EL REINO LUPAQA
EN LA COLONIA Y EN LA EMANCIPACIÓN*
Carlos Zanolli y Dolores Estruch
A |
Reinos o señoríos collas (Aimaras) |
Con temperaturas extremas anuales que oscilan entre los 2 y
los 14 grados centígrados y con lluvias que no superan los 800 mm anuales, la
región sólo es apta para cierto tipo de agricultura a la vez que para el
engorde de ganado.
Los lupaqa superaron la adversidad del paisaje a partir del
control de otros pisos ecológicos: su complementariedad se extendía a los
valles de Sama, Moquegua y Lluta, que desembocan en el océano Pacífico y
también a la vertiente oriental del lago en la provincia de Larecaja.
Hyslop y Mujica han señalado la posibilidad de que la ubicación
de los lupaqa a la llegada de los españoles se haya debido al accionar de los
incas quienes luego de haberlos sometido los "habrían obligado a abandonar
sus establecimientos y pukara de los cerros" para reubicarlos en Chuchito,
su pueblo principal en ese momento y en las otras seis cabeceras.
Según el mismo autor, el Tawantinsuyu habría "obtenido
sus recursos por encima y al margen de la población" distinguiendo la
forma del dominio político del económico. En el primer caso se habría forzado
el abandono de los viejos lugares de residencia a fin de lograr un mejor
control político-administrativo de la población. En el segundo, simplemente se
habría establecido un sistema económico por encima de los lupaqa, respetando su
modo de complementariedad económica.
Durante el dominio incaico los lupaqa cayeron en las
generales de la ley del imperio en lo que a unificación de pautas culturales y
de comportamiento económico se refiere. Así, además de reubicados, muchos
fueron trasladados al gran enclave económico que significó el valle de
Cochabamba.
Al poco tiempo de la caída del imperio, por Real Cédula del
8 de marzo de 1534 y por cédula del 6 de noviembre de 15354 los lupaqa fueron
encomendados en cabeza de su majestad. Para autores como Salles, "aquella
situación de privilegio" habría estado asociada a ciertas ventajas
conservadas dentro de la estructura imperial, pero más allá de los motivos en
que se fundase, entendemos que esta situación privilegiada era verdaderamente
relativa. En tanto dependía directamente de la Corona, la provincia de Chucuito
no tenía encomenderos privados que actuaran de intermediarios, aunque sí
contaba con la presencia de contadores, recaudadores de impuestos y visitadores
reales quienes, en visita de inspección, iban a controlar los dominios del rey
y a establecer las tasas tributarias. Para que esta tributación llegara a
establecerse de manera efectiva, fue necesario esperar la tasación del marqués
Cañete, virrey del Perú (1556-1561), en el año 1559. La tasa que este había
fijado para Chucuito representaba un total de 1.000 piezas de ropa y 18.000
pesos ensayados que las comunidades pagaban enviando mitayos a las
recientemente descubiertas minas de plata de Potosí. "Esta no era la
primera experiencia de los indios de Chucuito en las minas: ya en tiempos
prehispánicos estos eran trasladados a Parco a extraer plata y a Chuquiabo a
producir oro, para poder así cumplir con el tributo al Inca".
Como en muchos otros casos, las autoridades españolas
reutilizaron, en provecho propio, mecanismos tradicionales o conocidos. Para
los tiempos del virrey Cañete, los contingentes de indios que se despachaban
anualmente a Potosí aseguraron el circulante necesario para pagar el tributo
real y presagiaron la organización de la mita minera toledana (1572). Desde
principios de la década de 1560 en adelante, alrededor de 500 hombres, enviados
de las siete cabeceras de Chucuito a trabajar a la "Villa Real de
Potosí", fueron un primer "indicio" de las remesas de mano de
obra que garantizarían a la corona española la más espectacular producción de
minerales que tendría a lo largo de su dominio en las Indias. Indio colla, por SABOGAL
Los indios de Chucuito, tal como había advertido el cronista Cieza de León en su paso por la provincia a mediados del siglo XVI, eran muy "ricos de ganado"7 y si el circulante para el pago de! tributo de Chucuito se aseguraba a través de! traslado de mitayos a Potosí, los tejidos que se debían a la Corona eran producidos a partir de lana del "ganado de la tierra" (alpacas y llamas) y del "ganado de Castilla" (ovejas) trabajada por los indígenas que quedaban en los distintos pueblos.
