sábado, 30 de septiembre de 2023

ROL DEL GOBIERNO EN ASESINATOS EN EL SUR, SE VA ACLARANDO

 EXMINISTRO HUNDE A BOLUARTE

Testimonio del general PNP (r) César Cervantes, ministro del Interior entre el 10 y el 21 de diciembre de 2022, contradice a la presidenta y confirma que ella estaba perfectamente al tanto de lo que pasaba. Ahora se explica por qué su abogado defensor le aconsejó el silencio como estrategia

Américo Zambrano

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 655, 29SEP23

E

l testimonio del exministro del In­terior César Cer­vantes Cárdenas explica, en parte, por qué la presidenta Dina Boluarte se acogió al silencio y evitó responder un nue­vo pliego interrogatorio de la Procuraduría General del Estado y de la defensa de los deudos sobre las muertes ocurridas durante las protes­tas de diciembre y febrero.

Cervantes, quien fue titu­lar de la cartera del Interior entre el 10 y 21 de diciembre de 2022, rindió su manifesta­ción ante los fiscales provincia­les Jessica Núñez Colmenares y Edwin Riveros Alemán, del Área Especializada de Enrique­cimiento Ilícito y Denuncias Constitucionales de la Fiscalía de la Nación, el 14 de agosto pasado.

En esta amplia declaración, a la cual tuvo acceso este sema­nario, Cervantes reconoció que informaba “permanentemen­te” ala presidenta Dina Boluar­te sobre el desenvolvimiento de las operaciones policiales para el control de los disturbios ci­viles a nivel nacional. Y reveló, ncluso, que acudió a Palacio de Gobierno para dar cuenta a la mandataria sobre las muertes ocurridas durante las manifes­taciones.

Aquí están, estos son
“La información que le reportaba era permanente”, respondió Cervantes cuando se le preguntó si comunicaba a Dina Boluarte sobre los des­pachos que recibía diariamente en relación con las protestas sociales que se desarrollaban en diversas regiones del país.

Esta declaración contradi­ce a la presidenta que -en su manifestación del 6 de junio pasado- aseguró a la Fiscalía que no tuvo un conocimiento

directo de las operaciones reali­zadas para reprimir las protes­tas antigubernamentales que dejaron 67 muertos y más de 1,300heridos entre diciembre y febrero pasados. “Directa­mente, los informes no llegan a la presidencia de la República sino a través del Consejo de Ministros”, deslindó Boluarte ante la Fiscalía, como si la PCM fuese una suerte de mesa de partes que canaliza toda la informa­ción importante para la toma de decisiones de Estado.

La presidenta, de hecho, en un intento por mantenerse alejada del planeamiento rea­lizado para controlar los conflictos sociales, llegó a señalar lo siguiente a la Fiscalía: “De ninguna manera la presidenta de la República tuvo contacto directo con el Comando de las Fuerzas Armadas o el de la Policía”.

En aquella diligencia la Fiscalía le preguntó si -en su condición de jefa suprema de las Fuerzas Armadas y la Po­licía Nacional- había tomado conocimiento de los planes operativos para el control de las protestas en Ayacucho, Puno, Apurímac, La Libertad, Junín y otras regiones del país. “No, tanto respecto de las Fuerzas Armadas como de las fuerzas policiales”, respondió la mandataria sin que le hicieran re­preguntas.

La versión oficial de Dina Boluarte, sin embargo, es una mentira.

El exministro del Interior César Cervantes sostuvo que, “en algunas ocasiones ella (Boluarte) convocó a reunión en Palacio de Gobierno al co­mandante general de la PNP y al ministro de Defensa, que era el señor Otárola”, para hablar precisamente sobre el desarrollo de las operaciones de recuperación del orden in­temo. Y recordó que, “a raíz de la pérdida de ciudadanos en mi gestión, convoqué al coman­dante general, al COMASGEN (Comando de Asesoramiento General), y otros generales, lo cual debe estar registrado en las visitas a Palacio de Gobierno, a efectos de que informen la situación en cada una de las pérdidas de vidas”. “Estaban presentes -prosiguió Cervan­tes- el ministro de Defensa, jefe del Comando Conjunto y la presidenta de la República”. Es decir, Boluarte participó en reuniones con los altos mandos militares y policiales para tratar el tema de las movilizaciones y sus consecuencias. Ylo más im­portante: fue advertida sobre la muerte de decenas de civiles sin que tomara una decisión de gobierno oportuna para acabar con el derramamiento de sangre.

Uno o más mensajes de WhatsApp no constituyen una prueba real de que la presiden­ta hizo todo lo que estaba a su alcance para evitar las muertes, catalogadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como matanzas y ejecuciones extrajudiciales.

