domingo, 26 de agosto de 2018

ANANEA, RINCONADA, CERRO LUNAR


DONDE NACE EL ORO
Omar Aramayo
Uno de los lugares más ricos y más tristes del planeta, es Ananea, donde el oro y el excremento se mezclan por igual todos los días de la vida, en la empinada ladera de la cordillera de Carabaya, el gran monte Ananea.
La muerte, la enfermedad, la explotación, la trata de personas, y el enriquecimiento de algunos pocos, y la lluvia se mezclan si reposo. En las faldas del glaciar se dibuja un paisaje donde el resplandor de la nieve y la basura acumulada nos dejan ver solo de perfil la miseria humana.
La falta de agua potable y los servicios básicos se mezclan con la obcecación del ser humano por conseguir unos gramos de oro; y de los grandes de producir varias toneladas al año, cincuenta toneladas o más; oro ilegal, que va de contrabando al Brasil. Y ahora a los apetitos de los coreanos que aparecen como duende por los caminos.
El interior de la mina es una inmensa ciudad con cientos de pisos en un ambiente de inmensa oscuridad, donde los cinceles y las combas no dejan de picar ni por un instante, como si se tratara de una población enloquecida de feroces pájaros
carpinteros. Ni en el infierno de la Divina Comedia existe un paisaje tan sombrío.
Campesinos envilecidos y delincuentes buscados en cien países, que han ganado la honorable categoría de apátrida y que jamás serán encontrados, son hermanos gracias a la densa sombra de los socavones.
Los niños, dinamita en mano buscan oro en los glaciares, que en su interior alucinan como templos celestes, celestiales, luminosos, salpicados de pepitas de oro. Los glaciares, cada día, se marchan como ancianos derrotados, a la nada.
Las mujeres con el método de pallaqueo y el chojchiopeo buscan oro, a lomo, a lomo y pierna dura, entre la basura pétrea, desde el alba hasta que se van las luces del días, sobre batanes pre hispánicos.
El oro duerme, al final de tanto sacrificio, en una botella, en miles de botellas, en cilindros, y sin embargo no es posible encontrar un plato de comida saludable, todo está contaminado. Ni a precio de oro existe un poco de salud.
Los mineros después de dos o tres días de trabajo salen a jugar su partido de fútbol, su pichanguita, a más de 5,000 msnm luego se entregan a un descomunal encuentro de chelas. Aquí el ladrón espera, lerdo; estudia, calcula, asalta y mata. La policía espera, estudia, y se decide, y ya nadie sabe quién es quién.
El cianuro, el azogue, el trabajo infantil, la prostitución. El sudor y el oro, en un solo paquete.
Ananea, Lunar de Oro, en la entraña del Perú, donde Dios y el Diablo contemplan su momento. Tierra de nadie. Tierra del oro. Este es el oro del Perú, el oro de la sangre.
Aquí nace y aquí muere el río Ramis, que hace muchos años era un río hermoso, corpulento, que entraba gritando al lago los primeros meses de los años de lluvias. A la fecha ningún pez se ha salvado de morir envenenado.



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