UN MOMENTITO, POR FAVOR
por Jorge Paredes
Tomado de: El Dominical de EL COMERCIO, 22ABR07
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spérame un ratito. Ahorita te llamo. Hazme un favorcito.
Tardará un minutito. Baratito, nomás. Gracias, hermanito. Frases que tienen
una dulzura empalagosa y que suenan como si quien las dijera estuviera
siempre pidiendo permiso o disculpas. Lo curioso de todas estas expresiones es
que en realidad lo que afirman no es necesariamente verdad. Todas tienen un
significado abierto, laxo, y a veces contrario a lo que expresan, pues, un minutito
o un ratito es una unidad de tiempo indefinido que solo el peruano conoce.
Un favorcito puede ser el favor más grande del mundo y el hermanito
puede anteceder a una puñalada. Todas estas frases si bien vienen de un
universo oral, han anclado en la cultura urbana del Perú y nos definen como
hablantes de una lengua compartida por más de cuatrocientos millones de
personas en el mundo.
Los lingüistas prefieren afirmar que en el Perú no
existe uno, sino varios castellanos, que de los tradicionales costeño, andino y
amazónico, hemos ido multiplicando variedades, como consecuencia de las
migraciones, de los cambios generacionales, e incluso de la aparición de
grupos socioeconómicos, étnicos y culturales distintos. El castellano de
Chincha, por poner un ejemplo, no es igual al piurano ni al que habla un joven
de clase media limeña.
Había sido
Paradoja que impide (o ha impedido) valorar los
recursos de este tipo de castellano, inexistentes en otras variedades del
idioma. "Como caso ilustrativo tenemos el uso del tiempo pluscuamperfecto (había sido) para expresar un conocimiento
reciente y sorpresivo: por ejemplo, en la frase había sido rico el dulce de
saúco, donde el hablante recién se da cuenta del hecho que está expresando.
Esta construcción, con su sutil valor epistémico, ha calado en sectores medios
y altos urbanos y en hablantes que no se consideran andinos, sin que ellos lo
noten", explica Andrade.
La norma culta
Alberto Escobar solía hablar de la existencia en el
Perú de un español andino en proceso de hispanización. Los lingüistas Eduardo
Zapata y Juan Biondi prefieren hablar de un español andino en proceso de globalización,
dada la cantidad de términos que incorporamos del inglés en nuestro uso
cotidiano, así como el empleo de contracciones y palabras derivadas de
Internet, un campo todavía por explorar.
"El español peruano es altamente afectivo y no definitorio”, dice Biondi. Nos cuesta definir: el sí y no, como rasgo nacional".
A Zapata y Biondi no les asusta tanto los haiga,
los dequeísmos, los fuistes o los nadies del habla popular,
sino los aterra el cada vez más afectado y barbarizado español de quienes
supuestamente emplean la lengua culta, y se supone son un referente para los demás.
"En ese nivel comienzan a verse testimonios graves de pobreza,
incorrección, afectación y pedantería", afirma Zapata. Un ejemplo: la
ruptura de la concordancia, que tergiversa género, número y crea confusión
lingüística, pues ya no se sabe quién es quién. (Los lingüistas muestran el siguiente
aviso repetido en un noticiero de horario estelar: "las computadoras
mejores diseñadas del mercado". Los publicistas probablemente ignoran que
en este caso la palabra "mejor" es un adverbio, no un adjetivo, por
lo que la frase correcta debería ser “mejor diseñadas”). Otra muestra:
neologismos como aperturar o en palabras de Zapata: “circulantes
lingüísticos que nadie sabe qué significan, como educación de calidad.
Todos firman los documentos aprobatorios, pero nadie sabe qué es una educación
de calidad".
Si seguimos así, nos convertiremos en un Azángaro
lingüístico dice Zapata y la frase no es sensacionalista. “La emisión de
términos sin referentes ni valor crea una inflación de palabras que terminará
falsificando el sentido del idioma". “¿Colaboración eficaz?” Se pregunta Biondi. “¿Acaso existe una
colaboración ineficaz?". Lo mismo que comisión de alto nivel o interpretación
auténtica.
Así marcha el español peruano, con su apego al
inglés, sus inventos, manías y excesos, porque finalmente una lengua es el
reflejo de quienes la utilizan y también de los tiempos en que vivimos. ■


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