FISCAL DELINCUENTE
César Hildebrandt
En HIDLEBRANDT EN SUS TRECE Nº 664, 1DIC23
E |
stamos acostumbrados a librar batallas solitarias.
Y esta contra la Fiscal de la Nación fue
especialmente una batalla a solas.
Se dio, además, en plena crisis del semanario,
cuando teníamos el cierre merodeándonos y las cuentas en rojo incandescente.
Pero la continuamos. Cada vez que podíamos
recordábamos a nuestros lectores de qué ciénaga venía Patricia Benavides y a
qué niveles de infamia había conducido una institución decisiva como el
Ministerio Público.
Hoy todos hablan de la señora Benavides, pero hasta
hace poco era Willax, emanación de Erasmo Wong, la que dictaba cátedra al
respecto. Invitando a pobres diablos reciclados, apristas a sola firma,
fujimoristas virales, abogaditos que la derecha escupe en los juzgados, Willax
había creado el mito de una Fiscal-Maravilla ("mujer de la década”) que
había limpiado el Perú de lagartos y lagartas y que había terminado con la
hegemonía caviar en el sistema judicial.
De modo que el público que se tragó la tesis del
fraude electoral deglutió también la farsa de una Benavides digna de bustos y
homenajes. ¿La deglutió o la saboreó como si fuera un manjar? Willax es, al final,
el canal oficial del fujimorismo sin Harvard ni censura, es el canal 7 de los
perdedores que terminaron gobernando. De modo que me rectifico: no la
tragaron, la disfrutaron.
Y allí estaban Patricia Chirinos, salida de los
barracones del Callao, la Fiscal de la Nación, asesorada por un equipo en el
que brilla un exministro aprista especialmente ladrón, el Congreso del hampa,
presidido por un candidato a la cana que dio una ley para su propia impunidad,
y el gobierno de las víctimas caídas en diciembre y enero.
Todo era una fiesta. Willax pontificaba, Raúl Diez
Canseco condecoraba a Erasmo Wong, y la metástasis seguía su marcha de cangrejo
inverso. No importaba que la Benavides hubiese cambiado a la fiscal que
investigaba a su hermana, acusada de liberar a narcos a cambio de puñados de
dólares. Menos importaba que en lugar de esa fiscal que descubría cosas y era
indócil pusiera a un mayordomo que simuló investigar y luego decretó que la
hermana de la Benavides no merecía seguir siendo procesada.
No sólo no importaba. Esa suprema inmoralidad era la
señal de identidad de la alianza que conformaron el Ejecutivo de los esqueletos,
el Congreso de los delincuentes y el Ministerio Público presidido por una
mafiosa. A esa alianza original se fueron sumando, como consecuencia de los
canjes de impunidad e intercambio de silencios pútridos, el Tribunal CFonstitucional,
ocupado por el fujimorismo, la Defensoría del Pueblo, encargada a un pelagatos
obediente, la SUNEDU, eviscerada, y la reforma política, asesinada por la
espalda.
Era -y es- el fujimorismo sin el patriarca ladrón y asesino mediato y sin la heredera tres veces perdedora. Era el fujimorismo apenas encubierto. Era la derecha procaz que hada lo que le daba la gana concentrando un poder dictatorial. La separación de poderes era una nostalgia y la señora Boluarte, pobre mujer, estaba feliz porque despachaba en Palacio.
En los tiempos de Fujimori el nombre de Blanca
Nélida Colán fue protagónico. El Ministerio Publico fue la chaira de Fujimori-Montesinos
cuando de adversarios se trataba. Y fue el escudo cuando los amigos se vieron
en problemas.
Eso es exactamente lo que sucedió este último año.
La Fiscal de las fechorías fue el arma que el
fujimorismo y la derecha empoderada usaron para dominar el Congreso, jaquear al
Ejecutivo y blindar a los truhanes de la política.
Esta revista habló hace tiempo de Jaime Villanueva.
El 19 de mayo de este año un reportaje de Eloy Marchan dio cuenta del papel que
ese sujeto cumplía en el plan de Benavides de deshacerse de todo fiscal
incómodo, crear una maquinaria de troles destinada a desprestigiar a quien
osase enfrentarla y jugar en pared con el Congreso. Por eso Villanueva dice en
un chat: “Hildebrandt nos está golpeando”.
La banda actuaba y jugaba en pared con Willax, que
coordinaba con Benavides adelantos de investigación y primicias concertadas.
Luego, la marchita prensa escrita al servicio de la derecha rebotaba ese
material. Todo marchaba a la perfección.
Dicen ahora los chalecos mediáticos de Benavides que
los mensajes revelados no prueban crimen alguno y que sólo testimonian
“acuerdos políticos”. Se equivocan: no pueden llamarse negocios de la política
los intercambios devotos por la promesa de no investigar. Eso no sólo es
asqueroso: es abiertamente punible.
Los métodos del dúo Benavides-Villanueva eran dignos
de una pandilla. Con la ayuda de las Chirinos y las Echaíz buscaban a los
congresistas más prontuariados y los usaban como sumandos a la hora de los
votos. Así se deshicieron de Zoraida Ávalos. Así tramaban rearmar la Junta
Nacional de Justicia. Así se manejaba el país. Así lo probó en notas sucesivas
nuestro reportero Américo Zambrano.
La señora Benavides denuncia hoy a Boluarte y
Otárola por homicidio calificado. En esta revista hemos denunciado
sistemáticamente cómo es que la Fiscal de la Nación ha saboteado las
investigaciones que algunos fiscales provinciales, valientes y dignos, estaban
realizando en Ayacucho y Puno. Nadie puede creer que a Benavides le acaba de
brotar el sentido de la justicia justo horas después de que es denunciada por Marita
Barreto, heroína de la jornada, como cabecilla de una organización criminal.
No, señora Benavides: su maniobra es inútil. Sólo sirve para que la prensa
idiota hable de “un complot” en contra suya. Usted denuncia a su socia a ver si
así salva el pellejo. Y su socia pide su renuncia a ver si así se desinfecta.
Las dos pertenecen a la misma calaña.
La señora Benavides y la señora Boluarte ya se
habrían ido si tuvieran algún sentido del honor. ¿Lo tendrá el pueblo peruano?
¿Seguiremos tolerando a una Fiscal de la Nación delincuente y a una presidenta
que fue su secuaz hasta la semana pasada? ¿Seguiremos aguantando que el jefe de
la PCM haga de estadista mientras la prevención del Niño no llega al 40% de las
obras y el sigue contratando a sus amiguitas? ¿Seguiremos resignándonos a un
Congreso abyecto?
¿Volveremos a merecer tanta suciedad?
¿La inclinada cerviz? <>
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