sábado, 11 de noviembre de 2023

A LOS CIEN AÑOS DE HUANCHO LIMA

 Escribe: Carlos Portugal Mendoza

Tomado de: Altiplania.org

A pesar del tiempo y la indiferencia de la historiografía oficial, los sucesos de Wancho Lima han permanecido en la memoria de la población del altiplano hasta llegar a cumplir su centenario. Sostenida principalmente en la historia oral y los textos de Díaz Bedregal, Tamayo Herrera, Ramos Zambrano, José Luis Ayala y otros, y en la acción activistas de la memoria como el poeta Fernando Chuquipiunta, la gesta de Wancho Lima permanece viva y nos invita de manera singular a repensar el pasado para iluminar el futuro.

Como decía Walter Benjamin, la historia oficial, al recoger lo que “si ocurrió”, está escrita desde el punto de vista de los vencedores y legitima el presente. Por ello, rememorar las batallas de los vencidos es un poderoso estímulo para la conciencia crítica y reencontrar “lo que debe ser”. Si bien el pasado esta clausurado, su interpretación desde el punto de vista de los vencidos reabre las puertas del futuro despejando la conciencia del fatalismo a que nos induce el presente y liberando la imaginación política de los pueblos.

Rememoremos entonces los sucesos de Wancho Lima.

En 1923, los notables y gamonales de Huancané cometían una serie de abusos contra los aymaras y quechuas, controlando el comercio de abastos, obligándolos a prestarles servicios gratuitos, destruyendo las escuelas que secretamente levantaban, apropiándose de sus ganados y tierras y llegando a asesinar a quienes se les oponían. Cansados de esto, los aymaras y quechuas optaron por una estrategia diferente a las protestas tan comunes en esos años y que terminaban en sangrientas represiones. Decidieron entonces, fundar una república aymara-quechua, para evitar depender de las autoridades locales y conducirse por su cuenta.

Así, dice la tradición oral, avizoraron separarse del control de los mistis, elegir sus propias autoridades y construir una nueva capital del distrito. Para lo cual una delegación de Wancho Lima viajó a la capital de la república y se entrevistó con el Presidente Leguía para informarle y contar con su aprobación. Leguía, quien se hacía llamar “Wiracocha Presidente”, habría estado de acuerdo y hasta llegó a obsequiar a la delegación un plano de Lima para que la nueva capital fuera similar a ella. Razón por la cual se la llamaría Wancho Lima.

Esta estrategia no violenta no prosperó debido a que los “mistis” de Huancané, infiltraron el movimiento y provocaron con violencia a los campesinos, de tal manera que las diversas comunidades de la provincia respondieron también con violencia e intentaron tomar la ciudad de Huancané.  En medio de estas confrontaciones y en un evento en el que estuvieron presentes delegados de las comunidades de todo el departamento, Carlos Condorena fue elegido presidente de una nueva república tawantinsuyana. Los mistis lograron lo que se habían propuesto desde un principio, que interviniera el Ejercito y reprimiera a los comuneros produciéndose masacres y fusilamientos en los que intervinieron también bandas armadas por los gamonales. Así fueron asesinado, cientos sino miles de hombres y mujeres.

Vino entonces la persecución judicial de dirigentes y campesinos. El propio Condorena estuvo cuatro años preso a pesar de que cuando ocurrieron los enfrentamientos se encontraba en Lima. Líderes como Mariano Luque, Evaristo Corimayhua, Rita Puma y otros fueron asesinados. Las denuncias de los campesinos contra los mistis por los asesinatos perpetrados no prosperaron. El 1928, el gobierno dio una amnistía general, que sirvió sobre todo para dejar en la impunidad los crímenes contra los comuneros. En este contexto represivo y en base a las tierras abandonadas a causa de la represión se empezaron a formar nuevas haciendas en Huancané.

De acuerdo con este relato se suele ver la experiencia de Wancho Lima como la protesta de una comunidad y su valeroso intento por refundar el Tawantinsuyo que terminó en grandes masacres. Como señala Álvarez Calderón (2021) que la historia se concentre sólo en estos aspectos hace perder de vista la propuesta política de los aymaras y quechuas que conllevó a dichos acontecimientos.

