jueves, 16 de octubre de 2025

JOSÈ LUIS AYALA: CARTA AL REY DE ESPAÑA, FELIPE VI, EN VISITA A AREQUIPA

 Lima 16 de octubre del año 2025.

 Señor: Rey de España, Felipe VI.

 Arequipa.

       Lo hemos visto llegar ayer en la tarde al aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón de Arequipa, para participar en la sesión solemne inaugural del X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). El secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores, embajador Eric Anderson, lo recibió con especial signo de coloniedad.  

     La prensa oficial señala que estos días Arequipa será: “El centro del pensamiento y la reflexión académica sobre el idioma español— reafirma el liderazgo internacional que el Perú ha forjado en el ámbito de la cultura”. Habrá un homenaje al súbdito español Mario Vargas Llosa en el Teatro Municipal. El programa comprende según la versión oficial “el desarrollo de 270 conferenciantes y ponentes internacionales, con la intervención de académicos, escritores, lingüistas, historiadores, profesores y otros especialistas. A ellos se suman más de 200 periodistas del Perú, Hispanoamérica y España”. El encuentro es organizado por la Real Academia Española (RAE) y el Instituto Cervantes, junto con la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Es decir, la expresión más nítida de una mentalidad colonial que tanto daño a hecho a la cultura peruana. 

José Gabriel Condocanqui, Túpac Amaru II
    Más allá de sus actividades oficiales, tiene que saber que hace poco tiempo se ha tratado de imponer un poco de tierra de un jardín de Madrid, como si se tratara de los restos humanos de Fernando Túpac Amaru Bastidas. Lo más importante ha ido el rechazo a esa impostura de parte del pueblo peruano, sobre todo el pronunciamiento del Colegio de Historiadores del Perú, que ha pedido se haga un trabajo científico con la aplicación del ADN. Ese hecho ha desautorizado las actividades que realizan sus súbditos, quienes defienden la versión oficial de la Leyenda negra.  El cofre del tráfico de los restos de Fernandito, ahora está en el Cusco. El alcahueterío del ignaro alcalde de esa ciudad, no ha tenido el efecto que imaginaron los traficantes españoles oficiales de los restos humanos de Fenandito. 

         Usted no sabe que no hay en la historia de la humanidad, que un niño haya sufrido tanto durante su dolorosa existencia, nunca tampoco se dio tanta crueldad desde que Fernandito tenía solo 12 años de edad. Estuvo preso sin culpa alguna debido a una horrenda condena que le infringió España colonial. Se le obligó a presenciar los asesinatos cometidos contra sus padres y su hermano Mariano. Durante el suplicio cuando José Gabriel Túpac Amaru II, parecía una araña en el aire para ser seccionarlo con cuatro caballos, según la sentencia de José de Areche, Fernandito lanzó un grito desgarrador y conmovió a miles de personas, que fueron obligadas a presenciar una acción nunca vista durante la invasión de España al Perú. Fue un acto inhumano, despiadado, implacable, feroz, cruel, brutal, sanguinario, pero sobre todo imperdonable. 

      Fernandito Túpac Amaru Bastidas, nació el 3 de abril de 1779 en Pampamarca  (Cusco), lo mataron de extrema melancolía y hambre el 30 de julio de 1798 en Madrid. Sería muy extenso relatar sus padecimientos en las cárceles de los castillos de Madrid, donde vio morir a sus parientes y colaborades de una causa justa dirigida por su padre José Gabriel Túpac Amaru. Asumiendo una actitud estoica pudo soportar encierros sin alimentación apropiada durante muchos años.

    Jamás el odio fue tan grande ni feroz contra un niño que nada tenía que ver con los hechos de los padres, pero España vulnerando todos los principios humanos de la época, le infringió sistemáticamente castigos para que muera preso y arrojarlo a una fosa común. Pero a Fernandito lo salvó la fe, sobre todo el ejemplo de sus padres, hermanos y miles de peruanos quechuas que murieron por una causa justa.

    Desconocer, negar o afirmar lo contrario, es un acto de traición a un niño que supo entender lo que históricamente ocurría en su tiempo, por lo que decidió resistir conscientemente. En sus cartas no hay ni sola palabra que signifique se le tenga conmiseración, menos que pida perdón por lo que no ha hecho. Cuando dice criado significa adopción, haber adquirido ciertos derechos y obligaciones.   

