Escribe: Los Andes | 3ENE15
La belleza del lago Titicaca es innegable. Sus
aguas claras, su riqueza natural y el impresionante cuadro que dibuja al
atardecer, son motivo suficiente para quedarse contemplando su majestuosidad
por largos minutos. Pero el lago no es sólo eso. Más allá, a unos kilómetros,
tiene otros atractivos. Las islas de Taquile, Amantaní y Los Uros. Ahora nos
centraremos solamente en la primera.
La isla de Taquile está situada a 45 kilómetros de
la capital regional, pertenece al distrito de Amantaní y cuenta con
aproximadamente dos mil 200 habitantes; del mismo modo, es necesario aclarar
que su villa principal está a 3950 metros sobre el nivel del mar (msnm), aunque
su punto más alto alcanza los 4050 msnm, en tanto que su lengua predominante es
el quechua.
Este último detalle hizo que destacados
historiadores e investigadores catalogaran a la isla como un enclave quechuista
en área aymara. Algo singular que, sin embargo, no tiene nada de extraño cuando
se revisa la historia general de esta parte del país.
En efecto, Taquile o Intika, en quechua, fue una de
las últimas localidades del imperio incaico en capitular ante el poder español
en el siglo XVI, por lo que hasta el día de hoy se pueden apreciar, en algunos
sitios de la isla, restos arqueológicos significativos de la vida social de esa
época.
Luego de ser tomada, apunta el antropólogo José
Matos Mar, fue nombrada como el emperador Carlos V y finalmente pasó a la corte
de Pedro Gonzales de Taquila, de cuyo apellido se desprende hoy su nombre. Tras
de ello y de prohibirse la vestimenta tradicional incaica, los isleños tuvieron
que adoptar la vestimenta que hasta el día de hoy usan.
Del mismo modo, se hace hincapié en su estrechez y
largura, y en que fue utilizado como prisión durante la Colonia Española.
Intermitencias sociales e históricas que culminaron en 1970, cuando pasó a ser
propiedad del pueblo de Taquile, que la regenta desde entonces.
De otra parte, dicen los visitantes y
especialistas, que algo importante de hacer cuando se visita la isla es
quedarse por lo menos una noche en ella, especialmente cuando es noche de luna
llena. “La luminosidad y el reflejo de este satélite (la luna) en la extensa
superficie lacustre es verdaderamente deslumbrante”, destacan.
Igualmente, son necesarias de tomar en cuenta las
danzas típicas de carnaval, que son variadísimas y originales de cada pueblo y
comunidad. Alfonsina Barrionuevo menciona: “El sikuri de la isla Takile es muy
colorido. Los tejidos de sus vestimentas son finísimos. Las mejores fajas,
gorros y bolsas del Altiplano se hacen en esta isla (…) Su canción lleva
ocultas reminiscencias del Inkario”.
La sociedad taquileña está basada en el trabajo
colectivo y en el código moral Inca "Ama sua, ama llulla, ama quella"
(no robarás, no mentirás y no serás perezoso).
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