Sin duda el valor y sacrificio demostrados y la evocación tawantinsuyana son elementos valiosos para afirmar una tradición de rebeldía y resistencia de los pueblos originarios. Pero también lo es la capacidad política que estos demostraron en esa coyuntura.

En ese sentido cobra importancia saber que la demanda de contar con autoridades propias, es decir indígenas, era un pedido extendido en al Altiplano –junto con la oposición a la expansión de las haciendas- a través de diversos memoriales tal como lo muestran Ccahuana (2017) y Álvarez Calderón (2021). Demanda que fue coherentemente recogida por los políticos indigenistas como Quiroga en el Congreso del Sur, creado por Leguía, y por José Antonio Encinas en el Congreso Nacional.

Los memoriales y los proyectos de ley en dichos congresos permiten ver una propuesta original de autogobierno, que superaba el paternalismo del indigenismo de la primera hora. No se trataba de crear una república dentro de otra, sino de contar con autoridades propias –en principio de nivel local- que serían un contrapeso a las autoridades mistis que amparaban los abusos; y que permitirían el autogobierno de las comunidades, con tenientes gobernadores con poder de detener a los delincuentes y entregarlos a la justicia, y con encargados de promover la salud, la educación, la producción y la seguridad construyendo así una ciudadanía civil indígena (Ccahuana, 2017).

El proyecto político de aymaras y quechuas se sustentaba además en una creciente organización y movilización desde las comunidades en el Altiplano. Así, los comuneros de Wancho contaban con un subcomité del Comité Central Pro Derecho Indígena (que funcionaba en Lima) organización nacional que tenía presencia en los distritos de Huancané y en todo Puno. Además, estaba la Federación Pro Indígena provincial y la Liga de Mutua Defensa.

Comúnmente se subestima la capacidad de los dirigentes indígenas, sobre todo cuando se trata de esos años; pero los antecedentes de los líderes y lideresas de Wancho nos dice que varios de ellos sabían leer y enseñaban a otros en las escuelas para adultos que funcionaban clandestinamente en Wancho. También habían tenido contacto con el movimiento anarcosindicalista y los intelectuales socialistas de la época, como José Carlos Mariátegui. Y trabajaban muy de cerca con prominentes abogados y líderes indigenistas como Francisco Chuquihuanca y Ezequiel Urviola.  Sus múltiples viajes a Lima para entrevistarse con Ministros y el propio Leguía, demuestran que buscaban un diálogo con el Estado en base a propuestas concreta: avanzar en el reconocimiento de su condición de ciudadanos por parte del Estado. Privados de la ciudadanía política por estar impedidos en la práctica de elegir o ser elegidos en los cargos políticos, buscaron que se les reconozca su derecho a autogobernarse, a la tierra y su cultura.

¿Hasta qué punto buscaban un retorno del Tahuantinsuyo? Sin duda para muchos de los comuneros, bien pudo ser este su objetivo. Pero, la historia de Wancho Lima, lo que parece mostrarnos es más bien una tenaz lucha por insertarse a la sociedad republicana con un conjunto específico de derechos y obligaciones, buscando una ciudadanía indígena en su doble condición de peruanos y aymaras-quechuas.

REFERENCIAS

Díaz (1972). Los levantamientos indígenas en la provincia de Huancané. Ideología, núm.1

Tamayo (1982). Historia Social e Indigenismo en el Altiplano. Ediciones trentaitres. Lima;

Ramos (2003) Comité Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Apumarca, año VII. N° 4: 66-66-90.

Ayala (1989). Wancho Lima. Croninovela. Editorial San Marcos.

Velásquez (2007). Movimientos sociales y la escuela en el altiplano (1860-1930).

Álvarez Calderón (2021). En búsqueda de la ciudadanía indígena. Puno 1900-1930. Fundación M.J. Bustamante.

Ccahuana (2029). Buscando una ciudadanía propia: indígenas y estado durante el Oncenio (1919-1930). Tesis para optar el grado de magister en historia. Pontificia Universidad Católica del Perú.

Walter Benjamin (1942). Tesis sobre la Historia y otros fragmentos.

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