      Jesucristo de acuerdo a los evangelios, es el Mesías, el hijo de Dios, un ser iluminado que realizó acciones extraordinarias, sanó a enfermos con solo pasarles la mano. Podía multiplicar los panes, hizo resucitar a los muertos. Fue condenado  por criticar al sistema esclavista de Roma, gobernado por Poncio Pilatos a la pena de crucifixión. Sin embargo, vive y está presente en la memoria y práctica del cristianismo.

     Espartaco dijo: “La muerte es la única libertad que conoce un esclavo. Por eso no le teme. Por eso venceremos”. Es verdad que Espartaco fue vencido en una batalla contra el ejército de Licinio Craso.  Murió heroicamente en el campo de batalla. Miles de sus partidarios fueron capturados y crucificados a lo largo de la Vía Apia. Espartaco murió pero está vivo, ha quedado como ejemplo para las sociedades oprimidas, su pueblo finalmente conquistó la libertad.

    Sin embargo, Jesucristo ni Espartaco sufrieron tanto como Fernandito. Cristo se propuso redimir a los seres humanos del pecado. Espartaco luchó por la libertad de los esclavos. En cambio, José Gabriel Túpac Amaru luchó por la libertad de un continente, de millones de seres humanos sometidos a la esclavitud más horrenda. Sus proclamas de orden políticos, incluyeron a un vasto territorio como el Paititi. Aunque como dice Jean Szemisnki, hay Tupac Amarus para todos los gustos. Sin embargo, todo depende de la ideología y los instrumentos de análisis que maneje el historiador, para tener un adecuado concepto y visión histórica.     

    No hay en la historia universal del odio, una acción tan injusta como condenar anticipadamente a muerte a determinadas personas. El juicio contra Túpac Amaru, su familia y quienes lo acompañaron durante el tiempo que duró la guerra contra España opresora, fue lo más injusto. José de Areche sin haber escuchado a Túpac Amaru como sucedía antes y ahora, anticipadamente determinó un asesinato, así como de otros peruanos combatientes, cuyos nombres nunca se escribirán.     

      El malvado corregidor José Areche, sabiendo que había sido abolida la pena de muerte por descuartizamiento, ordenó que los escribanos escribieran: “Debo condenar, y condeno a José Gabriel Tupac-Amaru, a que sea sacado a la plaza principal y pública de esta ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencie la ejecución de las sentencias a su mujer, Micaela Bastidas, sus hijos Hipólito, Mariano y Fernando Tupac-Amaru, a su tío, Francisco Tupac-Amaru, a su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los principales capitanes y auxiliadores de su inicua y perversa intención o proyecto, los cuales han de morir en el propio día; y concluidas estas sentencias, se le cortará  por el verdugo la lengua, y después amarrado o atado por cada uno de los brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada una de estas se pueda atar, o prender con facilidad a otras que prendan de las cinchas de cuatro caballos”.

      18 de mayo de 1781 se cumplió el crimen contra Túpac Amaru, su familia y principales colaboradores. Pero los caballos no pudieron descuartizarlo, Areche entonces ordenó que lo degollaran vivo. Obligó a todos los habitantes del Cusco a presenciar un espectáculo dantesco, preparado con anticipación. Quienes se quedaron en sus casas fueron atacados y muertos por feroces perros españoles.   

     El virrey Toledo determinó liquidar el permanente asecho y significación de Túpac Amaru I.  Organizó un poderoso ejército al mando Martín Hurtado de Arbieto, conformado por varias piezas de artillería, 250 soldados españoles y 2500 selváticos aliados, además 1000 cañaris y 1500 soldados cusqueños al mando de Francisco Cayo Topa.

    En defensa de Vilcabamba, el inca Túpac Amaru comandó un ejército de 2000 soldados, 700 eran guerreros llamados chunchos por los incas del Cusco. Entre los generales quechuas estaban Huallpa Yupanqui, Parinango, Curi Paucar y Coya Topa. En un juicio injusto Túpac Amaru I, fue sentenciado a ser decapitado. Sin embargo, antes de ser asesinado les dijo a sus verdugos: “No los culpo porque ustedes solo cumplen órdenes. Pero los hijos de ustedes serán libres. Será así, procedan. Yo los absuelvo”.  

