martes, 2 de septiembre de 2025

LA PANDILLA PUNEÑA Y SU ESTUDIANTINA VENCEN EL TIEMPO



video tomado de: MiPuno.pe Reels | Facebook

LA ESTUDIANTINA NO MORIRÁ

Por: Guillermo Vásquez Cuentas

En LOS ANDES noviembre 2005

Hay esperanzadoras señales que nos llevan a la convicción de que será muy difícil, si no imposible, que desaparezca del mapa cultural y artístico de Puno y del Perú, aquella rica temática de aires musicales puneños que por casi todo el siglo que termina, ha venido siendo ejecutada –divulgada y desarrollada- por esos típicos grupos de músicos a los que conocemos genérica y ciertamente inexacta denominación de “estudiantinas”.
A partir de ciertos hechos que mencionamos más adelante, pretendemos fundamentar esa apreciación, y de paso, mover a reflexión a los puneños de hoy en torno a su natural deber de defender la permanencia y autenticidad de la música puneña en general y de aquella tradicionalmente ejecutada por “estudiantinas”, en particular, puesto que toda esta expresión popular artística, constituye sin duda, uno de los valores sobresalientes denuestra cultura.
Las manifestaciones culturales de los pueblos están siempre sujetas a procesos de cambio, de evolución. Por ello, nadie que ame mucho a la música vernacular nacida en estas tierras y ejecutadas por “estudiantinas” (que es el punto preciso que estamos tratando), puede pretender que esa simbiosis artística dual permanezca tal cual es a través del tiempo, pues ello escaparía a cualquier concepción de la realidad global y específicamente de la realidad social.
Lo que ocurre es que hay cambios que construyen, que afirman, que mejoran situaciones existentes manteniendo sus esencias y, hay cambios que en su proceso tienden a la desaparición de determinados fenómenos sociales, empezando por desvirtuarlos, sin importar muchas veces que comporten valores cuya permanencia es harto justificable. Este último es el caso de la “estudiantina” puneña y del repertorio que ella ha venido difundiendo por mucho tiempo. Varios factores han cercado ambos fenómenos; véase sino la agresión permanente, corrosiva y hasta desembozada que ejercen la gran mayoría de medios de comunicación sonora del  país (radio, TV) para sacar de en medio de la música enraizada en la cultura andina.
Por supuesto, nosotros –los puneños- no somos la excepción y por ello resulta lamentable constatar que en la mismísima “Capital del Folklore Peruano” las emisoras y estaciones de televisión, asignen poco y ningún espacio a las expresiones musicales locales –incluso durante el aniversario de la ciudad-, y desaten en cambio apabullantes seguidillas de temas extranjeros y otros, lo cual está lejos de hacer honor al título que Puno ganó legítimamente.
Otro factor que conspira contra la “estudiantina” y nuestra música, lo constituyen sin duda los avances tecnológicos en el campo de la electrónica aplicada a la música, los que han resultado desfavorables a la preservación de lo mejor y más auténtico del arte musical popular y tradicional, tanto en el mundo como en el Perú y en Puno. Hace varias décadas, el tocadiscos empezó menguando seriamente el inobjetable protagonismo de las “estudiantinas” en los actos sociales de todo género y terminó desincentivando el aprendizaje y consecuente práctica de los instrumentos musicales que las “estudiantinas” suelen emplear y emplean comúnmente; desincentivo que llegó incluso a nuestros cada vez más escasos compositores.
Los pocos músicos jóvenes, así como alguno de los otros, se han sentido atraídos por la sonoridad y versatilidad de los instrumentos musicales electrónicos, y en esa línea, felizmente pocos de ellos, pugnan por calzar la música puneña a esa batería instrumental, bajo extrañas y novedosas tecnologías, así como curiosas denominaciones (“tecnosiku”, Altitronic”, etc.). Nadie puede estar opuesto a la adaptación de las nuevas tecnologías de la música puneña; pero lo que sería inaceptable es que con ellas se pretenda asumir exclusiva representatividad interpretativa de nuestra creación musical y se desplace uno de sus tradicionales y bien caracterizados difusores: la “estudiantina”.
Es más: debe señalarse que -.como es notorio-, los experimentos electrónicos en lo que toca al repertorio puneño, han promovido un grosero abuso en el manejo de los altos decibeles, tras de lo cual se esconde con frecuencia la mediocridad y se hace patente la desvirtuación del modo de hacer música en las ciudades y pueblos de la región.
A todo lo anterior se debe añadir el lento y al parecer efectivo avance de aquella tendencia de ver lo extranjero como si fuese nuestro; actitud que no es sino uno de los efectos del proceso de globalización” que recorre el mundo, cuyos mentores desearían que sus relativos y recientemente cuestionados éxitos en la política y en la economía, se extiendan también a la cultura de las naciones y de los pueblos de todas la latitudes.
Debemos mostrar nuestro beneplácito por tener puneños que luchan por mantener la vigencia histórica de nuestra música y de nuestras “estudiantinas”. Hay algunos hechos que confirman este aserto.
La más acertada, numerosa y activa institución de puneños residentes en Lima, la “Asociación Cultural Brisas del Titicaca”, fortifica las actividades de su “Estudiantina Brisas”. El hecho reviste mayor importancia si se considera que el origen del nacimiento de esa entidad partió precisamente de una “estudiantina”, la cual estuvo increíblemente desactivada por décadas. Luego de muchos esfuerzos en los que se tuvo que vencer no pocas resistencias, un grupo de “briseños” logró el sonado renacimiento de la estudiantina, con lo cual, además de alcanzarse una justa y esperada reivindicación, se abrió paso a interesantes perspectivas de imitación y desarrollo, por el efecto multiplicador y promotor que ese logro puede suscitar en otras instituciones puneñas de Lima y otras ciudades.
De otro lado, la persistencia en la organización de “Concursos de Estudiantinas” que este año, como en los anteriores, tiene lugar relevante en el programa de festejos del Día Jubilar de Puno, constituye una prueba de que los organizadores tienen conciencia cabal de la necesidad de mantener viva esta actividad artística y cultural tan cara a quienes amamos lo mejor de las manifestaciones culturales de Puno, lo cual no es sino una reafirmación de un empeño en la defensa de lo nuestro frente a las presiones culturales exógenas.
Finalmente, creemos oportuno participar a nuestros lectores que en pasados días tuvimos la oportunidad de ser sorprendidos pero felices espectadores de un ensayo público de una estudiantina conformada por niños denominada “Julián Palacios Ríos”, sin duda en memoria a ese recordado músico puneño, que tantas estampas musicales ha dejado a la posteridad.
Allí, en el Parque José Carlos Mariátegui, eso niños, precoces músicos puneños, algunos de los cuales no pasaban de los siete años de edad, estaban diciéndonos con los arpegios que brotaban de sus pequeñas manos y las cuerdas de las guitarras, mandolinas, charangos, acordeones, que la estudiantina puneña tiene garantizado su futuro, que no habrán alienados montadiscos, o sofisticados aparatos electrónicos, ni globalización, ni ocho cuartos, que impidan la vigencia imperdurable de aquello que pertenece de lleno a la identidad puneña: su música ejecutada por estudiantinas.
En los rostros de aquellos pequeños, nos pareció advertir a algún Rivarola niño, a un infante Marcelino Cuentas, a un temperamental Castor Vera de chico, en fin, a futuros Augustos Macías, Virgilios Palacios, Fuentes, Parada Manrique, Aguilar, Puntaca y tantos que alcanzaron las más altas notas en la gloria de la música puneña. En este nuevo aniversario de Puno, traigámoslos a nuestra memoria. <:>

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