domingo, 28 de noviembre de 2021

MAS SOBRE LAS PANDILLA PUNEÑA

 LA PANDILA PUNEÑA Y LIVIA BÉJAR COASACA

VIAJE DE LA MEMORIA

 José Luis Ayala

 Una de las danzas real maravillosas de América Latina, es sin duda el baile de la Pandilla puneña. Se trata de la expresión de un sentimiento social cultivado por sectores antes segregados, pero que con la proletarización cultural ha tomado un lugar expectante. Las nuevas ciencias sociales señalan que se trata de un acto reivindicativo. Es decir, la cultura que antes era despreciada, hoy representa la pluridentidad, la posmodernidad de la cosmogonía en movimiento.

Todo baile es sensual, representa a una clase social en busca y preservación de su esencia para sobrevivir, a la imposición de la cultura dominante. Tiene sus propias características musicales, movimientos, disciplina y tradición. Pero al mismo tiempo representa tradición y cambio dialéctico. Nada permanece eterno, estático. Como dice Heráclito de Éfeso: “Todo fluye, somos y no somos”

El libro “La pandilla puneña”, cuya autora es Livia Béjar Coasaca, es un trabajo de historia regional, etnografía humana, evolución social, memoria colectiva y subconsciente en movimiento. Representa a una parte esencial de lo que se llama la cholada y que ha conseguido tener una jerarquía en la alegría colectiva. Antes la sociedad mestiza y dominante, los gamonales bailaban con las cholas. Ahora son los cholos que bailan sin necesidad de disfrazarse.       
 
Hasta que apareció la palabra “pandilla” y así se denominó a la mágica alegría colectiva andina, al embriagador movimiento cosmogónico. Como dice Livia Béjar Coasaca cuando se refiere a las mujeres que determinaron organizar el inicio de los conjuntos. “Podemos mencionar –dice– también como anfitrionas, que organizaban estas juntas en los carnavales, a la señora Petronila Vásquez, esposa de Manuel ‘Manongo’ Montesinos, quien no era cojo. La inadecuada referencia histórica se ha popularizado, de que el señor Montesinos era cojo. Fue más bien un gran músico acordeonista e impulsor de la pandilla puneña. Quien sí fue cojito fue Agustín Dávila, peluquero de oficio, quien introdujo el paso del cojeo y uno de los primeros bastoneros, según el testimonio de Armando Zea Arismendi, quien manifestó haberlo conocido, personalmente”.                  

La pandilla puneña, como muchas creaciones populares colectivas obedecen a insurgencia de nuevos grupos de poder y que necesitan su propio espacio. Ese hecho ocurre permanentemente y cuando hay colisiones, en sociología se denomina el bien limitado. Como nada es permanente ni eterno, los llamados “guías” buscan su propio espacio para demostrar el poder o necesidad de arribar, para tener su espacio y control de lo que ha conquistado. Todos los conjuntos musicales están vinculados por residencia de barrios, oficios, parentesco y vínculos sociales.

Livia Béjar señala: “No existían todavía los conjuntos o agrupaciones más tradicionales en la ciudad de Puno, que hoy son reconocidos. Sino que se trataba de un grupo de familias que en diferentes domicilios organizaban las reuniones del carnaval y terminaban bailando la pandilla. Tal vez trasladándose de una casa a la otra en trechos cortos. Lamentablemente muchas de estas familias hoy quedan en el anonimato y ha perdido su protagonismo. Cuenta Doris Díaz, hija del músico Pilar Díaz que su mamá doña Martina Barrios García y Juan Pari, organizaban su pandilla de familias y amigos, que posteriormente daría origen a la pandilla Dunker Lavalle de corta existencia. Parte de los músicos de este conjunto formarían posteriormente la Lira Puno”. 2


Sin duda la pequeña burguesía local compuesta por terratenientes, grandes comerciantes y funcionarios públicos, debido al ferrocarril entre Mollendo, Arequipa, Puno, Cusco y la Paz (Bolivia), acumuló una gran fortuna. Pero tenía su propia alegría intransferible de clase dominante. Los cholos y cholas a lo máximo que podían aspirar era ser comerciantes menores, trabajadores libres. Por tanto, cada clase social tenía o creó su propia forma de manifestar sus frustraciones, conquistas o  alegrías colectivas.

Livia Béjar Cosaca, que conoce el tema a profundidad afirma que la pandilla puneña: “De la época en que ya se formaron los conjuntos pandilleros, no podemos dejar de mencionar al Círculo Unión Puno, Conjunto Pandillero La Lira Puno, Centro de Arte Vernacular Los Íntimos de Puno. Posteriormente Centro Musical y de Danzas Theodoro Valcárcel, Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro (APAFIT), Asociación Cultural y Pandillera María Auxiliadora”.

Gamaliel Churata en 1922 convivía con Inés Tresierra, hija del cura Tresierra. De modo que los Orqopata tenían acceso a las sotanas del cura. Chutara organizó una pandilla, se disfrazaron de cholas: Dante Nava, Inocencio Mamani, Emilio Vásquez, Carlos Pacho, el loco Sánchez y Demetrio Peralta, acompañados de tres criadas de la familia Peralta. Churata encabezó la pandilla vestido de cura. Vestidos con sotanas del cura Tresierra: Emilio Romero, Mateo Jaika, Emilio Armaza, Aurelio Martínez, Eduardo Fournier, Joaquín Chávez, Inocencio Mamani, Pedro Gutiérrez y carpintero Pedro Tintaya.

Un conjunto de músicos hacía bailar a cholas sensuales con curas ataviados con mantones de manila y bastante serpentina. Todo empezó en la calle Tacna y llegaron hasta la recova. La policía hizo parar a la música y todos fueron detenidos. El Dr. Francisco Chuquihuanca Ayulo, arguyó en la comisaría, que los curas tenían derecho a beber, bailar, cantar, llorar, acariciar y enamorar a las cholas ricas igual que los mestizos.                     

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1.- Livia Béjar Cosaca. Fantasía pandillera. Pág. 8.  Impresión: Imprenta Eligraf. 2020 Arequipa 

2.- Livia Béjar Cosaca. Fantasía pandillera. Pág. 9. Impresión: Imprenta Eligraf. 2020   Arequipa 

 

 

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