Cuando los fiscales le pre­guntaron qué acciones había tomado como ministro del In­terior al tener conocimiento de que se habían producido asesi­natos de personas por disparos de armas de fuego, Cervantes reiteró: “Como lo he señalado, convoqué al Comandante Ge­neral, al COMASGEN, y al alto mando policial a Palacio de Go­bierno”, sostuvo el exministro del portafolio del Interior. Cer­vantes continuó: “No recuerdo con claridad las fechas en que estas reuniones se dieron. Pero fueron casi de inmediato, conla finalidad de que narren cómo sucedieron estos hechos y si tenía responsabilidad la Poli­cía, informándome que la PNP no era responsable de estos hechos”.

Una de estas reuniones ocurrió el 13 de diciembre a las 18:58 horas. Según el portal de Transparencia de la Presidencia de la República, el exministro del Interior César Cervantes, el entonces titular de Defensa

Alberto Otárola, el jefe del Co­mando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general EP Manuel Gómez de la Torre, el jefe de Estado Mayor de la Policía, general Alfonso Artadi Saletti, el general del Ejército Juan Martín Vargas Machuca, y una oficial de la Policía de nombre Karen Liv Guevara Sessarego acudieron a Palacio de Gobier­no. El motivo: una “reunión con la presidenta de la República”.

Este encuentro se produjo luego de los asesinatos ocurri­dos en Apurímac, La Libertad y Arequipa y dos días antes de la masacre de Ayacucho.

Si Boluarte fue advertida de las muertes en tres regiones, ¿por qué no tomó las medidas necesarias para impedir que ocurrieran nuevas acciones de represión por parte de las fuerzas de seguridad?

En otro momento del in­terrogatorio, los fiscales le preguntaron al exministro del Interior si la presidenta le había solicitado alguna infor­mación sobre las medidas que venía adoptando este sector para el control de las protes­tas. Cervantes respondió: “No recuerdo, pero sí ella constante­mente convocaba a reuniones del Consejo de Ministros, las cuales se realizaban todos los días durante mi gestión, en las que se abordaba la muerte de las personas e indicaba que no debía haber fallecidos, que todo se desarrolle en el marco constitucional y legal”.

Cervantes no supo res­ponder por qué las fuerzas del orden mataron a decenas de civiles en las distintas ma­nifestaciones a nivel nacio­nal. “En todo momento, en las múltiples reuniones con el comandante general y el alto mando de la PNP, conforme lo he señalado, dispuse cero costo social, que no se produzcan fallecimientos de personas”.

El extitular de la cartera del Interior intentó librarse de cualquier responsabilidad política y penal por las muertes ocurridas durante las manifes­taciones. “En ninguna parte se establece que el ministro del Interior tenga el manejo operati­vo de la Policía Nacional”, llegó a declarar. “Tampoco es com­petencia del ministro evaluar el plan de operaciones. Este es aprobado por el COMASGEN (Comando de Asesoramiento General de la Policía Nacional). Ni siquiera es el comandante general quien lo aprueba, sino el COMASGEN”, dijo.

La Fiscalía le preguntó a Cer­vantes si tenía conocimiento de que los efectivos que inter­vinieron en las operaciones de represión utilizaron fusiles AKM. El exministro aseguró que no lo sabía y le tiró la pe­lota al exdirector de la Policía, general Raúl Alfaro Alvarado.

"Yo tenía conocimiento de que no portaban armas de fuego en ese momento, por información que me daba el Comando Policial, concreta­mente el comandante general que en ese momento era el general Raúl Alfaro”, aseguró Cervantes ante la Fiscalía de la Nación.

El testimonio de Cervantes coincide con el del jefe del Co­mando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general EP Manuel Gómez de la Torre, quien se vio obligado a reconocer ante la Fiscalía de la Nación que acudió a Palacio de Gobierno en diciembre del 2022 para, según sus propias palabras, "darle cuenta a la señora pre­sidenta cómo se desenvolvían las acciones militares en apoyo a la Policía Nacional”.


En base a las declaraciones de Cervantes y Gómez de la To­rre, además de otros indicios importantes, la Procuraduría General del Estado (PGE) ela­boró un pliego de 47 preguntas que supuestamente debían ser respondidas por la presidenta Dina Boluarte durante el se­gundo interrogatorio al que sería sometida el miércoles último.

Los abogados de la Procura­duría señalan que lo manifestado por el exministro César Cervantes al reconocer las reuniones en Palacio de Gobierno y revelar que daba cuenta de las muertes a la presidenta de la República- deja al descubier­to una presunta omisión de las altas autoridades del gobierno, que no adoptaron las medidas necesarias para impedir la muerte de decenas de civiles durante las protestas.

La PGE elaboró diversas preguntas para que la mandataria responda qué temas concretos se abordaron en las reuniones palaciegas descritas por Cervantes y Gómez de la Torre. Y qué directrices espe­cíficas brindó a sus ministros para que los efectivos policiales y miembros de las Fuerzas Ar­madas no dispararan contra la población civil.