Los dominicos, primeros religiosos presentes en la provincia
de Chucuito (1542-1573), no demoraron en edificar iglesias y conventos, así
como en advertir que el ganado "de la comunidad" ofrecía ventajosos
negocios. En 1560 los frailes incautaron el ganado "de la tierra"
para sustituirlo por ovejas, en una transacción que les dejó no pocos réditos y
que les permitió el establecimiento de un obraje para producir "frazadas,
paños y sayas'".
Años más tarde, cuando en la provincia se llevó a cabo la
famosa visita de Garci Diez de San Miguel (1567), las irregularidades que estos
religiosos presentaron en el desarrollo de su misión serían duramente
expuestas. En respuesta a ello, en 1573, Francisco de Toledo -quinto virrey del
Perú- envió a su secretario privado a los fines de realizar una nueva visita de
inspección que terminaría definiendo la expulsión de los frailes dominicos de
la provincia y el ingreso del clero secular y de la Compañía de Jesús.
No fueron pocos los cambios que se vivieron en Chucuito a
partir de la llegada de Francisco de Toledo al Virreinato del Perú (1569).
Parte del proceso de reorganización de la sociedad indígena, impulsada por sus
reformas, implicó la aparición de nuevos actores sociales y el establecimiento
de un sistema de reducciones. A partir de la política de reasentamientos,
Toledo buscó facilitar el reclutamiento de mano de obra, la evangelización y el
cobro de tributos reduciendo la población indígena a lugares bajos y
accesibles.
Las trazas de los nuevos "pueblos de indios", que
vinieron a repetir la experiencia urbana hispana a lo largo del Virreinato,
provocaron importantes transformaciones en la vida socio-económica y política
de las comunidades andinas. Sin embargo, para la provincia de Chucuito, el
virrey estableció una disposición especial, conforme a que allí existían
"pueblos muy grandes y compatibles para las doctrinas", indicó a los
visitadores que "los dejarán estar (...) según y de la manera que ahora
están".
Las estrategias para hacer frente a las demandas e
imposiciones del gobierno colonial se diversificaron a lo largo del siglo XVII.
La congregación en pueblos de reducción fue muchas veces resistida y muchos
optaron por dar inicio a un movimiento migratorio que, lejos de llevarlos a
abandonar las áreas bajo dominio español, los hizo reaparecer bajo el estatus
de forasteros o yanaconas, a veces aún dentro de la misma provincia, como
veremos en el caso de Juli. De esta forma, las comunidades de Chucuito buscaron
oportunidades dentro de una nueva realidad, tanto de modo individual como
colectivo.
Ya en las primeras décadas del siglo XVII, las estrategias
desplegadas por los indígenas frente a la constante presión colonial y la
corrupción de los estratos intermedios de gobierno, sobre todo los
corregidores, redujeron la mano de obra disponible para e! desarrollo de las
actividades económicas, provocando una fuerte retracción de las mismas,
situación que fue acompañada por las limitaciones propias de! mercado interno
colonial. Ambos problemas fueron una constante preocupación tanto para las
autoridades virreinales como para criollos y peninsulares en América y se
intentó superarlos a través del sistema de repartimientos mercantiles, surgido
en el siglo XVII pero con un desarrollo extendido y consolidado en el XVIII.
A fines de este siglo, la mayor rebelión ocurrida en la
historia de América hispano-colonial comenzó -bajo el liderazgo de Túpac Amaru-
como un levantamiento que se propagó rápidamente hasta adquirir importantes
dimensiones. La provincia de Chucuito no tardó en quedar integrada dentro de la
red de intrigas, enfrentamientos y conspiraciones que sacudieron los años que
corrieron entre 1780 y 1783."Lluch'unis"
Dentro de las escasas menciones que ha hecho la bibliografía
sobre la participación de Chucuito en la "gran rebelión" sobresale la
idea de que "los indios lupaca de Chucuito no respondieron al llamado de Túpac
Amaru". Al respecto, consideramos que si bien Don José Toribio Castillo
-cacique de Pomata- y Don Miguel Guamansango -cacique de Chucuito-
decididamente brindaron apoyo a las tropas realistas.