    
Las diversas formas para representar el rostro de José Gabriel Túpac Amaru II, carecen de fuentes fidedignas de información. Quienes lo conocieron lo han descrito como “un hombre de poco más de 1,70 metros de altura, de nariz aguileña y de ojos vivos. De silueta grácil y delgada, pelo cortado sobre la frente, largo y rizado hasta la cintura, cubierto con un sombrero español de castor. Modales cortesanos y caballerosos, en donde la ecuanimidad y el comedimiento ponen en evidencia a un hombre de cultura superior y los rasgos de su carácter. Habla con perfección el español y con gracia especial el quechua. Se conduce con dignidad con sus superiores y con formalidad con los indios".

          No vamos a relatar la gran rebelión que dirigió contra España esclavista, colonialista y opresora, menos relatar las acciones más importantes, sino decir que Túpac Amaru II es el padre de la libertad del Perú y América. El 15 de mayo fue asesinado por Areche con una sentencia injusta en la que en una parte dice:

      Condeno a José Gabriel Tupac Amaru, a que sea sacado a la Plaza principal y pública de esta ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencie la ejecución de las sentencias que se dieron a su mujer, Micaela Bastidas, sus hijos Hipólito y Fernando Tupac Amaru... Concluidas estas sentencias se le cortará por el verdugo la lengua, y después amarrado o atado por cada uno de los brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada una de estas se pueda atar, o prender con facilidad a otras que pendan de las cinchas de cuatro caballos, para que, puesto de esto modo... arranquen de una vez los caballos, de modo que quede dividido el cuerpo en otras tantas Partes.    

   No vamos a escribir la dolorosa biografía de Fernando Túpac Amaru Bastidas, debido a que se trata de un tema bastante extenso. Nosotros hemos publicado el libro “Este cautiverio y agonía sinfín. Fernando Tupac Amaru Bastidas”, Editorial San Marcos en el año 2018. Los conceptos consignados siguen siendo los mismos, nuestro criterio y juicios no han variado. Al contrario, la publicación del libro “Las cartas de Fernando Tupac Amaru y otros documentos (1782-1798)”, le han dado mayor y repentinamente una actualidad francamente, inusitada, sorprendente.

      En este libro hay omisiones expresas para no relatar el dolor y padecimientos de Fernandito, durante el tiempo que estuvo preso en las lóbregas prisiones del Callao y luego en las mazmorras de los castillos de Madrid. No aparece una biografía, una mínima referencia a los años que estuvo preso. Esa omisión no es casual, es una acción destinada a tratar de conseguir que los peruanos olvidemos un hecho grave.

      Sin embargo, este hecho se explica en la idea de que España, no pida perdón por los crímenes contra Túpac Amaru y su familia, por los crímenes a quienes lo acompañaron en la histórica gesta libertaria. La publicación de este libro se explica en los cánones y política que se llama la Leyenda negra.          

      Se trata de un texto concebido para mantener el criterio de coloniedad. Viene a ser una demostración de una actitud política y cultural, destinada a mantener un sentimiento dominante, para sostener una mentira, una farsa, una impostura. Los criterios con que se escriben los artículos son los mismos, todos tratan de desmentir una verdad inamovible, España mantuvo preso toda la vida a Fernando Túpac Amaru, que siendo hijo de Túpac Amaru no tenía ninguna culpa.

    El libro se inscribe como instrumento para combatir a la corriente que los historiadores españoles oficiales llaman Leyenda Negra. Es una tarea destinada a desprestigiar, condenar y calumniar a cuanta verdad demuestren los historiadores con criterios descoloniales. Se trata de otra clase de escritores que analizan con certitud y crítica dialéctica a España invasora y colonialista.

     A pesar de todos los esfuerzos de los texteros (as), que tratan de aminorar el inconmensurable daño que en 300 años España le ha hecho al Perú, es imposible tratar de demostrar lo contrario. Todos los hechos crueles e inhumanos cometidos por los españoles, no pueden ser olvidados por un pueblo saqueado sistemáticamente.

     Los intelectuales oficialistas españoles que combaten a lo que llaman La leyenda negra, deben saber que la gran mayoría de peruanos, entendemos la coyuntura histórica, la invasión de España como un hecho inamovible del pasado. Pero en el subconsciente colectivo del pueblo peruano, hay una herida que jamás cicatrizará.     

