POLÍTICA GENERAL
DE GOBIERNO
Escribe: Milcíades Ruiz
L |
os hechos históricos no se
repiten, pero hay casos como en matemáticas que arrojan un mismo resultado. La
conquista del Tahuantinsuyo fue lo que se propusieron los tres socios de la
empresa española en 1526. Pero una vez logrado el objetivo, Pizarro no quiso
compartir los beneficios con sus socios, sino con sus hermanos, lo que indignó
a Almagro que había sido el sostén del operativo. Algo similar parece estar
sucediendo tras la conquista política del poder ejecutivo peruano.
El
15 de setiembre, el primer Consejo de Ministros del actual ejecutivo, aprobó la
Política General de Gobierno para el mandato de Pedro Castillo, sobre la base
de la actual constitución y las leyes respectivas promulgadas por Alan García y
Pedro P. Kuczynski, evidenciando el carácter de su gestión estatal, (carácter
de clase dirán algunos). Muy poco que ver con sus fuentes políticas ni con las
promesas electorales.
Se
publicó el 16 de octubre pasado, ya con otro gabinete, mediante Decreto
Supremo 164-2021-PCM, que ordena a toda la administración pública
proceder conforme a sus directivas, especificadas en 10 ejes de gobierno.
1:
Generación de bienestar y protección social con seguridad alimentaria.
2:
Reactivación económica y de actividades productivas con desarrollo agrario y
rural.
3:
Impulso de la ciencia, tecnología e innovación.
4:
Fortalecimiento del sistema educativo y recuperación de los aprendizajes.
5:
Descentralización, fortalecimiento institucional y del servicio civil
(burocracia).
6:
Fortalecimiento del sistema democrático, seguridad ciudadana y lucha contra la
corrupción, narcotráfico y terrorismo.
7:
Gestión eficiente de riesgos y amenazas a los derechos de las personas y su
entorno.
8:
Gobierno y transformación digital con equidad.
9:
Conducción de una diplomacia nacional, autónoma, democrática, social y
descentralizada.
10:
Estado Intercultural para la promoción de la diversidad cultural.
Cada
uno de estos lineamientos de gobierno, tiene desagregados que especifican los
criterios a tomar en cuenta al programarse las actividades estatales. Aunque el
texto está redactado en términos burocráticos, sin atisbos que lo relacionen
con el Plan de Gobierno del partido triunfante, ni con su ideología, tampoco
podrá decirse que hace la diferencia como gobernanza de izquierda,
diametralmente distinto a un gobierno de derecha. Pero esta es la mentalidad de
gobierno actual y no le podemos pedir peras al olmo, por más que se parezca a
un peral.
Este
hecho, no ha sido destacado por la prensa ni por los analistas políticos, quizá
porque no es nada novedoso, pero permite entender la mentalidad de la actual
administración gubernamental. Esta plataforma administrativa contiene
directivas puntuales para el desempeño de los ministros sectoriales. Podrá
haber poses demagógicas, pero mientras no haya dispositivo legal contrario, es
lo que regirá formalmente como pauta para el accionar estatal en este periodo
gubernamental.
Sin
embargo, ahora tenemos dos fuentes referenciales de gobierno, porque por otro
lado tenemos el Marco Macroeconómico Multianual formulado por el MEF para el
mismo periodo, que tampoco toma en cuenta las fuentes políticas del partido
ganador pues, tiene un horizonte diferente y, constituye la base del
presupuesto nacional para el 2022. Lo ideal hubiera sido que esta plataforma
administrativa hubiera sido la pauta previa a lo formulado por el MEF. Pero ya
está, en el camino se arregla la carga.
Al
leer los detalles de esta hoja de ruta, aparecen los resabios neoliberales de
“mercado laboral competitivo”, “Eficiencia económica en los mercados” “Atraer
inversión privada extranjera y nacional”. El “respeto a los tratados y
contratos suscritos”. Esto va a la par con instrucciones para el “Crecimiento
de exportaciones con valor agregado de manera sostenible y diversificada”, como
es el caso de las multinacionales de la agroexportación, cuyos latifundios
seguirán creciendo con las irrigaciones subsidiadas que se les otorgará.
