MISMAMENTE
César
Hildebrandt
S |
En
HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 720, 14FEB25
e activan las quebradas. Cada año es lo mismo. Cada
año vienen las lluvias altoandinas.
Cada año hay torrenteras, familias asustadas en
orillas de ríos crecidos, ruidos de agua furiosa.
Y cada año, los canales de TV repiten la ceremonia
cubriendo la noticia y preguntando lo obvio mientras describen lo que las
cámaras muestran sin necesidad de verborrea.
Todos los años es lo mismo. El Perú es mismamente
igual.
¿No podemos prever?
No. Eso requiere inversiones, científicos al día,
ingenieros que no se presten a sobreprecios, gobiernos regionales que no
roben.
Eso es demasiado pedir para un país que acepta que
un congreso de hampones y una presidenta reducidora de alhajas y con hermano
prófugo dominen la escena.
Las lluvias del diluvio serían bendición si hace
cien años hubiéramos empezado a construir las obras que nos permitieran
guardar en reservorios una buena parte de esa demasía.
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"Ingenieril" |
Cuando el guano nos sobraba, nos entretuvimos en comprar
ferrocarriles que fueron precozmente inútiles. Después, nos dedicamos a lo
nuestro: el mercantilismo con apellido, las obras públicas con adendas, el
reparto de cargos, la lotería de las embajadas, las compras directas, el
copamiento de las instituciones, la construcción de ese paradójico autoritarismo
que termina fomentando la anarquía.
Es decir, lo de ahora. Mismamente.
Caen los lodos como todos los años. Y todos los años
de los últimos años caen los lodos de gobiernos como este, que es réplica del
gran terremoto fujimorista de los 90: la destrucción ingenieril de la dignidad
ciudadana, la fabricación de manadas, el control metastásico de todos los
poderes, el descrédito de la buena fe, la prostitución del concepto de
democracia. Fujimori se montó sobre las ruinas de un país roto por el
terrorismo y la inflación y creó un Estado de emergencia que tuvo vocación de
permanencia.
Es cierto que Boluarte no es tan eficaz y que hoy
salen por allí, felizmente, autoridades que deciden enfrentar la embestida.
Pero el modelo es el mismo que concibió Fujimori: la república andina de
Manchukuo en la que cualquier pobre diablo se sentía par de Puyi, el emperador
títere.
Esta quietud fatal del Perú obliga a politólogos y
columnistas, como el que suscribe, a repetirse, a reincidir en el lado
sombreado, a cansarse (y cansar) describiendo un paisaje inmóvil. La película
del Perú se atascó en el proyector, se paralizó en un fotograma, y los críticos
que estamos en la sala fingimos que la función continúa.
No hay película. Somos un país interrumpido.
Eso es lo que la naturaleza nos recuerda cada
verano.
Y eso es lo que la política nos saca en cara cada
día.
No hay un solo congresista actual que le hubiese
cargado el maletín a quienes enaltecieron la función parlamentaria con sus
discursos, su historia personal, sus libros, el peso de su personalidad. Es que
Waldemar Cerrón reemplazó a Javier Diez Canseco. Es que a Mario Polar lo
sustituyó un almirante que navega en mares viejos. Es que el sitio de Valle
Riestra lo ocupa hoy alguien que perdió la gramática en un tumulto. Pero no
sólo es el congreso del hampa. Es que el lugar de Luis Bedoya lo ocupa un
chanchito ferroviario. Es que al difunto Manuel Dammert lo reemplaza un zombi
de Patria Roja. Es que en vez de Manuel D’Ornellas tenemos a Willax.
¿Cómo es que llegamos a elegir pericotes en vez de
parlamentarios? ¿Cómo es que los noticieros parecen conducidos por tarados?
¿Cómo es que buena parte de la prensa escrita es papel manchado y sin talento?
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En el día de los enamorados |
Y lo peor no es lo que hemos pasado. Lo más agudo de
la crisis nacional que vivimos puede ocurrir el 2026. ¿Volveremos a optar por
carne de presidio, cómicos de la legua, vendedores de sebo de culebra,
fujimoristas tatuados?
Me temo que sí.
Mi esperanza, sin embargo, es que surja en el camino
alguien que nos proponga rehacernos y que nos diga la verdad: no saldremos del
coma histórico mientras repitamos la fórmula del desastre. Y esa fórmula
odiosa es la del desorden esencial, la picaresca generalizada, la meritocracia
olvidada, la democracia quinquenal, el privatismo pirata, el descentralismo
entendido como repartija, las
instituciones débiles, la ilegalidad comok0 mecanismo paralelo. Mismamente. <+>
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