  El cometido humano, ético, moral y ontológico del libro: “Este cautiverio y agonía sin fin”, publicado en el 2018, no ha tenido una respuesta coherente. Todo el esfuerzo realizado hasta traer un poco de tierra de un jardín de Madrid, ha fracasado. Es que se trata de un acto contra natura, antihistórico. Todo ha resultado una farsa, una mentira, una patraña.      

     En ese libro en la contraportada aparece un texto que dice:

      No hay en la historia de la humanidad un hecho tan cruel como haber obligado al niño Fernando Túpac Amaru Bastidas, de 10 y medio años de edad, a espectar cómo cuatro caballos descuartizaban a su padre José Gabriel Túpac Amaru II (Cusco, 18/05/1781). Pero al no conseguirlo, lo degollaron vivo. Fernandito lanzó un grito de horror al verlo convertido en una araña en el aire. Presenció la muerte de su madre Micaela Bastidas, el ahorcamiento de su hermano Hipólito, su otro hermano Mariano desterrado murió de hambre frente a las costas de Brasil. Fernandito Túpac Amaru Bastidas nació en Pampamarca (Cusco) el 3 de abril de 1769 y fue desterrado en el barco “San Pedro de Alcántara”. Después de un horrendo sufrimiento falleció de “melancolía aguda” a los 29 años en Madrid, el 19 de agosto de 1798.   

Micaela Bastidas
    Nunca el odio humano llegó a tantos extremos y jamás el poder fue tan déspota e inhumano. La idea era exterminar a la familia Túpac Amaru, cualquiera sea el grado de parentesco que tuvieran. Fernandito caminó del Cusco encadenado durante 60 días a Lima juntamente con sus parientes. Fue encarcelado en la Fortaleza del Real Felipe (Callao-Lima) y pasó dos años hasta que llegó la orden de expatriación. Fue embarcado en el navío “San Pedro de Alcántara” que naufragó en Peniche (Portugal). Encarcelado en el Castillo de San Sebastián y Santa Catalina en Cádiz, a los 16 años escribió al rey Carlos III (07/09/1787), solicitando su libertad por ser su único delito haber nacido libre.

     Frente a tantas penurias en prisiones y terrible nostalgia, determinó escribir a salto de mata estos textos que viene a ser sus Memorias y que han sido reconstruidas 314 años después, en un lacerante texto. Nunca antes en ningún idioma se escribió un libro como este tan lleno de un desgarrador dolor humano. Tampoco hay un niño en la historia de la humanidad que haya sido sometido a los castigos más duros y crueles. Pero Fernandito regresa del fondo del tiempo y la muerte para hablar en estas páginas, debido a la fuerza, la magia y redención de la palabra.

    Tal vez usted no conozca la patraña de la Tierra simbólica. Sucede que al no haberse aplicado el ADN que es el material genético que contiene la información hereditaria, todo resulta una mentira. Así entonces, se ha cometido una estafa, una trafa imperdonable, un engaño, un fraude, un timo, una usurpación, una trampa, una falta grave de ética y moral, una fechoría.

      La grosera utilización de las entidades peruanas tutelares de la República, la fanfarria y asistencia de niños y jóvenes, de escritores aficionados a la historia del Perú, a esta hora deben estar arrepentidos de haber sido usados como tontos útiles. Un poco de tierra de un jardín de Madrid, no significa de ninguna manera que los restos de Fernandito hayan sido traídos al Perú. No es un acto de reivindicación de parte de España.

    Lo lógico de un acto ético como histórico sin precedentes, hubiera sido que los propios historiadores oficiales españoles, comprometidos en combatir lo que llaman La leyenda negra, hubieran venido a Lima, trayendo la caja de la estafa para explicar por qué determinaron creer que el Perú los iba a recibir y aceptar tremenda estafa. Como sabían que iban a ser rechazados, entonces recurrieron a un nuevo Felipillo, un mestizo ignaro, un funcionario servil, francamente miserable.   

     Debió haberse abierto un debate de orden académico. Un certamen para establecer la verdad de los hechos. Hubiese acontecido sin duda una confrontación entre dos corrientes opuestas. La historia oficial respecto a la invasión, robo, saqueos, crímenes y cometidos por España durante 300 años. Y la otra corriente de descolonzación de las ideas dominantes. Hubiera servido sobre todo que los jóvenes tengan confianza en el futuro del Perú.     