“Garantizar
uso sostenible de recursos naturales, minerales e hidrobiológicos mejorando
cadenas de valor competitivas”. ¿Se refiere a las grandes empresas mineras y de
hidrocarburos que son las dueñas de esas cadenas? Estos sectores son los de más
alta conflictividad con las comunidades campesinas de la sierra y comunidades
nativas de la selva. Si no se aclaran estas directivas, los funcionarios que
aprueban los proyectos tendrán mucho margen de interpretación y corrupción.
Buen motivo para adendas artificiosas.
“Fortalecer
la gestión social y diálogo, para la prevención, manejo y seguimiento de
conflictos sociales y ambientales”. “Impulsar una cultura de diálogo y
concertación en la sociedad, como forma de garantizar la gobernabilidad y la
democracia”. El diálogo y concertación son buenas para el manejo de situaciones
complicadas, pero no es condicionante necesario que ate decisiones
imprescindibles. Es un “arma de doble filo” y las mesas de diálogo pueden
convertirse en mecedoras.
Esta
modalidad de ambigüedad política, fue la perdición del partido aprista que en
nombre del diálogo hizo alianza con su peor enemigo, el odriísmo que los
persiguió, encarceló, deportó y le causó muertes. Cuando los militantes
reclamaron, el dirigente nacional Ramiro Prialé, los acalló diciendo,
“conversar no es pactar”. La historia no se repite, pero los casos pueden ser
similares.
Esta
modalidad le costó caro al presidente Belaunde, por no tomar decisiones
ejecutivas a la espera del interminable diálogo y la concertación. Las
movilizaciones sociales reclamaban reforma agraria y nacionalización del
petróleo en manos de la International Petroleum Company. Esta presión, lo llevó
a la desesperación por falta de decisión, llegando al extremo de fingir una
nacionalización conversada que, al ser descubierta resultó falsa, precipitando
el golpe de estado patriótico que lo depuso.
El que gobierna dispone, con o sin diálogo. Es lo que hace el gerente general de toda entidad para sacar adelante a la misma, con el mayor éxito posible, sin estar supeditado al pre requisito de la concertación con sordos. Si no decide, por esperar que todos estén contentos con sus intenciones, entonces su gestión será ineficiente y motivará su remoción. Es que hay situaciones en las que hay que ser decidido. El débil de carácter tiene pocas posibilidades de triunfar por su miedo a luchar.
El
decreto también dispone: “Sentar las bases de una segunda reforma agraria para
la inclusión, otorgando acceso a más de dos millones de productores agrarios a
servicios de extensión, capacitación, asistencia técnica y crédito, promoviendo
la asociatividad y el cooperativismo”. ¿Sentar las bases, pero no la
edificación o, ejecución? Los agricultores no son pobres por falta de
servicios, sino, por el intercambio desigual. Nada contra la creciente
concentración de la riqueza, tierra y el agua en pocas manos.
“Impulsar
la industrialización rural y la transformación productiva del campo, con mejor
conectividad y planes de negocios para generar mayor valor agregado en los
productos agropecuarios y forestales”. Si esta directiva es con relación al
campesinado, no pasará de un buen deseo, pues este, carece de rentabilidad,
condición indispensable para acumular capital agroindustrial. La agroindustria
no es un negocio de pobres. Pero, en fin, queda mucho por precisar en este
decreto, lleno de buenos deseos.
En
todo caso, todos los enfoques de gobierno en este dispositivo, tampoco nos dan
esperanzas de cambio sustancial de la realidad nacional actual. No hay enfoque
de desarrollo nacional desde la perspectiva de izquierda. Los que pensaban que,
con esta administración por ser de izquierda, habría un cambio notorio en el
país, aunque no estructural, pero por lo menos popular, se quedarán
sorprendidos al leer dicho decreto que pinta de cuerpo entero al ejecutivo.
Solo
una fe ciega alentará nuestras esperanzas y si el presidente prefiere ser
asesorado por personajes ajenos a la izquierda, como es el caso de Ricardo
Belmont, y tener un partido político distinto al que lo encumbró, quizá los
almagristas le den la espalda y le declaren la guerra. El gobierno de Pedro
Castillo recién está empezando y queda mucho por recorrer. Hago estas
observaciones sin mala intención y si estoy equivocado, tendré que
rectificarme. ¿Y ustedes qué dicen?
Octubre
20, 2021
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