POR LA JUVENTUD
REVOLUCIONARIA
Escribe: Milciades Ruiz
Hemos
llegado al mes de los vientos, en el ciclo anual para el hemisferio sur del
planeta. Los niños podrán elevar sus cometas. El oscuro invierno va quedando
atrás y pronto llegará la primavera en la que todo florece. Así también, en
nuestro ciclo de vida, llegamos a la juventud, que es la etapa decisiva, la más
heroica y gloriosa de nuestra existencia.
En esta
etapa definimos nuestra personalidad. Nos orientamos por los valores que
estimulan nuestros esfuerzos en procura de lograr la superación personal y
social. No todos tenemos las mismas posibilidades, pues mucho depende de las
condiciones materiales en las que llegamos a esta etapa y, de las condiciones
sociales en el contexto histórico.
Respondemos
políticamente a esas condiciones asumiendo los retos que nos depara la historia
para nuestro tiempo. De esa respuesta, depende el futuro nacional. Nuestro
país, no hubiese cambiado su situación feudal, si la generación de jóvenes de
la década de 1960, no hubiese asumido su rol histórico. Han sido los jóvenes
chilenos, los que han obligado a cambiar la Carta Magna de su país. Los
ejemplos son muchos.
Los jóvenes de un pueblo que sufre, absorben la problemática social y toman iniciativas en busca de soluciones, para acabar con las causas de los padecimientos. Son rebeldes porque están disconformes con las condiciones imperantes. Cambiar esta situación se convierte en un ideal supremo. Son ellos, los que traen la renovación venciendo la resistencia del conservadurismo que se aferra al sistema decadente.
Las grandes rebeliones como las de Túpac Amaru II, han tenido en la juventud, su mayor masa combativa. Todas las conquistas sociales tienen como principal fuerza a la juventud que las impulsó. Es la que gana las guerras y, todas las victorias se la debemos a ella, que lo da todo por los ideales de superación. Jóvenes revolucionarios como Javier Heraud, son gestores de la liberación humana.
Pero el rol histórico de la juventud no es solo de fuerza. Se recurre a ella solo cuando la necesidad obliga. En el desarrollo de los pueblos, la juventud tiene un rol multidimensional, que constituye la base de sustentación para el mejoramiento de las condiciones de vida, en toda época histórica. Son los jóvenes, los más emprendedores en el campo del deporte, ciencia, tecnología, negocios, arte, política, etc.
Según la
calidad de la juventud, es que tendremos los líderes del mañana. No solo en las
tareas de gobierno, sino también, como conductores en todos los sectores de la
vida nacional. Esto, le da a la juventud un rol estratégico en el desarrollo de
la patria. El apoyo a la juventud nacional, es como sembrar para obtener buena
cosecha de desarrollo humano.
Siendo así,
tan fundamental y estratégico, ¿Cómo es que nuestro país no tiene una política
de estado que le preste la máxima atención a la juventud? No hay, una entidad
encargada específicamente de desarrollar sus capacidades, para que tengamos una
base, un semillero de alto rendimiento en la sostenibilidad del futuro
nacional.
Nos preocupamos por los recursos naturales, pero no, por nuestros recursos humanos, que están por encima de todo. Abogamos por la pureza del agua, del medio ambiente, pero no por la pureza de nuestro semillero social. Hoy seríamos mejores personas, si hubiésemos tenido el apoyo de un estado promotor del desarrollo juvenil y no tendríamos que lamentar la pésima calidad de nuestros gobernantes ineptos.
La visión
de la problemática nacional, del desarrollo del país, las proyecciones hacia el
futuro, los objetivos y metas de la sociedad, la fisiología económica, social y
política, deberían ser parte de la formación de la juventud peruana. Se ganaría
mucho enseñándoles la elaboración de proyectos de desarrollo, manejo de
instrumentos financieros para viabilizar iniciativas, formulación legislativa,
entre otras habilidades.
Así, NO |
Para ellos!
Hay
experiencias nacionales interesantes en el despliegue juvenil. Cuando la
iglesia cristiana tomó partido por los pobres, en la década de 1960, dio margen
para el surgimiento de la “teología de la liberación” solidarizándose con las
demandas populares. Surgió el Movimiento Sindical Cristiano -MOSICP y era la
iglesia la que estimulaba las iniciativas de jóvenes católicos que, en gran
número salían al campo a organizar sindicatos campesinos.
Otra
experiencia interesante fue la que propició el gobierno de Velasco, con el Área
Juvenil, del SINAMOS. Amparados por el estado, los jóvenes participaban en el
programa “Trabajo Popular Universitario- TPU. Compartían las faenas agrícolas,
al mismo tiempo que intercambiaban ideas sobre la realidad nacional y la
asociatividad empresarial. Muy distinto fue lo que hizo Fujimori, metiendo
tanques de guerra a los claustros universitarios.
Pero
también, los partidos políticos daban acceso institucionalizado a los jóvenes
militantes, preparándolos como cuadros políticos o, futuros dirigentes. Todo eso
se ha retraído y los jóvenes optan ahora por crear colectivos políticos, ante
el desamparo en el que se encuentran. Los jóvenes necesitan orientación
ideológica, pero los referentes no cubren la necesidad y decepcionan con su
falta de claridad en estos días de incertidumbre.
Hay un
vacío de liderazgo que resulta negativo. Tengamos en cuenta que, una mala
orientación de la juventud, puede conducir a su descarrilamiento cuando se
pierde el equilibrio de la racionalidad, primando el fanatismo y la intolerancia.
Por ejemplo, en nuestro país, los jóvenes maoístas imitando a los guardias
rojos de China, se radicalizaron extremadamente en la década de 1980, queriendo
imponer sus ideas a la fuerza, degenerando en terrorismo.
Por eso es
importante que la juventud aprenda a entender las leyes de la naturaleza. Los
principios del universo le darán las armas para desarrollarse mejor, siendo
certeros en la interpretación de los hechos, análisis y conclusiones. Lo que
distingue a los jóvenes revolucionarios es su conducta racional, pues actúan
por convicción de conocimiento y no por emotividad.
El 12 de
agosto, es el “Día Internacional de la Juventud”. Va mi saludo a la juventud
peruana. Más que celebrar, hay que plantearse tareas que podamos realizar para
elevar la calidad generacional de nuestros jóvenes. Contribuir con nuestra
experiencia a esclarecer situaciones que orienten a la juventud, es nuestra
obligación. Es una tarea que deberíamos asumir responsablemente. Salvo mejor
parecer.
Agosto 9- 2022
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