     Se trata de un hecho grave como innecesario, significa una agresión contra 50 millones de peruanos. No había necesidad de tomar un poco de tierra de un jardín de Madrid, que nada tiene que ver con el cementerio donde reposan los calcinados restos humanos de Fernandito. Sin embargo, ese hecho se explica como acto normal en la mentalidad servil y colonial. ¿Qué hubieran dicho Virgilio Roel Pineda, Alberto Flores Galindo, Aníbal Quijano y Alfonso Quiroz, si estuvieran vivos?

    ¿Por qué no se pronunciaron frente a un tráfico y una impostura los historiadores oficiales peruanos?  ¿Por qué se callan cuando hay millones de peruanos que quieren saber la verdad de los hechos? En este caso ahora callar es un acto de complicidad y una evidente falta de ética profesional, entonces resulta que cuanto escriban, carecerá de ética y moral.       

    Por todas razones es que agradezco al Congreso de la República, que se me haya invitado para realizar esta ceremonia de desagravio a Fernando Túpac Amaru Bastidas. Es una ocasión para advertir que hay Felipillos peruanos en todos los tiempos. Sin embargo, lo más importante es que haya quedado demostrado, que los rentados historiares oficiales españoles, que combaten a lo que llaman Leyenda negra, han fracasado estruendosamente.

     ¿Cuánto debe España al Perú por 300 años de saqueo, robo y exterminio de ciudadanos peruanos, solo en las minas de oro, plata y mercurio? Virgilio Roel Pineda consideró tres hechos que no deben ser olvidados por los peruanos de todos los tiempos. I. Primera reclamación: 599, 407, 559, 429. 95 millones dólares por el pago del chantaje y asesinato del inca Atahualpa. II. Rebaja secreta de la fianza monetaria de las acuñaciones efectuadas por la Casa de la Moneda de Lima en tiempos de Carlos V. Además, la deuda contraída por la corona de España con las comunidades campesinas.

      El libro “LAS CARTAS DE FERNANDO TÚPAC AMARU Y OTROS DOCUMENTOS (1782-1798)”, está inscrito desde una determinación expresa de carácter político cultural, todo para mantener la mentalidad colonial. Es una acción intelectual dirigida para que España no pida perdón por el ataque al sistema de los incas. Sin duda, todos los historiadores oficialistas españoles han leído, pero no mencionan a historiadores descolonizantes como Franktz Fanon, Enrique Dussel, Joseh Estermann, Arturo Escobar, Josef Georg Wilhelm, Edgardo Martínez Carreras, Aníbal Quijano, Santos Sousa, Boaventura de Viaña, Jorge Uzieda, Edgar Montiel, Mark Lenine, Wanzer, Kiran Asher, Deis Dex Dexler, Kiran Ashar, etc. etc.

      Un hecho grave que callan los historiadores oficiales españoles es que Fernandito fue castrado para que no tenga descendencia. Se trata de un hecho que no quieren discutir y niegan que a Fernando, se le haya impedido tener una familia como es normal en todos los tiempos. Fernando Túpac Amaru murió en agosto de 1799 a los treinta y un años, después de padecer hambre y enfermedades. La administración hispana al enterarse que un hijo de Túpac Amaru y vivía como si se tratara de un español más, lo subrogó para negarle los derechos que tenía y consiguió convertirlo en un paria. De nada sirvió su calidad de persona letrada.

    El libro “Las cartas de Fernando Túpac Amaru y otros documentos (1784-1798)”, es en realidad una grosera manipulación nada ético, de parte de historiadores españoles contra Fernando Túpac Amaru. Ni una palabra de censura respecto a España contra un niño, preso durante muchos años en las horrendas prisiones de Madrid.  

    El rostro que aparece en el texto es una impostura, no corresponde en lo mínimo a Fernando Túpac Amaru Bastidas. Se trata de un mestizo español, cuyos rasgos sicosomáticos corresponden a un ascendente igualmente español. En cambio. Fernando es hijo de un hombre quechua como José Gabriel y de una mujer denominada zamba. El padre como todos los ascendentes de Túpac Amaru, es quechua. El padre de Micaela era un afroperuano, el abuelo un esclavo a quien le llamaban el negro Bastidas. Fernando tenía un rostro y tesitura inconfundibles. Su rostro en consecuencia, como decían en la época, era de un indio negroide.          

