya
botaron a Dina?
Sí, pero ahora está Jerí, que podría ser moralmente
hijo de Dina, primo de Rospigliosi, entenado de Montesinos, sobrino de Acuña. Y
junto a él está Ernesto Álvarez, que es una ensalada de lo peor del Apra, lo
más rancio del PPC y lo más sabrosón del oportunismo omnívoro con facha
académica.
El veredicto popular es que se larguen todos. Pero
la derecha preferirá ver muertos en la calle, balas suasorias, incendios
populares, heridos uniformados propios, con tal de seguir su plan. Y ese plan,
como es notorio, es el siguiente: o barremos en las elecciones del 2026 o
barremos con las elecciones del 2026 si “la seguridad nacional” así lo exige.
Desde la caída suicida de Pedro Castillo, el Perú
carece de un gobierno legal. Está claro que la destitución de Castillo no
contempló el debido proceso y fue abiertamente inconstitucional. Jerí es el
sucesor de un gobierno ilegal que, además, se hizo ilegítimo por su ineptitud,
corrupción y escándalos. Jerí no es el presidente que los peruanos
mayoritariamente reconocen como autoridad constitucional. Y Jerí debería escuchar
la ronquera del masivo hastío en vez de los susurros de los cortesanos que le
dicen: quédate porque así me quedo yo.




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