LECTURAS INTERESANTES Nº 975
LIMA - PUNO, PERÚ
31 JULIO 2020
DECEPCIÓN
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 500, 31JUL20
A
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lguien le dijo que no debía admitir haber cometido
errores, que para eso estaba la oposición, la prensa crítica, los antipáticos
profesionales.
De modo que, entonces, el señor presidente se
apareció como el gobernante de una isla fantástica donde una plaga había
causado algunos estragos y donde todo, sin embargo, seguía su curso gracias a
la hombría impertérrita de sus habitantes.
Pero en Cajamarca se morían. Y se morían en Junín y
se morían en Lima. Faltaba el oxígeno en todas partes y las cifras de la muerte
no descendían mientras la ministra de Salud admitía, por fin, que podían ser
43,000 los difuntos. Se quedaba corta: a estas alturas debemos andar por los
49,000.
El presidente Vizcarra tiene consejeros que lindan
con la idiotez. Sólo una persona con insuficiencia neuronal puede haberle dicho
que las crisis se combaten con optimismo, con cifras fantasiosas, con
propósitos enormes y grandezas teatrales.
No, señor Vizcarra. No siga haciéndole caso a la
taradez que ha reunido en torno suyo.
Las crisis se combaten diciendo, antes que nada, la
verdad. Después de describir los hechos tal como son -y no tal como los
inventan sus asesores- adquirirá usted el derecho a la esperanza y al mensaje
cargado de propósitos y enmiendas. Pero si usted miente hablando de un país
que no existe, si usted falta a la verdad construyendo una realidad
voluntarista y encubridora, todo lo que diga después será materia de sospecha.
Nadie le creerá, en suma, si usted dice que el
presupuesto de salud será novedosamente alto cuando ni siquiera se ha atrevido
a decir de cuántas bajas fatales hablamos en esta pandemia que usted mismo
calificó alguna vez como “una guerra”.
¿No nos debía un parte de esa guerra que estamos
librando y, por ahora, perdiendo? ¿No debió ser usted quien nos dijera de qué
tamaño era la mortandad? ¿No merecía la gente un recuento fáctico de lo
sucedido?
Hubiera sido tan fácil decir al comienzo algo como
esto: “compatriotas, estamos en serios problemas, la situación es esta... Pero
confío que, entre todos, saldremos de esto”.
Después de esas palabras, dichas desde el cargo
privilegiado que le dimos, todos habríamos puesto atención preferencial a sus
cifras, sus metas, su fe, su optimismo. Y hubiéramos dicho: si este hombre tuvo
el coraje de decimos la verdad cruda y fea, quizá tenga el carácter de cumplir
con sus promesas, démosle una oportunidad.
Lo cierto es que su mensaje fue una invitación a la
fantasía, un intento fallido de evadir el funeral que estamos viviendo.
Señor presidente: estamos en una crisis económica
comparable con la que padecimos tras la guerra que Chile preparó para
aniquilamos como rivales del Pacífico y usted sale a hablar del “gobierno
digital” y la “digitalización de las regiones”, mientras que su MINEDU no es
capaz de comprar ni siquiera las tablets prometidas. ¿Quién dirigirá el
pomposamente anunciado Sistema Nacional de Transformación Digital? Es difícil
saber si es hora de llorar o reír.
Señor presidente: usted habló del daño que causa la
minería informal y de cómo ha luchado contra ella, al mismo tiempo que anuncia
la consagración de las invasiones auspiciadas por los traficantes de terrenos.
Sí, señor: eso es lo que significa la titulación anunciada para todos aquellos
que, guiados por los mercaderes de la usurpación y del despojo, se convirtieron
en “posesionarios” hasta el 2014. ¿Se puede hablar así de planeamiento urbano,
de futuro vivible para una megalópolis torturada como es Lima? ¿Se puede hablar
de civilización en esos términos? ¿Les volveremos a poner un caño común (como hizo
García) a quienes han sido condenados a vivir entre esteras, hojalata y triplay
en la ladera de un cerro? ¿Son los traficantes de terrenos los que deciden el
crecimiento de las ciudades y el costo horizontal de los servicios sanitarios? ¿Ese
es el Perú que usted fomenta?
Habló usted de “educación de calidad para los jóvenes”
pero no dijo una sola palabra sobre las agresiones del actual Congreso contra
la SUNEDU, que es el sostén de la reforma universitaria. ¿Alguien le dijo que
no se metiera con una comisión congresal orientada por algunos lobistas de universidades
como Telesup?
Se refirió usted a 129,000 puestos de trabajo creados
tras la reactivación económica pero no dijo nada de los 2’700,000 empleos
perdidos por la necesaria cuarentena.
Anunció que a cada huérfano de la pandemia se le
dará 200 soles mensuales hasta la mayoría de edad y, simultáneamente, reconoció
que la anemia infantil ha bajado de 43% a 40%. Citó esa cifra cómo si de un
triunfo se tratara. Qué bueno sería vivir en un país donde los presidentes no
tuvieran que ofrecer 200 soles mensuales a nadie porque la salud y la educación
están garantizadas.
¿Garantizadas? Usted prometió que ahora sí el SIS
alcanzaría a todos los peruanos y anunció un presuntamente nuevo presupuesto de
salud de veinte mil millones de soles. Pero resulta, como se ha dicho, que el
presupuesto de Salud ya era de dieciocho mil quinientos millones de soles, lo
que significa que el aumento será sólo de mil quinientos millones. ¿Y con mil
quinientos millones de soles piensa usted financiar un SIS “para todos”?
Después estuvo el festival del dinero y los
presupuestos mágicos que financiarán obras deseadas por todos. ¿Con qué Estado
las haremos? ¿Con qué capacidad de gasto contaremos? ¿Con qué gestión de
proyectos tropezaremos? Eso sí: las líneas 3 y 4 del Metro, la carretera
central, las grandes obras de saneamiento y los hospitales y colegios
“emblemáticos” los haremos a través de convenios de gobierno a gobierno, lo
que seguramente querrá decir que tendremos a los británicos haciéndose cargo
de tan arduos asuntos. Hasta eso podría haberlo explicado, señor presidente, si
su vocación hubiese sido la de tender un puente de comunicación con el pueblo,
especialmente con la gente que aplaudió su gestión cuando se deshizo del
podrido Congreso anterior.
¿Y qué es el Pacto Perú sino una lista de la vieja intendencia
del Perú abortivo que padecemos? ¿A quién se pretende convencer cuando se habla
de consensos básicos sobre salud, educación, economía, sistema de justicia y
lucha contra la pobreza? Sabemos de esa agenda envejecida desde los tiempos de
Ramón Castilla y ese saber no nos ha servido de mucho. El problema no son las metas
redundantes sino la voluntad corajuda de cumplirlas más allá de las presiones y
periodicazos de la derecha y del autismo tribal de la izquierda de raíces
leninistas. Cambiar de rumbo: ese es el imperativo. Y jamás cambiaremos con los
parámetros que el conservadorismo dicta desde los medios de comunicación a su
servicio.
No se miente, señor presidente. Y usted ha mentido
como un fanático el día de su último mensaje presidencial.
Eso no sólo decepciona. Eso confirma que la política,
entendida malamente, puede transformar al que fuera exitoso gobernador de
Moquegua en un parlanchín suspendido perfectamente en una nube. ▒▒
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