Era la primera vez que los abogados de la Procuraduría y de los familiares de los falleci­dos tendrían la oportunidad de formular preguntas a la presi­denta. En el interrogatorio de junio Boluarte solo había res­pondido preguntas generales de la Fiscalía de la Nación.

El miércoles último, sin em­bargo, la mandataria se acogió al silencio y evitó responder el interrogatorio realizado por la defensa del Estado.

Boluarte llegó a la sede del Ministerio Público escoltada por su seguridad, poco antes de las nueve de la mañana. En el piso once del edificio la esperaban la Fiscal de la Nación Patricia Benavides, el fiscal adjunto supremo Marco Huamán y otros funcionarios de ese despacho.

La diligencia arrancó cuan­do la Fiscal de la Nación leyó los derechos de la presiden­ta y los delitos por los cuales se encuentra investigada de manera preliminar. Boluarte negó las imputaciones, ma­nifestó que se remitía a las respuestas que brindó en su primera declaración de ju­nio pasado y anunció que se acogía al derecho de guardar silencio.

Evidentemente sorpren­didos, los representantes de la Procuraduría, Ornar Rojas y Joel Córdova, solicitaron dejar como prueba en el acta la batería de preguntas que tenían pensado hacerle a la mandataria.

El abogado de Boluarte, Joseph Campos, se opuso. Sin embargo, la defensa del Estado insistió con el argumento de que el dejar constancia de las preguntas no afecta el dere­cho de la investigada a guar­dar silencio. Había, además, un argumento de fondo: el plazo de la investigación pre­liminar concluye el próximo 25 de octubre. Campos ya adelantó que su patrocinada no volverá a presentarse a declarar. De tal manera que esta era la última oportunidad para que Boluarte responda en calidad de investigada, por lo menos en la etapa preliminar. Si la Fiscalía de la Nación decide archivar el caso, quedará constancia de las 47 preguntas que Boluarte se negó a responder.

“Tengo la impresión de que la defensa de Boluarte ha tomado la decisión radi­cal de no hacer hablar más a la presidenta porque debe entender que su situación se ha complicado”, asegura el abogado Carlos Rivera, del Instituto de Defensa Legal (IDL). “Esta es una decisión, desde mi punto de vista, gra­ve. Es cierto que ningún silen­cio acredita responsabilidad penal. Sin embargo, esta deci­sión hay que interpretarla en un contexto determinado. Y este es un contexto que se ha ido complicando mucho para Boluarte”, apunta Rivera, quien defiende a los familiares de los fallecidos durante las movili­zaciones.

El mismo miércoles, por la tarde, el premier Alberto Otárola se presentó en el des­pacho de la Fiscalía de la Na­ción para ser interrogado por tercera vez en lo que va de la investigación preliminar.

Luto en Ayacucho
El interrogatorio de Otárola demoró alrededor de seis ho­ras debido a que sus abogados trataron de impugnar casi la totalidad de las 70 preguntas formuladas por la Fiscalía y la Procuraduría General.

El premier reiteró que no intervino en la elaboración de los planes operativos para el control de las protestas y se­ñaló -remitiéndose a sus decla­raciones del 16 de febrero- que la responsabilidad le compete al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y la Policía.

En otras preguntas, Otárola se limitó a decir: “No me acuer­do” o “No tengo conocimiento”. En un determinado momento del interrogatorio, el premier se enfadó cuando los aboga­dos de la Procuraduría, Joel Córdova y Vélgika Rafaela, le preguntaron en qué informes se había basado para asegurar que las protestas de diciembre, cuando era el ministro de Defensa, fueron supuestamente promovidas por organizaciones criminales y terroristas. "Des­conozco”, dijo Otárola.

Más adelante, los procura­dores le preguntaron al premier si había recibido informes del Ministerio de Defensa o del Mi­nisterio del Interior sobre el uso desproporcionado de la fuerza durante las protestas. Sus abo­gados objetaron la pregunta y alegaron que la figura del “uso desproporcionado” aún no ha­bía sido dada por sentada como un hecho real. La Fiscalía le dio la razón a la Procuraduría. No obstante, Otárola manifestó que no había recibido ningún informe al respecto.

En su reciente presentación por las actividades de “Perúmin 2023”, en Arequipa, Otárola aseguró, frente a numerosos empresarios, que el gobierno “controló más de 500 mani­festaciones violentas, marchas que pretendieron soliviantar el Estado constitucional y legal de derecho”. Añadió sobriamente: ‘Y les quiero decir, en esta con­vención, que no nos temblará la mano para seguir haciéndo­lo en defensa de los derechos fundamentales y en defensa de la paz y la tranquilidad de 33 millones de peruanos”. La frase sonó a miserable ofreci­miento.

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