Hacia el interior de la provincia se dieron variadas
situaciones. Promediando el mes de noviembre de 1780, pocos días después de que
la captura del corregidor de Tinta diera inicio a la rebelión, don Ramón Moya y
Villareal, gobernador de Chucuito, convocó a los indios de su jurisdicción,
movilizándolos hacia la provincia de Lampa a fin de "contener por aquella
parte la fuerte irrupción del enemigo". Esta sería una de las primeras
"victorias" en las que los indios de la provincia se vieron
involucrados y que luego les valdría el recelo de los rebeldes.
Hacia marzo de 1781, las tropas al mando de los coroneles de
Túpac Amaru asolaron las poblaciones de las provincias de Puno y Chucuito.
Posteriormente, tomaron el poblado de Juli y obligaron a una rápida retirada
hacia el pueblo de Chucuito. Allí, por ser "paraje más ventajoso para la
defensa" se enviaron también pobladores de llave y Ácora. Sin embargo,
"ya era todo enemigo por las sujeciones a los contrarios, manteniéndose
sólo fieles entonces los indios de la ciudad de Chucuito y un corto número del
pueblo de Ácora".16 Luego de un intento fallido de resistencia, el pueblo
de Chucuito fue tomado por las tropas rebeldes, por lo que el mermado ejército
debió huir a refugiarse en la vecina ciudad de Arequipa. Sólo una vez
integrados a la columna de aquella ciudad, los hombres de Moya y Villareal
pudieron emprender con éxito su reingreso a la provincia.
Los primeros días de enero de 1782, una vez posicionados
dentro de la jurisdicción, estos recibieron a los indios de Ácora y de Chucuito
que acudieron a pedir perdón, "y aunque no concurrieron todos los comunes,
manteniéndose algunos individuos seducidos todavía de varios capitanes y
mandones en el partido de los rebeldes, dieron no obstante en general estas
señales de sumisión".
Por su parte, los indios de llave no solo no solicitaron el
perdón, sino que, apostándose en varios cerros, presentaron batalla. Pero, ante
los terribles castigos infligidos a los capitanes que fueron entregados por los
de Ácora, terminaron "bajando de los cerros y presentándose a nuestras
banderas". No obstante, fueron los indios de Pomata los que sobresalieron
en el combate al entregar a cuatro de los principales "que fomentaban allí
la rebelión" y dar muerte al "falso comandante" Melchor Laura.
Cuando tiempo después hizo su ingreso la columna de Arequipa
por la ciudad de Chucuito, a su paso los indios de la ciudad demostraron su
alegría "con danzas y arcos distribuidos desde una legua antes de llegar a
la población”. Sin embargo, estas demostraciones no lograron borrar el dolor de
ver arruinada y quemada la ciudad "sin hallarse en ella más que tal cual
rancho de indios una de las casas de los curas y las dos Iglesias".
Lupaqas en Puno |
Ya eran tiempos de paz, aunque también de temor. Tiempos de
planear la repoblación y reedificación de la provincia y hasta incluso de
imaginar la fortificación de aquellos parajes. Quedaba aún por atravesar el
largo período pos revolucionario denominado "el período del gran
miedo", durante el cual el sector español-criollo hizo importantes
esfuerzos por controlar a las comunidades indígenas, buscando evitar nuevos
alzamientos. Una etapa en la que se intensificó la división social en castas y
se fortaleció la brecha que separaba el mundo español arraigado en Lima, del
mundo indígena y, dentro de él, del "reino lupaqa", asentado en la
sierra.
En suma, y tal como se desprende de este recorrido
histórico, las incorporaciones al estado inca y posteriormente al estado
español colonial, alteraron profundamente la vida de las comunidades de
Chucuito, dando lugar al surgimiento de nuevas categorías, prácticas y
estrategias. Esos mismos indios de las siete cabeceras serán los "nuevos
ciudadanos" que vivirán la experiencia de atravesar las independencias del
siglo XIX. Ya bajo los ideales ilustrados de igualdad jurídica y política, será
la nación criolla la encargada de "reinventar' a estos indios de
comunidad, visualizándolos como una nación por fuera de la nación.
Sin dudas, las comunidades de Chucuito también participarán
de esta reinvención y lo harán defendiendo sus tierras, su cultura comunal y la
diversidad presente dentro de este espacio.
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*Publicado
en: CHUCUITO FRAGMENTOS DE UNA HISTORIA. Ed Centro Cultural Paco Urondo
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
2005. Difundido en punoculturaydesarrollo.blogspot.com
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