      Los comentarios sobre sus cartas no tienen siquiera un poco de conmiseración respecto al dolor humano de Fernandito. No se habla de una carcelería injusta, del hambre y sufrimiento sinfín de un niño inocente. No se protesta por el hecho de haber sido castrado para que una vez libre, no nazca una persona que lleve la sangre, el honor y sobre todo, el nombre de Túpac Amaru.    

    España y la administración opresora, es decir el rey ni los funcionarios iban a permitir de ninguna manera Fernando Túpac viva bien. Aunque era una persona joven instruida y culta, nada les interesaba ese hecho a quienes controlaban su economía. Era mejor mantenerlo como empleado menor en la administración con muy poco salario y le alcance solo para sobrevivir. Enfermo y deudor de alimentos, ropa y otras necesidades, fue enjuiciado.

    La corona de España y sus feroces funcionarios no iban a permitir que Fernando regrese al Perú. Su sola su presencia en Lima y el Cusco, era un peligro. Seguramente que reavivarían los recuerdos de la insurgencia de su padre y sin duda resurgiría la conciencia de un pueblo convertido en colonia cruel e inhumana. En sus cartas al rey no hay ni una sola palabra contra su padre. No pide perdón para sus padres. Los términos protocolares se ajustan a la época. Tampoco pide perdón de lo que no ha hecho. No se humilla, es inteligente y no solo maneja bien el idioma, sino que además es elegante, concreto y solo todo coherente y valiente.

    Por todas estas consideraciones y razones históricas: señores congresistas, damas y caballeros: Permítaseme hablar como peruano, escritor, aymara, intelectual dotado con una conciencia crítica. Hace mucho tiempo que el Perú espera a una generación de historiadores con mentalidad crítica para reescribir la historia, recuperar y reconstruir una memoria dialéctica y a la vez reconstructiva.

    Casi todos los historiadores criollos, han olvidado los testimonios de Tomás Caivano, que sin ser peruano ha dejado un ejemplo de ética, un testimonio desgarrador, terrible y vergonzoso, referente a la guerra de agresión de Inglaterra al Perú, teniendo como brazo armado a Chile en 1879. La mayoría de los historiadores oficialistas repiten los mismos argumentos chilenos para mantener una mentalidad colonial insoportable.   

    Queremos historiadores que tengan un pensamiento crítico que viene a ser el proceso de dudar de discutir las falsas afirmaciones, que generalmente circulan en una mentalidad que no se renueva, que son aceptadas como verdades inamovibles. Cuando en realidad se trata de fomentar y cultivar el pensamiento crítico. No basta tampoco construir una verdad indiscutible, sino de analizar a base de prácticas dialécticas y escribir una nueva visión analítica de la Historia del Perú.

     En síntesis, estamos hablando de una actitud y una acción cultural que debe tener como base la filosofía, tiendo en cuenta la mayéutica socrática que empieza con la frase: “Sólo sé que no sé nada”. La llamada duda hiperbólica cartesiana y el desarrollo del pensamiento crítico deben servir para conocer mejor a nuestras sociedades, así como al propio ser humano peruano.

    Para probar que determinados restos humanos o de animales pertenecen o no a una persona o un animal, lo que se hace es usar el ADN, que viene a ser el llamado desoxirribonucleico. Es decir, la molécula que alberga las instrucciones genéticas necesarias para el desarrollo y funcionamiento de los seres vivos. En síntesis, viene a ser la realidad del código de la vida, transmitido de padres a hijos. Se trata de un elemento que está compuesto por dos cadenas que se enrollan formando una doble hélice. Estos elementos están formados por unidades llamadas nucleótidos, que a su vez contienen azúcar, fosfato, además de cuatro bases nitrogenadas.

     El ADN se encuentra impregnado en las células, de modo especial en el núcleo (ADN nuclear) y en las mitocondrias (ADN mitocondrial). El ADN codifica la información genética para producir proteínas, las mismas que generan la mayor parte de las funciones del organismo. 

    ¿Cuántos peruanos murieron durante la ocupación de 300 años de España en el Perú? En realidad, es casi imposible conocer el número de peruanos muertos, como consecuencia de una permanente política de exterminio, a base de trabajos forzados. Sin embargo, los cálculos más pesimistas señalan que se trata de 40 millones de seres humanos.

