VIZCARRA Y CASTILLO
César
Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº760, 28NOV25
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S |
i Martín Vizcarra pidió coimas, como dicen los
empresarios corruptos que se las pagaron, está muy bien que sea condenado. Que
pase en Barbadillo la temporada en el infierno que le corresponde. Que pague
con la deshonra su codicia.
Lo increíble es que el sistema judicial permita a
los constructores que pagaron plata sucia para obtener licitaciones estar en
sus casas escuchando la sentencia de quien fue su socio criminal.
Lo que da grima es ver a Rafael Vela Barba felicitando
a Germán Juárez Atoche después de la sentencia. Ambos consintieron en no
aplicarles la ley a quienes también pecaron. Eligieron el método que permite
privilegios excepcionales siempre y cuando se embarre al blanco
principal.
Vizcarra está en cana. La derecha lo quería allí no
porque haya sido un corrupto -no hay derecha con sentido ético en el Perú- sino
porque cerró el Congreso donde el fujimorismo era mayoría aplastante y hacía de
vientre cada vez que algún lobby le exigía una ley (o parar un
proyecto). El cargamontón que asesinó simbólicamente a Vizcarra no nadó de un
prurito constitucionalista sino de un afán de escarmiento y venganza.
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| Mechain en PERU21 |
Que la derecha pestífera festeje su encarcelamiento
sí que es una paradoja. La derecha política y empresarial de este país vive del
saqueo prebendario, de las amistades decisivas, de las licitaciones amañadas,
de las coimas municipales para construir moles indebidas. La derecha peruana
nadó en gran parte del dinero del guano repartido en los lodos de la
consolidación de Echenique y no ha abandonado ese origen. La derecha de mi país
celebra la cárcel de Vizcarra pero pagaría lo que fuese necesario para impedir
que la corrupta Keiko Fujimori termine, como tendría que ser, tras los barrotes.
La heredera de la mafia fujimorista representa, a pesar de sus derrotas, la
firmeza sin escrúpulos de los que sienten que el Perú les pertenece, que la
cholería es una impertinencia del paisaje y que cualquier engaño es lícito con
tal de que todo siga igual. Para esa derecha, la felicidad nace de la quietud y
la morgue es el destino de los exaltados.
Esa derecha está feliz también con la condena de
Pedro Castillo, el pobre diablo al que acorralaron fácilmente. Castillo ha
sido condenado por conspiración para rebelarse y creo, sin ser abogado, que esa
sentencia es justa. ¿Pero no conspiraron para rebelarse en contra del orden
constitucional quienes durante meses intentaron demostrar que las elecciones
habían sido un fraude y que era un deber desconocerlas? ¿No conspiraron contra
el orden constitucional los que pagaron a famosos abogados grandes sumas para
tejer la teoría de que Castillo era un presidente ilegítimo porque había nacido
del cambio de actas, de la tachadura de cifras, del robo de la voluntad
popular?
No, claro que no. Para esa gente, para ellos y sus
compinches políticos sólo cabe la benevolencia, el olvido, la indulgencia. La
inocencia los antecede. Su absolución es de antemano. Ellos no conspiraron.
Ellos eran guardianes de la democracia, tal como la entiende la derecha inmortal
de mi país: el viejo orden, las várices del privilegio hereditario, el
prestigio del moho.
Vizcarra y Castillo están en la cárcel. No seré yo
quien lo lamente. Lo que me da asco es ver a la derecha en pleno -los Baella,
las Valenzuela y las tribus de Willax, para citar algunos ejemplos- brindar con
champán esa carcelería al mismo tiempo que defienden la causa de Keiko
Fujimori, las leyes pro crimen, el Congreso del hampa, la dictadura de un
mercado plagado de oligopolios tramposos y monopolios con ganzúas al cinto.
Quien sólo ama el dinero y tiene pata de palo y loro al hombro no tiene
derecho de brindar por la aplicación de la justicia. Sobre todo cuando hace campaña
por una justicia tuerta que hoy está en manos de una Junta de malandrines, un
Tribunal Constitucional escorado y un Ministerio Público bajo acoso. <=>
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COMENTOS
Brangil Mateo Blas
CRÓNICA DE UNA CONDENA ANUNCIADA.- La sentencia contra Pedro Castillo no parece un fallo judicial: parece el guion viejo y mal actuado de los mismos grupos que llevan años creyéndose dueños del Perú. Esta “justicia express” fue tan predecible que uno casi puede imaginarse a ciertos innombrables congresistas practicando su sonrisa frente al espejo antes del veredicto ya conocido.

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