EL PEDIDO DE VACANCIA PRESIDENCIAL COMO INMORALIDAD
Por Jorge
Rendón Vásquez
Para nada
parece ya extraño vivir en una ciénaga. Aunque algunos no nos habituemos a
ella, no tenemos otro habitat social y tenemos que caminar por calles y plazas,
cuidando de no rozarnos y, mucho más, de no contaminarnos. No bastan las dos
mascarillas.
Ciro Alegría
tituló su magistral novela con la expresión El mundo es ancho y ajeno.
Solo con ella hubiera pasado a la posteridad, porque denuncia la realidad social
que nos englute al trasponer las puertas de nuestras casas: un mundo ancho
donde todo puede pasar, y ajeno porque no depende de nosotros, sino de los
demás. Podemos ser vejados o robados; alguien puede chocarnos; un policía puede
ordenar la detención de nuestro automóvil y atribuirnos una infracción porque
quiere una coima; si requerimos un servicio público, tenemos que rogarles
incluso a los porteros para que nos permitan ponernos en la cola.
Por supuesto,
para los otros, para los que salen a agredir, abusar, discriminar, robar,
estafar o matar, el mundo es también ancho, pero no ajeno. Es de ellos.
En 1934,
Enrique Santos Discépolo, el gran bardo argentino, reflexionando sobre el mundo
en el cual tuvo que vivir, dijo en su tango Cambalache:
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafáos, contentos y
amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente ya no
hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos
manoseaos.
Hoy
resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro,
generoso, estafador.
¡Todo
es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay
aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao...
Si uno
vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura,
colchonero, rey de bastos, caradura o
polizón.”
Creo que se
equivocó cuando dijo “en el dos mil también”. Lo correcto era “En el tres mil
también”.
En síntesis,
este mundo está gobernado en gran parte por la inmoralidad. Para quienes tienen
la sartén por el mango es válido todo lo inmoral. Pero, ateniéndose a los usos
y costumbres, tienen que recubrir y bruñir la inmoralidad de legalidad. Y, si
la objetan unos pocos, poquísimos, los inmorales tachan a estos de disfuncionales.
Está por ser considerada
en el Congreso una moción para declarar la vacancia de la Presidencia de la
República, arguyendo una “permanente incapacidad moral” del Presidente. Las
siete causas alegadas por sus ponentes nada tienen que ver con la moral, ni con
una supuesta y permanente incapacidad moral.
Sin embargo, cualquiera que sea lo que ellos entiendan por moral y por
incapacidad moral, lo primero que debería figurar como antecedente de derecho en
su pedido es una definición de moral, de la cual se pueda inferir que un
comportamiento determinado es no moral o inmoral por no ajustarse a esa
definición. Y bien, no la han dado, ni podrían darla, primero, porque no hay
una definición legal de moral y, segundo, porque la moral pertenece al campo de
la Ética, o parte de la Filosofía que trata del comportamiento humano en
relación a ciertos valores, rectores de la convivencia social que están más
allá del derecho y no pueden ser considerados para decidir sobre la aplicación
de las sanciones. Por eso, el principio
nullum crimen nulla poena sine lege
(no hay pena ni crimen sin ley) es absoluto y, con tal carácter, lo
recoge la Constitución: “Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión
que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera
expresa e inequívoca, como infracción punible; ni sancionado con pena no
prevista en la ley.” (art. 2º-24.d).
Llamar al Congreso a un Presidente de
la República, alegando permanente incapacidad moral, para desposeerlo de su
cargo, es someterlo a un proceso por hechos no definidos por la ley como
infracciones punibles.
Ya he
demostrado que la llamada “incapacidad moral permanente” en la Constitución se
refiere a la incapacidad mental permanente que es distinta de la
incapacidad física, y que ambas tienen que ser comprobadas por funcionarios
médicos competentes (mi comento del 2/12/2021).
Pero, a los
congresistas firmantes del pedido de vacancia no les interesan ni la semántica
ni la etiología de la expresión “incapacidad moral permanente”. Quieren la
vacancia a toda costa; la han planeado y lo dijeron desde que Pedro Castillo,
un maestro de escuela honesto, fue declarado ganador en la segunda vuelta. Lo
que les importa es conseguir los 87 votos para declararla.
Ahora bien,
¿no es esto inmoral?
En este concierto de inmoralidad intervienen como músicos los congresistas de la derecha recalcitrante, sus activistas políticos y candidatos a la Presidencia frustrados, una fracción del poder empresarial blanco que cree que la Presidencia de la República les ha sido arrebatada indebidamente por un maestro de escuela del pueblo distinto de ellos, lo que no perdonan. Los solos en esta orquesta están a cargo de periodistas alquilados, y de los periódicos y canales de TV y radios del poder empresarial.
Es el reinado
de la inmoralidad, como una fase de la corrupción; la inmoralidad juzgando a la
moral.
Ya se la aplicaron
a Martín Vizcarra el 9 de noviembre de 1920. El presidente del Congreso en ese
momento (un acciopopulista) quería la presidencia de la República, buscó los
votos y los obtuvo, 68 de los cuales fueron de congresistas con procesos penales
en curso. No bien le pusieron la banda, se trasladó al Palacio de Gobierno y su
primera medida fue ordenar que les metieran bala a los jóvenes manifestantes
que protestaban contra la inmoralidad de los congresistas que aprobaron la
vacancia. Y es posible que no se haya contentado con hacer matar a dos y herir
a otros. La protesta popular creció y tuvo que renunciar.
“Los
inmorales nos han igualao.” Pero esta vez, contra lo que quieren, están
educando a las mayorías populares en la enseñanza de que ellas tendrán que
juzgar, en algún momento, a esos inmorales.
¿Las nociones
de moral y Estado de derecho están al alcance de sus ofensores? Un predicador
que recorría Galilea hace 2000 años dijo en cierta ocasión: “Nolite dare
sanctum canibus neque mittatis margaritas vestras ante porcos ne forte
conculcent eas pedibus suis et conversi disrumpant vos.” (No deis las cosas
santas a los perros ni arrojeis vuestras perlas a los puercos, no sea que las
pisoteen con sus pies y revolviéndose os destrocen. Evangelio de San Mateo,
7-6). La palabra latina margaritas, que se traduce como perlas, ha
pasado a la máxima margaritas para los cerdos.
(Comentos,
4/12/2021)
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