     Ahora resulta imposible hallar los restos humanos de Fernandito debido a que fue enterrado, como indigente en una fosa común. Por lo que sus huesos quedarán para siempre en España, como eterno testimonio del grave daño que nos hecho. La colonia se sostuvo sobre cadáveres cuyos restos fecundan la tierra. Es así como se cumplirá el hecho de que la palabra España, signifique invasión, terror, ocupación,  robo, saqueo, esclavitud, dolor e inhumanidad.   

   Los restos humanos de Fernando Túpac Amaru nunca regresarán al Perú y ese hecho servirá para una permanente reflexión crítica de las futuras generaciones de peruanos. Dejarán que Fernandito repose por los siglos donde está. Pero será una herida que nunca, jamás cicatrizará. Su ejemplo al haber resistido a todo el dolor por los abusos cometidos contra él, desde la prisión de San Felipe en el Callao, como en las lóbregas prisiones de Madrid, será una referencia ética y moral.     

      Entonces, ahora nosotros le pedimos perdón a Fernando Túpac Bastidas que  nos está escuchando, por la grosera afrenta que se ha hecho a su memoria. No hemos sido los peruanos de buena fe, que hemos inventado la patraña de tierra simbólica. Nadie tampoco ha creído que de esa manera se cierran para siempre las graves heridas, que nos ha infringido y dejado España, durante tanto tiempo de invasión, ocupación, violencia inhumana, terror y coloniaje. Ya vendrán historiadores con mentalidad descolonial que escriban la verdadera Historia del Perú.

      Fernandito falleció el 30 de junio de 1798 en Madrid. Pero está vivo en la memoria del pueblo peruano que no perdonará nunca todo cuanto España, le hizo padecer desde los 14 años de su dolorosa niñez, hasta matarlo de una “grave melancolía y de hambre”, tal como señala su partida de defunción.

Fernando Túpac Amaru Bastidas
    Fernandito es ahora la lluvia que fecunda los campos de trigo y cebada. Regresa en el tiempo sideral para cantar en las orillas del mar. Dirige la rotación de los planetas y los solsticios. Es pan nuestro de los pobres. Acompaña a nuestro pueblo en los mítines y reclamos de las grandes mayorías invencibles. Defiende los derechos de los pobres. Habla en el viento para decirnos que el Perú es invencible frente al dolor, las traiciones y la muerte.

     Fernandito es el viento que recorre toda la geografía del Perú, es la lluvia que fecunda los sembríos de trigo, quinua y cebada. Es el lucero del amanecer. Canta con su charango de quirqincho cuando cae la nieve en los Andes. Recorre todos los caminos en las mañanas, regresa para renovar al tiempo. Está en las quenas y zampoñas de niños pastores cuando regresan del otro lado del otoño. Es la voz de quienes reclaman la construcción de una nueva sociedad, en la que el pan social llegue a las mayorías desamparadas. Es la voz del pueblo que no tiene miedo a la muerte. Llega con la primera lluvia que alimenta las raíces de los árboles y los vegetales. Todos los niños se parecen a Fernandito, tienen la dulzura de su mirada, la magia de su sonrisa y encanto de su voz. Fernandito dirige el eterno curso las constelaciones. Regresa desde el fondo del tiempo sideral. Viene, nos abraza y se pone a caminar hacia donde terminan las columnas que sostienen al universo. Quisieron matarlo poco a poco para que sufra más. España lo dejó crecer en las más horrendas prisiones, creyendo que se convertiría en un enajenado. Pero resistió pensando en el ejemplo de sus padres, de sus hermanos, sobre todo de su pueblo agredido, esclavizado y martirizado. Fernandito es el pasado, presente y futuro. Está aquí, nos está escuchando, está en la conciencia del pueblo peruano. Su sangre, así como el de sus padres y hermanos, fecundan los sembríos de los ayllus, estancias y comunidades campesinas y así los frutos sean más dulces. Fernandito está en el gorjeo de las aves cordilleranas. Todas las tardes canta en las orillas del mar con su guitarra de nieve. Está escuchándonos porque personas como él nunca mueren.   

    Está presente en todas las marchas del pueblo peruano, abrazado con las grandes mayorías que no tienen miedo a la represión ni a la muerte que reconstruirán el Perú, piedra por piedra, desde sus cimientos.

José Luis Ayala 

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